Secretos del maestro

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La opinión del fotógrafo…..

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ARISTIDES  HERRERA  B.
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En mi niñez frecuenté a un incomparable conductor de juventudes, autor de un libro promovedor como ningún otro del buen destino de la enseñanza nacional. Me refiero a Rubén Darío Carles, quien con su maravillosa obra Quiero Aprender escaló la cima de la instrucción parvularia.

Conocí al Viejo, así lo llamaba, cuando él residía en una casita ubicada en la calle 35 del antiguo barrio de La Exposición, exactamente frente a la entrada del estacionamiento de la presente sede la comuna capitalina. Siempre lo encontraba con amable sonrisa dispuesto a charlar, no le importaban nuestras notorias edades diferentes. Ejercer en todo momento el magisterio era su gran pasión.   Cuando laboraba en La Estrella de Panamá en el sector de San Felipe, consolidé mi amistad con el sabio anciano, quien al llegar por algún motivo a La Decana aprovechaba la oportunidad para capacitarme sobre la correcta manera de redactar una noticia, artículo, etc.

En una conversación, sostenida en uno de los estrechos balcones del centenario edificio, me confesó los secretos o estrictas normas seguidas al pie de la letra por Gaspar Octavio Hernández en su efímero, pero esplendoroso andar por el mundo literario y periodístico. El veterano docente las conocía, porque tuvo la dicha de alternar con el cantor de la bandera panameña en sus años mozos.

La primera consiste en no repetir sustantivos, verbos o adjetivos en una oración, acápite o reportaje. Para eso existen sinónimos a tutiplén. La segunda es desarrollar una sola idea en cada párrafo, evitando caer en confusiones o rompecabezas provocados por la diversidad de conceptos tratados sin ton ni son en unas cuantas líneas. La tercera es obviar los enunciados inmensos o maratónicos. Como él mismo decía: “ Parecen intrincadas selvas carentes de salida, y si la encuentras no te acuerdas por donde ingresaste ”.

Asimismo, no terminar una sentencia o parágrafo en flexiones verbales, únicamente se permite cuando las palabras fueron declaradas por alguien y se usan como una referencia. Pero tienen que ir entre comillas. La cacofonía se debe soslayar en lo posible. Por ejemplo: Perdón si me equivoco. Aquí hay un par de disparates. Aparecen dos vocales iguales una detrás de otra, y lo dicho finaliza en una conjugación verbal. Lo correcto es: Perdón si estoy equivocado.

Ojalá estas pautas, llegadas a mí gracias a un extraordinario conocedor, sirvan para ilustrar a ciertos novatos acerca del oficio de la escritura. Porque es lamentable leer crónicas y comentarios en que desfiguran a placer el legado de Cervantes. Por tal razón, estas remembranzas están respetuosamente dedicadas a los trabajadores de la pluma informativa y a los futuros comunicadores sociales.

Hay infinidad de interesantes temas respecto a la gramática, pero debido al poco espacio disponible me conformo con las reglas presentadas. Además reconozco no ser el más experto en la materia.

Estos pensamientos son un homenaje al brillante jefe de redacción, quien en la flor de la vida partió hacia el más allá, dejando su herencia poética grabada con letras indelebles y ribetes de grandeza en la historia de la literatura del país. También, con mucho nostalgia hago extensivo este ofrecimiento a mi recordado maestro en este día tan especial.

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Publicado el 1 de diciembre en el diario La Estrella de Panamá, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Dueños de la verdad

La opinión del fotógrafo profesional y comentarista….

ARISTIDES HERRERA B.

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Dueños de la verdad

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Es sumamente deplorable escuchar a individuos autodenominados prolijos inquisidores del acontecer ciudadano, cuando no son aptos para guiar la opinión de los demás, gracias a sus descomunales rabos de paja ganados en anteriores actividades amparados por imaginaria impunidad.

La cuestión abordada ahora nace de los comentarios de ciertos conductores de un programa televisivo.  Espacio supuestamente dedicado al pugilismo, con abundante y excelente bagaje de esta rama del deporte sin faltar una coma.

Pero, recientemente tildaron de mentiroso a Bosco Vallarino, alcalde del distrito capital, además de reprochar sarcásticamente sus frecuentes apariciones con una estampa religiosa.   Asimismo, lo designaron indiscutible rey de la ignorancia administrativa comunal.

No soy gratuito o pagado defensor de la gestión del citado funcionario, pero lastima oír sandeces de los menos indicados para calificar su trabajo y festejar sus “ metidas de pata ”.

Por tal razón, traigo al tapete una contienda titular falazmente presentada con exagerada publicidad como una difusión en directo el 24 de enero de 1982 desde Atlantic City (EE. UU.),  donde Eusebio Pedroza defendía su faja universal frente al boricua Juan LaPorte.  Previamente, los mejores del boxeo notificaron la transmisión del evento en el preciso momento de su ejecución. Aún recuerdo el insólito fraude del que fui víctima, junto a gran cantidad de seguidores de la pantalla chica.

Patente está en mi memoria el enfado mostrado por los “ dueños de la verdad ”, cuando bien temprano un canal de la competencia reveló el triunfo del “ Alacrán ”. Mientras ellos solapadamente pasaban en diferido el combate con ribetes “ de directo ”. Sin duda, son culitripis con piernas de trapo.

Fue un imperdonable desliz de los amos del embuste.   La conducta del rival noticioso produjo un tremendo disgusto a los tramposos de la época, quienes tacharon el informe de perjudicial a los innumerables anunciantes del evento. No hubo rectificación ni disculpas por la falsa acción periodística, solo interesaban sus inmensos intereses personales.

No acabaron allí sus andanzas; porque también rememoro la discutida acción de los jueces del pleito de Pedroza contra el costarricense Rudy Alpizar la noche del 7 de julio de 1982, declarado sin decisión por una brecha sufrida en el segundo asalto por el actual miembro del Salón de la Fama. Repudié el veredicto en el semanario Todo en Deportes , editado por La Estrella de Panamá.

En aquel entonces fui el blanco de un ataque a mansalva, del que participaron los sujetos aludidos y otros muchos comunicadores sociales de igual calaña.

Defendían a toda costa, junto a la flamante COMIBOX presidida por el recordado Tomás Alberto Cupas, la corona del coterráneo, sin importar la claridad del resultado y del hecho en sí. Lo esencial era mantener el cinturón mundial en Panamá, basándose en un malévolo y archiconocido dicho: “ A lo tuyo con razón o sin ella ”.

No soy el más verás, y cometo errores. Pero, sigo sagradas enseñanzas evitando lanzar la primera piedra; aunque los comentarios de los sucesos parezcan barrabasadas carentes del más mínimo fundamento. Apuntalo esta opinión con la sentencia de Abraham Lincoln: “ Se puede engañar a algunos algunas veces, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo “. ¡Zapatero, a tus zapatos!

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Publicado el 20 de septiembre de 2009 en el diario La Estrella de Panamá; a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

¡No derrumben el estadio!

¡No derrumben el estadio!


La opinión del fotógrafo profesional…

ARISTIDES HERRERA

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El gobierno de Ricardo Martinelli Berrocal parece andar a pasos acelerados, con la única y loable finalidad de cumplir las promesas de campaña.

Su última proposición es la de acabar para siempre con el vetusto estadio de Cabo Verde y edificar allí viviendas para personas humildes.

Entrevisté a individuos que por largo tiempo residieron en ese sector. Entre ellos destaca Rómulo Córdoba, ex lanzador de béisbol de Panamá Metro, y hermano menor de Wilfrido y Yonnis (conocidas estrellas del pasatiempo nacional). El chico, sin muchos estudios a su haber, aparenta pensar mejor que los asesores presidenciales.

“Derrumbar el viejo e histórico campo para construir casas baratas es una locura”, palabras textuales del joven nacido y criado en Curundú, quien ve una mejor solución en conseguir terrenos en las afueras del la capital para crear nuevas barriadas o edificios de alquiler o propiedad horizontal, como hicieron con los habitantes de El Marañón, hoy instalados en Barraza y San Joaquín.

Luego de trasladar a los múltiples vecinos del legendario coliseo se procedería a rellenar el lugar, para que más tarde el Ministerio de Vivienda (MIVI) inicie una urbanización o cualquier otra cosa, sin tocar la sede del béisbol de la capital.

Los actuales gobernantes no pueden caer en errores del pasado, como la falta de visión de los revolucionarios del 68, quienes iniciaron la llamada Ciudad Deportiva. Construyeron el gimnasio Nuevo Panamá (actualmente arena Roberto Durán) para el boxeo y el baloncesto, el estadio Revolución (ahora el Rommel Fernández) para atletismo y fútbol, y la piscina Patria (hoy Eileen Coparropa). Sin tener en cuenta al deporte nacional por excelencia: el béisbol.

La extensa propiedad que alberga al cementerio municipal, exactamente frente a los sitios mencionados, era la mejor ubicación para un campo de pelota. Hoy sería una idea alabada por todos; y no existiría el coloso de Cerro Patacón, a donde no llega mucha gente por la carencia de automóviles propios o de una línea de autobuses que pase por el lugar.

Espero que la opinión surgida de la mente de un meritorio joven curundeño sea vista con agrado por nuestros mandatarios, y se pongan las zapatillas de verdad para empezar a trabajar en beneficio de todos los panameños y los auténticos deportistas.

También entrevisté a otros jugadores capitalinos, conozco a muchos de ellos por mi trabajo, quienes se manifestaron de acuerdo con la propuesta de Córdoba, y a la vez sostuvieron que el sitio es propicio para continuar celebrando la Liga Payito Paredes (así se llama la contienda productora de gran cantidad de buenos atletas y ciudadanos).

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Publicado el 3 de septiembre de 2009 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde