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La opinión de….
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JOSÉ A. AMADOR V. –
escritoramador@gmail.com
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‘ Pan para hoy… hambre para mañana’, parece ser la lucha realizada por un grupo de pensionados y jubilados, liderizados por don Eladio Fernández.
En reiteradas ocasiones este grupo ha promovido acciones para lograr un aumento a sus pensiones del Seguro Social, lo que ha producido grandes inconvenientes a terceros y sus logros han sido mínimos. ¿El problema real se resuelve con cincuenta balboas? ¿Alcanza el aumento para costear las medicinas y los servicios negados por el Seguro Social?
Los pedidos para obtener una mayor pensión, a juicio mío, no resuelven el problema de los pensionados. El macro problema por el que atravesamos los que nos hemos acogido a un retiro remunerado, no lo resolvemos con migajas. Soy de la opinión que su lucha no constituye beneficio real alguno y, por el contrario, atenta contra la dignidad de los pensionados y jubilados, porque está reflejando que estamos ‘muertos de hambre’, que no nos alcanza para vivir y está creando, con sus acciones circenses, imagen de lástima y burla, aunque nos asista la razón, adicional es conocido que un gran número de pensionados y jubilados es asiduo visitante a los casinos y juegos de azar. ¿En que quedamos señor Eladio?
Señor Fernández, el verdadero problema de la Institución está en que: ‘Los que no pagan seguro social están acabando con la institución’ (los beneficiarios), es imposible que un número reducido de cotizantes pueda costear los servicios de salud de una población de tres millones de personas.
La real lucha de cotizantes, pensionados y jubilados es cerrar filas y enfrentarnos por una verdadera reestructuración de la Institución. Establecer una empresa dirigida, administrada y operada por sus únicos y verdaderos dueños: asegurados, pensionados, jubilados y patronos. Sacar al Estado del manejo y control de la Institución. Esta es la única solución y salvar a la Caja de Seguro Social, con la aplicación de, primero: reformar la Constitución, para hacer responsable al Estado y Gobierno de cumplir con los artículos constitucionales referentes a la Salud, Seguridad Social y Asistencia Social, eliminados con la Constitución de 1972, donde se trasladó esa responsabilidad a la Caja de Seguro Social.
Segundo: Crear una organización empresarial, como la hecha con la Comisión del Canal, sin la intervención del Gobierno, con su estructura legal, administrativa y operacional, respondiendo a las directrices de sus propietarios (asegurados, pensionados, jubilados y patronos), considerando al Estado como un patrono.
Tercero: Programar progresivamente, la suspensión de servicios a los beneficiarios y paralelamente que el gobierno los asuma. Esta transferencia puede ser en un lapso de tres años.
Cuarto: El Estado, durante ese tiempo, debe reorganizar sus centros de salud y hospitales para atender a la población no beneficiada y la que no recibe asistencia del Seguro Social.
Es indispensable esta solución para tener una Institución saneada y con futuro seguro. Dejar de ser la Caja Menuda del Estado desde 1972 y que mediante una estructura empresarial bien planificada, permita la participación de todos los entes y agrupaciones de asegurados en la administración y manejo de su organización para garantizarse una atención médica y de salud dignas, contando con instalaciones, medicamentos y servicios técnicos requeridos y en especial contar con una pensión de retiro asegurada, con proyecciones de ajustes salariales, programados, dependiendo de la situación del país.
Mientra el Gobierno tenga ingerencia directa y no se le retire su control y manejo, jamás se podrá fortalecer su estructura administrativa y funcional. El Seguro Social debe ser una empresa independiente, igual a una compañía aseguradora.
El Gobierno debe y tiene la responsabilidad de ejecutar programas de Salud igual para todos, no así el Seguro Social, porque tiene sus dueños y no son ni el gobierno, ni el pueblo, solo los que cotizan tienen derecho a sus beneficios.
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<> Este artículo se publicó 17 de diciembre de 2010 en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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