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La opinión de…
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Mirla Maldonado –
Es común suponer que para el pensamiento moderno (secular), estas divas están reducidas a ser buenas para recorrer del brazo, como en el Palacio de Buckingham de Londres, como damas de compañía, en las recepciones de oficina, en la salita de estar o como protagonista de telenovelas. Afortunadamente, este criterio ceremonioso de corte renacentista está retrocediendo con el cansancio de la masculinidad, y esa pérdida del poder omnímodo, de la razón por la fuerza, es un comportamiento instintivo similar al cromagnon de las cavernas, solo que ahora está perfumadito y afeitado.
Este grito es por las asesinadas que representan el flagelo de la violencia, en unas cifras que permanecen ocultas (sin un estudio comparativo en América Latina), ante el horror del femicidio que crece –como el símbolo de la copa de campeones y nacidos para matar– en una narración del crimen pasional que recoge el periodismo rojo o de sucesos policíacos.
Las estadísticas revelan datos de aquellas que se atreven a hacer denuncias, mientras otras lloran y callan en silencio, el indeterminado número de vejaciones que su compañero sentimental y proveedor en el hogar descarga con ellas, frente a un poder superior lleno de abusos y maltratos. La dicotomía o dilema del ser, como expone el dramaturgo inglés William Shakespeare en su obra: La Tragedia de Hamlet está en: si la mujer decide abandonar la salita de estar, ser independiente y exigir una relación de iguales, seguro tendrá que apartar las piedras. Una infamia que se consolidó con el triunfo del patriarcado.
Desde antiguo, la mujer es una esclava del hombre, en las religiones misóginas (odio a las mujeres) se cuestionó mucho la figura de las sacerdotisas, y es que, en sentido teológico, la mujer es la razón principal de la expulsión del hombre del paraíso. En la Biblia se nota una tendencia excluyente de la mujer. Los primeros libros del Evangelio no mencionan a la mujer en cuanto a los oficios, sino que estos eran una actividad exclusiva para los hombres. No dejaban a la mujer entrar al templo porque eran consideradas de menor categoría, y mucho menos si estaba menstruando. Existe una parte en donde dicen que la mujer es impura cuando está así.
La discriminación a la mujer es un problema milenario y no está relacionado nada más a la violencia física, sino a las desigualdades en distintos espacios de relación (familiar, laboral, político), en donde no se reconoce sus diferencias como una persona que tiene un denominador común a cualquier género de la especie humana que merece respeto. La evidencia de estas desigualdades se reflejan en la ínfima presencia femenina en altos cargos directivos.
Es probable que el grito esté disfónico por aquellos que dicen: ¿creen que por ser mujer se merecen un puesto? –o es que el privilegio de haber nacido en una raza, religión o grupo sexual, es una patente de corso para el atropello y la sumisión. Un ejemplo de una saña bien ejecutoriada fue la destitución de la procuradora que, en consecuencia, desenmascaró la acción perversa y la vulnerabilidad de la abogada, que se acentúa cuando hay pérdida del control y se requiere realizar maniobras, que a la faz de todos y todas quede claro que existe superioridad.
En realidad el título de esta intifada debió ser: cuando las mujeres despierten, que de consumarse, disminuirá la violencia intrafamiliar, restableceremos el desequilibrio social y la falta de solidaridad entre las mujeres desaparecerá. Es un comportamiento permisivo que practican hombres y mujeres (machismo), que enriqueció a las industrias Metro Goldwyn Mayer y Columbia Pictures, en cintas cinematográficas como Superman, Increíble Hulk o Batman.
A menudo se escuchan gritos de dolor, porque la vida margina a muchas mujeres hasta hacerlas indignas frente a sí misma y frente a los demás. Hoy se habla de perspectiva de género para evitar un lenguaje que invisibiliza a las mujeres, porque el borrador presume que, por pensar distinto, son la representación del demonio, una verdadera molestia para el lobo, perro y cancerbero (de raza fina) que ladra en señal de que cabalgamos.
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<> Este artículo se publicó el 26 de noviembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos de la autora en: https://panaletras.wordpress.com/category/maldonado-mirla/
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