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La opinión del Ingeniero y miembro del Club Rotario…
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FERNANDO MANFREDO JR.
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La verdad es uno de los valores éticos; sin embargo, se trata de un producto frágil. El verdadero estado de las cosas es frecuentemente desagradable. Por eso no decimos la verdad con más frecuencia – a nosotros mismos y a otros -. Es más conveniente no hacerlo. En su lugar, racionalizamos nuestras propias imperfecciones y las de nuestro entorno. Si trabajamos duro en esas racionalidades, pronto creeremos en ellas… y cuando lo hacemos, nuestro asidero de la verdad es un poco menos seguro que antes.
La verdad es perfección; sus distorsiones son un reflejo de la imperfección de este mundo. Para nosotros no existe una verdad absoluta; existen versiones de parte de esos que observan e informan. En el transcurso de nuestras vidas la verdad será más difícil de aprender que antes. La prensa liberal ha adoptado la doctrina adversa. Ellos no están interesados en la verdad, sólo el cinco por ciento más o menos de las noticias se desvía de la norma, la cual, en un mundo imperfecto, es la única verdad que existe.
Presumiblemente ellos estarían deseosos de remover el pasado alrededor de cada administración pública, sólo para verles caer sin importarles las consecuencias al país o a las instituciones públicas. Por las normas de alguien todos somos menos que perfectos. Si uno desea hacer un tema de imperfecciones, puede hacerlo atacando a cada persona que ha tenido o puede tener un cargo público.
El subsiguiente alboroto sencillamente alimenta el morbo de esos que sostienen que nuestra forma de gobierno, no es viable y no tiene derecho o esperanza para sobrevivir. Ser objetivo es importante; ser escéptico es necesario. Después de todos los hechos, se puede conseguir lo esencial de manera que se pueda hacer juicio razonable de lo que está pasando a nuestro alrededor y qué debemos hacer al respecto.
El precio de la verdad es un deseo de hacer preguntas difíciles, sabiendo en todo momento que si la verdad realmente surge en respuesta, éstas serán igualmente difíciles.
Y ahora, en lo que se refiere a usted que ha tenido la paciencia de leer este escrito, todo lo que he hecho es poner frente a usted una realidad desagradable simplemente para retarlo a que piense realísticamente sobre este duro cuestionamiento que usted enfrenta. Cuando uno piensa seriamente en éste y otros problemas, lo que surge es un deseo de salirse de la sociedad. Pero no puede salirse de esa sociedad y seguir siendo parte de esta. No hay otra opción que hacerle frente. Por esto, decir la verdad debe constituirse en la costumbre y no la excepción.
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Este artículo se publicó el 20 de enero de 2011 en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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