¡Contagiando valores!

La opinión del Docente Universitario….

STANLEY MUSCHETT

El que tratemos de manera recurrente el tema de los Valores Cívicos y Morales, lejos de hacernos sentir desanimados, debe llevarnos a tomar conciencia de que es necesario reiterar la necesidad de su práctica de manera permanente, pero además, de que estos valores deben reafirmarse y reformularse para que tengan sentido en las distintas épocas que vivimos.

La gran revolución científica y las fabulosas aplicaciones tecnológicas que se han derivado de ella y que permiten disfrutar de mejores condiciones de vida, han influido en nuestro modo de ver las cosas y también en nuestra manera de comprender a la persona humana y sus valores. Poco a poco, casi sin darnos cuenta, hemos ido desarrollando y adoptando patrones de conducta en donde nos hemos convertido en individualistas, en consumistas, en superficiales y hasta relativistas.

Individualistas, porque llegamos a sentir que no necesitamos de la comunidad para satisfacer nuestras necesidades. Consumistas a cualquier precio y precipitadamente, porque queremos tener todo y más.  En superficiales, porque nuestro espacio de atención dura lo que demora cambiar de canal televisivo o cambiar de ‘link’ en Internet; finalmente, en relativistas, porque sentimos que todo puede negociarse o reemplazarse, que no vale la pena mantenerse firmes ni leales ante nada.

La persona se ha ido convirtiendo en algo que definimos y valoramos según la utilidad que tenga para nosotros. En el seno íntimo de la vida de pareja y de familia, esto se traduce en el incumplimiento de los deberes y en el fácil rompimiento del lazo matrimonial. Lo mismo ocurre en el espacio del trabajo y el desempeño profesional, en donde aceptamos la mediocridad, cuestionamos la autoridad, y no cultivamos la lealtad a la empresa.

En el plano comunitario y social, hemos ido desarrollando una especie de ‘juega vivo’ (tantas veces denunciado), en donde no respetamos la fila, el tiempo de los demás, hacemos trampa, no consideramos al vecino, ensuciamos los espacios públicos e inventamos carriles en las vías. Jugamos con la honra de las personas y participamos de la actividad política, solo si nos prometen una recompensa. La buena noticia es que la mayoría de las personas no actúa así.

Mejor noticia aún, es que el ser humano es un proyecto, una criatura de Dios que tiene la oportunidad de realizarse en la historia, desde el ejercicio de su libertad con la orientación de su conciencia.

Por ello, es posible alimentar el espíritu mediante la práctica de los valores a partir del buen ejemplo.

Como dice Savater, ‘para llegar a ser plenamente humanos, necesitamos ser contagiados de humanidad por los demás con la complicidad de nuestra parte’.

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Este artículo fue publicado el  22 de julio de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Reflexión en el Día del Maestro

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La opinión de….

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Stanley  Muschett
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Mandrioni, Toynbee, Champollion, Fanon, Copi, San Anselmo, Giordano Bruno, Ortega y Gasset. Mounier y Maritain, Láskaris, Zea, Castillero, Susto, Chuchú Martínez, Pernett y Morales, Dimas Lidio Pittí, Reina Torres, Olga Linares, Richard Cook. Rimas, Décimas a lo Divino, ensayos, cuentos y relatos (Verde que te quiero Verde). Nombres, conceptos, ideas, hechos y tareas que se instalaron en mi después de haber sido decantados de los labios y mentes de Roberto De La Guardia, Ricardo Arias Calderón, Carlos María Ariz, Angel Revilla Argüeso, Luis Oscar Miranda, José María Escámez, Miguel Angel Martín, Gustavo García de Paredes, Melvin Sáenz, José Vicente, Javier Lasa, Luis Oscar Miranda y Rafael Rivera, entre otros.

Las clases se extendían más allá del aula, transformándose en ocasiones de diálogo y espacios de conversación coloquial, pero científica, con la que los alumnos de entonces, en la Universidad Santa María La Antigua (USMA) que comenzaba y se debatía por ser, en Plaza Catedral, fuimos privilegiados. Lecciones de lógica intercaladas con la charla de café sobre la caída de Vietnam. Recorridos apasionados por la historia, viajando desde el antiguo oriente para aterrizar en la revolución francesa. Discusiones sobre filosofía de la historia mientras argumentabas sobre los procesos de descolonización en el África de entonces. Se hacía tiempo para escribir poesía y hacer crítica a la literatura panameña. Leíamos a Kant en italiano y además, ilustrábamos los silogismos con los diagramas de Venn.

Había que escribir la historia de Panamá, desde sus mitos, leyendas y arqueología, mientras construíamos la identidad de los castelauros, sin descuidar la dinámica del llamado “Proceso Revolucionario” que se iniciaba y seguir de cerca los concursos del Miró. Y todo ello, en el territorio libre de la USMA, aquel salón 208 del antiguo Palacio Arzobispal, el Parque Catedral y la cafetería del Hotel Central.

Todo esto ha venido a mi memoria al calor de un debate (uno más de tantos) sobre la educación y nuestras universidades. Sobre lo perdido y lo añorado. Una cosa llevó a la otra y cuando la nostalgia se instaló en mí, la loca de la casa hizo de las suyas (Sta. Teresa) y luego la gratitud afloró serena. Por eso, en este día del maestro, mi homenaje va para ellos. A estos que haciendo de alfareros de la mente y el espíritu no midieron su entrega. Ellos, que con su vida y testimonios (recuerdo que Ricardo Arias Calderón se dejó la barba para protestar contra una medida gubernamental que la prohibía; los aventones de Gustavo García de Paredes en la noche tarde después de clases o los libros traídos de regalo por Miguel Angel Martín en su visita anual a los archivos de Londres) inculcaron valores y sueños en nosotros (cualquier falla es culpa nuestra). Ustedes, al decir de Savater, nos contagiaron de auténtico humanismo. Por ello, alzo mi copa y brindo por cada uno de ustedes. Su presencia en nosotros, los de entonces, supera todo límite físico y distancia temporal. ¡Feliz día, maestro!

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Publicado el 1 de diciembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.