No a la marihuana

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La opinión del Analista Internacional…

Franklin Barriga López   –

En California, en elecciones públicas se votó en contra de la legalización del cultivo y consumo recreacional de la marihuana. Este revelador acontecimiento determina una corriente mayoritaria que dice no a las drogas, en el debate sobre el tema de su despenalización que es promovida, incluso por varias personalidades.

Hay quienes se han alineado para hacer “guerra contra la guerra a las drogas”, por motivos detectables y hasta por contraproducente novelería.

Este artículo me brinda la oportunidad para participar a mis lectores de una experiencia que tuve en México D. F., el 19 de julio de 1995. Invitado por la Procuraduría General de la República, participé, como expositor, en el foro intercontinental que se llevó a cabo en el Instituto de Capacitación de Postgrado de ese alto organismo. La tesis que prevaleció fue la de que no es recomendable la despenalización.

Mis argumentos, de ayer y de hoy, son muy claros en el sentido de oponerme a la perjudicial iniciativa de la despenalización, por los inmensos costos sociales que ello implicaría, entre los cuales anoto: ante la desaforada demanda, crecerían la producción y el consumo, la corrupción y la delincuencia, con los consiguientes efectos negativos para la salud física, mental y moral, de los individuos y las colectividades; el consumo podría convertirse en socialmente aceptable; implicaría rendirse ante el crimen organizado; sería una derrota moral colectiva; se decretaría la impunidad de los narcotraficantes; las fortunas sucias, atesoradas a cambio de vicio y destrucción, tendrían el mejor método para ser lavadas; se establecería el devastador precedente de delinquir sin preocupación porque mañana habría perdón y olvido; acostumbrados como están los mafiosos a prácticas corruptas y con sin igual fortaleza económica (legalizada, blanqueada) nadie se podría poner al frente de los narcos para disputarles su dominio de Gobiernos e instituciones; dentro de pocos años se tendría una niñez y una juventud reducidas a estado de miseria intelectual, moral y física; se degradaría la herencia, con padres y madres drogadictos; sería dar carta blanca a los lavadores de dinero malamente ganado, a los compradores de conciencias, a los propios políticos, jueces y policías corruptos; la ley no puede ser jamás para amparar lo perjudicial. En cuanto a la marihuana, bien vale recordar que la Organización Mundial de la Salud determina que esta sustancia ocasiona distorsión de las sensaciones y las percepciones, pérdida de la memoria, ansiedad y agresividad, dificultad para expresar el pensamiento, paranoia insidiosa con ideas persecutorias, desesperanza en relación al futuro, frecuentemente lleva al consumo de cocaína y heroína. Por elementales principios de racionalidad y decencia, el ser humano requiere alejarse del mundo de las drogas y no caer en ese gigantesco abismo, del cual es sumamente difícil salir.

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<>Artículo publicado el  12 de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
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