DISCURSO PRONUNCIADO POR EL DR. JUAN CRISTOBAL ZUÑIGA DESTACANDO LOS VALORES DE ESTE CIUDADANO EXCEPCIONAL, SU PADRE, EN EL SEGUNDO SEMINARIO PRO VALORES CARLOS IVAN ZUÑIGA GUARDIA, EL 4 DE JUNIO DE 2009, EN LA FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS DE LA UNIVERSIDAD DE PANAMA
JOVENES ESTUDIANTES, DAMAS Y CABALLEROS
Fui invitado por la Doctora Antonia Rodríguez de Araúz para hacer un resumen de los valores que como hijo percibí en Carlos Iván Zúñiga Guardia. Yo que estuve muy cerca de él puedo asegurarles que tenía una alforja espiritual repleta de sólidos principios los cuales respetaba de manera estricta en todos los actos de su vida.
En sus columnas periodísticas él transmitía muchos de sus valores. Y voy a aprovechar la oportunidad para extraer de ella varias citas. En una ocasión nos hablaba sobre la necesidad de tener la conciencia limpia y nos decía: “Desde niño supe que estar a paz y salvo con la conciencia es un problema de conducta y de referéndum intimo. A un sacerdote de mi pueblo, en los lejanos años de mi infancia, le oí decir: «cada día en sus horas postreras pregúntate qué has hecho hoy que no quisieras que te hubieran hecho a ti?». Es la pregunta propia del soliloquio, es un tipo didáctico de enfrentamiento con el mundo interior, personal, de cada cual. De ese enfrentamiento diario, íntimo, surge lentamente una purificación de la personalidad. El saberse libre de señalamientos críticos es lo que estructura al hombre fuerte. No es hombre fuerte, como se piensa, el que tiene ejércitos, poder y planilla. Es el que tiene tranquilidad espiritual luego del referéndum de cada anochecer.”
Desde pequeño recibió ejemplos sólidos que aplicó en su vida. Valores que lo acompañaron siempre fueron los de la humildad y la lucha por la justicia:
Cuándo niño, decía, “me impresionaba la ceremonia de la humildad representada en el lavado de los pies de los apóstoles. Es la lección más hermosa que niega y repudia la soberbia. En la dimensión parroquial impresionaba ver al viejo y severo sacerdote inclinado, lavando y besando los pies de cada apóstol peregrino”
Mi padre recordaba también a un levita colombiano que se detuvo en el Sermón de la Montaña exponiendo y condenando las torturas sufridas por Jesús. “Por haber escuchado a aquel sacerdote colombiano cada vez que recuerdo el Sermón de la Montaña estimulo y consolido mi repudio a la maldad humana.” Para mi la condena de todo ensañamiento, de toda crueldad, de todo tormento , no surge de las lecciones aprendidas en el campo del derecho sino de la flagelación recibidas por Jesús tan sólo por predicar a favor de la justicia y del derecho de los pobres. Lo que he hecho en mi vida desde la trinchera de mis conviciones es poner el derecho al servicio de las grandes causas sociales y morales que llevaron a Jesús al sacrificio”
Así como los principios de la religión católica influyeron en la formación de los valores de mi padre en su natal Penonomé siempre reconoció el amor filial , el ejemplo de su hogar y los inolvidables episodios familiares que forjaron su carácter y decía: “Hoy debo retomar los puntos del ovillo inicial y, como quien cosecha recuerdos del árbol de su vida, quiero escribir páginas y páginas sobre los anillos que conforman el tronco de mi existencia. Son los anillos de las edades, para calcularlas, y ellos encierran los inolvidables episodios que formaron mi carácter y el carácter de una generación. No entro en la consideración del abecedario aprendido en el hogar, tan solo dejo constancia de que el honor se fragua con el ejemplo de la cuna, con las manos y las voces de los padres” y agregaba: “Es que el honor es patrimonio espiritual que encuentra su principal nidal en la cuna. También puede ser el penacho distintivo de quien responde exclusivamente a la alcurnia de su propia ejecutoria vital”.
En su vida también fue importante el aporte de la escuela y de sus maestros en el ejemplo del valor de la dignidad y nos decía: “Con la cívica se forma un carácter recio, digno y altivo. El carácter resulta recio cuando desde niño se ha tomado conciencia de que toda tentación es ajena al espíritu; resulta digno cuando el ser humano no se aparta de la propia estima, y es altivo el carácter cuando rechaza la mansedumbre y el oportunismo y por rechazarlo el estudiante no cae en el adocenamiento o en el servilismo”
“Estos conceptos serían mas didácticos si los engarzamos con ejemplos de la vida real. Nunca he olvidado el día que conocí a mi padrino, el doctor Octavio Méndez Pereira, como lo he relatado alguna vez. Ante su estampa de gran caballero me arrodillé y le pedí el “bendito” tradicional en aquellos años tan distantes cuando aún era muy niño. Su reacción fue toda una lección de cívica. “No se arrodille ante un hombre”, me dijo con cierta comprensión, pero con energía. Nunca más me arrodillé ante un hombre; ese fue el colofón de un momento tan dramático e incómodo. Este ejemplo reafirma mi tesis sobre el papel tan responsable del maestro. Enseñar dignidad y no oportunismo es la misión superior del educador”
En su época de Institutor recibió otro ejemplo que guardó en su cofre de valores, ese ejemplo de honradez se lo dió el profesor Don Angel López Casis: El profesor Casís, decía, “nos dictó las diez preguntas del examen. Dio la espalda al grupo y escribió en el tablero: No creo en la honradez vigilada. ¡Viva la honradez!” Volvió a nosotros su mirada grande y con toda solemnidad dijo: “regreso al salón cuando termine la hora del examen”. Se fue, se iba siempre el día de cada examen, y nos dejaba solos con nuestra conciencia. En esa hora todo era silencio, podía escucharse el golpe de un limón que caía; nadie osaba volver sus ojos a los apuntes, a la “batería” escondida y mucho menos al examen desarrollado por algún compañero. El estudiante que desconocía la respuesta ponía sobre el papel, “profesor no conozco el tema, ¡Viva la honradez!”
“Unos días después de la prueba el profesor Angel Lope Casís traía en sus manos todos los exámenes. Nunca ocultó el formidable triunfo de su lección moral. A todos decía alguna palabra, a los que contestaban bien daba unas palmadas y también algo en él absolutamente inusual; regalaba una sonrisa. A quienes poníamos ¡Viva la honradez! en la respuesta desconocida, con su rostro más serio que nunca expresaba: “usted será un gran ciudadano”.
En las clases de Gobierno, los que sabían y los que no sabían sentían que aquella era una clase de nutrición de la conciencia.
La honradez vigilada por un extraño deja de ser honradez. En estos casos la honradez puede ser simulada y en el trasfondo del alma puede ocultarse una pata de cabra o una ganzúa. La honradez como estado natural de la conciencia viene de la cuna, de los buenos hechos o de la palabra del docente con sentido de patria”
En una ocasión recordando la frase del notable educador panameño Miguel Mejía Dutary la cual expresaba “que la juventud no necesita frenos sino estimulos” nos decía que su generación había contado con caracterizados forjadores de estímulos que suscitaban ilusiones para perfeccionar la independencia nacional y para adquirir una educación humanista comprometida con la democracia y con los derechos humanos:
“El estímulo significa no dar la espalda a la tragedia de la juventud traumatizada, sino canalizarla, entregando al estudiante las herramientas culturales que le permitan comprender las estructuras globales y las del país, y prepararlo para la acción transformadora. El mejor estímulo que puede darse al joven atormentado por las contradicciones sociales y por la incultura que predomina en su formación, es desarmarlo espiritualmente y señalarle en forma didáctica las avenidas civilizadas que ofrece la educación.
Se impone un magisterio social. Sólo este magisterio garantizará la permuta de la piedra y de la bala por las ideas, una vez el estudiante lleve su caso al seno de la sociedad”
En un mensaje para los padres, maestros y jóvenes de nuestra patria logró plasmar en una forma magistral El Elogio del Dialogo, este artículo que ha sido reproducido a nivel internacional destaca lo siguiente:
“El diálogo, con el apoyo escolar, llegará a ser un modo de vida, una actitud mental para beneficio social y familiar. Robustecería el lazo espiritual que ata a padres e hijos y se garantizaría el imperio de la inteligencia para siempre sobre el abuso brutal de la fuerza. Sería una formidable asignatura para que el estudiante se gradúe en tolerancia, en democracia y en urbanidad, y haría posible que una inmensa coraza moral logre impedir nuevas tiranías en la tierra que los vio nacer. Así es de trascendente la virtud del diálogo”
El valor de la gratitud para nuestro padre era la primera virtud del hombre y decía:
“ Yo dije en mi última crónica, recordando a Simón Rodríguez -los jóvenes deben saber que Rodríguez fue el maestro del Libertador-, que la primera virtud del hombre es la gratitud. Su carácter virtuoso sugiere el significado espiritual de la gratitud. Si la virtud es un pétalo del alma, la gratitud habita en esa mansión superior. La gratitud origina un vínculo de grácil reconocimiento, es un nexo sutil de lealtad sin sometimiento y sin renunciamiento a los propios valores. El gesto de tender la mano, y máxime si en ella se pone el corazón, es lo que compromete la gratitud y obliga la reciprocidad, la disposición o la obligación de corresponder en su hora con igual gesto” “La gratitud más excelsa es la que nace del reconocimiento de un beneficio colectivo. Es la gratitud solidaria. La gratitud por la labor del maestro, por esa siembra generosa; la gratitud por las luchas de quienes nos dieron patria, por esa siembra de libertades”
Mi padre promovía que la juventud cultivará sus valores:
“Una juventud dedicada al cultivo de su jardín interior, estimulada con los mandamientos éticos y los de la buena humanidad, es garantía permanente de la supervivencia de las virtudes humanas. Una juventud que logre beber en estas fuentes espirituales no doblegará su cerviz ni ante el déspota ni ante el repartidor eventual de canonjías. Ni trocará su buena conciencia, la vertical, por los jugos que reclaman lo ventral, como si fuera lo prioritario en la comedia humana. Es inherente a la belleza cívica ser hombre para «servir a su país» y no servirse de él o «para no amilanarse en las adversidades» o «para no envanecerse» ante la fastuosidad del poder y «para servir a su familia». Identificar la misión ciudadana con los intereses permanentes de la patria que dio cuna o anudar la vida a la felicidad de los suyos son consejos tan espirituales que resultan apropiados para todos los hijos de la tierra ¿Cuál es la virtud que empuja a servir a la patria, a los amigos y a la familia? La gratitud por todo lo bueno que da la patria, la gratitud por la existencia del manto protector de la familia, y la gratitud por las buenas palabras y los buenos hechos recibidos.”
Mi Padre defendía los valores morales:
“La palabra restauradora o instauradora de los valores morales debe inundar al país. Solo la palabra democrática, docente, nos hará incorruptibles, vigorizará y obtendrá la depuración de los partidos y elevará la dignidad del político. No debe olvidarse que la palabra no produce efectos inmediatos como si fuera una bala. Ella va construyendo poco a poco, paso a paso, los grandes baluartes éticos y en un momento inesperado, como si fuera una explosión, el país amanecerá con una nueva sociedad. ¡Nadie debe dudarlo! “
Vinculaba el respeto a los Derechos Humanos a los valores morales:
“ Es obvio que la cartilla sobre los valores cívicos y morales es amplia . Por razones didácticas podría definirse como una lucha por los derechos humanos e invocar dicha cartilla como labor fundamental de toda la nación. Aunque parezca innecesario, la primera faena sería divulgar el significado de los derechos humanos. Una vez claramente divulgados, la tarea sería engarzarlos con los objetivos espirituales de toda la nación. Sería estimulante que toda la sociedad tuviese conciencia de que nación y derechos humanos son una misma cosa. Se concretaría el significado de nación al estilo de Ernesto Renán: «una herencia de gloria y de deberes y un mismo programa que realizar”
Y promovía la creación de una Comisión Nacional de Valores, Civicos y Morales: “Se debe crear una comisión nacional en defensa de los valores cívicos y morales. Su función es preservarlos y evitar toda divulgación que estimule la violencia, la pornografía y los instintos primarios que contribuyan a degenerar el carácter nacional. Un hogar integrado, iluminado por una educación moral, una sociedad con estructuras económicas que garanticen la igualdad y un gobierno docente con políticas estimulantes y previsoras, lograrían la tríada óptima para enfrentar todo descarrilamiento de la conducta humana”.
Mi padre era un ser solidario, aplaudía la asistencia social pero para que no fuera anacrónica la misma debería luchar por la paz, por la probidad, por la libertad, por la justicia y también por el pan. Le preocupaba el futuro de la patria y decía que la gestión superior y permanente de todas las generación del siglo XXl era luchar por el perfeccionamiento de la democracia, enriqueciéndola con los valores morales que responden a las tradiciones mas nobles de la patria. También era solidario con los que sufren en el mundo.
“ Confieso que los rostros de los niños que deambulan aterrorizados por las calles de Afganistán me conmueven con mayor intensidad que el periplo de los misiles, porque veo en esos rostros infantiles un reflejo o un espejo de los rostros de mis descendientes. Como decía el poeta Andrés Eloy Blanco, “cuando escuchó el llanto de un niño en la calle siento que es el llanto de mi propio hijo”. Igualmente cuando vi los rostros de los deudos de quienes murieron en las Torres Gemelas o en los aviones suicidas, sentí que era mi propio rostro el adolorido y que los muertos eran mis propios muertos. Solo haciendo propio el dolor ajeno se puede evaluar la inmensidad de una tragedia”
Era solidario con los pobres pero tenía esperanza en la juventud del mundo:
“Recientemente numerosas capitales europeas y asiáticas montaron espectaculares conciertos dedicados a los pobres de África. Era impresionante la calidad del espectáculo, con la participación de artistas de gran prestigio y con asistencia multitudinaria de atormentados por la pobreza africana. Lo insólito es que aquellos teatros, unos cerrados y otros abiertos, eran colmados por gente joven. El hecho, por esa presencia, sugiere que está por venir un mundo más generoso. Es esperanzador o tranquilizante que la juventud tenga conciencia de su misión humanitaria”
Era solidario con las victimas de los desastres naturales:
“Es altamente plausible la respuesta altruista que se da en todos los niveles sociales ante las tragedias provocadas por la naturaleza. El apoyo resulta espontáneo y de inmediato. Tiene el socorro el rango de lo descrito por el poeta Miró: Es como la sangre que recurre a la herida sin ser llamada”
En otra ocasión tendremos oportunidad de estudiar en detalle los valores que promovió mi padre. Sin embargo en este breve resumen podemos intuir porque fue un baluarte moral del país. Su apego a lo valores superiores de la sociedad, a esos valores que dan soporte y luz a la dignidad humana, hizo posible que la gente decente le reconociera en vida sus ejecutorias y su talento. El fue un guía cuando decía : “si debemos vivir en un país decente, podemos lograrlo con el esfuerzo de todos los asociados”.
“Hacer del país un gran surco y sembrar para el presente todo lo que se pueda, pero para el futuro sembrar la semilla concebida por Bolívar: moral y luces para que germine el hombre nuevo”
Casi al final de su vida sostenía que el problema contemporáneo no es joven o viejo; ni crear polémicas necias sobre las edades. La cuestión es tener principios o no tenerlos, es tener probidad o no tenerla, ser espiritual o sufrir de todas las gulas del materialismo”
Mi Padre que siempre respetó la suprema decisión de su conciencia, fuerte en valores superiores, nos transmitió la visión del final de su vida y nos dijó: “en los momentos finales del ciclo vital, cuando la lucidez aún alumbra la sabiduría humana, el examen de conciencia de toda una trayectoria culmina con arrepentimientos o aplausos a los logros y limpieza de una vida. La conciencia ha cumplido la función del juez superior que sanciona o absuelve y el viajero surca tranquilo a lo ignoto, libre da cargas”. Después de éste resumen de alguno de los valores superiores que mi Padre aplicó consecuentemente toda su vida pueden coincidir conmigo que su ciclo vital culminó con aplausos a sus logros y a la limpieza de una vida ejemplar y que surcó tranquilo a lo ignoto, libre de cargas.
Agradezco a los organizadores de este segundo Seminario Pro valores Doctor Carlos Iván Zúñiga Guardia y en especial a la distinguida profesora Antonia Rodríguez de Aráuz, la oportunidad que me ha brindado para exponer estos conceptos y reconocerle a ella el gran ejemplo que nos esta brindando de gratitud a su maestro y por ello debe recibir nuestro reconocimiento y el de todos los presentes.
MUCHAS GRACIAS
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