¿Qué pasará después de la marcha?

La opinión de…..

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René Quevedo

Apoyo la marcha por la paz y la seguridad programada para mañana, domingo, en la cinta costera, a la cual asistiré. Sin embargo, estoy muy consciente de que por mucho que marchemos, la paz y la seguridad sólo se lograrán como resultado de nuestras acciones, no de nuestras intenciones, deseos, palabras o sesudos análisis de la problemática.

El “enemigo” no es el pandillero, el delincuente o el narcotraficante, el enemigo es el hambre, la pobreza, la miseria, la ignorancia, la desintegración familiar, la violencia intrafamiliar, falta de educación, el desempleo, la ausencia de programas de resocialización y la alienación social en una sociedad excluyente, que jamás ha experimentado los niveles de violencia que hoy vivimos, cuya génesis poco entiende y que pretende erradicar “por arte de magia”.

Hemos concluido que una mano dura es la “respuesta”, pero ¿cuál?, es la pregunta.

El año pasado hubo 69 mil delitos en Panamá y nuestra población es de unos 3.5 millones, o sea, por cada persona que delinque hay 51 que “se porta bien”. Pero estos “no son noticia”.

Por otro lado, unos 3 mil adolescentes incurren en delito anualmente en Panamá, donde hay 800 mil menores de edad que son pobres, es decir, por cada joven que delinque, hay 266 niños pobres, quienes podrían iniciar prontamente una vida delictiva, a menos que hagamos algo ya.

Panamá está siendo amenazada, no por un ejército extranjero, sino por un enemigo mucho más poderoso que nos ataca desde adentro y se está apoderando de nuestra juventud.

Cada niño que logremos rescatar hoy e incorporar al camino hacia la sociedad productiva es un delincuente menos con quien lidiar mañana.

A través del trabajo de nuestra Fundación Jesús Luz de Oportunidades, en áreas como Curundú, El Chorrillo, San Miguel, San Joaquín y otras, constatamos diariamente que el caldo de cultivo de la delincuencia es la niñez y adolescencia en riesgo social.

Pero poca atención se está prestando al proceso; se gestan las pandillas como substitutos de la familia y fuentes de identidad, afinidad, seguridad, protección y sustento, en entornos en los cuales existen pocos mecanismos para llevar alimento al hogar de manera digna.

Por ende, la construcción de la paz no es “acto”, es un “hábito”, y, como decía la Madre Teresa de Calcuta, “la paz comienza con una sonrisa”. No obstante, pretendemos que la violencia desaparezca a través de acciones más “efectistas” que efectivas, basadas en lo que creemos que es el problema.

Hay que castigar a quien incurre en delito, pero sólo podremos disminuir la delincuencia de manera sostenible evitando que nuestros niños se conviertan en delincuentes y creando oportunidades en una sociedad solidaria e inclusiva.

La búsqueda de soluciones a los problemas sociales de nuestro país está en los barrios, no en los medios. O nosotros vamos a los barrios, o los barrios vendrán a nosotros “con sangre en los ojos”.

Es sólo cuestión de tiempo.

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Este artículo se publicó el 22 de mayo de 2010 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Arquitectura para la paz

La opinión de…..

René Quevedo

“Buscar la paz es como tratar de encontrar una tortuga con bigote, no la vas a encontrar. Pero cuando tu corazón esté listo, la paz vendrá a buscarte a ti”, solía decir Ajahn Chah, monje budista Teravadino. Paz como felicidad son estados deseados y elusivos desde los comienzos de la humanidad. Pero la paz no se logra deseándola, gritándola, soñándola o marchando por ella, sino sobre los cimientos del esfuerzo de la gente que a diario la construye, pues la paz más que un destino es un camino.

En Panamá hay cientos de organizaciones que trabajan por la paz, poniendo “su ladrillo” con la mejor intención, pero sin tener claro lo que estamos construyendo. No podemos ir de una idea a una acción sin un diseño.

A diario escuchamos clamores por la paz, centrados en “todo lo que no hacemos o lo que otro (Gobierno, policía, etc.) debería hacer”.

Pero ¿qué queremos construir? ¿Cuáles son sus componentes? ¿Dónde encaja cada programa, organización, Iglesia, escuela y entidad que de una u otra forma trabajan en pro de la paz social?   ¿Aporto yo a esa convivencia pacífica o espero a que alguien “decrete” la paz?    “Cuando no sabes a dónde vas, cualquier camino te lleva” y haciendo analogía futbolística, tenemos entre nosotros a muchos Messi, Ronaldo, Kaka y Ronaldinho trabajando, en forma individual, de anotar para el equipo, pero al carecer de estrategia de juego, el adversario nos gana por paliza.

Objetivos asociados a estos clamores de paz incluyen combatir la delincuencia, violencia, homicidios, etc. Pero basarse solo en estadísticas delictivas para orientar nuestros esfuerzos equivale a pretender manejar un carro solo mirando por el retrovisor.    En 2009 hubo 69 mil 32 delitos en Panamá, eso es historia.   Por otro lado, el 57% de los pobres son menores de edad, la deserción escolar en las escuelas públicas es del 22% anual,   39% de todos los jóvenes entre 15 y 17 años no va a la escuela.

En el período 2005–2009     52 mil alumnos abandonaron el sistema. Estos son indicadores predictivos de un aumento en la actividad delictiva, a menos que trabajemos más en las causas, no solo en los síntomas.

Pobreza, familia, educación, valores, inclusión, resocialización, reinserción, política penitenciaria y una estrategia criminológica son componentes de esta arquitectura, que debe ser plasmada en un diseño que capitalice sobre los esfuerzos de todos y nos una a todos en un equipo con una sola agenda.

De lo contrario, seguiremos tratando de dar soluciones mediáticas a problemas sociales, cada quien “pegando ladrillos sin saber si estamos construyendo un edificio o una galera”, atomizando esfuerzos, canibalizando recursos, centrando la discusión en “cuánto me vas a dar” y concluyendo que nada podemos hacer.

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Este artículo se publicó el  14  de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.