Más plata… ¿Para qué?

La opinión del Expresidente de la SPIA….

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Abdiel Cano G.

Dice el viejo dicho que “la costumbre hace el hábito” y en Panamá, esta frase cobra singular importancia pues cada cinco años, los ciudadanos debemos someternos a la angustia emocional y paralización a la cual nos somete el Gobierno de turno, aún antes de cumplir su primer año de mandato, con la propuesta de una nueva Reforma Tributaria. Varias son las razones que esgrime cada Gobierno para vendernos las bondades de su reforma, sin embargo, ninguno ha sido capaz de indicarnos ¿hacia dónde vamos como país, cuáles son nuestras metas y objetivos?, o de explicarnos ¿por qué razón no tenemos una institucionalización de un modelo de desarrollo económico, planes, programas y políticas?, lo cual conlleva a que cada lustro tengamos que “rehacer” el país, con las consecuencias nefastas y de atraso que esto implica.

No nos engañemos, el objetivo final de las últimas reformas tributarias, incluyendo la propuesta actual, no ha sido, ni será mejorar las condiciones del panameño o disminuir la inequidad; por el contrario, su objetivo era y es generar mayor cantidad de dinero al Gobierno para seguir gastando a manos llenas en su agenda política particular y mientras tanto, continuamos con la ausencia de rendición de cuentas, se mantiene la ineficiencia en el gasto gubernamental, la impunidad se incrementa y se mofa de nosotros ante la mirada impávida de una Justicia fuertemente cuestionada.

Actualmente, nos encontramos inmersos en la discusión de una nueva propuesta fiscal y continuamos cometiendo el mismo error del pasado, en el sentido de solamente ver el árbol y no el bosque en su conjunto, ya que cuestionamos los pro y contra de la reforma, si afecta o no a determinados sectores, cuando realmente lo que debemos analizar es si hace falta una medida de esta naturaleza, pues dinero en las arcas estatales existe, lo que sucede es que es mal utilizado al mantener privilegios escandalosos, financiar el clientelismo político con la planilla estatal, incrementar el paternalismo gubernamental, nombrar familiares y allegados con altos salarios, etc.

¿Cómo podemos aceptar una medida que va en detrimento de nuestra calidad de vida, que basa el peso de la misma en el segmento de bajos ingresos de la población y en los detentores de renta fija, como son los jubilados, si el Gobierno actual pisotea la Constitución y su estrategia está encaminada a una mayor concentración de poderes, mientras el “cambio” prometido se ha concentrado en el cambio de nombres y personas en la “nomenklatura” y los vicios perniciosos del pasado aún se mantienen?

Señores del Gobierno, Ustedes quieren más plata y nosotros cuestionamos… ¿para qué? Ustedes quieren imponer una Reforma Tributaria, nosotros queremos un país próspero, con valores, justicia social, con un norte claramente definido y rendición de cuentas; exigimos un alto al atropello, la sinverguenzura, la corrupción, impunidad y pestilencia que emana de la clase política… porque en este país “los decentes somos más”.

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Artículo publicado el 12 de marzo de 2010 en el Diario El Panamá América, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Cambio de qué (II Parte)

¿Cambio de qué? (II Parte)

Abdiel Cano G.
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Continuando con nuestro análisis sobre el próximo gobierno, opino que necesitamos una verdadera revolución en materia educativa, no sólo a nivel curricular, del estado de las instalaciones, de las herramientas modernas de trabajo, sino, sobre todo, en la calidad del educador, quien debe volver a ser el arquetipo que la sociedad panameña reclama. Es en este contexto, donde una persona que es admirada y respetada por un sector de la comunidad, tendrá sus futuros retos y que deberá hacer gala de una gran paciencia, capacidad de negociación, convencimiento y firmeza, sin olvidar que sus responsabilidades abarcan más allá de los sectores de educación básica, post básica y vocacional, me refiero concretamente al caso de las universidades estatales, que desde hace varias decenas de años han perdido su norte y el rol que les toca desempeñar, además de significar una fuente considerable de egresos fiscales, sin que veamos resultados cónsonos con la realidad del mercado laboral.

Tenemos la designación del nuevo director del Banco Nacional, persona con buena reputación técnica, pero carente de experiencia gerencial integral y que deberá demostrar en su gestión, no sólo pericia y capacidad de manejo, sino también independencia de criterio y disciplina. En momentos de una fuerte contracción en el crecimiento económico, con una probable reducción en los ingresos fiscales y en donde el nuevo gobierno deberá canalizarlos hacia el sector de inversiones de obras públicas en aras de dinamizar la economía, ¿podrá tener la suficiente libertad de acción y criterio alguien que surge de las filas de un banco en donde el Presidente Electo del país es accionista; o, por el contrario, será fuertemente permeable a las exigencias de éste, para el financiamiento del déficit fiscal o de nuevas obras?

Para hacerle frente a los grandes retos nacionales, tendremos un equipo de gobierno con poca experiencia y madurez, con escaso conocimiento del mundo gubernamental, caracterizado por intereses políticos partidistas, nepotismo y con dosis de dogmatismo religioso, ya que varios de sus miembros son del Opus Dei y que iniciarán sus funciones en un momento crucial para los panameños, ya que las expectativas son altas, existe un clima de impaciencia a punto de ebullición y, por ende, el tiempo de espera será corto para la solución de nuestros principales problemas. Hasta ahora tenemos más de lo mismo que nos han dado los gobiernos anteriores, o como se dice en buen panameño: “La misma jeringa, pero con diferente pitongo.”

No queremos demagogias, ni populismo y/o soluciones temporales, o que se achaquen la ineficiencia en la solución de los problemas a la mala gestión del gobierno anterior; queremos soluciones reales, tangibles, institucionalizadas y duraderas. El verdadero cambio inicia en el pensamiento y se refleja primero con un cambio de actitud y hasta ahora es poco lo que hemos visto en esta materia y más los desaciertos, imposiciones e incongruencias de quien regirá los destinos de Panamá a partir del 1 de julio. Mientras, seguimos esperando por el estadista que nos conduzca por derroteros de progreso, justicia, libertad, decencia y nos preguntamos: ¿el cambio, dónde está?

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Publicado el 12 de junio de 2009 en el diario El Panamá América

¿Cambio de qué? (I)

¿Cambio de qué? (I)

Abdiel Cano G. – EX PRESIDENTE DE LA SPIA – Escritor..

A lo largo de mi vida, me he considerado, y así lo demuestran mis actuaciones, un libre pensador sin ataduras de índole política, religiosa o ideológica. Esto me ha permitido mantener mi independencia de criterio y expresarme sin tapujos de ninguna clase.

Durante el recién terminado torneo electoral que culminó con la elección de Ricardo Martinelli, como nuevo Presidente de Panamá, éste nos prometió un cambio total e integral en el país. Sin embargo, los acontecimientos posteriores al 3 de mayo, nos están demostrando un sesgo contrario a sus postulados de campaña, ya que en la designación de su equipo de trabajo se observa nepotismo, favoritismos, repartición del pastel gubernamental entre sus aliados y deseos de imponer funcionarios, contraviniendo las leyes vigentes y su espíritu, utilizando falsas premisas y subterfugios típicos de nuestro recién pasado político, como son los claros ejemplos del IPAT y ANAM.

Por otra parte, se ha designado un nuevo regente de la política económica panameña, que tiene mucho que explicarnos en materia fiscal y, en particular, la manera cuestionada en la cual fue aprobada una ley que favorecía sus intereses financieros, mientras el resto de los panameños sufríamos los embates de una reforma tributaria injusta, inequitativa, con un claro sesgo en contra de la clase media; y, de manera particular, hacia el sector de los servicios profesionales. Además, este señor propugna por una dudosa política de baja tasa impositiva sin que existan las condiciones para tal medida, anteponiendo los intereses comerciales de corto plazo en detrimento a las necesidades de las personas.

Con incredulidad y asombro, nos informan de la designación ministerial de una persona que se caracteriza por la traición, el oportunismo, la diatriba y la mediocridad de su actual gestión gubernamental, con lo que no sólo nos abofetea moralmente, sino, que le envía un mensaje negativo a la juventud: que los antivalores tienen su recompensa en este país.

Nuevos Ministros de Estado, uno de ellos con claro conflicto de intereses, a pesar de que nos diga que ha traspasado o subrogado un contrato con el ente gubernamental en donde ha sido designado y el cual tendrá que supervisar y dirimir futuras desavenencias. El otro, un médico que, de acuerdo con los comentarios de sus propios colegas, no se caracteriza por su entrega al trabajo, con un segundo de abordo influenciado por su formación religiosa; lo positivo, en esta área, es el buen equipo que están reuniendo en torno a ellos y que ojalá les permita trabajar, hacer las recomendaciones del caso y que se implementen.

Un designado con poca o nula experiencia en materia urbanística y de políticas de vivienda, cuya trayectoria profesional presagia magros resultados y cambios positivos reales. Una abogada, con experiencia y nutrido verbo, pero conflictiva y confrontativa, que deberá conducir las relaciones laborales, en especial las negociaciones con los sindicatos y centrales obreras más beligerantes, como SUNTRACS, CONATO Y FRENADESO.

Días aciagos nos esperan si no hay una pronta y seria rectificación de lo actuado a la fecha, pero dada las características muy particulares del Presidente electo, son pocas las esperanzas de un “verdadero cambio” en sus decisiones.

Publicado el 29 de mayo de 2009 en el diario El Panamá América