Pena de Muerte y Religión

La opinión del Biólogo y especialista en género y desarrollo….

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Ricardo Mejía Miller

El 22 de febrero pasado, un diario de la localidad reportaba que en la procesión del Cristo de Atalaya, la multitud de peregrinos se estimaba “en más de 150 mil personas”.  El personaje central de la fe cristiana es Jesús y fue un hombre, que según la historia, se caracterizó por su inmensa compasión por la humanidad y sus acciones en bien de todos y todas, sin distingos de ninguna clase.

Este hombre, el guía de los cristianos, murió producto de la pena de muerte que se implantaba en esa época. La pena le fue impuesta a través de una forma plebiscitaria cuando el pueblo fue consultado para decidir entre Jesús y Barrabás. Este evento nos dice que no siempre “el pueblo” acierta en sus decisiones.

Por otro lado, el mismo Jesús, el guía de los cristianos actuales, evitó la aplicación de la pena de muerte a una mujer adúltera, quien, según las leyes levíticas, debería morir apedreada al haber sido encontrada “in fraganti” en el acto mismo del adulterio.

El cristianismo, como religión, se caracteriza por su defensa al derecho a la vida. Aunque no soy cristiano, con todo respeto, quisiera recordarles algunas aseveraciones de sus propias creencias.

La opción por la vida del ser humano, a pesar de que llegue a delinquir gravemente, se manifiesta cuando Dios, según la Biblia, a través del profeta Ezequiel, manifiesta “¿acaso me complazco yo en la muerte del malvado y no más bien en que se convierta de su conducta y viva? (Ez, 18,23). Tal como decía, no soy cristiano; soy budista; y para nosotros/as también lo más importante es atesorar la dignidad de la vida.

La pena de muerte se usa como advertencia o como represalia/venganza por una acción. Pero una represalia, siempre conduce a otra. Las “manos duras” traen “pechos duros”; los corazones de los delincuentes sólo se insensibilizan aún más. Los datos en Panamá, no nos dejan mentir.

El filósofo budista Daisaku Ikeda nos dice que “la dignidad de la vida es un fin en sí mismo; por lo tanto, cuando es necesario aplicar un freno social, seguramente es mejor acudir a un procedimiento que no menoscabe la vida”.

Yo imagino que los 150 mil peregrinos de Atalaya, no se cuentan entre los que piden a gritos la pena de muerte.  Mi pregunta es, cómo es posible qué varios católicos y cristianos contradigan con sus opiniones, las acciones y pensamiento de Jesús; y por otro lado, los practicantes budistas sí podamos seguir fielmente a nuestros maestros.   Algo está pasando con la religión en Panamá.

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Este artículo  fue publicado el 20 de marzo de 2010 en el Diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.