Un incentivo a la mediocridad

La opinión del Educador…

Ricardo A. Vizuete

A veces me pregunto hasta dónde llega la mediocridad y a quién se debería culpar. Para algunos, el problema educativo es producto de los malos profesores y los jóvenes de hoy que no respetan a nadie porque la educación que reciben es deficiente, sin valores éticos ni morales; vemos que rompen vidrieras en las paradas de buses por no tener acceso a una mal llamada beca universal, conducta criticable. Pero también es criticable el darles una beca, aunque hayan estado fracasados durante el año y con tan solo tapar ese fracaso en un tercer bimestre tienen derecho; como quien dice, “borrón y cuenta nueva”.

Nuestros jóvenes de hoy son el producto de lo que hemos creado nosotros mismos, quienes nos hacemos llamar “adultos”, con modelos y políticas que no van acorde con lo que supuestamente esperamos de un ciudadano del siglo XXI.

Cuando recordamos el tan afamado “100 a los 70”, que sin tomar las medidas pertinentes se fue repartiendo dinero a diestra y siniestra para luego darnos cuenta de que algunos que no tenían necesidad de ese dinero también cobraron su cheque, sentimos que con este proyecto nos encaminamos a fallas similares. ¿De quién es la culpa, antes y ahora? Si la propaganda gubernamental y electorera no excluía a nadie, el único requisito era tener 70 años y no haber cotizado en el Seguro Social, por eso el tío de una amiga fue y cobró sus 100, aunque él tuviera finca y otras cositas más.

El anuncio de la beca universal, al igual que el más reciente sobre las laptops universales, me dejan algunos cuestionamientos: ¿Cómo pueden ser universales, si al parecer solo se enfocan en un sector de la población? ¿O es que aquellos que pagan una educación privada son ciudadanos de otro planeta llamado Panamá y no de este país? Pues ni siquiera reciben un incentivo, el cual podría ser algún tipo de exoneración en el pago de impuesto sobre la renta, con el gran ahorro que le brindan al Estado.

Es como si todos lo que integran el universo de escuelas privadas fueran pudientes, cuando sabemos que muchos hacen un gran esfuerzo tratando de buscar una educación de mejor calidad para sus hijos. Además, una cosa es subsidio para personas con necesidades económicas y sociales, lo cual me parece muy loable, pero no es lo que promueve este proyecto, por más buenas intenciones que tenga quien lo propuso.

Los gobernantes populistas que pretenden mejorar la calidad educativa regalando becas por solo obtener una calificación de 3.0, cuando esa misma calificación, a nivel universitario, se premia con una F, nos lleva a un cambio, pero en dirección equivocada.

De esa manera tan solo incentivamos y premiamos la mediocridad educativa y profesional, quitándoles la motivación a aquellos estudiantes que hacen un gran esfuerzo por superarse y ser sobresalientes. Hay muchos cambios que requiere el sistema educativo y la evaluación es uno de ellos, pues, para los que no lo saben, la gran mayoría de los estudiantes que aprueban una asignatura con 3.0 es en realidad 2.6 y 2.9 “disimulados”, pues por un lado Meduca quiere calidad educativa, pero por otro lado, presiona a los profesores para que mantengan un índice bajo de fracasos cueste lo que cueste, de lo contrario, les cae algún supervisor.

Un estudiante con solo entregar sus tareas o informes y asistir regularmente a clases es merecedor del 33% de su nota final (la llamada apreciación), o sea que solo necesita un 27% entre bimestral y notas parciales para aprobar la asignatura con un 3.0; si a esto le añadimos el uso de la llamada tabla regalona (autorizada por Meduca mediante el decreto 128, de abril de 1965, artículo 27) un estudiante que obtiene 25 puntos de 50 en un examen bimestral o prueba parcial, automáticamente su evaluación es 3.0, ¿De qué calidad estamos hablando? Cuando el estudiante reprueba tiene derecho a una convocatoria y si al final termina deficiente, igualmente puede, al año siguiente, hacer la materia en el turno contrario como alumno con horario especial.

Tengo más de 25 años de experiencia en el área educativa, y actualmente he podido corroborar todo lo antes expuesto, observando los efectos de estos paternalismos en mis estudiantes universitarios de primer año, que ni siquiera me han podido aprobar contenidos tan básicos como es el saber dónde empieza el proceso digestivo.

No obstante, existen colegios oficiales, como el Pedro Pablo Sánchez de La Chorrera, donde al estudiante se le exige y se le motiva, donde ganarse una calificación de 4.0 equivale a un 4.8 en otras escuelas, quienes además, tienen un alto índice de aprobación en las pruebas de ingreso a la Universidad de Panamá, lo cual nos siguen demostrando que el camino correcto está en esa línea y no en regalar y hacerle todo demasiado fácil al estudiante. Pues les digo, señores, que cuando a nuestros jóvenes se les motiva y se les exige ellos responden.

Mi madre y padre siempre me dijeron que en la vida todo cuesta y por eso aquellos personajes que más se han destacado en el mundo son aquellos que a base de esfuerzo y sacrificio obtienen sus metas.

Definitivamente, mientras no veamos el problema educativo y social de manera más seria, nuestros impuestos seguirán siendo dilapidados con inventos y entuertos con un resultado al final como dirían en el béisbol: 0 out, 0 hits, 0 carrera, nadie en base, pero con el juego en contra.

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Este artículo se publicó el 20  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.