Manejo de títeres

La opinión de…..

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Osvaldo Saul Atencio Saldaña

Títere o marioneta es un muñeco que se utiliza para montar obras de teatro, cuyos movimientos son controlados por una persona, a través de hilos que ata a las extremidades y, de esa forma logra manipularlo a su antojo. El mismo concepto aplicado para gobernar un país, no puede ser admitido por el pueblo, porque al minarse los cimientos de separación de los poderes en que se funda el Estado moderno, tendríamos que retroceder siglos de conquistas de la humanidad, ya que si el gobernante asume el rol de titiritero para manejar a su antojo los demás poderes del Estado, ya no vivimos en democracia, sino en un Estado despótico, donde nadie podrá adversarlo siquiera pacíficamente en pensamiento y obra, sin ser aplastado por la vía legislativa o judicial.

Con una Corte Suprema o Poder Judicial en cualquier parte del mundo puesta al servicio del Ejecutivo se pierde uno de los más altos valores y anhelos de un pueblo, que es la justicia. No entienden los panameños que aún sin ser eruditos en derecho o filosofía, su mente, corazón y alma clama por este ideal, que los grandes movimientos sociales y políticos en su historia los ha llevado porque “si falta la justicia, no vale la pena de que vivan los hombres sobre la tierra”. (Kant, en Del Vecchio. 1953. Pag. 30).

Sin justicia no hay libertad, es por ello que los mayores esfuerzos y sacrificios de todos los pueblos se han encaminado a su búsqueda y preservación. La libertad es un derecho inalienable del hombre y debe mantenerse junto a la seguridad y el respeto a la propiedad, porque si se restringen o vulneran arbitrariamente, sólo son restituibles mediante otro derecho natural que es resistencia a la opresión.

Por otro lado, un poder Legislativo sumiso al Ejecutivo deja de cumplir la misión que le ha encomendado el pueblo, al depositar en ellos la representación para emitir leyes que reflejan la voluntad y sirven al desarrollo de la vida en sociedad y son esos electores los que pueden exigir la revocatoria del mandato por la deslealtad y abuso del poder conferido.

Necesitan convertirse en titiriteros los que “viven de la política”, es decir aquellos cuyas fuentes de ingresos provienen del acceso a un cargo público, ya sea por salario (los honestos) o de los ingresos que genera la corrupción y los “favores políticos”, ya que son los títeres quienes deben cuidarle las espaldas y generarle el botín mediante leyes y fallos.

En Panamá, causa extrañeza que Ricardo Martinelli monte un teatro de títeres, cuando en realidad no lo necesita. Él encaja en la denominación que hace Max Weber, de “vivir para la política”, es decir, que es económicamente independiente de los ingresos que un cargo público le pueda brindar, por lo tanto si su actuar se enmarca dentro de la Constitución y las leyes, la gobernabilidad será armónica y en su defensa estará el mejor de los ejércitos que es el mismo pueblo que lo eligió.

Puede ocurrir que está siendo mal influenciado por personas que quieren llenarse los bolsillos a través del poder y se cubren con el mandatario, y que del control que éste ejerza puedan quedar impunes sus actuaciones, lo cual está a tiempo de corregir, o simplemente es el mismo Ricardo Martinelli que pretende convertirse en un Dios.

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Artículo publicado el 8 de febrero de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Salvemos a nuestros niños y jóvenes

La opinión del Abogado………

Osvaldo S. Atencio Saldaña

Los invito a todos, sin importar su edad, nivel de educación, credo, raza o nivel económico a reflexionar sobre nuestros niños y jóvenes, como parte del problema de inseguridad que vivimos hoy los panameños.

El rol que ejercían algunas instituciones de control social sobre nuestros niños y jóvenes ha ido en decadencia durante los últimos 20 años. La escuela, la religión, la familia, clubes cívicos, organizaciones sociales, organizaciones deportivas y el mismo Estado hemos evadido nuestra responsabilidad en la enseñanza de lo que los filósofos antiguos llamaban virtudes que llevaban a la felicidad del ser humano, que hoy se traducen valores éticos y morales.

Si todos los hombres nacen buenos y la base de la vida en sociedad es la convivencia pacífica, resulta obvio que es a esa misma sociedad a la que corresponde la enseñanza en valores, que resultan indispensables tanto en el conocimiento como en la práctica, porque a medida que nuestros niños y jóvenes los van perdiendo no hay coerción interna que los limite a traspasar la delgada línea imaginaria entre el bien y el mal, por eso es importante y “debemos recordar que los valores nos hacen humanos y perderlos supone la deshumanización personal y social de la civilización presente y futura”. (Coya Navarro, Universidad de Panamá. 2006).

Se ha perdido la disciplina, el respeto, los buenos modales al hablar y conducirse, el valor del dinero ganado con honestidad, trabajo o inversión, la persecución de metas a través del estudio y el deporte, la conservación de la salud y el bienestar, el respeto a la propiedad, la libertad y a la vida misma.

Esta pérdida coloca a nuestros niños y jóvenes en víctimas del poder punitivo del Estado, que no contribuye en nada a su resocialización.

Todos retomemos nuestro papel fundamental como transmisores de los valores que hacen cómoda la vida en sociedad y principalmente el Estado, que en vez de llenar sus viejas y nuevas cárceles con ellos, debe promover todo tipo de campañas en pro de la recuperación de nuestros niños y jóvenes, porque atinado para la República de Panamá, en aras de salvarlos, sería el discurso que pronunciara San Vicente de Paúl a las damas piadosas mientras les mostraba los huérfanos que protegía diciendo:

“Ahora veréis si quieres abandonarlos para siempre (…); su vida y su muerte están en vuestras manos (…). Vivirán si continuáis mostrándoos caritativas, pero, pongo a Dios por testigo, que estarán todos muertos mañana, si los dejáis desamparados”. (Perelman y Olbrechts Tyteca. Tratado de la Argumentación. Gredos. Madrid 1989. Pág. 157).

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Publicado el 21  de enero de 2010 en el Diario El Panamá América, a quien  damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Bate, mazo y 50 años de prisión

La opinión de….

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OSVALDO SAUL ATENCIO SALDAÑA

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Bate, mazo y 50 años de prisión

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En un país tan pequeño, resulta inexplicable que los jerarcas dentro de los tres poderes del Estado no tengan un subalterno o un amigo estudioso, o que forme parte del mundo académico y científico, que pueda traducirles qué significa la política criminal y cómo se puede buscar el camino para resolver el problema de seguridad y de justicia.

Decimos esto, porque es obvio que no se han tomado la molestia de leer los múltiples estudios que ha publicado la Universidad de Panamá y los autores independientes, en los que se refleja claramente la génesis; porque si realmente no sabes o no te preocupa conocer el origen del problema, mucho menos sabrás cómo controlarlo.

Es posible que lo sepan, pero no les interesa resolverlo sino aprovecharlo, y que tengan un subalterno o amigo que quizás sea una mente tan brillante como la de Carl Schmitt, ideólogo del Nacional Socialismo, quien al analizar la Constitución de Weimar presenta como base fundamental del totalitarismo del presidente del Reich (Adolf Hitler) un debate entre la legalidad y la legitimidad; de modo que critica la estructura de la Carta Magna que otorga facultades al legislador para emitir normas jurídicas que pretenden ostentar el carácter de legalidad, confrontándola con la legitimidad que tiene quien ostenta el poder, en virtud de haber sido escogido por el pueblo. Quien además queda facultado para alterar de modo discrecional y unilateral el derecho vigente. (Schmitt, 2006).

Si quien ostenta el poder dirige la maquinaria política, no en función de la solución de problemas que afectan a la sociedad, sino que ofrece pan y circo para maquillarlos, a fin que los tontos gobernados se sientan satisfechos, mientras no los afecte personalmente o a un miembro de su familia; y que estos mismos insensatos que aplauden y gritan pena de muerte, aumento de penas, bate y mazo para todos los extraños a la comunidad, legitimen un pensamiento mediante el cual los tiranos se aferran al poder, el cual reza: “todas las acciones y motivos políticos puedan reconducirse en la distinción amigo y enemigo. El enemigo político no necesita ser moralmente malo ni estéticamente feo, no hace falta que se erija en competidor, simplemente, es el otro y basta que sea existencialmente distinto o extraño en un sentido particularmente intensivo”. (Schmitt, 1932).

A todo aquel que, por decisión de quien ostenta el poder, entre en la esfera de “enemigo” no le serán respetados sus derechos, su libertad y menos su vida, y solo serán “amigos” aquellos que comparten la línea y no discrepan con las arbitrariedades y abusos del poder.

Todos los seres humanos nacen libres e iguales, ya sea por derecho natural, por mandato divino o por el contrato social, tienen derechos inherentes a su persona que no pueden ser vulnerados por caprichos políticos o de manera injusta, ya que si permites, pueblo panameño, que a alguno de tus pares le sean cercenados arbitrariamente, no tendrás tampoco derecho a reclamar que sean reconocidos o respetados los tuyos, cuando la ley de las probabilidades te marque con el número que sigue, porque en verdad os digo que solo podrás rogar que Dios cumpla la sentencia que se lee en el libro de Isaías, Cap. 10 verso 1: “Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía”.

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Publicado el 11 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.