Therapeia del 9 de enero de 2011

La opinión de la estudiante…

SHARON TORRIJOS
sts2309@gmail.com

Hace casi medio siglo, 47 años para ser exactos, estudiantes de la prestigiosa secundaria Instituto Nacional,  entraron a Balboa en la zona canalera, izaron la bandera y cantaron el himno nacional de Panamá para expresar su deseo de soberanía total para el Istmo. ¿Fue o no fue la mejor forma de hacerlo? Eso no es lo más importante, sino que el orgullo que llenó el pecho de ellos fue tan grande como los hechos que se desarrollaron después.

‘Uno de los primeros indicios de que la infancia ha quedado atrás es cuando la injusticia y la corrupción nos golpean en la cara y ya no están mamá y papá para protegernos’, Rebelde Way, serie juvenil Argentina.

Ellos eran jóvenes, de mi edad más o menos (18 años) y yo me pregunto, ¿sería yo capaz de hacer algo así? Recordando la historia y los tantos movimientos juveniles que cambiaron el destino de la humanidad, uno se pregunta cómo es posible que el mundo está como está –con una juventud que está demasiado consumida en el vicio y el ocio-. A pesar de eso, me enorgullece saber que todavía hay jóvenes que seguimos encabezando movimientos relevantes para el bienestar global. Que crean en lo que John F. Kennedy dijo una vez: ‘no preguntes por lo que tu país puede hacer por ti, sino por lo que tú puedes hacer por tu país. […]’

‘En este mundo de blogueros de sofá que ha creado una generación de críticos y no de líderes, estoy haciendo algo, aquí mismo, ahora mismo, por la ciudad, por mi país», Smallville, serie Estadounidense.

Tengamos la edad que tengamos, todos tenemos en nosotros la capacidad de actuar como nuestra moral nos dicta. Rebelarse ante a aquello que nuestras células gritan como infamia y honrar lo que se nos ha enseñado a amar tal como la familia y el hogar –la patria, la comunidad, etc.- no es más que una muestra de que somos seres de valor.

Hoy, 9 de Enero, recuerdo vagamente aquel poema que estudie en 2do año, ‘Que se vayan del Canal’ se llamaba, de Carlos Francisco Changmarín. Un hombre que con pluma furiosa y un patriotismo desangrándose escribió 10 versos que quedarían grabados como parte de la historia de aquellos valiosos estudiantes que hicieron lo que sintieron que debían hacer por su hogar.

‘La guardia en alto: ¡adelante! ¡tantos muertos, no lo olvides! que si en fracción te divides, te fusilará el ‘gigante’. Que toda la Patria cante la jornada magistral de la lucha desigual de aquella noche de enero y que grite el pueblo entero ¡QUE SE VAYAN DEL CANAL!’

 

*

<> Artículo publicado el 9  de enero de 2011  en el diario  El Siglo, a quienes damos,   lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Therapeia del 2 de enero de 2011

La opinión de la Estudiante  graduanda de la Crossroad  Christian Academy…
SHARON  TORRIJOS

Resolución de este año nuevo: Abrirle los ojos a la gente con respecto a las resoluciones de año nuevo.

No quiero ser malinterpretada, me agradan mucho las metas y la ambición saludable, pero en lo que son las resoluciones de año nuevo me parecen una mala táctica para un cambio de vida. Pues, ¿no es ese el propósito de las resoluciones, un cambio de vida? Ya sea bajar de peso, aumentar el capital personal o encontrar el amor, todas ellas representan un cambio fundamental en la vida de una persona.

Las personas dicen, para este año que viene dejaré de comer tanto dulce y mientras tanto comen todo lo que pueden antes que llegue el año nuevo como si al finalizar el conteo todo el mundo cambiara. 3, 2, 1 weeee y puff, ahora todos los que desean rebajar no tendrán tanta gula y querrán hacer ejercicio todo el tiempo, las cuentas de banco se elevarán gracias al repentino cambio de opinión del jefe y aquella media naranja se verá mágicamente guiada para cruzarse en el camino de uno. Año nuevo no indica nada más que el fin del calendario y de la agenda.

Ahora todos pensarán, ¡pero si ésta muchacha es el Grinch del año nuevo! Pues no, no lo soy, tal vez si de San Valentín, pero esa es otra historia. Hoy les vengo a explicar la hipocresía de las resoluciones de año nuevo.

Hace poco fui a ver una comedia romántica al cine y quedé fascinada cuando escuche al protagonista contarle a la mujer la historia de cómo se originó la masilla ‘play doh’. Resulta ser que comenzó siendo un limpiador de papel mural hasta que fue evidente que a los pequeños les gustaba jugar con la masa y lo convirtieron en lo que hoy es un producto de 50 años de existencia y ventas altísimas.

Ustedes se preguntarán que tiene que ver la historia de la masilla con las resoluciones de año nuevo.  Mi punto es el siguiente: No tenemos que esperar hasta año nuevo para cambiar nuestras vidas. No tenemos que esperar hasta el inicio de la semana o el comienzo del día. Podemos cambiar nuestra vida a cada instante, si estamos decididos a hacerlo.  Paulo Cohelo dijo: ‘Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia’.    Dejemos atrás la pereza y atrevámonos a hacer resoluciones diarias.

*

<> Artículo publicado el 2 de enero de 2011  en el diario  El Siglo, a quienes damos,   lo mismo que a la  autora, todo el crédito que les corresponde.

Therapeia del 26 de diciembre de 2010

La opinión de la estudiante…


SHARON TORRIJOS
sts2309@gmail.com
Nacemos, crecemos y morimos porque sí. Porque el mundo se reinventa cada cierto tiempo; porque nada es eterno. ¿Cómo sería nuestra existencia si viviésemos para siempre? Aburrida, estéril, monótona. Algo así como el tedioso caminar de quien no tiene interés en llegar.   La vida es así; una mezcolanza de colores, emociones y situaciones que determinan nuestra percepción de la vida, nos forman y reforman, alterándonos a cada instante.

Sobrevivir y vivir no son lo mismo. Una es la versión ridículamente diluida de la otra. Para sobrevivir sólo se necesita lo básico, pero para vivir se necesita todo. ¿De qué sirve existir cuando no se siente?   De nada sirve, pues es inexistente, igual que sin movimiento todo es estático. Pasión, es eso lo que se necesita. Vivir por las ansias de experimentar aquello que inyecta adrenalina en nuestra sangre. Disfrutar.

Amar sin ambición ni interés. Entregarlo todo por los momentos preciosos donde el mundo parece girar en armonía. Reír hasta que los pulmones ardan por la falta de aire. Porque sino amamos no disfrutamos, no lloramos ni reímos, en fin: no sentimos. Sino sentimos olvidamos los colores y los diversos tonos, aquellos que hacen que la vida sea intensa. Amar a todo y todos, sin temor y libremente, pues los momentos compartidos en amor son momentos gloriosos.

Cuando el sol se pone en nuestras vida y vamos a dormir para siempre es eso lo que cuenta, cuánta gente amamos y cuánta gente nos amó. Cuánta gente hicimos felices y a cuánta maltratamos, si nuestras acciones fueron positivas o no. Compartir, eso es lo que importa. Ser capaces de hacer felices a los demás. El egoísmo es cínico y solitario, nos aparta del mundo y nos amarga por dentro. Por eso debemos compartir, para disfrutar con alguien los momentos que permanecerán en la memoria.

En estas fechas eso es lo que importa. No se trata de los regalos ni las fiestas o las decoraciones sino de la vida y como la vivimos. Tenemos que dejar atrás la comercialización de emociones y el odioso capitalismo que llena de materialismo nuestra vida y ver más allá. Vale la pena vivir una vida libre de los yugos que la sociedad actual impone, apartarse un momento y considerar como hemos procedido hasta ahora. En una época donde se celebran los milagros, la gratitud llena el aire y la paz alimenta nuestras almas, es momento de disfrutar de la unión en familia.

*

<> Artículo publicado el 26  de diciembre  de 2010  en el diario  El Siglo, a quienes damos,   lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.

Therapeia del 19 de diciembre de 2010

La opinión de la estudiante graduanda….

SHARON TORRIJOS 
sts2309@gmail.com

Diciembre no es solo el mes en el que se celebra Navidad, Hanukkah y la llegada del Año Nuevo; también es el mes en que las escuelas panameñas se preparan para graduar a una promoción que, tras 13 años de educación formal, se enfrenta a una serie de decisiones que definirán su vida.

Dónde y qué estudiar son las clásicas dudas. Pero hay quienes también consideran ingresar a la milicia o entrar a un seminario religiosos y otros simplemente no estudian y se unen a la fuerza laboral.

El miedo al futuro, nostalgia por lo que dejamos atrás y emoción por lo que vendrá, nos deja en un estado incongruente y a veces de insatisfacción al no saber bien qué sentir.

La semana pasada fui a dos graduaciones: la de dos grupos de amigos con los que estudié. Durante ambas ceremonias me puse sentimental al borde de llorar y probablemente lo único que evitó que lo hiciera fue el mi incapacidad para llorar en público. Mientras los veía caminando a recibir el diploma algo hizo clic en mí: ya todo terminaba. Nada de ser ‘colegiales’ sino universitarios. Sentí orgullo por ellos, celos de verlos graduarse antes que yo y un profundo cariño.

Nunca más seremos los niños inmaduros que iban a la escuela por obligación, ahora estudiaremos para tener un lugar en el mundo. Al haber estado en tres escuelas complemente diferentes —una anglicana, una judía y esta última bautista americana— he tenido la posibilidad de ver las diferentes formas de proceder a la hora de elegir.

Hay amigos que por ley deben ir al ejército de su respectivos países y otros que por lealtad a su fe y cultura voluntariamente se enrolan. También tengo amigos que en honor a Dios decidieron estudiar teología en un instituto bíblico o decidieron convertirse en misioneros e ir por el mundo compartiendo el evangelio.

Amigos que decidieron quedarse en Panamá y otros que decidieron irse a EE.UU., a la Unión Europea, Sudamérica y hasta destinos exóticos como Egipto.

Puedo asegurar una cosa: sin importar cual es nuestro origen todos nos enfrentamos al miedo de tomar una decisión que nos destruya. Ya sea que tengamos el futuro asegurado por conexiones familiares o por la bendición de tener la mente clara en nuestro propósito en la vida o por el contrario, no tener ni pizca de idea de lo que será de nosotros, el futuro está allí, a la vuelta de la esquina esperándonos.

Como dicen, valiente no es el que no tiene miedo sino el que lo tiene y actúa.

Piensa. Razona. Analiza. Investiga.

*

<> Artículo publicado el 19 de diciembre  de 2010  en el diario  El Siglo, a quienes damos,   lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.

Therapeia (del 12 de diciembre de 2010)

La opinión de la estudiante…

SHARON  TORRIJOS
sts2309@gmail.com

Friedrich Nietzsche dijo:  ‘Ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes;’ desgraciadamente este multifacético alemán también comentó que ‘cuando trates con una mujer no olvides el látigo.’

Pese a que mi parte feminista repela la segunda cita no puedo más que concordar con la primera. La mayoría del mundo desea ser independiente, pero ciertamente, no todos podemos. ¿Razones? Minoría de edad ó incapacidad para sobrellevarla.

Es algo radical hablar de independencia cuando, si uno lo piensa, nadie es íntegramente independiente. Todos dependemos de alguna manera u otra de alguien o de algo, y es eso lo que nos hace pertenecer a la comunidad global. Los jóvenes, sobretodo, pareciera que el desarrollo nos hubiera alterado el ADN para agregar el gen de la libertad.   Nuestras ansías de ser libres es tan grande que olvidamos la lógica.

El problema de creernos autosuficientes es principalmente que no lo somos, y se debe a que estamos en una etapa de cambios, por ende, no somos la prueba exacta de la sensatez y para que mentir, no tenemos el gran repertorio de experiencia para poder jactarnos de tomar las mejores decisiones sólo con nuestra sabiduría. La verdad sea dicha, la sabiduría es lo contrario, es tener la capacidad de poder aceptar las opiniones de los demás y considerarlas con mente abierta. Por ello, la sabiduría reside en aprender a escuchar a los demás y educar al criterio para razonar.

Nietzsche, quién pareciera ser el protagonista de mi columna hoy día –el hombre por algo es un reconocido filósofo–, escribió: ‘El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.’ No se trata de perdernos en lo que los adultos quieren de nosotros, se trata de demostrar con nuestro comportamiento y decisiones que somos capaces de comprender y aceptar consejos, opiniones manteniendo siempre nuestra esencia.

Como dice mi papá no debemos ser sabio en nuestra propia opinión. Ser independiente no quiere decir hacer lo que se nos da la regalada gana, es aprender a tomar decisiones propias y asumir con dignidad las consecuencias de las mismas. Debemos saber balancear entre mantener la pureza de nuestra individualidad y acatar ordenes—CREANME, yo sé cuan difícil es someterse a la autoridad, pero el balance entre ellas es lo que determina nuestro calibre.

*

<> Artículo publicado el 12 de diciembre  de 2010  en el diario  El Siglo, a quienes damos,   lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Therapeia

La opinión de la estudiante…


SHARON TORRIJOS
sts2309@gmail.com
Los adultos dicen que el mundo está evolucionando muy rápido y que por eso a veces les es difícil mantenerse al tanto de todos los cambios. Personalmente siempre me ha parecido una exageración, hasta que comencé a reflexionar en ello.   ¿Alguno de ustedes ha visto alguna serie de televisión de los años 80?  Es la cosa más extraña del mundo.   Ni Internet, ni celulares; un mundo oscuro.   Y los videos musicales viejos, por favor no me hagan entrar en ese tema. Son increíblemente estresante, con ropa espantosa que hace que uno se pregunte como es posible que aquello hubiese estado de moda.  Y ni hablar de los efectos especiales que se ven evidentemente falsos. 

La verdad sea dicha nuestros padres sí tienen razón: el mundo está avanzando rápidamente.   Hace cinco años Facebook no existía y ahora es tan natural para nosotros como el aire.  Vivimos en un mundo tecnológico en el que cada día se inventan más maneras para comunicarnos mientras estamos cómodos. Todos estos inventos se funden en la sociedad añadiéndose a la cultura actual. Recién dos años atrás explotó el boom del Blackberry Messenger, pero se siente como si hubiese sido más tiempo. Hay quienes en broma comentan cuan triste era su vida sin bbm, pero me pregunto si en realidad se dan cuenta cuan feliz eran antes de esto.

Ya no nos comunicamos como solíamos. Poco a poco nos sumimos más en un mundo impersonal donde por más que nos comuniquemos entre nosotros no nos conocemos en verdad. Salimos con alguien sólo para estar hablando más por bbm o msn que con la persona que está físicamente con nosotros.   El mundo está a nuestras manos, pero dejamos que la tecnología nos controle en vez de nosotros a ella. Vamos al cine, pero no vemos la película por estar prestándole atención al Blackberry. De alguna manera nos estamos volviendo esclavos de nuestras propias invenciones y por más que suene muy a lo Terminator lamento decir que es la realidad.

La tecnología que desarrollamos la hacemos para nuestro beneficio y no desventaja. No por que algo es anticuado quiere decir que es ineficaz. Seamos capaces de decirle no al abuso de la tecnología y digamos sí a aquellas tradiciones que promueven valores universales.   Si no comenzamos a utilizar las herramientas de nuestros tiempos con la moral humanistas del pasado perderemos de vista la utopia que con desesperación buscamos.

*

<> Artículo publicado el 5 de diciembre  de 2010  en el diario  El Siglo, a quienes damos,   lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde