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Hoy rendimos merecido tributo al amigo, copartidario, maestro, asesor y consejero, quien tantas veces nos nutrió de su pensamiento y enseñanzas. Manuel Solís Palma, Don Manolo, como respetuosamente lo conocíamos dentro del PRD , su querido Partido, fue un hombre apasionado y de claras convicciones nacionalistas que encontró en el legado de Omar Torrijos , los motivos para continuar su accionar político que inició desde muy joven.
Don Manolo era un político a tiempo completo, aguerrido, valiente y contestatario. Sus primeros pasos en este campo se remontan a su paso por el Nido de Águilas, donde empezó a dar muestras de liderazgo como dirigente estudiantil. Su tránsito por la Universidad de Panamá donde recibe el título de licenciado en Ciencias Sociales y Economía no pasó inadvertido, contribuyó en la creación de la gloriosa Federación de Estudiantes de Panamá, organizó el Primer Congreso de la Juventud de Panamá y se integró a la dirigencia que lideraba las luchas nacionalistas.
Corrían los tiempos convulsos de mediados de la década del ’40 cuando se cernían sobre Panamá negros nubarrones intervencionistas que amenazaban la soberanía del país. Junto a patriotas como Rómulo Escobar Betancourt, Jorge Illueca, Carlos Iván Zúñiga, Secundino Torres Gudiño, Carlos Calzadilla, Gilma Noriega , Ramón H. Jurado y otros distinguidos ciudadanos, integra el Frente Patriótico de la Juventud, a cuyos integrantes un columnista recientemente calificó como “parte de la generación de oro de la panameñidad”
La incursión del Frente Patriótico fue fundamental para el rechazo, por parte de la Asamblea Nacional de Diputados, del Tratado Filos Hines que pretendía instalar en nuestro territorio un enorme número de nuevas bases militares extranjeras; Don Manolo y el grupo del Frente Patriótico de la Juventud logran crear la presión necesaria del pueblo, cuando los patriotas, en forma masiva, levantaron toldas, frente a la Asamblea Nacional que sesionaba en el Palacio Legislativo ubicado contiguo a las Bóvedas, con simulacros de horcas y guillotinas para castigar moralmente a los que se atreviesen a traicionar a la patria.
Eran tiempos difíciles ya que las fuerzas de la entonces Policía Nacional , al servicio de las clases aristocráticas y económicamente poderosas, en un ejercicio político, que en aquellos tiempos llamaban democracia y no dictadura, reprimían violentamente a un pueblo al que negaban el derecho al trabajo, a la educación, a la salud y a la vivienda. Tiempos duros porque el gobierno encarcelaba y torturaba a quienes se oponían a sus designios. Pese a ello, Don Manolo y ese grupo de jóvenes, no desmayaron y le hicieron frente con arrojo y valentía a los peligros que entrañaba su decisión irrevocable de defender la soberanía de la patria. Ese movimiento aportó su cuota de sangre en lo que Omar llamó el alpinismo generacional que culminó con la devolución del territorio nacional ocupado por fuerzas extranjeras.
Invariablemente fue consecuente con su posición patriótica y nacionalista. En 1964, cuando fuimos agredidos militarmente por las fuerzas de los Estados Unidos y formaba parte del gabinete del gobierno del Presidente Roberto F. Chiari, cuando ocupo por primera vez un cargo ministerial, fue pieza fundamental para canalizar la inquietud popular, encabezada por dirigentes estudiantiles y sirvió de mediador con el Ejecutivo que tomó la decisión de romper las relaciones diplomáticas con el país agresor, lo que ayudó a calmar la ira popular. Siempre activo en la política fue fundador y Secretario General del Partido Acción Popular. Más tarde ayudo a fundar el Movimiento Liberal Republicano Nacionalista, MOLIRENA, del que fue uno de sus más importantes dirigentes.
Sus posiciones contestatarias lo llevaron varias veces al exilio, primero en Costa Rica, donde formó parte de la resistencia al Golpe Militar de 1968 y luego en la década del ’90 por la persecución que se montó durante y después de la invasión de 1989 cuando, a través del Juzgado Tercero del Circuito de Panamá, se ordenó su arresto y detención por el pecado de haber formado parte del “Comité de Defensa de Panamá y de la Dignidad” que no fue otra cosa que actuar legítimamente, según lo disponía el artículo 306 de la Constitución Nacional que obligaba a todos los ciudadanos panameños a defender la integridad territorial y la soberanía del Estado. En 1988, siendo por segunda vez ministro de estado, acepta el reto de presidir el Órgano Ejecutivo en virtud de lo dispuesto en el artículo 184 de la Constitución vigente, que indicaba que, frente a la falta absoluta del Presidente y los Vicepresidentes, asumía la jefatura del Ejecutivo uno de los Ministros de Estado escogido por su pares, con el título de Ministro Encargado de la Presidencia. Como tal, presidió el Ejecutivo y se convirtió en el Presidente número 37 de la República, como lo señala la estadística presidencial y el orden en que aparece en la Galería de Presidentes de la Presidencia de la República. Era incansable, tenaz y decidido y ejerció el alto cargo sin aprovecharse del poder para obtener riquezas ni tampoco honores que no mereciera.
Eran, otra vez, tiempos extremadamente difíciles caracterizados por agresiones externas y conspiraciones internas de grupos políticos que luchaban por alcanzar el poder que habían perdido desde 1968. Tal como lo están haciendo hoy día bajo el amparo del gobierno actual.
Como resultado de aquella agresión el país se vio sumido en una crisis económica de gran magnitud que amenazaba con cercarnos por hambre. Una vez más el liderazgo de Don Manolo se elevó por encima de las circunstancias y, con la colaboración de muchos ciudadanos conscientes del peligro que amenazaba el país, con creatividad y coraje, logró enfrentar la situación y pudimos resistir la falta de dólares que fue propiciada por el Tesoro Norteamericano, el no pago de impuestos por empresas nacionales y extranjeras, el cierre de todos los bancos por varias meses y tantas otra cosas que formaron parte del rosario de agresiones a que fuimos sometidos.
Por último, para resaltar aún más su sentido nacionalista, cito sus palabras en la toma de posesión como Ministro Encargado de la Presidencia cuando prometió “…retomar la política exterior de no alineamiento, de libre autodeterminación de los pueblos y de apoyo al plan pacificador centroamericano de Esquipulas II” y además se mostró contrario a la intervención de potencias foráneas en la región.
En esa ocasión también se comprometió ante la Asamblea, donde tomo posesión, a “retomar el Torrijismo pleno”, cosa que hizo hasta el último día de su existencia. Fue Delegado al Congreso del PRD, inspiró y lideró el “Grupo de Reflexión” integrado por distinguidos profesionales e intelectuales del Partido que hizo grandes aportes a los Planes de Gobierno, formó parte de la importante Comisión Asesora del anterior Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y recientemente había sido designado nuevamente en dicha posición por el CEN actual. Hasta la semana pasada participó en reuniones del CEN y del Grupo de Reflexión, luchando para que los copartidarios entendieran que en esta fase debemos ser unitarios, ayudar a la restructuración y convertir al partido en el órgano político de oposición por excelencia. A Don Manolo, que dio todo por su Panamá, no se le puede menospreciar ni mendigar ninguno de sus méritos y valores. Todos los seres humanos al concluir su paso por este mundo dejan huellas que tienen diferentes valoraciones para diferentes grupos de personas.
Hay personas como el Licenciado Manuel Solís Palma que dejan improntas que son reconocidas y admiradas por toda la población; es tan grande y luminosa su obra que su resplandor causa ceguera en los enanos políticos que no han comprendido que una de las virtudes de los verdaderos políticos es empinarse por encima de las mezquindades del común de los ciudadanos y que político con madera de estadista es el que no juzga y comprende que todos los hombres y mujeres terrenales somos, al final del camino, producto de las circunstancias que nos rodean y es quien sabe reconocer que en la sociedad lo que existe es personas con diferentes criterios y no enemigos. Político es el que lucha porque el país no se divida entre los buenos y los malos sino aquel que se empeña en unir a toda la sociedad para alcanzar los sublimes propósitos nacionales.
Si los que por rencor, odio o venganza o si, lo que es peor, si opinan que los panameños que creemos y luchamos, en forma seria y no demagógica, por cumplir con las aspiraciones de los más necesitados y por la soberanía de este país, somos ciudadanos de segunda categoría, les solicitamos que recapaciten a tiempo, les decimos desde esta casa de Dios, casa de la comprensión, la tolerancia, el perdón y el respeto a los demás y a sus ideas, que sobrevuelen y se remonten por encima de las mezquindades y las bajas pasiones. Lo genuino, lo valiente y lo de mucho valor es eterno, y la mentira, como la demagogia, aunque sustentada con mucho dinero, es veleidosa y efímera. Mientras que en nuestro partido queden fuerzas como las de Omar, Manolo y otros valiosos compañeros ya idos y presentes, lucharemos por oportunidades para todos, por los más necesitados, por la soberanía del país, por la democracia y la unidad de todos los panameños.
A ti Manolo que nos enseñaste todo eso, hasta luego, que Dios te acoja en su gloria y muchas gracias por todo lo que nos diste.