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  • El olvidado arte del perdón (link)  por la Psicóloga Clínica Geraldine Emiliani.  Haga clic sobre el título para acceder a este importante artículo.
  • Sobre la Libertad de Expresión (link) por la periodista Flor Lizondro.  Haga clic sobre el título para acceder a la nota.
  • Consideraciones sobre la Invasión a Panamá (link) Haga click sobre el título para acceder a este importante artículo
  • Discurso del Presidente de Costa Rica  Oscar Arias Sanchez en la cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe. (Ir hacia abajo para leer los artículos)
  • La cáscara y la pulpa
  • Creación del Ministerio de Cultura
  • Democratizar la Lectura
  • Internet y la prohibición de copiar
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Discurso de Óscar Arias Sánchez, Presidente de Costa Rica.

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23 de febrero de 2010 | Cancún, México |Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe.

Excelentísimos Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe, amigas y amigos:

Ésta es mi última participación en una cumbre internacional. No pretendo despedirme de América Latina ni del Caribe. Los sueños de esta región los llevo atados al centro de mi vida.  Pero sí debo despedirme de ustedes, colegas, hermanos, compañeros de viaje.  Debo despedirme de este auditorio que resume, en un racimo de voces, las esperanzas de 600 millones de personas, casi una décima parte de la humanidad.  Es en nombre de esa estirpe latinoamericana que quiero compartir con ustedes algunas reflexiones. Es en nombre de la prosapia que habita más allá de estas puertas, y que exige de nosotros la osadía de construir un lugar más digno bajo el sol.

A pesar de los discursos y de los aplausos, lo cierto es que nuestra región ha avanzado poco en las últimas décadas. En ciertas áreas, ha caminado resueltamente hacia atrás. Muchos quieren abordar un oxidado vagón al pasado, a las trincheras ideológicas que dividieron al mundo durante la Guerra Fría. América Latina corre el riesgo de aumentar su insólita colección de generaciones perdidas. Corre el riesgo de desperdiciar, una vez más, su oportunidad sobre la Tierra. Nos corresponde a nosotros, y a quienes vengan después, evitar que eso suceda. Nos corresponde honrar la deuda con la democracia, con el desarrollo y con la paz de nuestros pueblos, una deuda cuyo plazo venció hace siglos.

Honrar la deuda con la democracia quiere decir mucho más que promulgar constituciones políticas, firmar cartas democráticas o celebrar elecciones periódicas. Quiere decir construir una institucionalidad confiable, más allá de las anémicas estructuras que actualmente sostienen nuestros aparatos estatales. Quiere decir garantizar la supremacía de la ley y la vigencia del Estado de Derecho, que algunos insisten en saltar con garrocha.

Quiere decir fortalecer el sistema de pesos y contrapesos, profundamente amenazado por la presencia de gobiernos tentaculares, que han borrado las fronteras entre gobernante, partido y Estado. Quiere decir asegurar el disfrute de un núcleo duro de derechos y garantías fundamentales, crónicamente vulnerados en buena parte de la región latinoamericana. Y quiere decir, antes que nada, la utilización del poder político para lograr un mayor desarrollo humano, el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestros habitantes y la expansión de las libertades de nuestros ciudadanos.

No se debe confundir el origen democrático de un régimen con el funcionamiento democrático del Estado. Hay en nuestra región gobiernos que se valen de los resultados electorales para justificar su deseo de restringir libertades individuales y perseguir a sus adversarios. Se valen de un mecanismo democrático, para subvertir las bases de la democracia. Un verdadero demócrata, si no tiene oposición, debe crearla. Demuestra su éxito en los frutos de su trabajo, y no en el producto de sus represalias. Demuestra su poder abriendo hospitales, caminos y universidades, y no coartando la libertad de opinión y expresión. Un verdadero demócrata demuestra su energía combatiendo la pobreza, la ignorancia y la inseguridad ciudadana y no imperios extranjeros y conspiraciones imaginarias.

Esta región, cansada de promesas huecas y palabras vacías, necesita una legión de estadistas cada vez más tolerantes, y no una legión de gobernantes cada vez más autoritarios. Es muy fácil defender los derechos de quienes piensan igual que nosotros. Defender los derechos de quienes piensan distinto, ése es el reto del verdadero demócrata. Ojalá nuestros pueblos tengan la sabiduría para elegir gobernantes a quienes no les quede grande la camisa democrática.

Y ojalá también sepan resistir la tentación de quienes les prometen vergeles detrás de la democracia participativa, que puede ser un arma peligrosa en manos del populismo y la demagogia. Los problemas de Latinoamérica no se solucionan con sustituir una democracia representativa disfuncional, por una democracia participativa caótica.

Parafraseando a Octavio Paz, me atrevo a decir que en nuestra región la democracia no necesita echar alas, lo que necesita es echar raíces.Antes de vender tiquetes al paraíso, preocupémonos primero por consolidar nuestras endebles instituciones, por resguardar las garantías fundamentales, por asegurar la igualdad de oportunidades para nuestros ciudadanos, por aumentar la transparencia de nuestros gobiernos, y sobre todo, por mejorar la efectividad de nuestras burocracias. Mi experiencia como gobernante me ha comprobado que los nuestros son Estados escleróticos e hipertrofiados, incapaces de satisfacer las necesidades de nuestros pueblos y de brindar los frutos que la democracia está obligada a entregar.

Esto tiene serias consecuencias sobre nuestra capacidad de honrar la segunda deuda que he querido mencionarles, la deuda con el desarrollo. Una deuda que, repito, tenemos que honrar nosotros. Ni el colonialismo español, ni la falta de recursos naturales, ni la hegemonía de Estados Unidos, ni ninguna otra teoría producto de la victimización eterna de América Latina, explican el hecho de que nos rehusemos a aumentar nuestro gasto en innovación, a cobrarle impuestos a los ricos, a graduar profesionales en ingenierías y ciencias exactas, a promover la competencia, a construir infraestructura o a brindar seguridad jurídica a las empresas. Es hora de que cada palo aguante la vela de su propio progreso.

¿Con qué derecho se queja América Latina de las desigualdades que dividen a sus pueblos, si cobra casi la mitad de sus tributos en impuestos indirectos, y la carga fiscal de algunas naciones en la región apenas alcanza el 10% del Producto Interno Bruto? ¿Con qué derecho se queja América Latina de su subdesarrollo, si es ella la que demuestra una proverbial resistencia al cambio cada vez que se habla de innovación y de adaptación a nuevas circunstancias? ¿Con qué derecho se queja América Latina de la falta de empleos de calidad, si es ella la que permite que la escolaridad promedio sea de alrededor de 8 años? Y sobre todo, ¿con qué derecho se queja América Latina de su pobreza si gasta, al año, casi 60.000 millones de dólares en armas y soldados?

La deuda con la paz es la más vergonzosa, porque demuestra la amnesia de una región que alimenta el retorno de una carrera armamentista, dirigida en muchos casos a combatir fantasmas y espejismos. Demuestra, además, la total incapacidad para establecer prioridades en América Latina, una práctica que impide la concreción de una verdadera agenda para el desarrollo. Hay países que sufren conflictos internos, que pueden justificar un aumento en sus gastos de defensa nacional. Pero en la gran mayoría de nuestras naciones, un mayor gasto militar es inexcusable ante las necesidades de pueblos cuyos verdaderos enemigos son el hambre, la enfermedad, el analfabetismo, la desigualdad, la criminalidad y la degradación del medio ambiente. Es lamentable que en esta Cumbre de la Unidad se reúnan países que se arman los unos contra los otros. Y es también lamentable que en esta Cumbre de la Unidad se encuentre ausente el Gobierno de Honduras, cuyo pueblo es víctima del militarismo y no merece castigo, sino auxilio.

Si hace veinte años me hubieran dicho que en el 2010 estaría todavía condenando el aumento del gasto militar en América Latina, probablemente me habría sorprendido.

¿Cómo, después de haber visto los cuerpos destrozados de jóvenes y niños heridos en la guerra, podía esta región anhelar un retorno a las armas? ¿Cómo habría de permitir el dantesco desfile de cohetes, misiles y rifles que pasa frente a pupitres desvencijados, loncheras vacías y clínicas sin medicinas? Algunos dirán que me equivoqué al confiar en un futuro de paz. No lo creo. La esperanza nunca es un error, no importa cuántas veces sea defraudada.

Yo aún espero un nuevo día para América Latina y el Caribe. Espero un futuro de grandeza para nuestros pueblos. Llegará el día en que la democracia, el desarrollo y la paz llenarán las alforjas de la región. Llegará el día en que cesará el recuento de las generaciones perdidas. Puede ser mañana, si nos atrevemos a hacerlo. Puede ser el próximo año, la próxima década o el próximo siglo. Por mi parte, yo seguiré luchando. Sin importar las sombras, seguiré esperando la luz al final del arco iris. Seguiré luchando hasta el día que llegue.

Queridos amigos y amigas. Compartir con ustedes este foro, al igual que muchos otros más, ha sido para mí sumamente honroso y un verdadero privilegio. Esta es mi última cumbre y al decirles adiós, quiero que sepan que en Óscar Arias tendrán siempre a un amigo de verdad.

Muchas gracias.

Óscar Arias Sánchez

Biografía de Oscar Arias Sánchez. http://www.cidob.org/es/documentacion/biografias_lideres_politicos/america_central_y_caribe/costa_rica/oscar_arias_sanchez

Fundación Arias para la Paz y el Progreso.

http://www.arias.or.cr/

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Enviado el 6 de marzo de 2010 a Panaletras por Edgardo Lopez Grimaldo y Belisario Rodriguez  Garibaldo

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La cáscara y la pulpa


Opinión de
Paco Gómez Nadal

Crédito:  Diario La Prensa

El Estado se ha convertido en una especie de contratista de contratistas. Construye y hace cosas, más o menos eficientemente –más menos que más-, sin echarle cabeza al por qué de las cosas o el para qué de ellas. La mayoría de quejas que diariamente salen en los diarios de comunidades llorosas por la falta de atención estatal tiene que ver con construcción. Estamos en el mundo del bloque.

El trío mágico de peticiones en las comunidades suele consistir en: educación, salud y electricidad. Aunque, en realidad, lo que piden es escuela, centro de salud y torres de energía, ya que nadie se preocupa por el contenido de las edificaciones sino por las construcciones en sí.

La cinta costera es un ejemplo que apuntala mi tesis,  pero es mucho más dramático buscar la confirmación en pequeñas comunidades rurales donde se levantan aulas de clase preñadas de sobre costo, centros de atención sanitaria más vacíos que la cuenta corriente de un mendigo y electricidad que en lugar de traer desarrollo viene con la televisión a cuestas.

Un médico ngäbe calificaba hace unos meses esta trilogía como “la mentira del desarrollo”. Lo hacía desde una comunidad con necesidades básicas insatisfechas y partía de una reflexión más que acertada: “Vaya a las comunidades que tienen escuela, centro de salud y energía desde hace 20 años y mire si han salido de la pobreza…”. No, no habían salido porque era pura forma sin fondo, ladrillos sin masa gris, aparente atención estatal y verdadera desidia de Estado.

Esto no es solo culpa de los gobiernos, hacedores irreflexivos que corren contrarreloj para apuntarse éxitos mediáticos, sino de unas sociedades que se emboban con la cáscara brillante de la fruta y se olvidan que el licuado que alimenta se hace con la pulpa.

Leo un análisis sobre el mal estado de las escuelas, otro sobre el mal estado de los parques, es fácil oír lamentos sobre el triste aspecto de los hospitales, pero no es tan habitual escuchar debates de fondo sobre la calidad o el tipo de educación que acontece dentro de las escuelas, o sobre medicina preventiva o atención humana a los pacientes… Eso no solo depende de presupuestos, sino de cabeza y sensibilidad.

Es decir, el problema no está en si se fusiona o no el Inac con el Ipat sino en el trasfondo filosófico de la decisión (si es que la tiene); lo más grave no es que en las escuelas haya goteras, sino que los docentes vayan desganados a repetir lecciones mal aprendidas repletas de imaginarios y prejuicios nocivos para la salud;  lo más triste no es que falten medicinas, sino que desde unos cuantos pasos antes a los pacientes que buscan el sistema público se les trate a las patadas como si fueran ganado;  la pregunta no es cuántos baches tiene la carretera a Darién (unos dos millones) sino para qué sirve, qué concepto de desarrollo territorial ha pensado el país para una zona como esa;  la disyuntiva no era ampliar o no el Canal en función de presupuestos y complejidades ingenieriles, sino qué país se quiere tener en 25 años y si es el de empleados de servicios o el de autogestión y sostenibilidad;   el reto no es solo bajar el costo de la canasta básica, sino plantearse por qué el país no produce ni da acceso democrático a alimentos de calidad y en la cantidad suficiente para poder presumir de soberanía alimentaria…

La lista de pulpa venida a menos es interminable y el peligro de las cáscaras es que puestas en un mal lugar pueden provocar una resbalada monumental. Hay que provocar los grandes debates para encontrar las pequeñas soluciones. Por desgracia estamos en la era de la ‘productividad’ y las ‘cifras’ y los gobiernos tienen pánico a pensar porque eso se podría traducir en inactividad. Las personas también estamos atenazadas por ese temor. Se ensalza al que hace, se aparta al que piensa. Por eso el nuevo presidente gusta tanto, por la imagen de “hacedor”.

Sin embargo, algunas cabezas pensantes son necesarias en cualquier fórmula de éxito. Dudo que desde los gobiernos o desde los platós de televisión se colabore a redefinir el modelo de país más allá de los bloques de cemento, por eso es imprescindible que periódicos, grupos civiles organizados, vecinos, obreros, estudiantes y demás sectores del país se den a la tarea de pensar para proponer. Parece un trabajo estéril, pero es siembra para futuro, fruta fresca entre tanto fruto seco.

<>Publicado el 11 de agosto de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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CREACION DEL MINISTERIO DE CULTURA

Por:  Vicente A. Caballero Díaz

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A partir de los años 1963-1964, venimos incursionando en el rescate de los valores culturales en Veraguas. Con un grupo de amigos y profesionales se formó el Comité pro Museo de Veraguas; posteriormente, en 1965, mediante Acuerdo Municipal, se creó el Museo Municipal y la Escuela de Música, ésta última iniciativa, sin mayores éxitos.
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Luego en el año 78, se abrió paso el Comité de Cultura de la Provincia el cual, al final, dio lugar al Patronato Pro Cultura de Veraguas, constituido con su personería jurídica en 1995, luego de haberse creado mediante Ley No. 27 de 17 de diciembre, El Museo Regional de Veraguas, una batalla ganada luego de 40 años de incesante labor.
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Este tipo de acciones le permite al hombre ser protagonista dinámico del progreso cultural y del desarrollo. Reconozco que se han efectuado esfuerzos e inversiones en el campo de la promoción, cooperación y desarrollo cultural, pero existen todavía en nuestro medio, facetas vírgenes en el ámbito del patrimonio cultural nacional por explotar.
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Posiblemente, estemos hablando de una nueva legislación cultural que apunte hacia las riquezas naturales en los campos, en el área indígena y en pueblos, que indirectamente viven marginados y que tiene que ver con la “industrias culturales” y todo lo que el hombre hace.
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Eso es cultura, “es la síntesis de los valores materiales y espirituales que ha alcanzado el pueblo como conjunto de formas y resultados de la actividad humana difundida y consolidada en el seno de la colectividad, en permanente actualización”, como bien afirmara mi gran maestra, Reina Torres de Araúz.
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La cultura desprovista del meritorio rol que debería empujar en nuestros tiempos, vive huérfana y hasta desprovista de los recursos y su capacidad operativa. La cultura debería estar al lado de la Educación, de la Salud, del Ministerio de la Familia y Desarrollo Social, del MIDA, de Economía y Finanzas, por lo que, por nuestra posición de país de tránsito hace más propicia la idea de elevar al rango de Ministerio de Cultura, lo que en nuestro tiempo se conoce como INAC.
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Es un atrevido reto y hasta una locura, pero esos recursos humanos diversificados que están allí en las Escuelas de Bellas Artes, en los centros privados de la cultura y el folklor merecen, a mi juicio, un tratamiento especial.
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Hay recursos culturales marginados en los campos y pueblos que exigen una especie de Banco de Datos, en el marco de un relevantamiento cultural en todo el país, tal como he venido planteando en Veraguas desde el 2004. Y esta idea se ha puesto en práctica en otras naciones quizás más golpeadas que Panamá. Tal vez, estas acciones, minimicen gastos en el futuro.
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Definitivamente, de lograrse la creación del Ministerio de Cultura, hay que trabajar en una planificación bien pensada en lo pertinente a una adecuada utilización del recurso humano y a una eficiente administración de la cultura.
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Contamos con el recurso humano, existen Museos Regionales, Casas de la Cultura, Monumentos Históricos, Monumentos Conmemorativos, Sitios de interés nacional; un Canal de Televisión del Estado, Emisora Estatal y una variedad de medios dispersos que significan erogaciones cuyos resultados no se han contabilizado y que merecen una centralización y dirección en dicho Ministerio, no para adoctrinar y hacer propaganda política para el Estado que no requiere hacerlo, tal como ocurrió en épocas pasadas.
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Ponemos al Ministerio de cultura frente a la delincuencia y corrupción y la primera con la cualidad de elevar la calidad de vida, la eficacia y el desarrollo de la Nación.
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Publicado el 23 de julio de 2009 en el diario El Panamá America, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

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DEMOCRATIZAR LA LECTURA

Por:  Ricardo Arturo Rios Torres

Patria y literatura tienen un sentido esencial en nuestro país. La literatura es el soplo vital de los siglos. Con sus huellas vencemos el polvo del olvido. La literatura tiene el extraño sortilegio de la sentencia de Tutankamón en su sarcófago: he visto el ayer, conozco el mañana…

La nación tiene un devenir con más de 500 años de historia y durante ese acontecer hemos desarrollado una épica de la esperanza.

La patria de Ricardo Miró, Rogelio Sinán y Guillermo Andreve gracias a su literatura acumula en su memoria el polvo aluvional de una historia dramática enfrentada a las águilas imperiales y a los grandes intereses de las transnacionales.

Por eso, hoy reclamamos con el patriotismo de León A. Soto, Manuel José Hurtado, Carlos Iván Zúñiga, y muchos otros panameños, el derecho a leer como un derecho universal. El derecho a leer es el derecho a imaginar una sociedad más justa, con igualdad de oportunidades. Al leer multiplicamos las perspectivas para comprender otras dimensiones de la realidad, además develamos con una lectura compartida los misterios, mitos y leyendas de un patrimonio colectivo al generar con potencia genética un nuevo entramado de emociones con hilos de infinito.

El derecho a leer es el derecho a pensar críticamente, a decidir con plena libertad, a participar responsablemente en una vida democrática sin artificios.

El derecho a leer nos lleva a exigir un cambio de rumbo en la Educación de Panamá. Para sobrevivir como nación tenemos que despolitizar el sistema educativo, la ciudadanía debe exigir que en el equipo del Ministerio de Educación, como en el Inac, se nombren probados profesionales ajenos al partidismo electoral.

Es público y notorio que nuestros políticos pecan de irracionalidad, en consecuencia debemos cambiar la actitud de nuestra clase política e institucional, incluso de la empresa privada. Un ciudadano culto, lector, garantiza una sociedad más efectiva y eficaz, más democrática. También reclamamos el fortalecimiento, a través de un presupuesto funcional, de las bibliotecas y en especial la Biblioteca Nacional. Son necesarios los círculos de lectura, ellos propician un diálogo crítico y creativo, nos enseñan a ser tolerantes, receptivos y sobre todo solidarios. Los círculos de lectura estimulan la creación literaria, orientan a los escritores noveles y promueven el desarrollo cultural del país. Al leer aprendemos a razonar y a escribir con un mejor vocabulario, redacción y ortografía.

La lectura crítica es indispensable en el proceso de enseñaza-aprendizaje, el cambio educativo para ser puntual debe orientarse, en el fomento de la lectura para pensar lógicamente y en el saber escribir para comunicarnos con efectividad conceptual.  Y si deseamos incursionar en el Panamá literario necesitamos una cultura universal pues la literatura no se improvisa, requiere de disciplina y perseverancia.

Abogamos por una educación humanística e integral. Un profesional como un artesano o técnico con cultura es más eficiente y productivo, y como ciudadano es más consciente de su rol social en la comunidad. Invertir en cultura es acelerar el desarrollo económico al propiciar una calidad de vida plena para todos los panameños.

Los escritores somos los arquitectos de los más hermosos sueños e ideas. Somos los mensajeros de los dioses al darle a los seres humanos la necesaria eternidad a sus efímeros instantes, los escritores con palabras vencemos la fugacidad de la vida. Con palabras iluminamos el sendero de las utopías al hacerlas posibles con acciones realizables. Los poetas, dramaturgos y ensayistas forjan el alma nacional al cohesionar espiritualmente, con un real sentido de pertenencia las raíces compartidas. Los escritores con original argamasa construyen la patria común. La cultura trasciende al individuo, allí está un modo particular de pensar, hacer y sentir; en la cultura está la unidad anímica del ser humano y el derecho a leer es la llave para encontrarse con el pasado, comprender el presente y visualizar un futuro.

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Publicado el 23 de julio de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

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Temas del Editor

INTERNET Y LA PROHIBICION DE COPIAR

Héctor Robles Carrasco

Cada vez que usted  entra o accede a un sitio Web o de Internet,  está abriendo la puerta de su equipo para que le copien allí, a su equipo, el contenido del sitio que visita y un sin número de cosas más,  que usted ni se las imagina.

La data (información, texto, imágenes, música, etc.) viaja por Internet  en forma de pequeños segmentos o pedacitos, que buscan o son orientados a buscar la forma más rápida de viajar desde el servidor donde están almacenados, hasta el destino o sitio receptor  o sea el computador del usuario (usted) donde son grabados y luego reestructurados a su forma original.

Cuando se crea un sitio en Internet, el contenido del sitio se configura para almacenarse y presentarse en la forma en que dispone el constructor o propietario que lo diseña.  Todo su contenido (del sitio)  es alojado o almacenado en los medios magnéticos del servidor.  Su bucación la define una dirección única (url).  Los servidores, como su nombre lo indica, están diseñados para proveer, servir y enviar los contenidos a todo el que accede a la dirección url.   Los servidores no estan bajo el control del que diseña, del dueño o del usuario de un sitio en la Web.

Contrario a lo que es una caja de seguridad en un banco, donde también se guardan contenidos de propiedad privada para cuidarlos y ocultarlos de la vista y el alcance de personas no autorizadas; los contenidos  de los sitios Web se alojan  en los servidores con propósitos diametralmente opuestos.  Cuanto más rápido y eficiente  es un servidor en la presentación y entrega de los contenidos que tiene alojados, más eficiente, popular y cotizado es.  Lo único que se requiere es la tenencia o conocimiento de la llave de entrada  al contenido en el servidor o dirección url (http, www, etc.).

Cuando el dueño del contenido publicita o por lo menos da a conocer la dirección  url (localizador uniforme del recurso) o llave de entrada al contenido de su sitio, en realidad está haciendo lo mismo que haría usted si entregara a  todo el mundo, la llave de su caja de seguridad que tiene en su banco.

Lo más interesante de todo esto, es que cuando usted  accede a ese contenido, (abre la puerta)   usando la llave o url que le ha sido entregada sin ninguna condición;  por medio de su computadora personal , celular, etc.;  es el servidor el que por medio de programas y sistemas que usted desconoce, el que le copia  a usted, a la memoria RAM o al disco duro de  su equipo personal,  todo el contenido almacenado en esa dirección y quién sabe cuantas cosas más.  Una vez en su equipo, toda esta data queda registrada y aunque usted borre todo inmediatemente, siempre queda el registro en su equipo y en el servidor, de la data que a usted se le ingresó, aunque usted no se entere.

Solamente cuando el contenido esté ya grabado y copiado en su memoria o disco de su equipo, es que usted podrá visualizarlo, verlo con sus propios ojos, conocerlo o “copiarlo a su cerebro” porque el procesador de su equipo  “leerá” lo que le han copiado y se lo transmitirá a su pantalla para que usted pueda verlo,  o a las bocinas, para que pueda oirlo.

Cuando veo sitios de Internet cuya dirección url es ampliamente divulgada, con publicidad de todo tipo, invitando a todo el mundo a que los visiten… y luego veo que en sus contenidos presentan muchas veces la advertencia de que esos contenidos  “no se pueden reproducir, copiar o transmitir sin previa autorización escrita» ( de ellos),   quedo siempre con la triste impresión de que estoy frente a uno de los grandes contrasentidos de la lógica.

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