Alonsos y Saladinos : seguro tenemos en Panamá más oro escondido

Alonsos y Saladinos : seguro tenemos en Panamá más oro escondido

La opinión de la Doctora en Medicina Familiar y Corredora de Maratones…

Enitza George

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La reciente experiencia del extraordinario joven atleta Alonso Edwards deja en evidencia que hay muy buen material genético en Panamá que simplemente se está echando a perder.

Hace poco ofrecí una entrevista a una importante revista local que indagaba acerca del tema mujer y atletismo en Panamá. Comentaba, entonces, y me interrogaba yo a la vez ¿cómo es posible que en un país con tanta genética jamaiquina no hayamos tenido mujeres campeonas de velocidad?  Decía en aquella ocasión:  Solo hay que mirar a las chicas de Río Abajo y verles las piernas y hombros para saber que allí hay «Oro» escondido.  Dedicarse a ellas (y a ellos), en el ámbito del deporte, es tarea ineludible del Estado; es una forma de evitar embarazos y de combatir las drogas y la violencia, entre otras. Pero, sencillamente, no hay visión de Estado. Y si el problema es grande para los muchachos negros, hay que ver el lío que tenemos las mujeres afro-panameñas. Hablo por experiencia propia.

Me pregunto ¿cómo es posible que en una nación de tan alto componente humano negroide como la nuestra jamás hayamos tenido una mujer que corra los 42 kilómetros de maratón, por debajo de 3 horas? Nuestro récord nacional en maratón es de 3:04 (Gilda Méndez). La mayoría de las mujeres corredoras en nuestro país frisan entre las 4 y 5 horas en maratón. Eso es increíble, considerando la genética de la mujer panameña. Sencillamente, nadie ha cultivado a esas chicas de 20 a 29 años para el atletismo.

Pero bueno, la respuesta para mí está en todo ese enredo burocrático que hay en el deporte nacional.

Apenas hace escasas dos semanas, tuve la gran oportunidad de participar en una maratón en Europa. Mi participación en esa lid atlética fue patrocinada casi al 100% por renombradas empresas privadas, a sabiendas de que era muy probable que yo no rompería marca alguna ni alcanzaría una de las medallas. Simplemente, apostaron a ello para colocar sus respectivas marcas de comercio en ese escenario continental para luego reproducir ese hecho en Panamá, a través de una figura que por distintas razones y de alguna manera tiene sobre su persona el “ojo público”. Por mi parte, les quedo sumamente agradecida a cada una de esas empresas.

Pero, qué hay de esa atleta, ese atleta que no tiene una “imagen pública”, un “nombre”. ¡Se pierde! Y eso debe causar en cada panameño y panameña tristeza, pues es una gran pérdida para el conjunto de nuestra sociedad.

Bravo para Alonso, bravo Saladino, bravo Jhamal Bowen, y todas nuestras glorias nacionales pasadas. Nola Thorne (1938), te recordamos con amor y orgullo.

Ojalá abramos los ojos un día para descubrir que hay Alonsos Edwards e Irving Saladinos por montones, en nuestro patio. Yo no pierdo las esperanzas.

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Publicado el 26 de agosto de 2009 en el diario Panamá América Digital, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde