Mujer, creación de Dios

Un mensaje al Corazón.  El mensaje, el consejo y la opinión del Obispo Auxiliar de San Pedro Sula,  Monseñor…

Rómulo Emiliani

Dios creo al hombre y a la mujer iguales en dignidad; diferentes a nivel biológico y psicológico, pero complementarios. Por ser creación de Dios, la mujer no es inferior al varón. Pero desde el principio, en la Biblia y todo el contexto ambiental de oriente, vemos una marcada diferencia en los papeles sociales, donde la mujer ha sido tratada como un ser de inferior categoría.

Jesús de Nazaret siempre trató con respeto y admiración a las mujeres. La figura femenina, tanto de María como de otras mujeres que Cristo trato, tiene un porte, una elegancia y un respeto. Aún María Magdalena, la de los siete demonios, se convirtió en una mujer maravillosa, quien tuvo el honor de ser la primera persona a la que Cristo se apareció al resucitar.

María Santísima, la Madre de Jesús, alcanzó un grado superlativo de santidad, más que cualquier otro ser humano, siendo declarada por la Iglesia pura e inmaculada, aún en su concepción. Ella es la mas digna y ejemplar, la más perfecta en su ternura, fortaleza, agudeza y profundidad, en su fe y aceptación del plan de Dios. María es el ejemplo total de una persona perfecta.

En la historia hay muchos ejemplos concretos, y tantos otros anónimos, en los que se destacan mujeres ejemplares, personalidades maravillosas y únicas. Pero en muchas culturas primitivas, se tenía a la mujer como un ser totalmente inferior y aún en la edad media la mujer era un ser de segunda categoría.   En los años de su historia, la Iglesia Católica ha defendido la integridad, dignidad y santidad de la mujer. En ella han nacido innumerables mujeres realmente santas, que gracias a vivir en Gracia de Dios han llegado a la cúspide del desarrollo espiritual y humano. El Señor creó a la mujer para que complementara al varón y ambos se perfeccionaran. La dotó con una energía y vitalidad única, una sensibilidad muy especial, emociones y sentimientos más profundos y desarrollados, más feminizados, una ternura muy especial, una intuición aguda y una potencia anímica más desarrollada. Para que el mundo sea más perfecto, el hombre y la mujer deben complementarse, y unidos lograrán hacer de este mundo el que Dios quiere.

¿Qué ha pasado a la humanidad; qué gran error histórico hemos cometido, qué tragedia tan espantosa hemos permitido que ocurra por mantener prejuicios tan descabellados en contra de las mujeres? ¿Cómo es posible que en este siglo,   hasta hace unas décadas, en muchos países las mujeres no podían ni votar? Desgraciadamente, también en nuestra cultura latinoamericana se han pisoteado muchísimo los derechos de las mujeres.

Las sociedades machistas como la nuestra han causado mucho daño porque la mujer muchas veces es vista como una esclava, un objeto sexual o alguien simplemente inferior.

 

<>Artículo publicado el  5 de febrero  de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Carta a un fanático

Un mensaje al Corazón.  El mensaje, el consejo y la opinión del Obispo Auxiliar de San Pedro Sula,  Monseñor…

Rómulo Emiliani

(Espero no lo sea usted).   ¿!Fanático, yo?!   Sí y perdone.  Por su forma de violentarse cuando se critica a su partido político, su religión, o su propio ego, eso es.   Por el desprecio que muestra a los que no piensan como usted o pertenecen al gremio contrario al suyo; por el odio que respira cuando se expresa de aquellos que profesan un credo diferente….! Pues sí lo es!
¿No se ha visto la cara cuando critica con gusto morboso al otro que es diferente a usted? ¡No se ha dado cuenta cómo agranda sin pruebas los defectos de los otros?
Gente como su persona son los que al extremar sus posturas mandan a matar sin remordimiento a los que se oponen a su fe, posición política, raza o cultura.   Fanáticos como usted mataron a Jesús de Nazaret en nombre de Dios y del César Romano.   La culpa se la echaron sólo a los judíos, pero los romanos ejecutaron al inocente según su ley y por tres siglos persiguieron y asesinaron a muchos cristianos para mantener su poder. Eran fanáticos del César.
Cuidado, que probablemente hoy nosotros nos hubiéramos encargado de hacer callar a Jesús en nombre de la religión y de los poderes económicos o de cualquier idea o postura ideológica, si nos hubiera afectado.
Fanático usted, pues sí, ya que con su intransigencia condena a todo aquél que tiene una conducta diferente a la suya. El virus de los extremismos lo tenemos en el alma. Todos en cualquier momento podemos ser fundamentalistas.

Fanático es todo aquél que marca con odio y como venido del infierno al que es protestante o católico, o al que es islámico o negro, capitalista, marxista, judío, drogadicto u homosexual, prostituta o ladrón.

Generalmente cuando un fanático acusa, solapadamente manifiesta que él sí tiene la verdad, la santidad, la perfección, escudando con eso sus imperfecciones y sintiendo orgullo de su intolerancia.

En la medida en que se cultivan los radicalismos, se hace patente la división y los abismos y la estúpida ilusión de que los malos están allá y los buenos acá y eso da permiso al asesinato y a los holocaustos. Por creernos eso en la historia hemos generado un reguero de sangre que tiñe de muerte violenta a millones de personas, generalmente en nombre de nuestros dioses, o de la superioridad de nuestras razas y culturas ¡Cuánto prejuicio en la humanidad! (Sigue el sábado).

La intolerancia, cuando se hace radical, provoca la conducta irracional de la agresividad que destruye todo a su paso, con licencia para matar, con permiso para destruir, dado por ese submundo de locura mental inventado por el narcisismo de grupos que se han sentido elegidos por los dioses para ser sus “favoritos”. Insisto en esto de lo divino mal entendido, porque se hacen “sagrados” conceptos como razas, ideologías, sistemas económicos, religiones en cuanto excluyentes, partidos políticos y sus líderes, inclusive equipos de fútbol y sus “estrellas”, y algunas veces el “yo” de algunos, idolatrados por su propios portadores.
El “inventar dioses” ha traído tanta desgracia a la humanidad y no nos queda otro camino que acabar con ellos para sobrevivir y el favorecer la tolerancia y el respeto a los demás y sus derechos. Hay que desacralizar y desmitificar todas esas divinidades creadas para favorecer nuestros “egos” inflados de orgullo. Despojarnos de esos aires idolátricos y tomar conciencia de que somos “humanos” simplemente y que hay un Dios que ama a todos por igual.

Creo en la verdad de mi fe y en el amor de mi Dios, pero no puedo por eso irrespetar a los que no piensan como yo. Tengo claros conceptos en muchas cosas de la vida, pero no puedo despreciar a los que no opinan como yo. Debo entender que hay muchas formas de ir descubriendo la verdad y que todos tenemos derecho a vivirla y expresarla.    Que no soy nadie para acusar a los otros de malos y perversos, de hacerme por eso el “intocable”y el perfecto, el “santo”, porque “con la misma medida con que mido, seré medido”; que cuando acuso señalando con el índice, esa misma mano tiene otros tres dedos acusándome a mí y haciéndonos ver que “Santo solo es Dios”.

Mucha vigilancia a ese ego lleno de soberbia, que nos ha causado tantos problemas en la historia. Y recordemos que con Dios somos invencibles a la idolatría.

<>Artículo publicado en dos partes, el 22  de enero de 2011 y el 29 de enero de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Así como piensa es

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Un mensaje al corazón.  La opinión de…

Rómulo Emiliani, cmf. 

Muchos sabemos del poder que tiene la autosugestión y para eso solo observe una sesión de autohipnosis, donde el experto hace que la persona hipnotizada se sienta cansada y la duerme o le haga sentir que no puede mover sus brazos por “estar muy pesados” o en caso extremo, la hace levantarse, horizontalmente medio metro del suelo, como levitando. Esto último lo ha hecho el famoso padre Quevedo quien tiene una escuela de Parapsicología en Brasil.

Con eso y otros experimentos él prueba que el Vudú, por ejemplo, no tiene poderes espirituales, sino que usa de manera intensa los poderes mentales, a base música, danza, sacrificios de animales, etc.

Se sabe de un sonado caso de un accidente de automóvil, donde una señora madre de un niño apresado por la carrocería, levantó el carro lo suficiente para que la otra hija sacara a la criatura y lo salvara de una muerte segura.

Pues quiero decirle que “usted es lo que piensa”. Si sus pensamientos son intensos y le hacen creer que está sano, eso influirá en su salud por el gran poder mental que tiene.

Si usted piensa y cree que es bueno, porque Dios lo creó así, actuará de acuerdo a las normas de bondad y generosidad.

Si cree usted que no es inteligente sino tonto y torpe y permanece convencido de eso, actuará de acuerdo a su mala creencia.

Si sus pensamientos giran normalmente en torno a la salud, a la esperanza y el optimismo, generarán comportamientos afines y viceversa.

Los pensamientos tienen gran poder. Se sabe que el poder de la autosugestión, por ejemplo, estar convencido de que se está enfermo sin padecer nada, provoca enfermedades, ya que condiciona al cuerpo, que al final obedece los impulsos más poderosos del pensamiento.

El lenguaje condiciona su pensar y viceversa. Las palabras generales que restringen la realidad como “nunca se podrá, siempre es así, nada se conseguirá, todo el mundo es así, nadie puede, yo no puedo, es imposible”, deben ser eliminadas de su vocabulario y razonamientos, salvo casos muy extremos.

No limite la bondad, el amor, la generosidad, lo heroico, con una visión pesimista y cínica de la humanidad. ¿O acaso no sabe que Dios lo creó todo y bien hecho?. No se reduzca usted a un ser impotente, indolente, raquítico humanamente y “muy poca cosa”.

 

De acuerdo a su autoimagen usted actuará. Revise lo datos con que lo han “programado” desde niño y observe que hay un montón de “telarañas mentales”, barreras imaginarias que lo imposibilitan a actuar.
Además, la cultura predominante influye en todo esto. Los países del tercer mundo nos “creemos menos que los ricos” y actuamos así como “gente de segunda”. Nuestros pensamientos personales influyen en nuestro comportamiento y también los sociales.
Un gran error que se comete en muchas familias es estar continuamente reprochándose los fallos, acusándose unos a otros de mentirosos, torpes, perezosos, irresponsables y vagos. Eso genera la idea colectiva de que son una familia de “tarados”.
Los pensamientos generan un lenguaje y éste provoca pensamientos afines. No permita que los pensamientos negativos dominen su mente y tampoco use un lenguaje negativo. Sepa además que una gran barrera para el desarrollo integral viene como consecuencia del pensamiento negativo: la inercia. Esta consiste en no hacer nada porque “ no se puede”. Implica no ofrecer resistencia al mal que se está haciendo a uno mismo y declararse “vencido” por cualquier obstáculo.
Por eso yo le propongo: limpie su mente de lo negativo, crea que usted es una persona maravillosa porque Dios así lo hizo y tenga una profunda fe en El, porque con el Señor usted es invencible.

 

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<>Artículo publicado en dos partes el 8  de enero de 2011 y el 15 de enero    en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

¡Apártate de mi Satanás!

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Un mensaje al Corazón.  El mensaje, el consejo y la opinión del Obispo Auxiliar de San Pedro Sula,  Monseñor…

Rómulo Emiliani

Esta frase de Jesús dirigida a su fiel e impetuoso discípulo Pedro, que quería impedir que el Maestro fuera a inmolarse a Jerusalén, causa mucho impacto por su trascendencia.   Le habla así a su “hombre de más confianza”, al que había destinado para ser su “vicario en la tierra”.   Esto nos hace pensar que los “engaños diabólicos” pueden presentarse inclusive en las personas y cosas más “inocentes y buenas”.
No es para ver al diablo siempre, ya que más bien hay que ver a Dios en todo, pero sabiendo que aún en las personas, cosas y momentos más “puros”, pueden presentarse situaciones que nos aparten del camino. Ejemplo, el de una madre que por “amor” le arranca a la hija su deseo de consagrarse al Señor, porque es un “camino donde se sufre mucho”. Recordemos el siniestro consejo de Herodías a su hija Salomé, ordenándole que pidiera a Herodes la cabeza de Juan el Bautista. Su propia madre lleva a la hija a cometer tan espantoso crimen. Vemos pues que aún de una madre pueden venir “tentaciones de las tinieblas”. “Quien ame a su padre o a su madre más que a mi, no es digno de mi” dice el Señor.   Quien obedezca más a su padre, esposo, jefe o amigo, más que al Señor, se convierte en enemigo del plan de salvación de Dios. Por una parte los cristianos debemos ser los más respetuosos de toda autoridad y orden, pero por otro lado, los más rebeldes si se nos manda algo que va contra Dios, contra la moral, contra la vida.

El joven que induce a la novia a abortar, el jefe que intenta seducir a la empleada, el padre que lleva al hijo al licor, el amigo que quiere llevar a uno a realizar un acto delictivo o a consumir droga, deben al momento ser “detenidos” con un “!apártate de mi Satanás!”.   Y en esto hay que ser radical.    Más aún, cuando una madre u otro tipo de autoridad, inclusive religiosa, apaga en un joven o en cualquier persona, su deseo de superación, de perfección, de santidad, supuestamente por el bien de la persona, por prudencia, por salvar a uno de meterse “en problemas”,   deben ser detenidos con un claro   “!apártate de mi Satanás!”.

Nadie debe parar la sed de amor, de subir la montaña de la santidad, de la perfección de una persona, porque se convierte en instrumento de las tinieblas. Así como suena. Nuestra misión es crecer, crecer, sin detenernos, hasta llegar al encuentro con el Señor al final de nuestra vida. Lógicamente nunca está de más la advertencia, gracias a la experiencia, que hay que dar siempre a las personas que se lanzan a conseguir una meta, sobre obstáculos, tentaciones y de más cosas que van a encontrar en el camino y sobre todo, si en verdad se ha pensado bien en el camino que se va a seguir.

Pero un pueblo, una comunidad, una nación debe estar continuamente diciendo: “!apártate de mi Satanás!” a las tentaciones de injusticias, vicios, corrupción que se ciernen continuamente en su vida, sumando fuerza espiritual, moral, judicial, policial y otras, para luchar contra el mal, adecentar el ambiente y humanizar la cultura de un conglomerado social. Ahora bien, todo cambio comienza por uno mismo. ¿ En qué me tienta más Satanás?. ¿ Cuál es mi talón de Aquiles, mi mayor debilidad?. ¿ En qué estoy consintiendo yo las tentaciones de las tinieblas?.

Todos estamos tentados por esas “30 monedas” de Judas que están continuamente sacudiendo nuestra conciencia. Debo gritar con todo el alma: “!Apártate de mi Satanás!”. Para eso, igual que Jesús debo:

1. Estar consciente de mi misión en la tierra.

2. Ser un celoso defensor de mis metas y saber qué es lo que puede apartarme de mi camino.

3. Cultivar al máximo mi fidelidad a la obra del Reino de los Cielos y poner todo el empeño en sacrificar lo que sea para alcanzar mis objetivos en la vida.

4. Contar con la ayuda del Señor, implorar siempre su bendición, entregarme a El con todo mi ser.

5. Unirme a personas que como yo tengan aspiraciones parecidas y compartir conocimientos, consejos, apoyos de diversa índole.

6. Intentar superarme cada vez más en lo que es de mi competencia con la dedicación, estudio, perfección de habilidades, buscando crecer cada vez más.

Y por supuesto, cuando veo que hay algo que me quiere apartar del camino de superación emprendido, gritar con todo mi ser “!apártate de mi Satanás!”, e implorar la fuerza del Señor con quien en verdad somos invencibles. Amén.

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<>Artículo publicado en dos partes, el  25  de diciembre  de 2010   y el 1 de enero de 2011 en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

A programarse para triunfar

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Un mensaje al Corazón.  El mensaje y la opinión del Obispo Auxiliar de San Pedro Sula,  Monseñor…

Rómulo Emiliani

Lo que le voy a decir puede resultar muy simple, pero qué efectivo es. Así como se programa una computadora, puede hacer igual con su mente, salvo que usted es más perfecto y complicado que cualquier invento tecnológico. Pero aún así, le digo que funciona.

 

Si simplemente al levantarse por la mañana, usted comienza a pensar en cosas buenas, a creer que será un día positivo, a repetirse frases como “El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace reposar, me conduce a fuentes tranquilas y recrea mis fuerzas”, Salmo 23,1-3, o “estoy en las manos de Dios”, o “con Dios soy invencible”, o cualquier otra frase positiva y pone música de fondo y hace un poco de ejercicio, no dando pie a escuchar tan temprano malas noticias de los medios de comunicación, usted tendrá un día mucho mejor que haciendo lo contrario.

 

En la lectura de los Salmos, en los que son alabanzas y acciones de gracias, tiene un arsenal de frases positivas que puede ir aprendiendo. Es tan importante comenzar bien la mañana, porque determina en parte el ritmo del día. El subconsciente es un depósito que al igual que una computadora depende de los datos que usted coloque.

 

Este misterioso espacio de nuestro yo interior no va a distinguir entre los datos buenos y malos, falsos y verdaderos, sino que obedecerá a la información que usted le dé. No coloque en sus “archivos” pensamientos de odio, pesimismo, fatalismo, morbosidad, dudas, porque al procesar la información le irá haciendo pensar durante el día en eso que recibió.

 

Si al acostarse la noche anterior, ya usted de manera inteligente, colocó pensamientos de fe, de amor, de esperanza y visualizó su vida entregada al Señor, como viéndolo en su imaginación que lo abraza a usted, que lo recibe y que le dice, “no te preocupes hijo mío, que estoy contigo”, y usted se siente de verdad “en manos de Dios” y al levantarse también dirige su mente a El y a repetir frases llenas de fe, le aseguro, que así como piensa, así se comportará y el día le saldrá mucho mejor. No digo con menos problemas, pero sí con una actitud de triunfador, con optimismo, con valentía, con paciencia y mucha paz.

 

También quiero decirle que así como los pensamientos generan las palabras, éstas generan pensamientos y tienen mucho poder. Si nuestro lenguaje es pesimista y nos reunimos con personas que continuamente dicen que: “nada se puede hacer”, que “estamos de mal en peor”, “vamos hacia un desastre y nadie nos saca de esto” y ponemos ejemplos de cosas macabras, esto condicionará nuestra mente y nos lanzará hacia una actitud derrotista y a la larga hacia una depresión. Claro que hay que ser realista y no esconder los problemas sociales y analizarlos y ver qué podemos hacer para enfrentarnos a ellos. Pero si continuamente este es nuestro lenguaje, nos convertirá en cínicos pesimistas y críticos estériles.
Cuidado con nuestras conversaciones. Intentemos pronunciar frases positivas llenas de fe, infundir un estado de ánimo bueno y mantener una postura valiente de que “sí se puede” y “con Dios triunfaremos”.

 

Debo también insistirle que en esta cultura del “ruido”, donde todo entra por los ojos y los oídos, se nos está arrancando el gusto por el silencio, la soledad, y se nos tiene lanzados hacia fuera de nuestro ser, bebiendo de cualquier charco de aguas infectadas, desde los últimos desastres de las vidas privadas de actores y cantantes, pasando por canciones y películas indecentes, hasta el bombardeo de la publicidad en todos los medios de comunicación, que nos lanzan a un consumismo descontrolado.

 

Hay que hacer silencio, estar solos un rato diariamente, poner nuestra mente en orden, hacer oración, buscar al Señor en lo más profundo de nuestro ser, sabiendo que con El limpiaremos nuestra alma de lo negativo y seremos invencibles.

 

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<>Artículo publicado en dos entregas,  el  11  y el 18  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

¡Oh Dios mío!

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Un mensaje al corazón.  La opinión del Arzobispo Auxiliar de San Pedro Sula,  Monseñor …

Rómulo Emiliani, cmf. 

Oh Dios mío, Santísima Trinidad, eres tú un solo Dios, la fuente divina de donde mana todo lo viviente, la tierra divina en la que todo nace y crece, el espacio divino en el que todo se mueve, es y existe, el origen divino del que todo viene, el centro divino de la creación en el que todo gravita y la meta divina hacia donde vamos todos.

Tu eres el Uno, el Eterno, el Infinito, el trascendente e inmanente divino, la realidad, la verdad, la relación y el fundamento primero y último de todo lo que es. Todo existe en ti y depende de ti. Tú lo abarcas todo y lo superas todo. Tú eres el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

OH Dios mío y Señor mío. Me rindo ante ti. Soy todo tuyo. Yo estoy en ti y tú estás en mí. Tú y yo somos uno, sin dejar de ser yo criatura. Gracias a tu misericordia y amor yo soy tú sin dejar de ser yo. Sin ti sería nada. Por ti soy hijo tuyo en Cristo Jesús.   OH Dios y mi todo. Maranathá, ven Señor Jesús.

Oh Dios mío, tú estás en todo y lo trasciendes todo.   Tú eres Amor Infinito, Compasión Infinita, Sabiduría Infinita, Paz y Calma infinita, Belleza infinita y Poder Infinito.

Oh Dios mío, Padre, Hijo y Espíritu Santo, gracias por la vida, por tu amor, por el perdón, porque nos salvas, nos resucitas y nos divinizas.   Gracias porque nos haces uno contigo.   Gracias porque soy hijo tuyo Oh Padre, hermano tuyo Oh Jesucristo, templo tuyo Oh Espíritu Santo, miembro del Cuerpo de Cristo en la historia. Gracias porque nos has redimido por la preciosa sangre de Jesucristo.   Gracias porque me haces uno contigo y con todo lo que existe.   Gracias por ayudarme a ser constructor de un mundo nuevo, del Reino de Dios en la tierra.

Gloria a ti Padre Dios creador, Existencia eterna y absoluta. Gloria a ti, Cristo Dios revelador, Conciencia eterna y absoluta. Gloria a ti, Espíritu Santo, Dios consolador, Gozo eterno y absoluto. Existencia eterna, Consciente y Gozosa, gloria a ti. ¡Gloria a Ti!, Dios que te manifiestas a toda la humanidad con diferentes nombres y en diferentes culturas, siendo el mismo ahora y siempre. Fuente Divina, Luz Divina, Origen, Centro y Meta Divina, Gloria a Ti. Amor Infinito, Compasión Infinita, Sabiduría Infinita, Paz y Calma infinita, Belleza y Poder infinito, ¡Gloria a ti!

Tú el Uno y Trino, El Eterno, El Infinito, El Trascendente, El Absoluto, El Misericordioso y Amoroso, ¡Gloria a Ti!  La Realidad Absoluta, la Verdad Absoluta, El Fundamento último y Absoluto, ¡Gloria a ti! El Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, Santísima Trinidad, OH mi Dios, Absoluto Gozo Supremo, ¡Gloria a ti!  Gloria a ti Señor que te me manifiestas en todo y lo trasciendes todo.  Gloria a ti «mi Dios y mi todo», que sigues expandiendo el universo como un reflejo pálido de tu grandeza infinita. Es ese universo de los soles y galaxias, de las constelaciones y agujeros negros, de la danza cósmica de estrellas que en millones de años luz de distancia se mandan mensajes de luces tan variadas y que se escapan a toda imaginación humana. 

Eres el Dios que se contempla en la dulce mirada de una niña pobre de ojos grandes y negros que juega con una muñeca regalada de otra niña que todo lo tiene.   Eres el Dios Padre que se goza contemplando la inocente belleza de esa niña que en su corazón tierno juega a mamá peinando la muñeca, añorando para la abuelita con quien vive después de ser abandonada por su madre, una casita donde no haya goteras y no tenga paredes de cartón y de débil adobe y una camita con colchón de verdad, porque la estera en que duerme le hace doler la espalda,   porque el piso está duro y casi siempre húmedo.

Gloria a ti Señor porque aunque ella no se dé cuenta del abrazo infinito de Padre que le das, tu corazón sufre al ver que los hombres ingratos y perversos, edifican estructuras malignas de marginación y miseria, que hacen que muchas niñas y niños no tengan ni papá, comida, escuela y libros, ni un futuro digno de hijos tan excelsos de Dios tan Soberano.

Gloria a ti, porque aunque la maldad continúe y esa niña llegue a mujer maltratada y olvidada y no tenga justicia en la tierra, tu amor infinito de Padre la recibirá en el cielo para siempre donde gozará plenamente de tu gozo eterno.   Y esto no sirva de fatuo consuelo para no labrar en la tierra el Reino de los Cielos, sino que nos calme el dolor en el alma al ver tanta tragedia y nos anime a seguir trabajando por un nuevo mundo, donde la justicia y el amor triunfarán, porque contigo somos invencibles, amén.

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<>Artículo publicado en dos partes,  el  27  de noviembre  y el 4 de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor  en: https://panaletras.wordpress.com/category/emiliani-romulo/

¡Te amaré para siempre!

Un mensaje al corazón.  La opinión, el mensaje y los sabios consejos del Obispo Auxiliar  de San Pedro Sula,  Monseñor…

Rómulo Emiliani

He aquí una frase que puede ser inmortal y sublime, que ha sido pronunciada en la historia de la humanidad millones de veces por enamorados, por los consagrados a Dios por medio de los votos, por papás a sus hijos y viceversa,  y que de realizarse pone al ser humano en un nivel de belleza interior insuperable.   Los que aman de verdad son seres realizados, ya que ponen todo su ser al servicio de la causa de su amor y saben que su entrega no puede ser a medias y además es permanente.

Realmente el timbre del amor, el sello de garantía del auténtico amor es la fidelidad.  En las buenas y en las malas, en la prosperidad y en la adversidad, amar para siempre es señal de tener un corazón limpio, bueno, lleno de Dios.   Es señal clara, el ser fiel, de que el amor es sincero, puro, hermoso, grande, de que se ama de verdad. Los “amores a medias” son los causantes de tantos sufrimientos en el mundo.   Causan llanto, resentimiento, desilusión.   Dañan a los que creyeron fatuas y mentirosas promesas y a los que las hicieron, ya que los degrada y los convierte en viles depredadores de los buenos sentimientos de los que pusieron toda la confianza en sus palabras.

Cuánta gente hay golpeada por amores que se desvanecieron como la neblina cuando llega el sol de la verdad. Todo se esfumó y las palabras llenas de promesas vacías se convirtieron en dagas que atravesaron el corazón burlado, provocando heridas difíciles de cerrar.

Estamos en una época de crisis radical de la palabra, donde reina la desconfianza en las promesas y la frustración por tantas desilusiones.   Donde el engaño está a flor de piel y el Príncipe de este mundo, el padre de la mentira, se goza pervirtiendo nuestras conciencias para promover las trampas más viles en el mundo. ¡Cuántas víctimas hay de nuestras mentiras¡   Desapareció aquel tiempo donde nuestros antepasados lo sacrificaban todo con tal de cumplir su palabra; donde había un “orgullo familiar”, el sentido del honor, y la gente decía con cierta altivez que en su familia no habían mentirosos ni ladrones.

Hay una estructura subyacente en nuestra cultura y es la de no presentar la verdad completa, distorsionando la realidad, falseando los contenidos más importantes de nuestras relaciones humanas.

“Te amo”, decimos a viva voz, pero en el fondo del alma se oye el murmullo siniestro: “pero te traicionaré cuando me sea conveniente….”; “me comprometo”, decimos declarando nuestra alianza ante cualquier grupo e ideal, “pero cuando esto se ponga difícil retiro mi promesa”…. “Estoy en esta lucha, pero cuando vea que mis intereses están en juego, abandono el barco”. Prevalece el egoísmo, desaparece el heroísmo; reina la incapacidad de mantener compromisos a largo plazo, promovida por nuestro corazón carcomido por el “ego”. Todo depende de “si me conviene”.   En el fondo “yo soy mi dios”. “Todo gira en torno a mí”. Este es el gran drama actual en una cultura preñada de traiciones y desengaños.En ese sentido ¿Quién puede confiar en quién?    Con ese principio subyacente en nuestra cultura infectada de corazones inmaduros, caprichosos y traidores, se tambalea la institución del matrimonio y de cualquier organización basada en las promesas formales de personas que juran fidelidad y terminan dañando cualquier relación. 

Así en el mundo empresarial y político, en cualquier relación gremial, hay en el fondo de la gente un miedo al engaño y mecanismos de defensa para evitar posibles puñaladas por la espalda.

Vivimos en una sofisticada selva donde tenemos que protegernos en guaridas de especulaciones y chismes, estrategias de ataque y demandas legales, siempre a la espera de la embestida ponzoñosa de los traidores del momento. Pero lamentablemente, fácilmente pasamos de víctimas a victimarios.   ¡El que esté sin pecado, que tire la primera piedra! ¡Señor, ten misericordia de nosotros! Qué fácilmente podemos pasar de Juan el evangelista a Judas Iscariote, el más grande traidor de la historia.

Pero eso no debe ser así. ¡A nacer de nuevo, del agua y del Espíritu!   A creer en el amor y a vivir en el amor.   A consagrar nuestras vidas al Amor.   A purificarnos de cualquier actitud y comportamiento basado en la mentira, sabiendo que Dios es Verdad y a demostrar siempre sinceridad en nuestras relaciones humanas.

Que nadie tenga que lamentar nuestra indecisión o lo peor, nuestra traición. No nacimos para ser Judas, sino para entregarnos fielmente a amar con todo nuestro corazón a Dios, a los demás, a nosotros mismos y a las causas nobles que hay en la humanidad. ¿Qué eso cuesta? ¿Qué humanamente no se puede?

Con Dios todo es posible, ya que con Él somos invencibles.

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<>Artículo publicado en dos entregas,  el 30  de octubre y el 6 de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/emiliani-romulo/

¡Tú eres amado!

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Un Mensaje al Corazón   en la opinión de Monseñor….

Rómulo Emiliani 

Arzobispo
Sí, yo soy amado. Esta es una noticia tan grande como la de que Cristo ha Resucitado. Soy amado por El, con un amor total, infinito, absoluto, permanente, siempre fiel. Por pura gracia me ama, porque quiso, por su iniciativa, sin yo merecerlo, sin yo esperarlo, pedirlo ni imaginarlo. “En esto está el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que El nos amó y envió su Hijo, como propiciación por nuestros pecados, (1 Jn 3,18) ¡Dios nos amó primero! Desde siempre nos ha amado. Esto lo sé por Cristo, y la mayor prueba de su amor fue que Dios Padre lo entregó por nuestra salvación y él libremente se sacrificó.

¡Cristo ha resucitado!   Claro que me hace feliz el saber que la vida triunfó sobre la muerte y que el bien vencerá al mal, pero si no creo que me ama, no seré completamente feliz.   El se entregó por mí, murió por mí, pensando y pronunciando mi nombre e inmolándose por mi persona en la cruz. Esto es increíble y lo sé por la Revelación.   Este misterio del amor incondicional de Dios, bien meditado y profundizado, es suficiente para darnos felicidad, ánimo y fuerzas para continuar el camino. ¡No estamos solos ni somos huérfanos! ¡Él nos ama!

Nadie puede humanamente entender esto: Dios piensa en todos y ama a todos de manera tal que lo hace como si nada más existiera una persona, usted. Hay una historia de amor muy personal de Dios con usted, única, especial y al mismo tiempo con todos. Aún si nadie lo amara, tendría usted el amor insondable,  perfecto, divino, infinito y siempre actual de Dios.  Sí, somos amados por Dios.

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Hermoso lo que dice Romanos 8, 38 ss.   “Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro”.   Se puede entender esta lectura diciendo que es nuestra opción y compromiso de no dejar que nadie nos separe de Dios, pero también que Él ha decidido por puro amor, por pura gracia amarnos y lo hace de manera plena y no va a dejar que nada ni nadie nos separe de él.
Pero aquí viene lo triste: lo único que puede separarnos de Él es nuestra voluntad que opte por vivir sin Dios, rechazando su amor y prefiriendo estar eternamente sin Él.    ¿Qué es posible esto?    Sí existe la posibilidad de la condenación eterna y es dogma de fe.    Que alguien prefiera abandonar la “casa del Padre” e involucrarse en las tinieblas para siempre, cambiando el amor de Dios por “treinta monedas” es posible.

El nos ama. El está continuamente contemplándolo y bendiciéndolo. No dejará de amarlo porque así Él lo decidió y pronuncia su nombre diciéndole: “hijo mío”. ¿No es hermoso esto?  ¿Ha entendido lo que es el amor de Dios?   En el cielo estaremos eternamente saboreando ese amor, contemplándolo y conociéndolo, descubriendo cada vez más profundidades de su amor.   Recuerde que Dios lo ama y con Él usted es invencible.

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<> Este artículo se publicó el 16  y el 23 de octubre de 2010  en el diario El Panamá América, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/emiliani-romulo/

Ubícate en tu centro

El mensaje al corazón y la opinión de Monseñor…

Rómulo Emiliani

No hay realidad que se mueva sin un centro sobre el que gire, desde la llanta de una bicicleta al sistema solar, un sistema filosófico con una matriz de pensamientos, o un movimiento político con una definida doctrina, al igual que un país con su constitución nacional.   Todo lo que existe tiene un centro que sostiene su engranaje y que hace que haya un equilibrio mientras gira sobre sí y avanza.
Pues usted igual, tiene un centro vital, un núcleo personal, una casa interior, una conciencia que no se apaga, un “yo superior”, un ser misterioso permanente, una puerta de entrada a lo trascendente, un lugar sagrado donde se es templo de Dios, un ancla que nos mantiene conectados con la Vida Absoluta.
A eso lo llamamos el alma.   Y este misterio interior define su identidad y le hace ser persona, siendo mucho más profundo esto que cualquiera de los roles que usted desempeñe en la vida.
Cuando uno descansa todo su ser en el papel de político, maestra, empresario, doctora, abogado, sucumbe ante las crisis, porque uno es mucho más que cualquier rol que desempeña en la vida.
Debemos mantenernos lo más posible en ese centro, concentrados en nuestra realidad íntima, en lo que constituye nuestro ser primordial.
La desgracia nuestra, la de la humanidad es la de olvidarse de que tenemos un yo íntimo, superior, espiritual, trascendente, original, único, lugar de lo sagrado, donde reside nuestra más profunda identidad.
Estamos como diluidos, alienados, distraídos, absortos en lo circunstancial, en lo que es la periferia de la vida, como inmersos en un circo mental que nos arrebata la paz, la armonía, y nos quita la auténtica ubicación con la superación personal y universal que aspira a un encuentro cada vez más profundo con El Eterno. Nos olvidamos que somos un “yo soy” que se sustenta en el “Yo soy el que soy”.
 

Aunque somos seres creados, limitados en el espacio y en el tiempo, al comunicarnos por medio de nuestra alma con lo trascendente, entramos en el mundo de lo ilimitado, de lo infinito por el Ser que nos sostiene.

El mundo nos arrebata el derecho a estar con Dios y nos lanza a vivir confinados en una oscura caverna donde solo estamos “viendo cuatro centímetros de la realidad” usando nuestros sentidos para sobrevivir, chocando unos con otros, golpeándonos, peleando espacios físicos, aliándonos para combatir a otros, sin darnos cuenta de que hay un mundo nuevo, iluminado, con aire pleno, allá afuera, allá arriba, donde hay libertad, dominio de sí, trascendencia, alegría, plenitud.

Es el mundo del espíritu, donde de muchas maneras, dependiendo de la escuela de espiritualidad a la que pertenezcas, puedes conectar con Dios.

Últimamente corrientes frescas de espiritualidad oriental e indígena latinoamericana enriquecen los aportes de San Juan de la Cruz y de Teresa de Ávila, para citar algunos de nuestros místicos y nos hacen ver que Dios se manifiesta en todas las culturas, aunque nosotros gracias a Cristo Jesús tenemos la verdad completa.

Reconoce, pues, que eres algo más que un cuerpo, pensamientos, dinero o un puesto; eres un ser espiritual que encarnado en lo terreno busca al que es su origen, Dios nuestro Señor, con quien superaremos cualquier adversidad, porque con Él somos invencibles.

<> Artículo publicado el 2 y el 9 de octubre de 2010 en el diario El Panamá América, a quienes damos,    lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.

Una nueva oportunidad

La opinión y un Mensaje al Corazón de Monseñor…

Rómulo Emiliani

El Evangelio nos presenta el gran mensaje de que hay una nueva oportunidad para todos y cada uno de nosotros.
En San Lucas aparece la figura de un centurión romano, un hombre que no tenía la fe de Israel.   Pero él creía en Cristo y su fe la tenía que vivir a escondidas,  porque como romano tenía que guardar el principio de obedecer y hasta adorar al César, como si fuera un Dios. Entonces, aceptar a Cristo como un profeta era peligroso para él, pero aceptarlo como el Salvador era mucho más arriesgado.
El centurión mandó a rogar a Jesús que sanara a su criado a quien quería mucho y se encontraba moribundo. Cristo, que vio que era un soldado romano y no era común que un hombre de estos se le acercara, le dijo que iría a su casa.   El soldado mandó a decir que no era necesario que fuera a su casa, porque una sola palabra suya bastaría para sanarlo ( LC 7,6-7 ). Cristo no fue a la casa del centurión,  pero hizo el milagro a la distancia.

Este centurión romano, más que los fariseos que se creían muy puros, se consideraba indigno de que Jesús entrara en su casa.   El fue más humilde y confió en que una sola palabra del Señor bastaría para que su criado sanara.   El creyó que Cristo tenía todo el poder. ¡Tremenda fe la de este hombre!   Jesús quedó maravillado, manifestando que ojalá en Israel hubiera gente con tanta fe como ese señor ( LC 7,9 ).

Los que son llamados y elegidos muchas veces pierden la fe, pero ese gentil, ese pagano tenía más fe que muchos israelitas.

Tremendo reproche que hace Jesús a lo largo de la historia de la Iglesia, porque en muchas ocasiones los que supuestamente somos elegidos o llamados, tenemos menos fe que otra gente. A partir del milagro de Cristo, nos imaginamos que este centurión cambió su forma de vivir.   El tuvo la tremenda y única oportunidad, que es la misma que tenemos todos y que solamente nos la ofrece Cristo.

¿Para qué? Pues, para cambiar y ser mejores.   El Señor, misericordioso y bueno, es quien tiene toda la fuerza y el poder.

Cristo siempre deja una puerta abierta para que nos encontremos con Él y solucionemos los problemas que más nos agobian. Cristo tiene la palabra salvadora.   El lo dice: “Vengan a Mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas y Yo los haré descansar” ( MT 11,28 ).
Cuando todo parece estar perdido, cuando pensamos que todo acabó, aparece el único que nos puede dar otra oportunidad. Pero la oportunidad que nos ofrece Cristo no es simplemente la de resolver nuestros problemas, sino de hacernos criaturas nuevas para ser felices. Ser feliz es estar con el Señor, porque si se busca primero el reino, lo demás se nos dará por añadidura. Eso es justamente lo que ayudará a resolver nuestros problemas.

No se preocupe, sino que esfuércese por alcanzar el reino, por acercarse a Jesús, por vivir una vida nueva en Cristo y en el Evangelio.   Lo demás, poco a poco, se irá solucionando. Primero, hay que aceptar a Jesucristo como nuestro Rey y Salvador; segundo, arrepentirnos de nuestros pecados y tercero, abandonarnos en Cristo. Al abandonarse en Cristo, vendrá una lucidez especial y usted comenzará a ver las cosas de una manera nueva.

Aquel problema que parecía no tener solución se comienza a ver de forma distinta y poco a poco aparecen diferentes posibilidades para resolverlo.   La respuesta no es ganar o vengarse, sino saltar el obstáculo sin perjudicar a nadie.   Cuando uno es de Cristo, perdona setenta veces siete.

La criatura nueva está en plan positivo para construir, ayudar y dar la mano, aún al enemigo.  Por eso Cristo dice que los pacíficos serán llamados hijos de Dios (MT 5,9 ).   Pero la respuesta de Cristo no es siempre la que usted dispone, la que usted piensa que podría ser la mejor. Es la que El cree, en definitiva, que más le conviene. A la larga, nos damos cuenta que esa era justamente la solución al problema.

Lo cierto es que Jesús nos dice que si uno lo acepta a El como su Señor, comienza a ver todo nuevo. Y entonces uno como criatura nueva intenta hacer mejor aquello que ve que está mal. Intenta transformar un desierto en un jardín, su familia, profesión, ciudad, país. Hoy el Señor le brinda una nueva oportunidad, le abre las puertas del cielo para que renuncie a su pecado y vaya con El. El Señor le ofrece hoy una nueva oportunidad para ver las cosas de otra manera y ser criatura nueva.

Si quiere aceptar a Cristo Jesús como su Señor y Salvador, búsquelo, renuncie a todo aquello que sea pecado y acepte este ofrecimiento que Cristo le hace para comenzar una nueva vida.

Cuando ve que anda por mal camino, haga un esfuerzo y levántese en Cristo, el Señor. Acepte el perdón que Cristo le ofrece y el principio de una nueva vida. Luche contra sus más grandes defectos y errores para comenzar de nuevo.

Hay una nueva oportunidad para cada uno de nosotros.   Si está dispuesto a emprender este camino, no dé marcha atrás y busque primero el reino y luego lo mejor para usted y los suyos.  Dios le dará la fuerza y el poder para lograrlo, porque ¡CON EL, USTED SERÁ INVENCIBLE!

<>Artículo publicado en tres partes, el 11 de septiembre,  el 18 de septiembre y el  25 de septiembre de 2010  en el diario El Panamá América a quienes damos,   lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.

Use positivamente sus pensamientos

Hay gente obsesivamente preocupada por su cuerpo, pero que no dan ni un cinco por ciento de su tiempo a cultivar su mente. Eso es grave.  Leámos y aprendamos más del mensaje al corazón y la opinión de Monseñor…

Rómulo Emiliani

Le estoy enfatizando que los pensamientos tienen mucho poder, ya que mueven su voluntad y su actuar, y atraen o rechazan las cosas tal y como las piensan.
Usted es un espíritu encarnado, una mente en un cuerpo, no simplemente “materia que piensa”.   Con esto le digo que Dios lo hizo a su imagen y semejanza, por lo tanto, lo nuclear suyo, lo que lo define es su yo interior, su espíritu, su inteligencia, su amor, su voluntad, sus emociones, su visión de la realidad, sus actitudes, lo que “está dentro de usted”, lo que no se ve, pero que decide quién es usted.
Claro que su cuerpo es suyo y es extremadamente importante, y que la persona es todo su ser, materia, alma y espíritu.   Pero insisto en que tiene que cuidar sus pensamientos, controlarlos, purificarlos, conducirlos hacia lo positivo.   Hay gente obsesivamente preocupada por su cuerpo, pero que no dan ni un cinco por ciento de su tiempo a cultivar su mente. Eso es grave.

Un pensamiento bueno conduce a tener una actitud positiva ante una realidad.   Por ejemplo: que viene un problema, pues en vez de asustarse, renegar o acobardarse, recíbalo como una oportunidad para crecer más como persona, para transformar la adversidad en una oportunidad de beneficios mayores.

Nunca magnifique el problema.   No exagere lo que pasa sino más bien pida al Señor que lo ilumine, sabiendo que es un Dios bueno, su Padre y Él es más grande que cualquier problema.   Piense en el asunto, analícelo, divida el problema en compartimentos pequeños, consulte con expertos, mantenga la calma en todo momento y haga algo, no se quede bajo la hipnosis del miedo y la inercia.

Le aconsejo que cada vez que venga un pensamiento negativo, pesimista, fatalista, deliberadamente cámbielo por uno positivo. No ponga en su mente más obstáculos que los que hay. Más bien minimice el problema sin perder una visión realística del mismo.

Si usted elabora en su imaginación fantasmas mentales y cree en ellos, vendrá el miedo, que es un gran paralizante y como sus emociones no distinguen lo que es real y lo imaginario, tendrá un comportamiento de huida o escape o el contrario, de agresividad provocado por sus “nervios”.

Recuerde poner todo lo que pueda para resolver la situación y luego trascender todo lo que le ocurre y ponerse en contacto con Dios quien nunca le fallará. Mire qué bueno es repetir frases positivas durante el día y la noche y qué mejor que pensamientos bíblicos, que despiertan su fe y lo animan.

En Filipenses 4, 13 está esta hermosa frase: “Todo lo puedo en Cristo Jesús quien me fortalece”. Es una gran verdad, ya que Dios tiene todo el poder. Si estamos en el camino del bien y estamos convencidos de que “Dios está con nosotros, quien contra nosotros”, como dice Romanos 8, 31, entonces repita esta frase durante el día y experimente en su alma una gran calma y por lo tanto mucho bien.

En el versículo 28 está esta otra frase tan maravillosa: “Sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que le aman, de los llamados según su designio”.

Siéntase llamado por Dios, elegido por Él, protegido por el Señor. El nunca le fallará. Repítase que “ yo estoy en las manos de Dios” y crea firmemente en eso. Tenga una fe grande en Dios y crea en usted, confíe en usted mismo.

Tenga cuidado con tener una imagen negativa de usted, con vivir acomplejado, con estar repitiendo que “no puedo, no puedo”, y por lo tanto comportarse como una persona insegura, de muy baja autoestima. Eso no lo quiere Dios.

Tiene que sentirse seguro de sí mismo, irradiando una imagen de paz interior, de fortaleza y de dominio de su propio ser, aunque tenga muchos problemas. Ninguno de esos problemas le podrá arrancar su serenidad y valentía si confía en Dios, porque Él es más grande que cualquier problema y porque con Él usted es invencible.

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Artículo publicado el 28 de agosto y el 4 de septiembre de 2010  en el diario  El Panama América a quien damos,   lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.