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La opinión del Jurista…
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Víctor Collado Sánchez –
No da para reírse la baja calidad de las respuestas porque el conocimiento de la historia, en el caso de Panamá, tiene importancia habida cuenta del débil espíritu nacional del que damos muestras desde que Eusebio A. Morales así lo sentenciara a inicios del siglo XX.
Pero sin descuidar el peso de lo dicho, pienso que el asunto debe tener otro rumbo. ¿Cuál es el provecho con exhibir en público los escasos conocimientos históricos de nuestra juventud? ¿Qué utilidad tiene para el estudiante, hoy día, saberse de memoria el nombre del autor de la letra del Himno Nacional o quién confeccionó la primera bandera del naciente país? ¿Qué tanto progresamos si en coro repetimos el significado de las imágenes que reproduce el escudo? ¿Qué tal lúcido sería nuestro sistema educativo si ninguno de los entrevistados le fallara a la pregunta sobre los protagonistas de la gesta de independencia de España?
¿A quién atribuirle el desconocimiento elemental sobre la historia nacional: a los estudiantes por especializarse más en tirar piedras que en abrir libros, o a los profesores, guiados por el afán de ganar más sueldo? ¿O a todo el sistema educativo que ya está viejo, desfazado, inoperante, insulso y lo que es peor: a merced de cuánto político se cree en capacidad para inventar “sistemas” o “transformaciones educativas cada cuatro años sólo por la majadera proclividad de decir mañana que esto u otro lo hice yo, mi gobierno o mi partido.
Qué bueno sería que las entrevistas se dirigieran a revelar cuánta ciencia, educación o tecnología están recibiendo los estudiantes. Que le dijeran al país el equipamiento técnico de sus escuelas o los progresos en materia de investigación. O de cómo se están proyectando en la comunidad con proyectos de soluciones concretas (no excursiones a regiones pobres con regalos) y que la gente hace suyo. ¿Qué incentivos están recibiendo del gobierno o de la empresa privada? O sobre sus expectativas de empleo luego de la graduación.
Si queremos un país diferente, con esperanzas y optimismo para todos, nos convendría fiarnos, por ejemplo, en el caso de Singapur que teniendo menos de 50 años de independencia, ya es uno de los más globalizados del planeta que en lugar de tener héroes de la independencia en sus billetes, luce la imagen de una universidad con una sola palabra impresa: Educación.
Razón no le falta al ensayista Andrés Oppenheimer cuando en su última obra (sept. 2010) nos dice que “la obsesión iberoamericana con la historia nos está robando tiempo y energías para concentrarnos en el futuro”.
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<>Artículo publicado el 15 de diciembre de 2010 en el diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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