Flamantes empresarios

La opinión de…

Pedro Moreno- Patiño 

Desde que hemos logrado significativos avances en nuestra Patria como la reversión del Canal, su ampliación, acontecimientos enormes que cualquier país del hemisferio no dudaría en atribuírsele como propio, logrando una posición privilegiada en el nuevo orden económico mundial, pese a la convulsión o shock económico que vive nuestro gigante vecino Estados Unidos, hemos mantenido un balance y pasado “agachao’” contra el huracán formado por la crisis que afronta los Estados Unidos y que su presidente Obama pretende enfrentar con hidalguía, tal como le compete. 

Sin embargo, y no es de parecernos asombroso los que no logran o no quieren evolucionar su postura humillante y desafiante son nuestros empresarios aún cuando quien nos preside pertenece a ese gremio y tiene voluntaria o forzosamente que alejarse de su entorno para captar o lograr aceptación a una población deseosa, animosa por visualizar los cambios ofrecidos y, desde esa faceta, trata de cumplir nuevas funciones en su rol de presidente.

Últimamente observamos detenidamente como se mantiene y agrava la función y el trato que ostentan los empresarios frente a sus colaboradores, término utilizado hoy día pero siguen siendo sus empleados, para muestra un botón: un empleado de una casa de materiales, es sacado literalmente de su entorno de trabajo para ser llevado a la residencia de su jefe a limpiar el excremento de su mascota, nos comentaba mi madre que la secretaria personal de su jefe tenía que hacerle la tarea a sus hijos, la verdad es que no nos asombra en lo absoluto, puesto que prevalece lo que en su momento señaló Juan Pablo II la humillante dependencia alusiva al trabajo del hombre, el gobierno nacional impulsó el aumento del salario mínimo y siguen ofreciendo, pagando y manteniendo los salarios paupérrimos que solo sirven para mantener, la decadencia del hombre como sujeto estancado en tiempos de cambio, progreso y bonanza, pues bien nuestra intención tiene que ser más aún ilustrativa.

Por ejemplo, en una economía eminentemente capitalista es muy común que un empresario en sus vacaciones pueda viajar a Francia y hospedarse en un hotel cinco estrellas, pero a su vez un trabajador de su propia empresa pueda también realizar ese viaje de vacaciones con su familia, pero optaría por un hotel más adecuado.   En nuestro país nuestros empresarios viajan donde les plazca y sus trabajadores a duras penas pueden cruzar el puente Centenario y visitar por pocos días a sus familiares en el interior de nuestra República, y eso que Panamá proclama su sistema capitalista como fabuloso, como lo enseña Eduardo Galeano, en su obra “Las venas abiertas de América Latina”, somos “brazos baratos”.

Ciertamente lo que vivimos a diario es una hipocresía social donde el ego de los flamantes empresarios no da espacios para comentarios que distraigan la concentración de sus empleados.

Gracias a Dios en nuestra bella Patria hay empresarios dignos, altruistas, justos, que tratan a sus colaboradores con respeto y premian su esfuerzo, si este medio nos da la oportunidad de nombrar a una empresa que hemos estado siguiendo en cuanto a su concepto amplio de desarrollo empresarial laboral nos complace felicitar a Riba Smith, que juntamente con otras pocas empresas dan ese sitial de importancia a sus colaboradores, así se ejemplariza la entrada en vigencia de un nuevo siglo que lleva diez años y el reto fortalecido que los cambios se logran con voluntad reflexionen empresarios y sean flamantes, pero de progreso compartido.   ¡Acción!

<> Artículo publicado el 9 de octubre de 2010 en el diario El Panamá América, a quienes damos,    lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.

Valoraciones de estado

La opinión de…..

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Pedro Moreno-Patiño

En los últimos períodos presidenciales, se ha tomado muy en cuenta las calificaciones, ponderaciones, valoraciones emitidas por las empresas encuestadoras, dándole los gobernantes su impresión y preocupación para proceder en los requerimientos necesarios de acuerdo al índice o nota obtenida.

Sin lugar a dudas en nuestro país la seguridad ciudadana es el tema que mayor atención debe poner sumo cuidado el Ejecutivo, ya que por mandato constitucional así lo ordena nuestra Carta Magna para que plantee, proponga, presente una política de seguridad competente y cónsona con nuestra realidad cotidiana de encontrarnos sumisos ante la delincuencia imperante y beligerante que se muestra rebelde y con claros visos de enfrentamiento frente a las Autoridades nacionales.

Con este no es nuestro interés desviar la acciones pertinentes del gobierno como la labor operativa de la Policía Nacional, por el contrario ahondar en la parte ejecutiva de toda norma que nace con el alcance objetivo de penar a quienes delinquen, una proyección de política criminal coherente reaccionaria a nuestro tiempo y espacio que marque definitivamente los canales adecuados de la seguridad nacional.

Nuestro gobierno afronta débilmente esta situación ya que proyectan planes estratégicos fuertes como oportunamente vemos pero su súper acción se desmorona ipso facto al no contar con el brazo fuerte de Leyes coercitivas que no den pie a la reincidencia instantánea de la cual se ha hecho hábito.

Cabe la remota posibilidad acompañada del mejor ingrediente, para la solución de los problemas que es la voluntad que el Ejecutivo nos saque y se saque del atolladero en el que nos encontramos sumergidos, implementando acciones oportunas, exactas para la prevención y represión del delito.

El diputado Marcos González propone la reapertura de Coiba como penal. Sería una excelente oportunidad para la resocialización de los detenidos adultos y menores. Elévelo a consulta Presidente y la valoración en materia de seguridad se dispararía por su mejor casa encuestadora: el pueblo. ¡Acción!

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Este artículo se publicó el  20  de mayo de 2010 en el diario  El Panamá América a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Debacle social

La opinión de….

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Pedro Moreno- Patiño

Luego de anunciarse cambios profundos en materia de Seguridad específicamente las reformas a la Ley de responsabilidad penal de los adolescentes (Ley 40), estas no llenaron las expectativas ciudadanas tras el apoteósico pronunciamiento emitido por el Ministro Mulino y los propulsores de las mencionadas y malogradas reformas.

Nos explicamos, al momento de llevarlas al debate entre otros puntos sustentaban que la rebaja de la edad para responder penalmente de catorce (14) años a doce (12), era necesaria y oportuna sí a medias, ya que esta reforma como tal es insubstancial debido a que lo que solicitaba, reclamaba, pedía la sociedad, era la abrogación total de la Ley, ¿por qué?

Basta con observar los resultados palpables por todo el pueblo panameño que no logra dosificar sus cuotas de seguridad como corresponde, al principio el Ministro Mulino manifestaba que él conocía bien el origen de la Ley 40, haciendo alusión a sus promotores y a quiénes en el fondo protege esta Ley, sin embargo lo único que trajo estas reformas per se, es la continuidad de la delincuencia juvenil, su permanencia, vigencia y subsistencia en todos los estratos de nuestra sociedad.

Lo más relevante era el cambio del procedimiento de la Ley es decir esperábamos fuera implementada la coerción de la pena y no la visible, observable protección de la Ley para los menores.

Las consecuencias efectiva e inevitablemente las asumimos los ciudadanos de la República por este acto de omisión inherente a los proyectantes de confeccionar el tema referente a las políticas de Seguridad.

No cabe duda que si no se rectifica una vez más seremos conducidos al despeñadero por el cual atravesamos cual vía crucis social existente e imperante del que solamente el Ejecutivo con real y consagrada voluntad puede enmendar.

Para afianzarnos en el tema no se requiere de las opiniones de los tecnócratas que aplican y recomiendan ejemplos foráneos ya que todos somos expertos porque somos víctimas del recrudecimiento de la inseguridad acrecentada ultimadamente puesto que somos conducidos a la debacle social producto de la inmadurez política de gobernar en aras de no brindarnos la seguridad que nos merecemos. ¡Acción!

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Este artículo  fue publicado el 23 de marzo de 2010 en el Diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Cortina de humo o credibilidad

La opinión del estudiante universitario……

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Pedro Moreno Patiño

El nuevo Gobierno ha traído el brío que todos los gobernados necesitamos, en principio el nuevo mandatario da muestras de cumplir su palabra de campaña cabalmente sin ambages, directo, ojalá que la gracia no quede en mueca, me explico: al denunciar, dar con el mazo, atacar el crimen “organizado o desorganizado” es la mitad del componente requerido, lo siguiente es la investigación que recae en el Ministerio Público y el Órgano Judicial para ejecutar los procesos, ¿quién es más confiable en la balanza?, sin duda hasta ahora el Ejecutivo.

Hay un desgaste por parte de las autoridades investigativas y judiciales que es el resultado de la inacción o “freno de emergencia” que se apodera de los despachos y sucumbe la intención de investigar y dar la efectiva justicia que tanto esperamos los ciudadanos de la República.

Con este nuevo estilo de gobernar, el Presidente da señales del verdadero néctar de justicia que deseamos beber desde hace rato, sin embargo, el brazo justiciero puede hacer que se haga añicos todo el interés y empeño al poner en sus manos la tarea competente de investigar y administrar justicia, no vaya ser que la inoperancia de la mitad de la ecuación deje al Ejecutivo cual cómplice de la desidia.

Tiene que haber un resultado de un producto del cual el encargado del control de calidad es la sociedad civil. Instamos a mantenernos vigilantes de las acciones enérgicas del Gobierno Central, que no caiga en sacos rotos su proceder que desde ya cuenta con el aval popular, solo esperamos que no seamos traicionados, engañados y mucho menos burlados, que estos nuevos aconteceres se mantengan con el grado de credibilidad como se perfila hasta el momento y no se convierta en una cortina de humo y se amanezca con una goma moral y se torne en un mandato indeseable.

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Publicado el 30 de enero de 2010 el Panamá América Digital. a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Ley rumbo a puerto seguro

La opinión de….

Pedro Moreno–Patiño

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Ley rumbo a puerto seguro


El ministro Mulino se adentra en aguas profundas, anunciando ser capitán de barco sin saber nadar.  Todo un paladín de la justicia; muy bien por el pie de fuerza de la Policía Nacional, pero decepcionante porque la mitad de la ecuación queda a merced del Ministerio Público que libera ipso facto a los “jóvenes trasgresores” (para los de pensamientos del primer mundo) o adolescentes maleantes (para los que vivimos secuestrados por el terror de las calles).

Calificándolos como sea, tenemos flamantes leyes del primer mundo que no se adecuan a nuestra Patria, que no resuelven, sino que agravan el problema.   Realmente si fuéramos mandatarios, estaríamos experimentando los sinsabores de la frustración producto del hacer para luego ver desaparecer sus efectivas acciones más rápido que el aleteo de un colibrí.

Con el respeto que se merece señor Ministro, el pueblo le agradecerá no emparchar la ley de adolescentes, llévela a su extinción, abróguela, utilice los recursos a su alcance, presente una nueva ley que se adapte a nuestra sociedad.   No se requiere de mayor esfuerzo que el clamor ciudadano.   Basta con ver los resultados teniendo como ejemplo El Chorrillo, donde las tropas tienen sitiada el área y sin embargo regresan, después de ser detenidos, los mismos inadaptados a seguir delinquiendo.

Vemos con agrado los operativos policiales, pero el soporte que requieren para ver concluir el procedimiento es una ley que no deje espacios para el retorno fatídico de este círculo vicioso al que observamos diariamente.   Están en su momento de ofrecer el requisito más calificado por la ciudadanía que es la seguridad, no lo desaprovechen.

Hacemos el llamado, sin entrar en discusiones abstractas sobre el tema de la delincuencia juvenil, puesto que esta no es igual en Luxemburgo, Tailandia, Tokio o en Boston, mucho menos en nuestro terruño.   Los idóneos del tema pueden dar sendas pláticas en cualquier foro internacional; sin embargo, el experto en este cáncer social es el pueblo panameño.

Señor Ministro, usted sabe a ciencia cierta el origen de esta endemoniada ley de menores y a quiénes responde, pero solamente basta el ingrediente bendito de la voluntad humana para acabar con este mal incorregible.   Le garantizamos que si logra este triunfo social–legal, emergerán ustedes con la máxima preparación, cual piloto navegando un Panamax rumbo a puerto seguro. ¡Acción!

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Publicado el 27 de septiembre de 2009 en el diario LA PRENSA a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Sobre la Ley 40

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Sobre la Ley 40
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Pedro Moreno-Patiño Estudiante de Tésis de la Facultad de Derecho.
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En nuestra humilde opinión como ex funcionario de una Fiscalía de Adolescentes, se nos hace obligante exponer a la sociedad el procedimiento agobiante por lo que pasan los que tramitan los expedientes o casos de los adolescentes incorregibles.

En primera instancia esta Ley es sumamente protectora de los victimarios a lo que el procedimiento denomina “garantista”, el “click” del asunto empieza por la ejecución del hecho punible por parte de los adolescentes, la labor policial sin duda alguna es excepcional, llegando éstos a rendir declaración jurada exhaustos donde se le cuestiona más que a los adolescentes, luego se activa una dantesca investigación para ubicar a los familiares, se le confecciona al adolescente rápidamente una medida de seguridad para que comparezca a firmar una o dos veces al mes de acuerdo al delito cometido o convocar a una Conciliación que ésta, a mi parecer, si es procedente.

En un cálculo aproximado de cuatro horas,  el adolescente está listo para irse a su casa o su barrio a perpetrar el siguiente delito.

Los casos van en aumento;  el índice de criminalidad en los jóvenes se incrementa día a día, el desgaste del recurso humano y estatal desde los miembros de la Policía Nacional hasta los funcionarios del Ministerio Público son costos elevadísimos para lograr a fin de cuentas la puesta en la calle al adolescente delincuente.

La ciudadanía no está al margen de esta realidad por el contrario es víctima del sistema que opera la flamante Ley 40, que a nuestro parecer es la principal cómplice de la comisión de los delitos de los adolescentes en nuestro Panamá.  Lo delicado del asunto es que el adolescente conoce perfectamente que su detención no es freno para que no delinca posteriormente.  En nuestro caso particular,  llegué a manifestar que nuestro Despacho parecía más una armería que una Fiscalía.

En los casos que los adolescentes son llamados a juicio,  sean por robo, homicidio, es decir por los Delitos más graves, aunque celebraron el aumento de la pena a los adolescentes,  la misma no es como tal, debido a que se toman los cálculos de rebaja de pena existentes, además hay una estrecha colaboración profesional y de amistad entre los jueces y fiscales que no debe convertirse en óbice de planteamientos en cuanto a la aplicación de la pena.

El nuevo proyecto de Ley de adolescentes es un clamor ciudadano necesario en nuestra latitud, el mismo debe ser renovado por completo, es decir abrogarse la Ley 40 que lo único que ha traído a nuestra sociedad es luto y dolor y proponer una Ley macro donde la pena se ejerza de manera coercitiva.

La puesta en marcha del sistema acusatorio a nuestro parecer pone en riesgo la tranquilidad ciudadana con la neutralización de la detención preventiva, este sistema es exitoso en otras ciudades con economías sólidas, nuestra Patria no converge con esos niveles, así que mantengamos la alerta y la anhelada confianza en que nuestros nuevos dirigentes pongan el debido cuidado y la responsable atención que este problema de seguridad social está aconteciendo.

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Publicado el 7 de agosto de 2009 en el diario El Panamá America, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.