La muerte de la educación y las reformas del idioma

La opinión del  Escritor…

Demetrio Fábrega

Desde mediados del siglo pasado ha venido la Real Academia Española adoptando reformas de lo que consideran que es gramática obligatoria para todos los países en que se habla el idioma español o se hablan derivados bastante parecidos.

Comenzaron eliminando las tildes en las palabras de una sola sílaba, exceptuando “té, vé y sé”. Eso, por cierto, sólo obligó a los niños y a los jóvenes estudiantes a aprender que la bebida de las hojas que crecen en la India y otros países del Lejano Oriente se escribe con tilde para distinguirla de la que se refiere al pronombre de segunda persona. “El té se bebe y te lo bebes tú si te gusta”.

Después eliminaron las tildes de los demostrativos “éste, ése y aquél” cuando desempeñan funciones de pronombre, a pesar de la frecuencia con que son indispensables en matemática, en geometría, en trigonometría y en cálculo. Allí comenzó el desastre.

La ambigüedad que pueden resolver algunas de las personas mejor educadas no la pueden distinguir los niños que, como consecuencia, se confunden.

Hay casos en que sencillamente no se podría adivinar si son pronombres o son adjetivos demostrativos.

Después trataron de eliminar las letras que representaban problemas para los fabricantes de teclados de computadoras.

La tilde de la “ñ” no la pudieron eliminar porque no iban a poder escribir su nombre que vendría a ser Real Academia Espanola (con “n” en vez de “ñ”) y no permitiría escribir felicitaciones el 31 de diciembre y el primero de enero.

Afortunadamente, Elsie Alvarado de Ricord les demostró científicamente la justificación de la “ch” y de la “ll” que, por cierto, en la primera gramática española, que publicó Antonio de Nebrija en el año del descubrimiento de América, encontramos que esas letras representan sonidos que no existen ni en el árabe ni en el hebreo ni en el latín ni en el griego, que eran las lenguas cultas de entonces.

Por cierto, las escribían con las “l” muy juntas y con la “c” y la “h” muy pegadas y con una raya sobre la parte superior de la “h”. Así cabrían en un teclado, pero serían un problema para la compañía de Bill Gates y éste había firmado un acuerdo con la Real Academia Española “para la defensa del idioma español”, entendiendo defensa como un programa que asegure que los niños no tengan acceso a la tradición ni puedan entender los libros serios.

Este programa, identificable con una conspiración para embrutecer a la humanidad, no tiene más explicación que la voluntad de seguir creando masas irracionales.

Después de este comentario, escribiré otros con más detalles de ese proceso, recordando la advertencia de Jean-Jacques Rousseau que escribió que “el hombre es el único animal que está expuesto a volverse imbécil”.

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<>Artículo publicado el  27  de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/fabrega-demetrio/

Lo más importante en un cambio: la impunidad del robo millonario

Lo más importante en un cambio:  la impunidad del robo millonario

La opinión del escritor…

Demetrio Fábrega

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Van ya cumplidas ocho semanas con un nuevo gobierno y, en tan corto tiempo, hemos visto que son realmente abrumadoras las cantidades que han servido para el enriquecimiento ilícito de grandes figuras de la política nacional.

Como en esas ocho semanas no ha habido señales de enjuiciar a nadie, aunque las pruebas son tan abundantes y las fortunas tan grandes que el mismo Alí Babá vería la cantidad de sus compañeros muy exigua, nuevamente surge el viejo fantasma de la impunidad.

Antes de 1903, según el viejo decir popular (porque ahora gran parte del pueblo no entendería el significado), en Colombia decían que “el que no conozca Panamá que vaya a verla pronto porque se acaba”, pero no se acabó entonces aunque pareciera que seguimos teniendo piratas encorbatados que insisten en que esa predicción se cumpla.

Durante los gobiernos de la famosa “democracia incipiente” en que ha aumentado enormemente el consumo y el tráfico de drogas con el libre mercado impuesto por los invasores de 1989, se desarrolló otra maroma multimillonaria que el pueblo está condenado a sufrir, si los cambios no llegan hasta allá.

Entre las facturas de la electricidad y la luz, de los teléfonos fijos y celulares y de la pandemia de casinos, por lo menos unos tres mil millones salen del país cada año. Más de una vez se hubiera podido pagar la deuda pública y más de una vez se podría financiar la ampliación del Canal, con lo que se fugó y con lo que se fugaría en los cinco años que debería durar la construcción.  Por cierto, esa fuga de capitales significa que cada persona que vive en Panamá (un per cápita) tiene que dejarse llevar mil dólares anuales hasta cuando vuelva alguien con poder a pensar como los que lograron que se nos diera la soberanía y que, con ella, tuviéramos el Canal.

En 1980 surgió como política de los 7 grandes que la globalización tenía que comenzar con la privatización de las industrias, de las instalaciones de utilidades públicas, de los servicios de transporte aéreo y varias otras cosas que algunos pueblos habían recuperado nacionalizándolos. La llamaron el “rollback”.

Como consecuencia de eso, muerto el General Torrijos que había presidido las nacionalizaciones inconstitucionales de esos grandes negocios, comenzaron a surgir los multimillonarios globalizadores.

Eso no sólo debe conocerlo el pueblo para que no vuelvan a querer salir a mostrar la cara esos neomillonarios, sino también para que comiencen a castigar el origen de sus fortunas y recuperar lo que se pueda.  Ese cambio nos formaría una nueva generación de ciudadanos decentes, trabajadores y honrados, y dejaríamos de ser la tierra donde los ladrones son respetados y se consideran respetables.

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Publicado el 24 de agosto de 2009 en el diario El Panama America Digital, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde

El mandato constitucional y el juramento incumplido

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El mandato constitucional y el juramento incumplido
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Demetrio Fábrega

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La ceremonia de toma de posesión del nuevo Presidente de la República me recordó el texto constitucional que explica una de las razones principales del desastre electoral sufrido por el Partido Revolucionario Democrático. De otras razones me ocuparé periódicamente, según el tiempo de que disponga yo y según el espacio que me brinde El Panamá América. Todas tienen un mismo culpable.

Movido también por el desprecio que, desde niño, me inspiran la mentira y la hipocresía, quisiera contribuir a que el medio millón que votó por Balbina Herrera comprenda que el problema no era la famosa unidad, sino el olvido alevoso del primer deber de un presidente, y el divorcio total de lo que en un tiempo, como torrijismo, llegó a conmover a las masas populares al punto de constituir una voluntad nacional que incluso la invencible potencia de Estados Unidos reconoció.

En su artículo 176, la Constitución establece que, para asumir la Presidencia de la República, en el momento de tomar posesión hay que jurar con las palabras siguientes: “Juro a Dios y a la Patria cumplir fielmente la Constitución y las Leyes de la República”. Por cierto, como herencia liberal de cuando estaban de moda el ateísmo y el agnosticismo en nuestros trópicos, la Constitución añade que el que no crea en Dios puede hacer el juramento eliminando la palabra que lo designa.

Personalmente tengo pruebas prima facie de que el gobierno del hijo de Omar Torrijos violó los artículos de la Constitución que consagran la propiedad privada y violó las leyes que la protegen, así como también decidió ignorar la validez de las constancias existentes en el Registro Público sobre la propiedad, sus linderos y sus dueños y, además, hasta el último momento, consagró los abusos de subalternos suyos en igual desprecio de lo establecido en la Constitución y en las leyes.

Por cierto, amparado yo por la vigencia que tendrá lo escrito después de mi muerte y después de la muerte del aludido, doy testimonio de esas violaciones y las describiré someramente para que los lectores de ahora y de generaciones venideras conozcan la verdad sobre ciertos hombres y lo que representaron. Después escribiré más sobre la causa primaria del rechazo electoral que cerró una era de descomposición del concepto de estado de derecho y de la conversión del torrijismo en una torrejada.

Cuando un gobierno convierte la justicia social en acciones con mucho movimiento de dineros públicos sin control ni supervisión, el temporalmente ungido con el poder pierde para siempre la confianza de todo pueblo capaz de razonar.

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Publicado el 17 de julio de 2009 en el diario El Panamá América a quien damos, al igual que al autor, todo el crédito que les corresponde.

La despedida del político y las culpas enterradas

La despedida del político y las culpas enterradas
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Demetrio Fábrega
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Una de las principales causas del atraso económico, industrial y moral de algunos de los países de la América Latina es la tendencia de los gobiernos a llenar sus últimos tiempos con algunas acciones aparentemente buenas y vistosas, que sean las que queden en la memoria de la población que sufrió los errorres y los abusos, además de los enriquecimientos ilícitos.

Varios son los casos en que los desastres y la incapacidad de un gobernante quedan sumergidos en esa parte de la memoria que los neurofisiólogos han bautizado como memoria inmediata porque la falta de cultura, la mala educación y la reducción del lenguaje adquirido a la mínima expresión no permiten que la memoria permanente funcione como es debido. Una de las mejores pruebas de esto es la rica memoria que tienen los que no padecieron el actual sistema degradante del idioma en que viven los niños y los jóvenes en la actualidad.

En el caso nuestro, los últimos años han presenciado la entronización de la vulgaridad, del vicio, del crimen, de la droga, de la promiscuidad sexual como espectáculo predominante en la televisión, para crear esa realidad superpuesta con que los políticos engañan a los pueblos como un mundo en que todo está permitido, en que no existen más valores que la ganancia material a corto plazo, el placer como sea posible, y en que ningún acto es censurable.

Es un error gravísimo que la gente se engañe pensando que el pequeño auge que ha creado el nuevo desarrollo de grandes construcciones y la venta de tierras y propiedades a extranjeros ha sido obra del gobierno saliente. Hay una cosa que se llama la “bola del dinero sucio” que se pasa saltando de un lado a otro según las oportunidades que ofrezca un gobierno que lo tolera todo.

Recuerdo el caso de Montevideo, donde de pronto comenzaron a levantarse edificios hasta transformar el aspecto de la ciudad, al punto de que algunos la llamaron Moon-tevidedo, debido a la cantidad de inversiones que atribuían a la famosa secta coreana de Moon. La consecuencia a largo plazo es que el auge dura muy poco, crea aumentos en ocupaciones de obreros que, a la vuelta de unos años, se convierten en grupos beligerantes que la sociedad no puede satisfacer.

A esto se añade la destrucción de las bases indispensables en todo sistema educativo válido. En otro comentario, trataré sobre el informe que dieron al gobierno en diciembre en que el presentador dijo que el niño que entraba a cuarto grado estaba en el mismo nivel en que estaba al entrar a primero.

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Publicado el 29 de junio de 2009 en el diario El Panamá América al que le damos todo el crédito que le corresponde.