Los retos de una profesión

Los retos de una profesión
Rafael De Gracia

Cerca de 71 años han pasado desde aquella sesión legislativa en la que los magistrales médicos Alberto Navarro y Sergio González Ruiz sustentaran la ley que nacionalizaba la profesión médica, y otros 58, desde que se dictara la primera clase en la Escuela de Medicina de la Universidad de Panamá, a propósito, fecha esta en la que conmemoramos el Día del Médico panameño.

Hoy recordamos nuestra razón de ser, repasando el pasado, luchando por el presente y meditando sobre el futuro. Ha sido un recorrido con altas y bajas, en el que al final de cuentas hemos logrado una sumatoria positiva. Aún nos quedan muchas tareas, entre otras: insistir en la designación de figuras técnico/administrativas en la cabeza ministerial que tengan el peso específico para ejercer apropiadamente la majestad del cargo –nada de yes man o yes woman-; que se implementen concursos justos para ingresos/cargos a todo nivel del sistema sanitario estatal, en sana competencia y en pos de tender a mejores directivos; que se oxigene y reanime la Ley de Certificación/Recertificación –que pareciera estar en estatus postictal, luego de que una desatinada decisión ministerial casi la asfixiara-; mayor apoyo para las escuelas formadoras de médicos; en fin, el asunto es priorizar sesudamente, conversar y sustentar nuestras ideas ante las autoridades de turno… bueno, ya las de este turno se les dará de alta, toca ingresar a otro paciente y debemos enfrentarlo con profesionalismo, entereza y honestidad, logrando la empatía para salir avantes con una buena terapia y un mejor resultado.

Sobre el aspecto de la atención, es primordial que no perdamos de vista el impacto de la salud preventiva, de la cual depende en gran medida que no rebasemos nuestra capacidad de atención curativa. Parafraseando un poco, “es mejor prevenir que curar” siempre que sea posible. Todas las escuelas de medicina deben tocar bien el fondo de sus planes de estudio, parece que la formación de jóvenes médicos se orienta hacia el “hospitalocentrismo”, dejando en segundo plano la atención primaria. Reconozco que es cómodo y emocionante laborar en un hospital, con todos los recursos imaginables, así como el apoyo de los mejores equipos, con variados medicamentos, mayor interacción académica, pagos razonables por turnos extraordinarios, etc, etc. ¿Cuántos médicos recién graduados no desearían trabajar en un lugar así?

La atención primaria se pierde poco a poco. Ella constituye el muro de contención de todo sistema de salud. Es la “punta de lanza” que se lleva los honores del sistema sanitario del país. Es la que indirectamente logra que se optimicen los recursos, lo que permitiría redistribuirlos mejor, enriqueciendo el sistema con tecnología y recurso humano frescos con una mayor periodicidad. Lo que también daría pie a una mayor maniobrabilidad administrativa para la asignación ordenada y eficiente de las ofertas de atención.

Hoy es un día de fiesta en el que rendimos tributo a aquellos colegas que dieron o están dando los mejores años de sus vidas en su profesión, diagnosticando y curando -otras veces consolando- a quienes les consultan. Ya sea junto al mar en Kusapín (Comarca Ngobe-Buglé), en los campos de Bajas de Güera (Los Santos), en alguno de nuestros centros urbanos o en cualquier otro rinconcito del istmo, somos los responsables de las luchas contra todas las adversidades de la salud, sea previniendo o curando. Por todos aquellos colegas que ya no están con nosotros, por los que nos encontramos en el diario bregar y por los jóvenes recién egresados -quienes refrescarán nuestras mentes y reforzarán nuestras faenas-… ¡Feliz Día del Médico!

Publicado el 21 de mayo de 2009 en el diario La Prensa