Ecoturismo y Economía

La riqueza natural del Istmo puede servir para mejorar la calidad de vida de las comunidades…   La opinión de….

 

ISIS PINTO
isis.pinto@marviva.net

Panamá es un país muy rico en biodiversidad, así lo han manifestado diversos científicos y especialistas en turismo, riqueza natural que nos ofrece un alto potencial para el desarrollo de nuestras comunidades en el interior del país permitiéndoles generar ingresos para su sustento económico y evitar la alta migración.

El turismo en Panamá incrementó casi un 6%. Según la Autoridad de Turismo de Panamá, el crecimiento del turismo en enero del 2010, comparado con el mismo mes del 2009, fue de un 5.5%. Un dato interesante que publicó fue que la mayoría de los turistas pasan su estadía en la provincia de Panamá, lo que ha impedido que se convierta, por el momento, en un instrumento para la reducción efectiva de la pobreza.

Esto evidencia la necesidad de impulsar políticas que promuevan la visita de turistas hacia las demás provincias del país. Precisamente, en ellas encontramos diversos atractivos culturales y naturales para el ecoturismo que puede ser desarrollado, principalmente, por las comunidades cercanas a ellos. Una de estas iniciativas se realiza en el golfo de Chiriquí, donde un grupo de pequeños empresarios comunitarios integran la marca Aventuras Rurales del Golfo de Chiriquí (ARUG), la cual ofrece variados servicios a los turistas nacionales y extranjeros que desean disfrutar de la naturaleza costero-marina. Este grupo ha sido formado con una amplia conciencia ambiental, a la vez que reciben beneficios económicos.

El inventario turístico elaborado dentro del Plan Maestro de Desarrollo Turístico en 1993 (IPAT/OEA, 1993) determinó que el 72% de los atractivos están al interior de las Áreas Protegidas, indistintamente de la categoría de las mismas. Este hecho pone en evidencia que en Panamá existe un relevante potencial de recursos naturales ideales para la creación de ofertas competitivas que permitirían al país insertarse en el mercado de viajeros que demandan como principal motivación de viaje las experiencias ligadas a la naturaleza.

La creciente visitación turístico-recreativa a las áreas protegidas es una realidad mundial. Esta clase de turismo ha sido reconocido en diversas convenciones y declaraciones como una oportunidad de desarrollo sustentable. Sin embargo, esta actividad puede amenazar al patrimonio natural y al cultural, pues se han registrado experiencias internacionales que demuestran que ésta causa impactos negativos en el contexto natural, social e incluso económico de las Áreas Protegidas —por la infraestructura y los proyectos turísticos no planificados, o por visitaciones no reguladas ni programadas—. Un turismo sostenible genera beneficios constantes en el tiempo, por encima de lo que genera el turismo tradicional.

Una forma de proteger nuestros recursos es promoviendo el ecoturismo como una estrategia para conservar la biodiversidad a largo plazo y mantener saludables los ecosistemas, incorporando a las comunidades en su protección y en la oferta de servicios.

Existen casos exitosos en donde los países han podido fortalecer la integración de la cadena de valores en turismo. Uno de ellos es Península Valdés (Argentina), considerada La Meca para los observadores de cetáceos en búsqueda de ballenas francas australes, orcas cazando lobos y elefantes marinos a lo largo de su costa. Tan solo en el 2006 generó un aproximado de 2 millones de dólares en gastos directos y cerca de 40 millones de gastos indirectos.

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<> Este artículo se publicó el 3  de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del   autor  en: https://panaletras.wordpress.com/category/pinto-isis/

Promovamos la pesca sostenible

El buen uso de los recursos marinos garantizará nuestra alimentación y la de las futuras generaciones de panameños.

La opinión de…

ISIS  PINTO
isis.pinto@marviva.com

 

Nuestros mares ocupan tres cuartas partes del planeta, considerados una inmensa fuente de alimento de donde anualmente extraemos 95 millones de toneladas de productos que alimentan a millones de habitantes en todo el mundo. Sin embargo, hoy en día expertos en pesquería y recursos del mar alertan de un declive en esta fuente de alimento, que ha llevado a una disminución del 80% de las pesquerías europeas y el 90% de las poblaciones de algunas especies como tiburones, atunes, tortugas y otros.

Es muy poco lo que sabemos del mar y muy poco lo que hacemos por administrar los bienes y servicios que nos ofrece. El impacto que sufren por la contaminación marina proveniente de tierra firme, el tránsito marino, la sobrepesca y pesca ilegal sumado a fenómenos naturales ha ocasionado este declive y agotamiento evidente de otras especies.

En esta ocasión me referiré solo a la pesca, actividad que se ha desarrollado durante años y que con el paso de los años ha mejorado su tecnología para incrementar sus capturas.

Esta tecnología se ha enfocado en una sola dirección, incrementar las capturas, y muy poco en ser selectivas (no capturar ejemplares en edad reproductiva, tortugas marinas, delfines u otras especies no objetivo).

En el Océano Pacífico de Panamá se desarrolla una gran actividad pesquera de todo tipo: industrial, semindustrial, artesanal, deportiva y de subsistencia.

Miles de pescadores y sus familias dependen de lo que nuestro mar pueda ofrecerles, por ello es tan importante la sostenibilidad del recurso marino y para lograrlo se hace necesario fomentar un ordenamiento de las actividades que se realizan en el mar de manera que la suma de los impactos de estas actividades ocasionen el menor daño posible a la flora y fauna marina, así como sus ecosistemas. Para lograr este ordenamiento marino es necesario que se sienten en una mesa científicos, pescadores, el gobierno, organizaciones internacionales y empresarios a fin de mejorar la gestión de las pesquerías, reducir los impactos de la pesca y promover las capturas sostenibles de los recursos marinos.

Actualmente, la Autoridad de los Recursos Acuáticos de Panamá ejecuta programas para proteger las poblaciones de especies marinas como: camarón, pepino de mar, tortugas marinas, tiburones, cetáceos y otros; cuyas poblaciones han disminuido debido a prácticas inadecuadas de pesca, entre otros factores. También se han declarado espacios en el mar mediante figuras como áreas marinas protegidas y zonas especiales de manejo con la finalidad de proteger ecosistemas importantes para la protección y reproducción de los recursos marinos.

Un ejemplo que podemos citar es que en el 2004, el Gobierno panameño estableció un límite marino para proteger nuestro mar territorial y zona contigua de la captura de atún con redes de cerco para engorde, una actividad industrial que requiere mucho control porque ejerce un fuerte impacto sobre los ecosistemas marinos y sus recursos.

Existen experiencias no tan positivas en otros países que nos pueden orientar a redirigir nuestras acciones para evitar repetir estos resultados desalentadores para la pesquería.

Un ordenamiento de las actividades en el mar, precisamente, contribuye a realizar una evaluación inicial del medio ambiente costero marino y determinar usos compatibles o incompatibles, siempre y cuando se haga de una manera transparente y participativa será un proceso que proporcionará una planificación completa y proactiva, integrando la conservación del medio ambiente a largo plazo y el desarrollo económico sostenible que garantizará nuestra alimentación y la de las generaciones futuras.

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<> Este artículo se publicó el 22 de octubre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/pinto-isis/

Sé consumidor responsable

Si adoptamos medidas responsables de consumo, podremos cambiar prácticas dañinas al medio ambiente.  La opinión de…

ISIS PINTO  

Te has preguntado alguna vez sobre la procedencia de los alimentos que consumes?   Generalmente no lo hacemos; sin embargo, es una acción muy importante que puede hacer una gran diferencia en la conservación de nuestros recursos.   Como consumidores, tenemos una responsabilidad, pero también tenemos un poder. Con nuestra forma de consumir podemos influir de una forma directa.

¿Sabías que anualmente se extraen más de 95 millones de toneladas de productos del mar por pesca y acuicultura?   En el caso de la pesca, esta gran demanda ha llevado a los mercados a incrementar sus tecnologías para capturar más productos, posiblemente sin considerar el impacto negativo que esto ocasiona al ambiente marino y que repercute contra nuestra propia existencia.   Por ello, en este espacio mencionaré algunos casos que deberíamos conocer; sin embargo, se podrían listar otros más.

Cada vez son más los expertos que manifiestan que varias de las especies marinas de interés comercial están declinando sus poblaciones. Una de las causas es la pesca de juveniles (animales que no se han reproducido; es decir, que no han dejado descendencia).

Panamá no escapa de esta realidad, de nuestros mares se están extrayendo pargos juveniles, probablemente para abastecer el mercado que busca el ‘pargo tamaño de plato’, aquel que cabe en un plato, siendo más estético para el cliente.

Otro producto que se puede encontrar en algunos restaurantes es el cambute, el cual debido a sus bajas poblaciones está protegido por una normativa nacional que establece una veda por 5 años a partir de este año.

La langosta es otra de las fuentes de proteínas que consumimos y que los científicos recomiendan establecer tallas adecuadas (tamaño del ejemplar) para el consumo de este recurso, ya que consumir ejemplares por debajo de esta talla significa que estás consumiendo langostas juveniles.

También, como consumidores, deberíamos conocer la técnica bajo la cual se capturó el producto. Algunas artes de pesca son poco selectivas y arrasan con todo lo que encuentra a su paso para luego quedarse con una pequeña parte de todo lo capturado, camarones.

Este daño lo ocasionan las redes de arrastre, su poca selectividad captura tortugas marinas, tiburones pequeños, peces, crustáceos y otras especies que no son el objetivo de este tipo de pesca y que luego es devuelto al mar, pero muerto.

En ocasiones, en Panamá algunos barcos se atreven a arrastrar muy cerca de la costa, lo cual por norma es prohibido debido a que capturan especies juveniles, degradan hábitats costeros y destruyen fondos de praderas marinas.

Las capturas accidentales pueden constituir un problema grave por el despilfarro de los recursos.

La FAO considera que la pesca de arrastre del camarón es la principal fuente de descartes (aproximadamente 70% de la captura se descarta).

También sería interesante conocer de dónde proviene el pescado que consumimos. Si ha sido extraído de un área marina protegida cumpliendo con las normas establecidas para reducir el daño sobre otras especies o ecosistemas o si proviene de un grupo de pescadores artesanales que se distinguen por acogerse al código de buenas prácticas de pesca propuesto por la FAO y adoptado por varios países.

Ya es tiempo de que como consumidores nos hagamos este tipo de cuestionamientos sobre los productos que adquirimos y tomemos acción inmediata para motivar a nuestros mercados a ser más responsables con el ambiente.

Cambiar nuestras prácticas habituales toma tiempo y un buen inicio podría ser tomar la decisión de reducir el consumo de productos cuya cosecha/captura pone en riesgo nuestro abastecimiento de alimento (proteína) y la existencia de otras especies.

<>Artículo publicado el 10 de septiembre de 2010  en el diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

La hora de limpiar playas

El próximo 26 de septiembre, grupos ambientales se unen para sacar los desechos del entorno marino costero de Panamá .  El reporte de la limpieza internacional de playas del año 2009 emitido por Ocean Conservancy registró que 498.818 voluntarios recogieron 7,4 millones de toneladas de basura en 108 países del mundo, incluyendo a Panamá.  A continuación presentamos completo el artículo de opinión de….

ISIS   PINTO

Se aproxima septiembre, un mes conocido internacionalmente como el Mes de las Limpiezas de Playas.  Este año se celebra el 25 aniversario de esta actividad, en donde casi un millón de personas en 100 países se involucran participando un día en estas actividades para eliminar la basura de las playas, identificar la procedencia de esta basura y promover el cambio de actitud de las personas con relación a esta problemática.

El reporte de la limpieza internacional de playas del año 2009 emitido por Ocean Conservancy registró que 498.818 voluntarios recogieron 7,4 millones de toneladas de basura en 108 países del mundo, incluyendo a Panamá.

También se estimó que el 60-80% de la basura recolectada (que llega al mar) procede de actividades en tierra firme que es llevada por el viento y por los cursos de agua al mar donde, posteriormente, es movida por las corrientes marinas a otros puntos del planeta.

La basura puede permanecer decenas y hasta centenares de años sin descomponerse, durante este tiempo ocasiona daño físico y por contaminación a la vida marina, así como al hombre que depende de los recursos del mar para su alimentación.

Otro dato interesante es que tan solo en un día de limpieza de playa se observó que el 60% de la basura recolectada fueron artículos desechables (pañales, envoltorios de comida, bolsas plásticas, latas, botellas, cigarrillos y otros enseres) y se encontraron 336 animales marinos enredados en basura (anzuelos, líneas de pesca, plástico, envoltura de six pack y otros).

Panamá no escapa de esta realidad, constantemente vemos basura dispersa por todos lados, todavía encontramos personas que arrojan la basura al suelo en lugar de depositarla en un basurero. Estas son prácticas que debemos lograr cambiar, porque no hacerlo afecta no solo a nuestra biodiversidad, sino también a nuestra salud y a nuestra imagen como país.

Conociendo la importancia que representan los océanos para los seres vivos, debido a que nos proveen alimento, que cada año se extrae del mar millones de toneladas de peces y mariscos para alimentar a la población mundial, porque sus ‘bosques marinos’ (pastos marinos y extensiones de corales) nos aportan gran cantidad de oxígeno y porque también contribuyen a regular la temperatura del planeta haciéndolo un sitio agradable para los seres vivos. Pero, sobre todo porque de los océanos dependen una amplia variedad de especies marinas que habitan y se transportan bajo sus aguas, debemos tener océanos libres de contaminación y desechos.

Como consumidores tenemos una tarea de ser cada vez más responsables al momento de seleccionar nuestros artículos, podemos reducir nuestro consumo de materiales desechables hechos a base de plásticos y foam, preferir envases con el símbolo de reciclado y participar en las campañas que, frecuentemente, realizan las organizaciones ambientales en colaboración con la empresa privada para recolectar estos desechos y reciclarlos.

Cualquier acción de estas que puedas acoger dentro de tus prácticas rutinarias puede hacer la diferencia en un planeta que ya nos envía señales claras de que necesita de tu apoyo.

Por ello, en este mes de septiembre involúcrate en alguna de las limpiezas de playas que se realizarán en todo el país y contribuye a educar a otros invitándolos a participar.

Tú puedes apoyar a organizaciones ambientales, instituciones gubernamentales y educativas que se unen año tras año para realizar una serie de iniciativas encaminadas a elevar la conciencia ambiental en todo Panamá, asistiendo el 26 de septiembre a la Gran Limpieza de Playa Nacional. Si necesitas más información sobre el tema, escribe a mesdelosoceanos@yahoo.com.

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Este artículo fue publicado el  21 de agosto de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.

Coiba, seis años después

La opinión de….

ISIS  PINTO

Los retos y desafíos de esta reserva natural exigen esfuerzo, dedicación y compromiso

El 26 de julio es una fecha muy especial para Panamá: ese día, en el 2004, la Isla de Coiba fue declarada Parque Nacional mediante Ley No. 44 elevando su fundamentación jurídica a rango superior al establecido previamente, por la Resolución JD 021 de 17 de diciembre de 1991. Posteriormente, en el año 2005, la UNESCO reconoció al Parque como Sitio de Patrimonio Mundial Natural, lográndose cautivar los ojos del mundo al difundir ver maravillas naturales e históricas.

Esta exposición también nos trazó un reto a los panameños, fortalecer la gestión del área marina protegida más grande de Panamá para que sea comparable con otros parques marinos reconocidos internacionalmente por su gestión ejemplar.

Han pasado 6 años y ya se pueden citar algunos avances como: 1) un completo plan de manejo cuyo proceso dejó capacidad instalada en las autoridades, universidades, organizaciones ambientales y comunidades participantes, 2) se ha destinado un fondo estatal permanente para realizar investigaciones en Coiba y otras organizaciones han financiado más de 3 estudios científicos cuyos resultados contribuirán a mejorar la toma de decisión para la gestión del Parque, 3) participación de las autoridades en diversos encuentros internacionales para intercambio de experiencias en áreas marinas protegidas, 4) se ha recibido apoyo financiero que aporta a la gestión de la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) en el Parque, 5) las comunidades más cercanas al Parque han ampliado su conocimiento sobre ésta área marina protegida y la importancia de proteger los recursos naturales, 6) se ha conformado la primera red de turismo rural ‘Aventuras Rurales del Golfo de Chiriquí (ARUG)’ conformado por 40 personas de las comunidades que ofrece servicios de ecoturismo en la zona generando ingresos para el sustento de sus familias, 7) se refuerzan los patrullajes realizados por ANAM en colaboración con MarViva, 8) se ha incrementado la cantidad de visitantes que llegan a Coiba (aprox. 4000 a 7000 personas al año) lo que genera empleo para los operadores de turismo y prestadores de servicio. No obstante, aún queda mucho por hacer y no es un trabajo solamente del Gobierno sino de todos los involucrados en esta gestión.

Las expectativas generadas para esta área marina protegida son muy altas, tanto a nivel nacional como internacional. Para cumplir con este reto Coiba requiere el nombramiento de 40 guardaparques certificados, establecer 5 puestos de control en puntos estratégicos del Parque, dotarse de lanchas y equipos para las labores de vigilancia, implementar el plan pesquero y sus respectivos monitoreo biológicos, brindarle mantenimiento adecuado a los senderos terrestres existentes y abrir otros (marinos y terrestres) para ofertar a los visitantes, implementar el plan de autofinanciamiento del Parque, retirar el ganado en soltura, incorporar a las comunidades en la conservación al mismo tiempo que se le permita ofertar sus servicios para el patrimonio y áreas aledañas.

La Fundación MarViva además de colaborar en las labores de patrullaje que realiza la ANAM, trabaja en 6 comunidades de Veraguas y Chiriquí aledañas a la reserva, formando microempresarios locales y promoviendo en ellos el uso sostenible de sus recursos.

Para lograrlo cuenta con el programa de Comunidades, Comunicaciones e Incidencia Política que trabajan de la mano con las instituciones y autoridades locales, que para este año darán inicio a varios proyectos innovadores que fortalecerán la gobernanza, la oferta turística y pesquera artesanal, al tiempo que promoverán la conservación y aprovechamiento sostenible de los recursos costeros marinos.

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Este artículo fue publicado el  22 de julio de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.

Coiba, un refugio marino

El parque es el área marina protegida más grande del país.   Genera 1.6 millones de dólares en pesca y turismo.  Esto y más conoceremos al leer la opinión de…

ISIS  PINTO

Desde hace décadas, nuestros mares se han visto afectados por impactos naturales y antropogénicos (ocasionados por el hombre), lo que ha llevado al deterioro de los ecosistemas marinos y a la disminución progresiva de sus recursos.

Con la intención de recuperar estas importantes pérdidas, se incorpora la creación de áreas marinas protegidas (AMP) que, según la definición de Kelleher, 1999, es ‘cualquier área intermareal o submareal, junto con las aguas que la bañan y la flora y fauna asociadas, y sus rasgos históricos y culturales, que ha sido designada por la legislación para proteger parcial o totalmente el medio que alberga’.

En la actualidad, en todo el mundo se han declarado cerca de 5.000 áreas marinas protegidas, cubriendo tan solo el 0.7% de todos los océanos del mundo. En el caso de Panamá, actualmente, contamos con 27 áreas marinas protegidas, cubriendo el 1.9% de nuestras aguas jurisdiccionales. De todas ellas, el Parque Nacional Coiba es el área marina protegida más grande de Panamá, cuyo territorio cubre cerca del 1%.

Las áreas marinas protegidas establecidas dentro de corredores marinos contribuyen a la protección de especies migratorias que durante sus amplios recorridos hallan en las AMP un sitio para descansar de las presiones que enfrentan nuestros mares. También se ha comprobado que un AMP administrada apropiadamente puede contribuir a recuperar las poblaciones de especies endémicas, amenazadas y especies tan importantes para la pesca como son: pargos, chernas, langostas. Un ecosistema saludable como los que se encuentran dentro de un AMP aporta oxígeno al ambiente y captura dióxido de carbono contribuyendo de esta manera a mantener agradable nuestro ambiente. Son muchos los beneficios ambientales, sociales, económicos y alimenticios los que nos ofrecen.

En el caso del Parque Nacional Coiba, ya se pueden ver algunos avances en su gestión. Estudios recientes han encontrado que algunas poblaciones de especies marinas están recuperando sus poblaciones, ya que años atrás eran objetivos de pesca ilegal.

Otro estudio socioeconómico pudo determinar que actualmente Coiba genera 1.6 millones de dólares en tan solo dos actividades, pesca y turismo; sin embargo, las proyecciones incrementan con el paso de los años.

La expectativa para esta área marina protegida es que pueda beneficiar a las comunidades costeras que viven cerca del parque, quienes con una actitud responsable a la conservación puedan hacer uso sostenible del recurso que les brinda ésta AMP.

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Artículo publicado el 24 de junio de 2010  en el  Diario La Estrella de Panamá , a quienes damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.

¿Cuál es el valor de un ecosistema?

La opinión de…..

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ISIS  PINTO

La conservación de los recursos naturales redunda en la generación de importantes ingresos?

Esta pregunta surge siempre en los debates, ya que muy pocas veces se puede realizar una valoración económica de los servicios de turismo, pesca, protección costera, biodiversidad, captura de carbono y otros aportes al bienestar humano que brindan los ecosistemas naturales.

¿Sabía Usted que los arrecifes coralinos protegen el litoral al disipar la energía de las olas y tormentas y que esto implica que el Estado invierta menos en reparar daños por desastres naturales? El valor estimado de los servicios de protección costera que prestan los arrecifes del Caribe se sitúa entre $700 millones y $2.2 mil millones de dólares al año.

En el 2008, se estimó que el beneficio anual que ofrecen todos los arrecifes de coral en el mundo es de aproximadamente $29.8 billones de dólares, lo que quiere decir que con tan solo proteger los arrecifes de coral del mundo percibimos beneficios para el turismo valorados por $9.6 billones, obtenemos protección costera valorizada en $9.0 billones, recursos para la pesca por $5.7 billones, y contribuyen a mantener la biodiversidad estimada en $5.5 billones.

Es importante recordar que el aire limpio que respiramos y las condiciones agradables de nuestro clima son beneficios que nos ofrecen los bosques, los manglares, los pastos marinos y los arrecifes marinos. También la variedad de peces y mariscos que habitan dentro del manglar, y que luego forman parte de nuestra dieta alimenticia se consideran beneficios para nuestra seguridad alimentaria. En la Evaluación de Ecosistemas del Milenio (2005), el valor de mercado asignado a los manglares fue de $7,500 a $ 167,500 dólares por km2 por año, tan solo en mariscos extraídos del manglar.

La biodiversidad marina también genera beneficios que necesitan ser valorados. Por ejemplo, en el Parque Nacional Tortuguero, Costa Rica, donde llegan muchos turistas para observar a las tortugas marinas desovando en la playa, se estimó que perciben $6.7 millones localmente que les permite mover su economía local a la vez que protegen sus recursos naturales.

Lamentablemente, en la mayoría de los casos por falta de conocimiento, la tendencia actual es disminuir cada vez más estos recursos. En el 2005, se estimó que la pérdida de humedales a nivel mundial es de 50% de la superficie original en los últimos 100 años.

Se estima que en la región del Caribe existen aproximadamente 26,000 km2 de arrecifes de coral. De éstos, el 35% se encuentra en grado de amenaza alta-media debido a la contaminación proveniente de las cuencas hidrográficas (campos agrícolas) y otras modificaciones.

Este mismo estudio estimó que el 60% de los arrecifes del Caribe se encuentran amenazados por la sobrepesca, ya que la extracción de peces herbívoros (consumidores de algas) facilita el recubrimiento de los arrecifes por algas. En toda la región se han observado reducciones en la cobertura de coral vivo y un aumento en el recubrimiento por algas.

El valor de un bien o servicio suele medirse teniendo en cuenta la importancia que los mismos tienen para las personas. Mientras más importancia tenga un bien o servicio para las personas, tanto más valor tendrá para ellas. Las interacciones de los seres humanos con el ambiente son muy diversas, por lo que hay valores específicos que pueden ser apreciados de distinta manera por diferentes grupos de individuos.

Los valores de uso pueden ser directos (son los beneficios derivados de los servicios obtenidos tales como la pesca, la agricultura, la producción de madera, turba, frutas, tintes y otras plantas útiles, la recreación y el transporte) o indirectos (son los beneficios indirectos derivados de las funciones que desempeñan por ejemplo los humedales como: la retención de nutrientes, control de inundaciones, mejoramiento de la calidad del agua, estabilización de la costa, recarga de agua subterránea y el almacenamiento de carbono).

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Este artículo se publicó el 22 de mayo de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Océanos, cada vez más enfermos

La opinión de…..

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ISIS PINTO

El impacto negativo de la actividad humana en los ecosistemas está acabando también con los mares

Nuestro planeta se destaca de otros porque es un sitio habitable. En este aspecto los océanos cumplen un rol muy importante ya que gracias a los patrones de circulación de las corrientes marinas gozamos de un ambiente agradable para la vida, por lo que se puede decir que “el océano es el soporte para la vida en nuestro planeta”.

Este proceso inicia cuando el sol irradiada energía solar hacia la tierra, una cuarta parte de esta energía es absorbida por los océanos y la otra es reflejada (vuelve al espacio). Esa energía absorbida es distribuida por las corrientes marinas, llevando grandes cantidades de agua tibia y aire hacia los polos, y trasladando el agua fría de los polos hacia los trópicos, lo cual ayuda a mantener un ambiente agradable a la vida.

No obstante, en las últimas décadas el clima mundial ha variado en respuesta al efecto de las actividades humanas (deforestación, uso de combustibles fósiles para mover fábricas, iluminar ciudades, asegurar el transporte y la calefacción humana, entre otros) lo que ha provocado un incremento en los niveles de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto de invernadero (metano, óxido nitrosos y clorofluorocarbonos).

Se estima que el 60% del metano es producido por los seres humanos el cual proviene de la cría de ganado, la quema de combustibles fósiles, el tratamiento de aguas residuales y otros procesos industriales. Asimismo, ha habido un incremento en las emisiones de óxido nitroso, casi un 17%, solo en el transcurso de la era industrial, generado por el uso de fertilizantes, combustibles fósiles, quema de bosques y quema de residuos de las cosechas. Afortunadamente los océanos son reservorios de carbón, ellos tienen la capacidad de absorber 22 millones de toneladas por día, eliminando así el 30% del CO2 emitido a la atmósfera cada año. No obstante, nuestra capacidad de emitir dióxido de carbono es mayor que la capacidad del océano para absorberlo, lo que podría tener un costo ecológico.

Desde la época de la Revolución Industrial (250 años atrás), las concentraciones de CO2 ascendieron de 280 a 387 partes por millón (ppm), incrementando en un 30% la acidez del agua y se estima que para el 2060 ascienda a un 120%. Este incremento afectará las plantas y animales del océano que poseen esqueletos o conchas de carbonato de calcio, ya que un cambio hacia condiciones más ácidas reducirá la capacidad de tales especies para formar sus conchas.

Al haber mayor concentración de estos gases se crea un “efecto invernadero” en el planeta tierra, impidiendo que el calor salga, lo que ocasiona que haya un incremento en la temperatura. Esto ha llevado a que en el último siglo nuestra temperatura haya incrementado 0.6°C, lo que, obviamente, tiene repercusiones en el mar provocando alteraciones en los afloramientos (evento mediante el cual se llevan nutrientes desde las profundidades del mar hacia la superficie que alimenta a muchas especies), en el movimiento de las corrientes marinas y el desplazamiento de la especies migratorias.

Otro impacto sería el incremento del nivel del mar, y mayor acidificación de los océanos; todo esto obviamente ocasiona una alteración en la estratificación de nuestros mares ya que ellos transportan nutrientes y energía para las distintas formas de vida marina. Se sabe que cerca del 90% de la biomasa vive en el océano.

Los cambios que ocurren en nuestros mares no solo tienen impactos en los ecosistemas naturales sino que también ocasionará efectos directos en las actividades humanas, una de ellas la pesca, mediante la cual se logra alimentar a millones de personas en el mundo, y que además aporta a la economía de muchos países. Necesitamos cambiar nuestros hábitos de vida para lograr reducir las emisiones de gases invernadero, ya que cada vez es mayor nuestra dependencia del océano y de que sus ecosistemas marinos estén saludables, sobre todo aquellas comunidades costeras que obtienen del mar el 100% de su proteína diaria, esto sin olvidar que un gran sector de la economía global depende de las actividades relacionadas con el océano.

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Este artículo se publicó el 27   de abril de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.