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La opinión de…..
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Odalys Quintero
En el mundo del ciudadano, nuestra madre es la patria y nuestro padre el Estado. Porque siempre se habla de la tierra donde yo nací o la tierra que me vio nacer, por eso digo que la patria es nuestra madre, pero ¿qué hay de nuestro padre el Estado, que es el llamado a proporcionarnos fuentes de trabajo, viviendas dignas, salud, seguridad alimenticia y demás condiciones para suplir nuestras necesidades básicas?
Quisiera referirme, en particular, al derecho al trabajo. Quizás algunos no estarán de acuerdo con mi posición, pero según mi criterio este es uno de los derechos más importantes porque permite suplir nuestras necesidades básicas y no tan básicas; el poseer un trabajo te da seguridad social y alimentaria, vestido, educación, te hace sujeto de crédito para obtener vivienda, auto y demás beneficios que el individuo anhela para convivir en la sociedad que tenemos hoy en día.
A propósito del derecho al trabajo, me referiré, exclusivamente, al de los servidores públicos, porque pareciese que los servidores públicos están huérfanos de padre. El servidor público no tiene quién los proteja, como sí lo tiene el resto de los trabajadores de este país.
Y es que el Estado, según mandato constitucional, es el obligado a elaborar políticas económicas encaminadas a promover el pleno empleo y asegurar a todo trabajador las condiciones necesarias para una existencia decorosa.
Este texto es parte del artículo 64 de nuestra Constitución, pero parece ser que nuestros gobernantes, me refiero a todos, los pasados y presentes, interpretan estas palabras como refiriéndose solo al sector privado, y qué hay de los trabajadores del sector público; no hay políticas de Estado que verdaderamente proporcionen una estabilidad y seguridad laboral a los servidores públicos, puede que sí existan pero no han sido respetadas y esto se repite históricamente.
El servidor público no es de otro planeta y los hay buenos y malos, como también los hay en el sector privado; aun puedo decir más, el servicio que presta el sector privado no es tan diferente al que se presta en las instituciones públicas, diría yo que la diferencia es mínima.
Es más, para mí, la pequeña diferencia radica en la motivación que se le da al empleado de la empresa privada, mejor salario, bonificaciones, el decimotercer mes que es mucho más alto, y la revisión del salario mínimo cada cierto periodo, entre otras regalías. Abonado a esto, tienen un instrumento legal tan protector como lo es el Código de Trabajo, al igual el artículo 79 de nuestra Constitución que dice que los derechos y garantías establecidas en este capítulo (Capítulo 3. CN), serán considerados como mínimos a favor de los trabajadores.
Yo siempre he trabajado en la empresa privada y he tenido la oportunidad de trabajar, en el pasado inmediato, en el sector público, y les puedo decir que no es tan fácil como piensan muchas personas, sobre todo, que aquí hay rendición de cuentas y cabe responsabilidad directa al funcionario que comete errores.
El servidor público, a diferencia de los demás, solo puede hacer lo que la ley le dice que haga, no puede hacer más allá porque estaría infringiendo la Constitución y la ley.
Quisiera referirme a la experiencia que viví en el momento de la transición de un gobierno a otro y trataré de describirlo con algunas palabras para hacerme entender: terrorismo sicológico, acoso sexual y laboral, persecución, hostigamiento, menosprecio, disminución, puedo decirles que estas son algunas palabras que describen lo que viven los servidores públicos cada cambio de gobierno, y quizás los significados sean similares, pero es que hay que mencionarlas cada una.
Los gobiernos históricamente han demostrado que quieren servidores públicos “botellas”, no les importa la preparación o el conocimiento que tenga ese funcionario, ni siquiera le importa evaluar el trabajo que realiza ese funcionario; tampoco le interesa la familia o las obligaciones que pueda tener ese funcionario, el servicio público es un botín político.
Pero, ¿hasta cuándo vamos a permitir que los gobiernos hagan esto con los servidores públicos? Ningún servidor público debe estar afiliado a partido político alguno, porque no le ven la hoja de vida a la persona solo les interesa que formen parte de un partido para lograr sus votos.
Si queremos mejorar la función del Estado debemos tener servidores públicos sin afiliación política, aptos, preparados, motivarlos más, capacitarlos, darles mejores salarios y hasta equipararle el decimotercer mes al del sector privado.
Actualmente, el servidor público se encuentra totalmente desprotegido, no se le respetan sus derechos, porque aquel padre, el Estado, que les prometió el cielo y la tierra, se encuentra ausente, no escucha el clamor de sus hijos. Es por todo esto que yo los he llamado, servidores públicos, los huérfanos de padre.
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Publicado el 25 de diciembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a quien damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que le corresponde.
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