Una dictadura genocida

La opinión de la poetisa panameña y periodista…


PAOLA BRUGIATTI GOYEZ

Mientras «Voldemort/El Innombrable» y su «Vice» daban declaraciones sobre el atentado en Arizona, pidiendo reflexión por el tiroteo ocurrido en el país norteamericano, en Panamá, sucedía otra situación que no se alejaba de lo atroz y lamentable:

 

El mismo día en que hace 47 años el abuso del poder transformó en mártires a jóvenes estudiantes en la Gesta del 9 de Enero de 1964, esta vez, la propia policía panameña arremetía contra… panameños.

 

El video y la noticia, aquí:

http://www.tvn-2.com/noticias/noticias_detalle.asp?id_news=44876

 

Ocho internos del Centro de Cumplimiento de Menores fueron hospitalizados por quemaduras. Quemaduras y toletazos. No le bastó a la policía hacer caso nulo ante el fuego, puesto que, al liberar a los quemados, decidieron golpear a los heridos, con risas en sus caras, cubiertas con un extraño casco que se asemeja al casco alemán utilizado en la Segunda Guerra Mundial.

 

Ver casco, aquí:

http://img84.imageshack.us/img84/6439/wehrmachthelmetxp2.jpg

 

Me pregunto entonces: si los policías fueron capaces de ver, oír y oler la carne de gente quemándose justo a pocos metros de ellos, con sonrisas en sus cínicos rostros, entonces, ¿de qué más son capaces? Puede que mañana un policía me viole, me deje tirada en una esquina y si yo digo «ah», voy presa por irrespeto a la autoridad.

 

Según la DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), dictadura es:

«Dictadura: Gobierno que, bajo condiciones excepcionales, prescinde de una parte, mayor o menor, del ordenamiento jurídico para ejercer la autoridad en un país. Gobierno que en un país impone su autoridad violando la legislación anteriormente vigente.»

 

Según la DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), genocidio es:

«Exterminio o eliminación sistemática de un grupo social por motivo de raza, de etnia, de religión, de política o de nacionalidad.»

 

Yo, por mi parte, «dejo a reflexión» su criterio. Sólo pido que sepamos elegir a nuestros gobernantes, bajo condiciones más responsables, que no incluyan una canción de reggae, cuyo coro sea «Los Locos Somos Más».

 

No sé qué clase de individuos, ni cómo podemos llamar a estos individuos, capaces de disfrutar del dolor humano. Creo que, definitivamente, son actos dignos de enfermedad mental. Pero son ellos quienes nos prometen nuestra propia seguridad.

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Reproducción de la nota publicada en nuestro muro de Facebook por la autora el  Lunes, 10 de enero de 2011 a las 7:57, a quien damos todo el crédito que le corresponde.

Panamá ciega y engañada

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La opinión de la Poetisa Panameña y estudiante de periodismo….

PAOLA  BRUGIATTI  GOYEZ

Consumismo: resulta que no se trataba de una palabra técnica, ni de un concepto que sólo se dedica a criticar a la sociedad actual. En un mundo donde nuestras actitudes parecen estar dirigidas por nuestra propia forma de ver las cosas, es todo lo contrario.  En este mundo, nada es casualidad.

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, sabía perfectamente que nada era casualidad.

Si había animales pensantes incapaces de diferenciar entre el bien y el mal, se trataba de los seres humanos.

Desafiando toda la ética existente; lo que pensamos que está bien para nosotros está determinado por quienes, en efecto, nos hacen creer que está bien.

El ser humano es, por naturaleza, un animal lleno de creencias que modifican su forma de pensar y actuar.

Edward Bernays, el sobrino americano de Freud, mejor conocido como creador de las relaciones públicas, creó también el mundo actual. Analizando los estudios de su tío acerca el comportamiento humano, Bernays entendió que convencer a los individuos era una tarea sencilla, porque las empresas, gobiernos o una sola figura (como él), conociendo las teorías de Freud, podían ordenar los elementos emocionales y “casarlos” con los elementos materiales. A partir de este matrimonio, las personas no verían los productos como una necesidad, sino como a un placer.

Democracia: el diccionario de la Real Academia Española la define como la doctrina favorable a la intervención del pueblo en las decisiones del Estado.

Las potencias emergentes del siglo XX, como Estados Unidos, jactándose de sus tendencias fuertemente democráticas, no hicieron más que vender la idea al pueblo de que eran libres y felices. ¿Libres y felices?   Conformes con Bernays, han hecho creer a la sociedad que es libre si se subyuga a una misma realidad, en la que puede si puede escoger entre medias verdes y rojas,  si tiene dinero en su cartera para comprarlas, entonces es un ser libre y feliz.

La única forma de lograr que el pueblo calle y se conforme, que crea fielmente en que lo poco que tiene es más que suficiente; entonces, el mundo es perfecto, porque es controlable.

El consumismo representa, por tanto, el engaño de nuestra conciencia: deformar nuestra definición de felicidad y aceptar el mundo tal como está y no como debe ser. Al fin y al cabo, desde el punto de vista de un estratega político, es una excelente forma de dominio de las masas: sí, de hecho, es una manera de que las empresas reciban grandes ingresos y paguen, por tanto, mayores impuestos al Estado.

Con esto, el Estado poseería un presupuesto ganador, que podría ser invertido en las necesidades de la sociedad. Se trata de la función básica de los gobiernos: invertir.

Haciendo una breve comparación con Panamá, ¿qué sucede si tenemos un pueblo consumista, empresas a las que no se les exige pagar impuestos, por el amiguismo y la corrupción que las liga al gobierno?   Tenemos como resultado una caótica distribución de las riquezas y falencias absurdas, como salud, producción agropecuaria y transporte deficientes.

Son absurdas y criminales en un país con tantos recursos.  Conscientes de que nos controlan nuestras creencias, de que determinan nuestro estilo de vida, lo mínimo que podríamos exigir es la buena inversión de las riquezas estatales a favor de nuestras necesidades básicas.

Así es como pondríamos a ejercer realmente el verdadero significado de “democracia”.

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Publicado el 10 de diciembre de 2009 en el diario El Panamá América, a  quien damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que le corresponde.

El poder del miedo

La opinión de la Poetisa y Estudiante de Periodismo…..

Paola Brugiatti Goyez
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El poder del miedo

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Tal vez, el ideal de todo trabajador, sin importar su profesión, es llegar a los cincuenta años y estar listo para el retiro: descansar, ver a los hijos crecer y dedicarse a la vida.  No hablo de posesiones, ni de dinero; hablo de estabilidad económica, tranquilidad y satisfacciones emocionales.

 

Sin embargo, podría hacer una encuesta y sabría que muchos sueñan esta perspectiva de vida, pero son ellos mismos quienes que están plenamente concientes de que se trata de sólo un “sueño”.  ¿Acaso es una ilusión, anhelar que los esfuerzos de toda una vida sean pagados con paz?  Resulta que no estamos concientes de lo que como personas nos merecemos.

Sobrevivimos, pero no vivimos. No pensamos en innovar nuestra rutina, puesto que tenemos miedo de perder. No queremos perder lo único que nos proporciona estabilidad: el dinero. ¿Qué se han hecho nuestras expectativas, logros y superaciones que alimentan mil veces más que un fajo de dólares? No nos atrevemos a surgir ni a desarrollar habilidades en nuestras labores, por miedo de perder el puesto que “ganamos”. ¿Será que nos regalan un puesto o nos lo merecemos?

Lo único que perdemos cada día es nuestro derecho a amarnos a nosotros mismos: somos incapaces de reconocer que tenemos el derecho de exigir, de reclamar. El que es feliz al llegar a su casa después de ocho horas laborales y tres horas en un tranque y no se da cuenta de los bellos momentos que pierde, le mando mis condolencias, porque ha muerto su dignidad. ¿Por qué actuamos como si la vida fuese gratis? No nos percatamos de cuánto cuesta vivir. Qué pasa que nos mantenemos tan resignados al no poder disfrutar de las mínimas necesidades que deberíamos tener suplidas.

No hay excusas. Eso es no es el “destino”. No hay ningún secreto en esto, excepto por el miedo que tiene la clase media de perder su supuesta “estabilidad”. El secreto es que somos fieles a la filosofía de “trabaja, hasta que el trabajo te mate” y a la doctrina, “vivir para morir en el intento”. La gran ironía es que las personas capacitadas para lograr esa innovación, ya sea por su vocación y estudios, son precisamente aquellas que, poco a poco y en silencio, se están rindiendo.

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Publicado el 17  de octubre de 2009 en el diario El Panamá América, a  quien damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que le corresponde.

Independientes, pero frustrados

La opinión de la joven escritora panameña…

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Paola Brugiatti Goyez

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Independientes, pero frustrados

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Se dice que los panameños se caracterizan por su jocosa forma de hablar, por su alegría y singular puntualidad.   Sin embargo, los nacidos en Panamá han cultivado otra muy peculiar costumbre, la cual ocurre con una frecuencia de cada cinco años: el cambio de gobierno.

Tal vez, no es una costumbre con la que todos estemos de acuerdo, aunque pocos se atreven a acusarla.   Pues sí, los panameños nos hemos acostumbrado a celebrar o llorar cada cinco años, dependiendo del partido político que suba y del partido al cual pertenecemos.   Si usted es azul y se coronan los verdes, ¡prepárese!  Recoja sus pertenencias y que la suerte lo acompañe.

Por otro lado, ¿qué sucede si usted fue seleccionado para trabajar con los azules durante cinco años, pero no es azul?   No obstante, le toca dar inicio al período verde. ¡Qué fortuna!   A pesar de que usted no sea de ningún color, también debe prepararse, pues si bien no estuvo con los azules, tampoco está con los verdes.

Miedo es lo que muchos panameños ‘sin color y sin bandera’ sienten cada cinco años, cuando han trabajado en una entidad gubernamental durante una administración determinada.  ¿Por qué deben temer?   Es una cantidad significativa de trabajadores independientes que son despedidos cada cinco años, sólo para ser reemplazados por copartidarios del partido emergente.

¿Significa esto que usted debe pertenecer a un partido político para lograr ser nombrado en un cargo público?   ¿A esta actitud, a esta ‘costumbre’, llamamos democracia?   Independientes con habilidades y capacidad deslumbrantes, con títulos, estudios y experiencia necesaria, son cada cinco años presos de la frustración inminente.

Quizás, el único regocijo con el cual pueden consolarse estos panameños trasparentes, sea el hecho de que su dignidad se ha mantenido intacta: su talento vale mucho más que pertenecer a un partido político.   ¿Cuándo llegará el día en que seremos juzgados según nuestras aptitudes profesionales y no a partir de nuestros ideales?

Al final, olvidamos que trabajar para el gobierno, cualquiera que sea, verde o azul, se debe a que ansiamos cooperar con nuestro país, dando nuestro granito de arena.   En Panamá, es costumbre conformarse con lo ‘bien’ que es hacer las cosas mal.

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Enviado edl 16 de septiembre de 2009 por la autora para su publicación, a quien damos todo el crédito que le corresponde.

Mi confesión

Una de las primeras producciones literarias de la joven escritora…

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Paola Brugiatti Goyez

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Mi confesión


Sólo quiero que sepas que te quiero mucho. No creo que este sentimiento sea en vano, pienso; sin embargo, que lo que siento cambió mi vida.  Tú cambiaste mi vida.  Conocerte verdaderamente, la cambió.  En fin, solía creer que siendo algo más allá que una amiga era la única forma de demostrar lo que siento.   Ahora entiendo todo: yo estoy aquí y soy ya tu amiga.

Las cosas han cambiado, porque ahora hay una gran tensión entre ambos.   Todo eso malo afecta nuestra amistad.   Ser tu amiga es la forma real que tengo para estar contigo, para estar ahí bien para ti.   Si necesito abrazarte, hablarte, pensarte, ayudarte, no quiero hacerlo sin sentir que hago algo mal.   En parte, también la tensión fue por mi culpa.   No lo niego. Pero ya no quiero: ahora necesito.   Necesito darte lo mejor, a pesar de que no reciba nada.   Necesito quererte y pensarte.

Tú me haces sentir bien y con eso es suficiente.   Permíteme estar ahí.   Bajo el silencio, bajo tu propia sombra, pero déjame estar ahí contigo.   Eres único para mí y no me preguntes por qué, porque hay cosas que al explicarse, las palabras se quedan muy cortas.   Simplemente, te adoro.

Amo lo que haces y lo que eres.   Déjame quererte como amiga que soy.   Sólo me queda un año y medio a tu lado.   Un año y medio para estar bien contigo.   Necesito tener el mejor año y medio de mi vida.   Ya tu eres lo mejor que me ha pasado, sólo necesitamos estar mejor juntos.   Y aunque no vea futuro entre ambos, veo un bello presente.  Te amo.

Autor: Paola Brugiatti
Edad: 16
País: Panamá
Hobby: Escribir
Fecha de publicación: 04/06/2007 en

http://www.elconfesionario.com.ar/confesiones2/cf86.shtml.asp

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Publicado por el Editor, el 16 de septiembre de 2009, con permiso de la autora a quien damos todo el crédito que le corresponde.

Panamá: un país de superhumanos

La opinión de la Estudiante de Periodismo y Poetisa…
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Paola Brugiatti Goyez

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Panamá: un país de superhumanos

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Si hay algo que pocos panameños notamos de nuestra sociedad es su increíble capacidad de supervivencia.   Parece ser que la necesidad es la madre de todas nuestras actitudes, tanto así que aceptamos el mal por bien y el bien por caridad.

Es totalmente normal levantarse muy temprano, cuando la madrugada todavía es negra, caminar por algún sendero inhóspito, exponerse a todo tipo de amenazas, sólo para pagar por un transporte incómodo, sucio, insalubre, caracterizado por la enorme cordialidad y cuidado.   Oiga, ¡no sea ridículo!   ¿Qué pretende si esto es normal?   Ni hablar sobre el regreso a casa.   No les diga a sus hijos que lo espere.   Usted está destinado a permanecer en un bus por más de dos horas, vulnerable a tantos peligros. ¿Cuántas horas de su vida está perdiendo?   ¿Cuántas horas de su vida está deteriorando  ? “Y en cualquier momento, el bus puede incendiarse…”, es el pensamiento que podría pasar por su mente mientras viaja.

Hablemos de la salud de los panameños, porque si científicos hicieran un estudio de nuestra fortaleza física y mental; definitivamente, daríamos un gran aporte al mundo.   De aquí, podría ser posible exportar vacunas y la cura a muchísimas enfermedades.   Somos superhumanos: la gente enferma hace filas desde las cuatro de la mañana para ser atendidos.   ¿Se imagina usted con una terrible fatiga, fiebre y dolor, de pie en una aglomeración de personas en iguales o peores condiciones? ¡Pero si siempre ha sido así!, contestan muchos panameños.   Para colmo, “el remedio es peor que la enfermedad”.   Sobrevivimos a atentados contra la salud pública, como el suministro de medicamentos con componentes mortales, como el dietilenglicol.   Y aun observando el sufrimiento de víctimas, aceptamos el deber de las autoridades de dar una explicación, como una “ayuda”.

¿Qué nos han enseñado en la escuela?   A pensar que los gobiernos son asociaciones benéficas.   Parece ser que nuestra educación está hecha para hacernos creer que “las cosas son como son y qué más da”.   Si un día nos ponen a elegir entre caballos, cerdos y periquitos durante una campaña electoral, nuestra idiosincrasia nos obligaría votar por nuestro animal favorito, porque “no hay de otra”.

Panameño y panameña, no es un privilegio, ni un don, ni mucho menos una cualidad ser un superconformista. ¿Dónde está la calidad de vida que cada persona merece? ¿Acaso es “caridad”, el deber del Estado de cumplir con las necesidades de todo individuo?

A pesar de estas calumnias según las cuales cada día actuamos y vivimos, es posible enaltecer a los verdaderos superhumanos: aquellos panameños que, pese a todas las inclemencias y obstáculos a los que debe adaptarse, logran pasar tiempo con sus hijos; los panameños que te reciben con una sonrisa; aquellos que se destacan por su eficacia y puntualidad. Panameños que con valor intentan y nunca dejan de intentar superarse.

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Publicado el 15 de septiembre de 2009 en el diario El PanamáAmérica; a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
http://www.pa-digital.com.pa