Para frenar el alto costo de la comida

La opinión de…

 

Jesús Armenteros

Constantemente, oigo a todos quejarse por el alza eterna del costo de la canasta básica familiar, en los medios de comunicación. La mayoría de estas personas usan este tema para achacarle la culpa al gobierno de turno. En realidad, estas personas que reclaman por el alto precio de los alimentos no tienen la mínima idea de por qué los precios de la comida están tan altos e ignoran que la cosa se pondrá peor si no se hace algo al respecto, y pronto.

La agricultura es un negocio como todos.   Hay que mostrar ganancias para continuar trabajando, porque nadie compra huevos para vender huevos.

En los últimos años oímos a los agricultores quejarse de los altos costos de producción, y tienen toda la razón. Hace escasos años los fertilizantes comunes costaban, más o menos, 20 dólares el quintal. Hoy, lo mismo cuesta casi 50 dólares.

Al utilizar abonos químicos, que se componen de amoniacos y sales, se contaminan los suelos y se destruye la materia orgánica, que es en sí lo que da la vida a los cultivos. A medida que se aplican estos abonos químicos, cada año aumentan los requisitos de los suelos, o sea, que cada año la producción cuesta más y, por ende, el consumidor es el que paga esa alza en los costos de los alimentos.

Un peor y nefasto efecto tienen los herbicidas, fungicidas y pesticidas que se usan indiscriminadamente en el cultivo de hortalizas, arroz y maíz. La mayoría son de venta prohibida en los países en los que se manufacturan, pero a países como el nuestro sí se los pueden vender. Los medios han publicado todo esto, sin embargo, los mismos químicos siguen vendiéndose al público y nadie hace nada.

El interés de las compañías que venden insumos químicos es eso mismo: vender y mostrar ganancias de dinero. Son negocios de millones de dólares anuales. A ellos no les interesa la conservación de los suelos ni el bienestar de la agricultura panameña. Simplemente, vender sin importarles que por comer alimentos contaminados con químicos haya altas incidencias de cáncer, diabetes y enfermedades coronarias en nuestra población, lo que crea una carga al Estado y un problema social. Si no, miren cuántos hospitales nuevos se están construyendo en todo el país. ¿Y qué hay de los jóvenes que se alimentan mal, con comidas que no tienen los apropiados ni suficientes nutrientes y, por ende, no rinden en los estudios?

Bueno, y entonces ¿qué hacemos? Habría que hacer un trabajo de concienciar a los productores para que reduzcan el uso de pesticidas y fertilizantes químicos y los reemplacen por abonos verdes, que fijan el nitrógeno al suelo naturalmente, haciéndolos fértiles. Enseñarlos a usar repelentes y pesticidas orgánicos que se pueden fabricar en las fincas sin costo. Lo único que el agricultor tendría que pagar es la mano de obra. Nada más.

Así los costos bajarían, la comida sería más sana y barata, el Estado tendría menos problemas sociales, no habría gente abandonando el campo y emigrando hacia las ciudades, trabajando como jardineros o empleadas domésticas sin aspiraciones a estudios y superación personal.

Nuestras autoridades agrícolas del Mida e Idiap están anuentes a todo esto, tienen científicos, agrónomos, zootecnistas e investigadores muy capacitados que pueden poner en marcha un programa masivo de re-reestructuración del agro en nuestro país, pero necesitan un poquito más de respaldo de los gobiernos de turno para implementar dicho cambio.

Los cambios climáticos que ocurren actualmente también encarecen los costos de los alimentos, y en nuestro país no hay ni soberanía ni suficiencia alimentaria, allí estamos totalmente a la deriva.

El panameño de a pie siempre verá como culpable del alto costo de los alimentos al gobierno. Hagan algo, señores, por favor, para tener una población más sana y contenta y para que el precio de la comida sea más razonable.

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<> Este artículo se publicó el 24 de diciembre  de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.