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La opinión de…
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Humberto López-Tirone –
El 20 de diciembre de 1989, con la mitad de los efectivos militares usados en Vietnam, el imperio rapaz de los estadounidenses invadió nuestro territorio, llenando de luto y dolor a América Latina.
En las primeras 24 horas cayeron más de 200 bombas de alto poder destructivo y se utilizó la más alta tecnología de guerra. Jamás panameño alguno aceptará las razones políticas o morales, inspiradas en supuestos valores cívicos, que justifiquen semejante crimen. La mentira epistolar de que buscaban arrestar a un hombre y sus allegados, el mundo civilizado no la creyó.
Las familias y amigos demás de los 4 mil muertos, 8 mil heridos, 5 mil detenidos en campos de concentración, 18 mil damnificados, 25 mil botados de sus puestos de trabajos, jamás podremos olvidar la agresión más sangrienta y criminal que ejército alguno, en la historia haya perpretado para derrocar un régimen e imponer otro que respondiera a sus intereses hegemónicos.
Encontrándose desde el día anterior bajo la protección de los norteamericanos, y aglomerados en un frío salón de una base militar estadounidense, tomó posesión el nuevo gobierno encabezado por Guillermo Endara Galimany. Le tocó escribir la página más negra de nuestra historia, encabezar un gobierno al servicio de los intereses norteamericanos y aplaudir como cómplices mudos la masacre de todo un pueblo, que sigue esperando justicia por sus muertos, perseguidos, exiliados, heridos y mutilados, que están a la espera de la “Comisión de la Verdad” para acabar con tantas mentiras ocultas y verdades mutiladas.
A partir de ese momento se instauró una dictadura militar extranjera que gobernó bajo un gobierno títere, encabezado por Endara y dirigido por el general Cisneros. Este gobierno tenía un coordinador militar norteamericano en cada ministerio y con la complicidad de haber masacrado a cientos de panameños enterrándolos en fosas comunes. Han pasado 21 años en los que los mismos gobiernos de los partidos afectados e infectados por la invasión se hicieron los ciegos y genuflexos ante los invasores.
En Coclesito, el 21 de diciembre, 400 paracaidistas yankees se tomaron la población por 48 horas, bajo la información falsa de que allí había grandes cantidades de armamentos y guerrilleros para enfrentar a los invasores. El proyecto agropecuario fue tomado por autoridades del nuevo gobierno, permitiendo el cuatrerismo, protegido por las autoridades, robándose más de 500 búfalos, 300 reses y destruyendo, por el abandono, una represa que proporciona luz a poblados.
Ni el gobierno de Pérez Balladares ni el de Martín Torrijos Espino le hicieron justicia a Coclesito. Ni un solo proyecto agropecuario que les permitiera recuperar lo que le habían arrebatado con la invasión. Ni una sola demanda ante las autoridades de La Pintada prosperó. Pero lo más dramático es que el gobierno de Martín Torrijos fue catalogado por la familia Bush como el de más confianza y mejor aliado, admirado por los artífices de la invasión y planificadores del magnicidio de Omar. Recordamos 21 años de vergüenza, de traiciones, olvido y falta de moral histórica de los que debieron no olvidar semejante humillación.
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<> Este artículo se publicó el 21 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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