Por la conservación de la naturaleza

Con motivo de los 25 años de ANCON, conozcamos la opinión de…

Alida Spadafora y Luis Alberto Sierra

La Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon) cumplió el pasado domingo 25 años de esfuerzos permanentes con ambas manos y las que pudieran sumarse, de giras y horas de trabajo a lugares remotos, de cabildeo y presencia en los medios de comunicación, en foros y reuniones, para investigar y expresar con rigor científico el punto de vista en defensa del rico ecosistema natural de Panamá.

Han sido años de participaciones en debates, pero también de luchas en el plano legal y frente a temas complejos como la tala indiscriminada de árboles, la caza indiscriminada y la minería metálica.

Ancon contribuyó a la creación de cinco nuevas áreas protegidas en Panamá, al jugar un papel clave para que se duplicara la superficie total de las zonas que tienen en el país esta condición especial.

Otro logro, según The Nature Conservancy, es que la organización ambientalista panameña lideró la labor de siembra de 2.5 millones de árboles y el desarrollo de más de 10 planes de manejo en áreas protegidas. Fue clave además en la gestión para designar todo el Parque Nacional Darién, reserva minera, para evitar los efectos ante la intención de explotar los metales de la zona.

Ancon ha desarrollado cerca de 200 proyectos de investigación científica, contribuyendo al conocimiento de la biodiversidad natural y cultural de Panamá. La campaña “Adopta tu hectárea”, que lideró Ancon, permitió que más de 30 mil hectáreas estén ahora designadas solo para conservación. La campaña “Conserva tu hectárea” fue ideada entretanto para darle a las personas y empresas la oportunidad de ser padrinos y para contar con recursos que permitan continuar con la labor de conservación en las áreas protegidas.

Entre los logros de Ancon están haber impedido, junto con la sociedad civil en general, la apertura de un camino ecológico que iba a atravesar el volcán Barú, hogar del Quetzal.

Ancon se ha pronunciado también con firmeza para rechazar la apertura del tapón del Darién, planteando mayor análisis y alternativas.   Su labor fue clave para lograr la aprobación de la Asamblea Nacional, después de cinco años de cabildeo la Ley de Delitos Ambientales y para hacer ley de la República a la norma que creó el Parque Nacional Coiba.

Ancon sentó un precedente cuando la Corte Suprema reconoció a inicio de la década de 1990 el “interés difuso” de Ancon para denunciar afectaciones al medio ambiente en cualquier lugar de la geografía nacional, importante referente en la jurisprudencia ambiental.

Lideró en 2008, en ocasión del Congreso Mundial de la Unión para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) de Barcelona, una moción sobre los impactos que la minería puede causar al Corredor Biológico Mesoamericano, la cual fue acogida y convertida en Resolución.

Ancon mantiene los esfuerzos, junto a otras ONG ambientalistas, de rechazo a la Ley 30, que flexibiliza el uso de los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) como instrumento de gestión ambiental de Panamá.

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Este artículo se publicó el 19 de agosto de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que a los autores,  todo el crédito que les corresponde.

La biodiversidad: un futuro incierto

La opinión de…..

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Alida Spadafora

Muchas veces hablamos de la biodiversidad y su importancia, pero sigue siendo mal entendida y desestimada. En el año 2002 se firmó un compromiso global para reducir significativamente la pérdida de la biodiversidad fijando como plazo el año 2010, pero ese compromiso no fue cumplido pese a múltiples esfuerzos. Ayer, 22 de mayo, se celebró el Día internacional de la diversidad biológica, y si bien es cierto sirvió para festejar la maravillosa diversidad de vida de Panamá y de muchas regiones del mundo, también nos recordó el enorme desafío que enfrentamos.

La evaluación Perspectiva sobre la Biodiversidad 3, publicada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) en mayo de este año indica que todos los grupos de especies en el mundo están bajo algún tipo de amenaza de extinción. Los anfibios son los que más peligro corren de extinguirse, mientras que los corales se acercan a la extinción de manera más acelerada. En declive también están los mamíferos y las aves del mundo. En Panamá el panorama es similar, donde las especies más amenazadas son los anfibios y los reptiles, según informe de la Autoridad Nacional del Ambiente de 2008 sobre especies en peligro.

Por otro lado, el informe anual del Pnuma-2010 indicó que los cambios sobre la biodiversidad, debido a las actividades humanas, han sido más rápidos en los últimos 50 años que en cualquier otro período de la historia de la humanidad.

La extensión de las zonas muertas en los océanos es duplicada cada 10 años desde la década de 1960. Cerca de 400 áreas marinas se están quedando sin oxígeno debido al uso de agroquímicos, descarga de aguas servidas, y otros. El planeta ha perdido 400 mil km2 de bosques primarios entre 2000 y 2010, una superficie equivalente a Ecuador y Guatemala juntos, sin contar con la degradación que sufren la mayor parte de los bosques del mundo.

¿Pero qué significa esta pérdida de la biodiversidad y de la función de los ecosistemas para el bienestar humano? Es lo menos comprendido por gobernantes o por personas que por ignorancia y/o falta de escrúpulos arrasan con el entorno natural sin considerar externalidades ambientales y sociales. El funcionamiento de los ecosistemas –de los que obtenemos alimentos y agua dulce, propician salud, esparcimiento y protección frente a catástrofes naturales– está basado en la diversidad biológica (Perspectivas sobre Biodiversidad 3, 2010).  Por ejemplo, según el documento Ecosistemas y Biodiversidad (Pnuma, 2010) “la extinción rápida y generalizada de los arrecifes de coral cuesta 172 mil millones de dólares por año y afecta a más de 500 millones de personas”. La humanidad por tanto corre peligro si no revertimos la tendencia actual.

Es necesario un enfoque diferente y una visión a largo plazo. Hay que apuntar hacia el equilibrio entre el crecimiento económico, el crecimiento demográfico y el manejo de los servicios y productos derivados de los ecosistemas, los cuales son finitos. Para ello sigue siendo imperante unir esfuerzos mancomunados como tarea impostergable de esta generación.

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Este artículo se publicó el 23 de mayo de 2010 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que a la  autora, todo el crédito que les corresponde.

Saqueo al este del país

La opinión de la ambientalista…..

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Alida Spadafora

Desde que a Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon) inició su labor de concienciación y protección de los bosques hacia el este de Panamá, en particular en Darién, hace más de 20 años, no se había evidenciado el grado de degradación y saqueo de las riquezas naturales de esa región como hemos notado escasamente a inicios de Semana Santa en gira a Darién.

Tanto en las inmediaciones de la carretera Interamericana desde Chepo a Yaviza, como en comarcas, tierras nacionales y áreas protegidas el uso irracional de los recursos naturales es claro, ya sea éste por tala y quema de los bosques o por extracción insostenible de árboles maderables, o por la alteración y venta de lagunas naturales como la de Matusagarati. Somos testigos de un saqueo sin precedentes en este país y con indicios de que irá en aumento.

Difícil es describir el panorama que vimos desde la carretera. Más de 10 mulas cargadas de grandes tucas de madera de espavé y otras especies pasaron a nuestro lado en menos de dos horas. Al menos seis centros de acopio maderero avistamos entre Chepo y Metetí, los cuales en nuestros frecuentes viajes a la región nunca antes habíamos visto. Estos sitios llenos de tucas marcaban el paisaje chepano y darienita con árboles derribados que solo pueden provenir de bosques primarios y que al juzgar por su diámetro deben tener muchos años de crecimiento. Y esto es solo lo que se ve desde la carretera, porque el arrasador panorama en el bosque adentro debe ser digno de una película Avatar. Por la gran cantidad de tucas, todo apunta a extracciones ilegales, o de concesiones insostenibles e irracionales.

Con mucha tristeza y dolor, pudimos también observar la roza y quema desmedida en cerros y colinas con pronunciadas pendientes, en donde puede visualizarse puntos blancos de algún ganado pisoteando las laderas, que es el origen de las innumerables cárcavas y de los procesos de desertificación. Un suelo abusado y agotado que se perderá irreversiblemente. El humo de las quemas no deja ver el horizonte, así es el panorama en esta zona: humo, bosques destruidos y biodiversidad que se pierde para siempre.

Ante este triste espectáculo muchos nos preguntamos: ¿Es éste el destino que la política actual de “desarrollo” tiene para esta región del país? ¿Queremos ampliar el llamado arco seco, región con gran escasez de agua porque depredaron sus bosques y su suelo? ¿Queremos que el campesino, indígena o afrodarienita de la región este del país también tenga que marcharse buscando aguas y tierras más fértiles? Tal vez tendrá que migrar a la ya saturada e insegura ciudad o a la cuenca del Canal, donde todavía nos quedan algunos bosques protegidos, porque ya no tendrán ni agua ni tierra, ni esperanzas.

¿Qué les quedará? Seguramente un eventual gobierno de turno buscando “soluciones” efímeras les ofrecerá un tajo, pero no el tajo de una sandía, sino un hueco profundo para extracción de metales, para que les resuelva “la pobreza y la falta de empleos”. Una falacia para hundir a los más pobres en más miseria, un desastre para Darién, las comarcas, las áreas protegidas, lo que irremediablemente, aunque muchos no lo quieran aceptar, provocará el colapso económico, social y político de todo nuestro país.

Les pedimos entonces a los que dirigen instituciones como el Ministerio de Desarrollo Agropecuario, la Autoridad Nacional del Ambiente, el Ministerio de Economía y Finanzas, el Banco de Desarrollo Agropecuario, el Banco Nacional y otros actores con competencia sobre este tipo de temas que actúen hoy para detener la degradación de los bosques y extracción irracional de madera; que diseminen, financien prácticas sostenibles forestales, agrícolas, ganaderas y promuevan actividades duraderas y amigables con el ambiente para beneficio de muchos, por muchos años.

¿Habrá un poco de conciencia sobre lo que se está propiciando? porque de no actuar contundente y coherentemente seguirá el saqueo y florecerán por doquier aquellos tajos mineros mal vendidos al país.

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Este artículo se publicó el  25  de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Biodiversidad y competitividad

Biodiversidad y competitividad
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Alida Spadafora
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Una fecha como hoy, cuando celebramos el Día Mundial del Ambiente, debe servir de recordatorio de que nuestra biodiversidad y entorno no están separados de la economía y el bienestar del país sino que dependen de ella. Sin embargo, cuán difícil puede tornarse comprender el valor de la biodiversidad y de los ecosistemas que la alberga en beneficio de la calidad de vida de los que habitamos este país.

Intentaré destacar algunos nexos que bien asimilados pueden cambiar el paradigma del desarrollo. Con ello se asegurarían beneficios no para unos cuantos por unos cuantos años, sino para muchos por mucho tiempo. Se trata de esclarecer el gran potencial económico y social de nuestra biodiversidad, porque hay opciones inteligentes y recursos naturales que como país debemos capitalizar.

Veamos algunos ejemplos de la conexión entre el bienestar humano y la biodiversidad. La última revista de la Unión para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) señala que los que defendemos el ambiente no hemos sido exitosos en dejar claro a la sociedad la conexión entre la salud y el ambiente. Es cierto, y debemos enmendarlo con información concreta y científica.

Una cuarta parte de las enfermedades provienen del mal manejo de los recursos naturales, como lo indica uno de los artículos de la revista. Muchos de los factores de riesgo a la salud están relacionados con el agua no apta para el consumo, la contaminación, la falta de saneamiento, la pérdida de la biodiversidad, el deterioro y la escasez de los recursos naturales. Sumado a esto, el cambio climático ocasiona enfermedades infecciosas donde antes no se habían registrado.

En el mundo desarrollado más de la mitad de los medicamentos recetados comúnmente provienen de la naturaleza, según la mencionada revista. En uno de los artículos, el Dr. Eric Chivian señala que son más de 70 mil las especies de plantas usadas por la medicina tradicional y moderna. El mejor ejemplo es la aspirina, identificada originalmente como salicina, extraída del sauce blanco. Sustancias extraídas de plantas también son utilizadas contra el cáncer. Además hay al menos 700 especies de caracoles (que dependen de la salud de los arrecifes coralinos) con potencial medicinal, de los cuales solo seis especies han sido estudiadas.

Las investigaciones en caracoles han dado origen a un medicamento llamado Prialt que combate los dolores crónicos y es mil veces más potente que la morfina, con la ventaja de que no crea dependencia. Será una bendición para pacientes con dolores crónicos o en estado terminal.

Asimismo se estudian animales como los osos polares, tiburones y anfibios en la búsqueda de remedios contra la osteoporosis y las deficiencias cardiovasculares.

Panamá está avanzando en esta línea con el fin de combatir la malaria, la leishmaniasis y el cáncer. Aquí se investigan microorganismos marinos asociados a corales y algas, y otros presentes en la flora terrestre, lo cual permitirá obtener importantes descubrimientos, generar ingresos para las comunidades y el país, y lograr incontables beneficios globales.

La biodiversidad tiene un valor en el mercado y ésta depende de la salud de los ecosistemas y del manejo que hagamos de ellos. De la misma forma, el bienestar y la vida de los seres humanos dependen de un ambiente sano y rico en recursos naturales. Si nos percatásemos del “oro verde” que tenemos, si invirtiéramos más en investigación y conservación y, además, promoviéramos los negocios basados en la salud de los ecosistemas y de la gente (turismo, artesanías, agroforestería, entre otros) estaríamos actuando sabiamente.

Preocupa lo que ocurre en nuestro país, porque no apuntamos a las mejores opciones para un verdadero desarrollo basado en nuestras fortalezas y patrimonio natural, por el contrario, estamos propiciando los riesgos de un deterioro ambiental acelerado. Si el Estado no actúa responsablemente y si la mayoría de la población no está atenta y consciente de esta tendencia de destrucción de nuestros recursos, perderemos ese gran potencial económico y social basado en la rica biodiversidad y salud de nuestros ecosistemas. De hecho seríamos cómplices del colapso de nuestra economía y de nuestro bienestar, solo sería cuestión de tiempo.

Para evitarlo debemos luchar para revertir esta tendencia, solo así podremos celebrar con propiedad el Día Mundial del Ambiente.

Publicado el 6 de junio de 2009 en el diario La Prensa