Drenaje ácido

La opinión del Ingeniero Civil…

Mario Alvarado N.

La decisión de Estado de apoyar la minería a cielo abierto hará que el drenaje ácido deje de ser un tema técnico y remoto y pase a ser uno de palpitante actualidad.   Un tema afín, la lluvia ácida, es parte cotidiana de la vida de los habitantes de zonas industriales en México, Chile y Finlandia, donde los contaminantes químicos liberados a la atmósfera, retornan al suelo mediante lluvia de aguas ácidas.

El drenaje ácido se produce como efecto residual de la minería a cielo abierto. Esta actividad consiste en ir rebanando las montañas preñadas de materiales, horizonte tras horizonte de suelo, con equipo pesado, para procesarlos. Como subproducto quedan los materiales llamados estériles, sin utilidad. Y extensas cavernas de suelo removido. Cuando llueve en el trópico, las aguas escurren hacia las pilas de desecho, creando lugares privilegiados para la generación de drenaje ácido. Esta agua ácida puede permear hacia manantiales, surgentes, quebradas y ríos y se inicia el proceso de envenenamiento de las cuencas y ecosistemas.

Como paliativo, los mineros construyen canales que interceptan estas aguas y las desvían a grandes tinas para su reposo y decantación, antes de devolverlas a los ríos. La medida correctiva más empleada es el tratamiento con cal, de las aguas contaminadas, llamado neutralización, que genera un lodo, también contaminado y que exige debida manipulación y disposición final.

El agua que se infiltra al suelo, envenena los acuíferos, que de una manera u otra alimentan a las comunidades cercanas. En climas tropicales las lluvias presentan intensidades variables y fuertes. Por esa razón, la neutralización de aguas ácidas es una medida de alto costo y de duración no definida.

Todo estudio de impacto ambiental contempla la fase de abandono de la mina a cielo abierto. En esta fase todos los impactos negativos deben haber sido mitigados. Falso. Los estudios de ingeniería civil y ambiental demuestran que es muy común que minas inactivas continúen generando drenaje ácido durante décadas y siglos.

La combinación de alta pluviosidad, selvas vírgenes y ríos libres de contaminación no mezcla bien con la minería de cielos abiertos. El problema nuestro surge en tres vías. La primera es cuando los accionistas de la industria minera son nombrados en el Órgano Ejecutivo, como pasó durante la administración Moscoso. La segunda vía es inversa, ocurre cuando los miembros del Ejecutivo son nombrados en las juntas directivas de las compañías mineras, como pasó durante la administración Torrijos. La tercera es inédita, ocurre cuando este gobierno invita a gobiernos extranjeros, a depredar los bosques del Istmo, prometiendo cambiar leyes nacionales para que las corporaciones mineras y sus socios panameños mejoren su portafolio de inversiones. No todos los caminos conducen Roma. Algunos pasan por Petaquilla, Mollejón, Cerro Quema y Cerro Colorado.

<>Artículo publicado el 8  de septiembre de 2010 en el diario  El Panamá América a quien damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

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Ríos desechables

La opinión del Ingeniero Civil…..

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Mario J. Alvarado N.

La agresión al río Chiriquí Viejo es sistemática, planificada e ilegal.

Es sistemática porque unifica subsistemas económicos, legales y políticos. La compra y venta del recurso hídrico panameño nace de las concesiones para generar electricidad en manos de empresas privadas. Es así que este hermoso río es troceado y secado en gran parte de su longitud. Lo que queda de la rebatiña va a dar a manos mexicanas, colombianas, ticas, españolas y panameñas. Un ejemplo acabado de que el nuestro es un país globalizado.

Este sistema de expoliación abarca ingenieros, financistas, abogados, banqueros, empresarios y políticos. El sistema se depura y expulsa costumbres seculares, modos de producción y ecosistemas como parte inferior de la cadena alimenticia que debe ser eliminada.

La agresión a los ríos panameños es planificada en torno a la codicia. Se obvia la planeación estratégica del recurso hídrico, que fue cedida y anulada por el Estado, mediante leyes que harían sonrojar de pudor a Monsieur P. Buneau-Varilla.

El caudal ecológico del río, es decir, la cantidad de agua que sueltan sin turbinar, queda a libre interpretación del inversionista. Tramos completos del río serán desecados inmisericordemente, para que el club que preside el Sr. Carlos Slim, venda kilowatts a destajo.

Los políticos nuestros se aferran a una superstición de tiempos pretéritos: la provisión de agua dulce es ilimitada. Pero cuando se proyecta el costo de oportunidad en un entorno de escasez se hace cierta la frase: “no sabemos lo que vale el agua hasta que se seca el pozo.”

La controversia en tono a los desarrollos hidroeléctricos se agudiza en nuestro país. Los estudios de impacto ambiental son documentos para ejecutar los proyectos, jamás para detenerlos.   Los foros públicos no son vinculantes y devienen en sainetes donde los funcionarios públicos ambientales son, algunas veces, más realistas que el rey.

La agresión al río Chiriquí Viejo es ilegal. Viola el principio precautorio establecido en la Constitución y la ley. La cuenca pluvial como unidad receptora de impactos acumulados, no es analizada, la investigación exhaustiva no es planificada.

El reto más grande para la gente encargada de la planeación de los recursos hídricos es la creación de modelos que tomen en cuenta variables económicas y no económicas y una interpretación amplia de la función y servicios ambientales generados por una cuenca pluvial.

El problema es que el Estado es el convidado de piedra. Veinticuatro hidroeléctricas en cascada destruirán esta cuenca. Los ríos panameños son desechables y se venden al por mayor.

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Este artículo se publicó el  3  de junio de 2010 en el diario  El Panamá América a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.