La opinión de…..
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Gaspar García de Paredes Ch.
El filósofo y físico sir Isaac Newton, considerando que el peso de un objeto ejerce una fuerza sobre la superficie, propuso que si el cuerpo no se hunde es porque la superficie opone una fuerza de igual magnitud, que propicia el equilibrio, a la que denominó fuerza normal o “N”. Resulta interesante el nombre escogido. ¿Será que en cualquier instancia donde exista “un peso” (en equilibrio) es de esperar que también exista una fuerza “normal”? ¿Derivará de allí la tesis de que ante toda acción habrá una reacción?
Al general Torrijos se le cita frecuentemente por la frase “el que más consulta menos se equivoca”. Aunque la autoría de ese dicho pudiera ser de otra persona, pienso que el mayor mérito está en quien lo practica. Afortunadamente en nuestro país tenemos múltiples organizaciones dispuestas a participar constructivamente en el debate de las ideas. De eso se trata el proceso de diálogo; procurar el concurso de ideas para que de entre todas podamos construir la mejor, enriquecida del colectivo y mejorada de las individuales (claro está, asumiendo que las ideas sean vertidas en pro del beneficio del país, sin agendas ulteriores –sin propósitos “oscuros”).
Valoramos que en un país, que se precie de ser democrático, deben prevalecer los espacios de diálogo y participación ciudadana, a fin de lograr los mejores resultados para el país (que después de todo es de todos). Cuando eso no se da corremos el riesgo de que la “subjetividad” oriente la gestión pública con algún sesgo que a futuro pudiera provocar el rechazo de la mayoría; lo que pudiera causar que se genere una fuerza de oposición que provoque la reversión o reorientación que lleve la cosa pública.
El país que cae en esa dinámica, con mucha frecuencia, verá su caminar con avances y retrocesos, incluso en “diagonales” provocando mayor costo y desgaste que si se condujera más recto. (La línea recta es la distancia más corta entre dos puntos; si queremos llegar a un objetivo esa es la figura más eficiente).
La misión de los grupos organizados de la sociedad civil es trabajar en pro del “equilibrio”. Es decir, procurar que la administración pública sea gestionada objetivamente, sin sesgos.
En los últimos años, lamentablemente, han sido limitados los espacios de diálogo y participación ciudadana. Y cuando se han dado, como el caso de la Concertación, ha faltado voluntad política para cumplir lo consensuado. Resulta frustrante e inexcusable que luego de concluir no empezáramos a trabajar para concretar los acuerdos logrados.
En las últimas dos décadas los panameños nos hemos sentado a dialogar, con la esperanza de lograr un mejor país y un futuro más promisorio para todos. Para los temas más importantes que aquejan a nuestra población hay suficiente análisis y valiosas recomendaciones que, de implementarse, mejorarían sensiblemente el bienestar de la familia panameña.
Hay grupos que manejan la información con propiedad, como por ejemplo, para entender que a los habitantes de Panamá no les favorece seguir demorando en la implementación del sistema penal acusatorio, ni postergar más la reforma integral del sistema educativo, entre otros temas, para los cuales ya hay suficiente diagnóstico además de propuestas concretas esperando ser implementadas. En vista de que no avanzamos sobre lo acordado se provoca un grado de frustración.
Los ánimos se han encrespado más ante lo que parece ser una baja tolerancia a opiniones o propuestas que pudieran estar en disenso con las de la administración actual. En los medios hemos visto desafortunados discursos que parecieran querer desacreditar a voceros de grupos organizados de la sociedad civil. Si queremos mejorar nuestro país lo lograremos más pronto y más eficientemente valorando que debemos incluir a más en ese esfuerzo. La diatriba con epítetos personalizados de parte y parte, las generalizaciones y argumentaciones que provengan de juicios subjetivos nos alejan de un mejor Panamá.
Por otro lado, se usa el estribillo: “es que quieren o pretenden cogobernar”. Sin embargo, nadie ha pedido eso. Los grupos organizados de la sociedad civil anhelan: contribuir, coadyuvar. Se respeta que la autoridad y la responsabilidad por las consecuencias recaen en el Ejecutivo, que es evidentemente quien “tiene la última palabra”. Sin embargo, preocupados por el mejor devenir del país y sobre todo de la población en general, afortunadamente persiste, en esos grupos de la sociedad civil, la voluntad de ayudar a la gestión del gobierno en la construcción del mejor Panamá posible. Condición que ojalá la presente y futuras administraciones sepan incluir y valorar, consultando a más para lograr mejores resultados.
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Este artículo se publicó el 19 de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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