¿Consumimos en Navidad o nos consume la Navidad?

La opinión de…

 

Graciela Arosemena

Según la tradición cristiana, Jesús predicaba y promovía una vida en humildad sin ostentaciones y solo con lo necesario para vivir. Él nunca imaginó que la celebración de su nacimiento llegaría a convertirse en la excusa para el mayor consumo masivo del año, ejecutado precisamente por muchos de los que dicen ser cristianos.

El ambiente navideño del consumismo lo que provoca en nuestras calles es empeorar las condiciones del manejo, la lucha de quién es el más juega vivo, ¿y los demás? qué importa… te tiran el carro, insultan, y la cortesía es cosa de tontos. ¿Es este el ejemplo de una sociedad que se dice creyente? O es que solamente “a creer se va a la Iglesia” y cuando se sale de ella todo vale. Lo cierto es que en esta época la supuesta paz y amor quedan en un vago sonido hueco y sin sentido.

También todos nos damos golpes de pecho, de que este es momento de ser solidarios, pero el resto del año a más de un empleado no se le reconocen vacaciones, ni las bajas por enfermedad, porque un día menos de trabajo solo significa pérdida de dinero, y el ser humano detrás, da igual. Pero claro, nadie duda en desear con la boca muy llena una feliz Navidad.

No pocos deberían recibir una visita de los fantasmas de la Navidad, que en la historia de Dickens le daban una lección de humanidad al avaro Scrooge.

Pero quien más pierde con estas fiestas es nuestra Tierra, son muy caras ecológicamente. Se decora con luces que aumentan el consumo energético, y la tónica es comprar y comprar, generando un aumento considerable de residuos. Papel, plástico, bolsas, decoraciones, pedazos de abetos utilizados efímeramente como arbolitos de Navidad.

Es que la cultura de “usar y tirar” no podía celebrar la Navidad de otra manera. Hay maneras creativas de no consumir en Navidad, como regalar una cena, hacer un favor o crear adornos a base de nuestros propios residuos domésticos, como las cajas de cereales.

Definitivamente, son los niños quienes viven con genuina ilusión esta época. Aunque ya desde la infancia se les puede inculcar el no consumismo. Explicándoles cosas como: “no se puede pedir tantos juguetes, porque la Tierra se queda sin materiales para que puedan ser fabricados otros”. Introduciéndolos al concepto de la sostenibilidad. O también aspectos asociados a la solidaridad, “si pides muchos juguetes no habrá suficiente para todos los niños del mundo”. Y no como convencionalmente se hace, abrumar a los niños con gran cantidad de objetos, que además de acostumbrarlos a la abundancia, los hace más exigentes. Así no iremos a ninguna parte, continuaremos con esta sociedad de valores materiales forjados en el más puro capitalismo, e indolente ante el medio ambiente.

De nosotros depende que en un futuro la hipocresía y el consumismo que inundan esta sociedad cambien, educando a las nuevas generaciones con valores sociales y con una ética ligada con la realidad actual, algo que no necesariamente está asociado a la religión.

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<> Este artículo se publicó el 17 de diciembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.