La opinión de…
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Luis Enrique Povea Castellón
El mundo es como el cuerpo humano, tiene órganos, extremidades, células y una entera consciencia. Cada órgano de su cuerpo es necesario y vital para la satisfacción y su funcionamiento diario. Podríamos ver a la humanidad como una parte o extremidad significativa para ese cuerpo llamado planeta, como una parte elemental de su funcionamiento, el cual se debe preservar y cuidar de la mejor forma posible.
Lastimosamente en la actualidad la salud del mundo se encuentra en franco deterioro, en un estado cancerígeno, que cada día destruye las células más preciadas para el desarrollo de ese cuerpo. Daría cabida el llegar a pensar que hemos dejado de darle los cuidados necesarios no llevando una vida realmente saludable. El mundo se ha alimentado mal, no ha descansado lo suficiente y sufre de un estrés constante.
Antiguas civilizaciones creían que así como es en la tierra, es en el cielo, ¿por qué no pensar, entonces, que la tierra se encuentra en un gran cáncer o enfermedad que nos puede llevar a la muerte al igual que muchos seres humanos? Las emociones negativas como el odio, ira, ego, envidia y deshonestidad, entre varias, serían como síntomas de una cruel enfermedad, que mientras le sigamos dando rienda suelta y no busquemos cura alguna, la estimulamos aún más.
El cuerpo (mundo) se sigue negando a la cura, rehúsa de su “medicina” tal cual un niño rehúsa ir al doctor. Nuestro cuerpo, nuestro mundo, sigue constantemente alimentándose de lo que no construye, sumido en un falso ego que lo seguirá enfermando, negándose a visitar al médico, porque se cree fuerte y saludable. Empecemos, pues, a cuidar ese cuerpo, que deseamos dejar para muchas generaciones, por muchos años más. Vamos a ejercitarlo y alimentarlo de la mejor forma en los años venideros, dándole los mejores cuidados, generando antídotos para combatir lo que enferma y lo que destruye, estimulando valores positivos en la sociedad, construyendo y creando acciones eficientes y responsables para con nuestro planeta, cuidando y preservando sus raíces, estimulando un crecimiento sostenible reconociendo nuestra naturaleza divina de carácter y esencia libre.
Si actuamos de forma responsable hoy, nuestro “doctor” podrá asegurar para nuestro planeta muchos años más de vida, podrá ver a sus “hijos” crecer y desarrollarse, evitando que sus días estén contados.
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<> Este artículo se publicó el 11 de noviembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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