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La opinión de…
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Robin Rovira Cedeño –
“Sé sincero contigo mismo y de ello se seguirá como la noche al día que no podrás ser falso con nadie”, dijo William Shakespeare.
No cabe duda alguna que en el caso de algunas situaciones desafortunadas o lamentables que han sucedido alguien o algunos tendrán que ser sinceros consigo mismos (sino todos).
Fue en un artículo de opinión anterior (La Prensa, 17 de junio de 2009) que mencioné: “No hay libertad absoluta sin responsabilidad. Hasta el punto que hayamos aprendido a ser responsables, hasta ese punto tenemos derecho a ser libres”.
El ser sinceros con nosotros mismos equivale a ser responsables. Por cierto la palabra “responsabilidad” proviene de una palabra latina que significa: “capacidad de respuesta”. Una persona responsable es una persona con capacidad de respuesta. A modo general, puedo decir que tenemos que aprender a ser responsables o aprender a tener capacidad de respuesta, como gobernados y gobernantes; como empleados y empleadores; como padres e hijos; como educadores y educandos. Porque nuestra falta de responsabilidad o capacidad de respuesta siempre terminará por afectar a otros.
Si el ser sinceros con nosotros mismos equivale a ser responsables, el ser responsables equivale a enviar mensajes claros. Es decir, a no enviar mensajes contradictorios. Según la psicología los mensajes contradictorios conducen a la esquizofrenia. Una sociedad que envíe mensajes contradictorios sería, entonces, una sociedad esquizofrénica.
A modo de ejemplo: ¿Cómo puede un educador enseñar a un estudiante en un aula de clases como parte de una clase de religión el mandamiento: “No fornicarás”, pero por otro lado, como parte de una clase de reproducción humana enseña a ese estudiante cómo usar un preservativo correctamente? (caso de la vida real)
¿Cómo entender a un medio de comunicación que condena la industria pornográfica, pero por otro lado alienta la pornografía sutil, publicitando mujeres prácticamente desnudas?
¿Cómo entender un gobierno que aliente la decencia, pero cuando abordo un transporte público tengo que escuchar música inmoral; o cuando camino por las vías públicas se evidencian las carátulas de CD con escenas de sexo oral a la luz del más tierno de los seres humanos como son los niños?
¿Cómo se puede incentivar a ponerle “tarjeta roja a la violencia”, pero por otro lado se promociona abiertamente la violencia? Digo abiertamente, porque se transmiten a horas muy tempranas programas que vulneran la sensibilidad. Y digo vulneran la sensibilidad, recordando lo dicho por el gran estadista norteamericano Thomas Jefferson: “Existe una aristocracia natural entre los hombres, basada en la virtud y el talento”.
Un hombre sin virtud ni talento es un hombre insensible. Y un hombre insensible es un hombre sin aquella “aristocracia natural” que le debe revestir o adornar como ser humano ¿O es que ya nos cansamos de ser humanos?
No extraña ver, entonces, como existe un culto hacia la violencia como acto de valor; hacia lo tosco, chabacano y vulgar. Hacia lo común y corriente; porque, los mensajes no están llegando claro a quienes tienen que llegar.
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Este artículo se publicó el 2 de febrero de 2011 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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