La opinión de…
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David Djemal —
Nunca es tarde cuando la justicia es buena. El 19 de julio pasado recordamos con tristeza a los 20 panameños que murieron en el atentado terrorista del vuelo 901 de Alas Chiricanas.
Era 1994, el avión hacía su vuelo de rutina entre Colón y Panamá transportando a empresarios y clientes de la Zona Libre. Entonces ocurrió lo que nunca pensamos que podría ocurrir en Panamá. Un terrorista suicida detonó su bomba en pleno vuelo sobre las montañas de Santa Rita a cinco minutos de haber despegado del aeropuerto de France Field en Colón.
Mientras escribo se me vienen a la mente los recuerdos de ese día. Primero la impresión de la noticia de que el vuelo había desaparecido del radar, luego ver cómo salían los helicópteros de búsqueda, la espera de familiares y amigos que rezábamos por buenas noticias y finalmente el anuncio de que no había sobrevivientes. Vivimos la extraña experiencia de asistir a un entierro múltiple y los días siguientes fuimos a brindar nuestro pésame a una casa a otra y luego a otra y luego a otra…
No puedo evitar que se me agüen los ojos y me pregunto: ¿Para qué sirve el terrorismo? ¿A quién beneficiaron? ¿Qué positivo puede salir de algo así? La respuesta es: nada.
De las 21 personas a bordo 12 eran miembros de la comunidad hebrea de Panamá. El terrorista se registró con el nombre de Lya Jammal, su cuerpo nunca fue reclamado por nadie. Todos los indicios apuntan a que el responsable del atentado fue Hizbulá, grupo terrorista chiita radicado en el sur del Líbano, financiado por Irán y dedicado a la destrucción de Israel.
El atentado de Alas Chiricanas está ligado al atentado ocurrido un día antes en Buenos Aires a la Asociación Mutual Israelita de Argentina en donde murieron 85 personas cuando un camión bomba fue detonado frente al edificio de la institución.
En marzo del 2003 el juez federal argentino Juan José Galeano remitió a Panamá documentación que acredita la vinculación de los dos atentados. Envió una copia de la llamada “resolución internacional”, donde pidió una serie de capturas internacionales de ex funcionarios y diplomáticos iraníes, a quienes acusó de “conspirar” para la realización del atentado en Buenos Aires y del expediente No. 278 donde se recopiló información sobre el bombazo al avión panameño.
La República Islámica de Irán es la principal patrocinadora mundial del terrorismo. Su Fuerza Quds, una unidad de elite de la Guardia Revolucionaria de Irán, tiene una larga historia de apoyo a organizaciones terroristas. Irán ha suministrado fondos, ayuda material, entrenamiento y servicios de inteligencia a sus principales aliados: Hizbulá, Hamás, el Jihad Islámico Palestino y el Frente Popular para la Liberación de Palestina.
He escuchado a los diferentes gobiernos prometer que este hecho criminal sería investigado y que la justicia se encargaría de los responsables. Hasta el momento el caso no ha sido resuelto. 16 años son muchos para una investigación, pero son pocos para los que tenemos todavía el recuerdo de esos días horribles. Nunca es tarde cuando la justicia es buena.
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Este artículo se publicó el 22 de julio de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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