Retorno a la era de la Inquisición

La opinión de…

Carlos Fong

Los recientes acontecimientos ocurridos en el Centro de Rehabilitación de Menores en Tocumen, en donde los custodios de la Policía Nacional dejaron que ardieran en llamas siete menores internos encerrados en una celda, que exigían agua después de una semana sin recibir ni una gota, como no la recibe tampoco el resto de los ciudadanos, deja en evidencia la insensibilidad y la deshumanización de los funcionarios de la administración del penal.

Las escenas que vimos en la TV pueden conmover hasta al corazón más duro, porque sencillamente son horribles e inhumanas. Los responsables deben pagar por haber dejado que los muchachos se quemaran como si se tratara de animales en una barbacoa.   Todos escuchamos cómo se mofaban y burlaban cuando se quemaban vivos los internos. Independientemente del delito que hayan cometido, esta no es la forma de castigar a nadie, o ¿es que estamos volviendo a los tiempos de la Inquisición?

Este es resultado de leyes que han permitido que ahora los policías se sientan inmunes e intocables. Los ciudadanos no podemos permitir que esto se quede sin castigo.   Si después de las investigaciones (de las cuales dudamos mucho) se arroja el resultado de que fueron los jóvenes los que prendieron fuego a la celda, aún así, deben ser castigados los animales con uniformes que se gozaban como en un día de campo.

No hay que tener un hijo para imaginarse cómo se sienten los padres y madres de esos niños que ya estaban pagando su condena, pero que al parecer no bastaba con matarlos de sed, sino que había que quemarlos como si fueran basura en un vertedero. Hay que sumar voces de protesta y asegurarse de que se pague esa monstruosidad. Los panameños deben unirse, así como se unen para votar en masa por esos programas de reality show, para denunciar este crimen, porque esto sí fue real.

Todo el dolor del mundo se puede encerrar en el corazón de una madre y toda la maldad del mundo se puede encerrar en una celda.   Este hecho debe servir como referente para que las autoridades y los agentes cívicos le pongan atención a lo que está pasando en las cárceles panameñas, donde se violan los derechos humanos a cada rato.

No importa qué hayan hecho los internos, si ya están tras las rejas, significa que están pagando su deuda; si vamos a comenzar a castigar en este país quemando a la gente, entonces hay que llevar a la hoguera a muchos de saco y corbata que también son criminales y ladrones.

La juventud y la niñez panameña requieren de un plan de acción desde el desarrollo socio-cultural que se inserte desde la cultura y la educación, y los sectores sociales no necesitan de mano dura y de monstruosidades como esta. Las identidades juveniles son susceptibles y vulnerables a todo tipo de acción negativa o positiva, pero las imágenes que vimos solo llenarán de odio y destrucción a los jóvenes que, en vez de ser persuadidos hacia una nueva vida, son arrastrados hacia la violencia.

Apelamos a la conciencia de cada uno y a las fuerzas de la ciudadanía para que nos unamos, como de hecho lo hicimos en tiempos de la dictadura, para protestar por las violaciones de los derechos humanos, pues no hay ninguna diferencia entre lo que hicieron los nazis en los hornos de los campos de concentración y los inquisidores en nombre de la cruz, frente a lo que pasó en Tocumen.

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Este artículo se publicó el 13  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.