El arquitecto del diablo

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Javier A. Edwards Ibarra
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El proyecto del PH Independencia, a un costado de la Catedral Metropolitana, se ha convertido en el emblema nacional de la corrupción en el que que baña el mundo de la arquitectura, la construcción, la cultura y su Instituto Nacional de, en Panamá. Desgraciadamente es solo la parte visible del iceberg, el resto nos pasa por debajo de las narices y ni nos damos cuenta, o nos resbala como el hielo.

Desde hace algunos meses han salido a relucir otros proyectos que se salen del margen de la ley. Se ha acusado, con acierto, a varias personalidades y entidades que han facilitado estos proyectos criminales. Pero mientras más leo los artículos de denuncia, más se me hace visible el gran ausente en esta lista de culpables.

Debo admitir, con vergüenza, que aquel que brilla por su ausencia es el Arquitecto. Y ya que nadie nos menciona (yo soy uno de ellos, que no de los criminales) le toca a uno de nosotros hacer el mea culpa.

El arquitecto actúa con pleno conocimiento de las leyes y normas que rigen su profesión. Si tomamos el ejemplo del Casco Antiguo, la OCA y el Inac facilitan a los particulares y profesionales que deseen realizar un proyecto en el área monumental todas las leyes que rigen los proyectos en la zona. Estos documentos, que poseen valor legal, estipulan el sistema de clasificación de los inmuebles, lo que se puede y no se puede hacer en un inmueble de tal o tal categoría, lo que no se puede hacer en ninguno de los casos, etc.

¿Cómo es posible, entonces, que un arquitecto proponga un proyecto que incumpla, no solo una, sino casi todas las leyes de conservación patrimonial?

No se pasó la línea de altura por unos cuantos centímetros, no es que no se dio cuenta que romper vanos no era permitido. La sola explicación es que el arquitecto actuó deliberadamente para ir en contra de la ley. ¿Y la ética profesional en todo esto?

Si bien es cierto que la junta técnica de Ingeniería y Arquitectura otorga los certificados de idoneidad, me pregunto si no puede también retirarlos conjuntamente con la SPIA.

Cuando un abogado o un médico comete una falta grave, el gremio puede retirarle la idoneidad por un periodo dado o indefinidamente. Ya es hora de que se sancione también a aquellos arquitectos que echen por el piso la imagen de nuestra profesión.

Los arquitectos también tenemos una gran responsabilidad para con la sociedad en la que vivimos y tenemos más influencia en la vida cotidiana de los ciudadanos que lo que algunos se imaginan.

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Publicado el 23 de julio de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.