Crisis económica o de gerencia y algo sobre las vacas locas

Crisis económica o de gerencia y algo sobre las vacas locas

Francisco Conto

La economía es de todos. Diariamente tomamos decisiones que afectan a muchos o pocos miembros de la sociedad. Estos procesos continuos crean situaciones de bonanza que nos benefician, o de receso cuando generan desequilibrios. La crisis no irrumpe por sorpresa, se presenta como una sumatoria de desequilibrios económicos en la mayoría de los sectores. Precisamente por la dificultad en aceptar su realidad, esta no se enfrenta y el desenvolvimiento de la enfermedad se agudiza.

En las crisis todas las variables se correlacionan y terminamos todos contaminados. De un proceso generalizado de optimismo, nos enfrentamos a un estado catatónico de desesperanza. A esta actitud algunos analistas la han denominado “el efecto de las vacas locas” y consiste en pensar que el contagio es tan general, que a pesar de haber buenas oportunidades de negocios, la parálisis no nos permite identificarlas y simplemente se dejan pasar.

El científico colombiano Rodolfo Llinas, en una entrevista reciente dada a Semana (revista colombiana de amplia divulgación), explica por qué en su opinión no se pudo prevenir la crisis. Dice que los economistas pueden entender y predecir el comportamiento de las variables en la medida en que las decisiones sean lógicas.

A pesar de ser numerosas, la opcionalidad tiene un límite, y el anticiparlo, con el debido proceso, es su trabajo; los que sí son imposibles de anticipar, agrega Llinas, son los efectos producidos por decisiones no inteligentes, ya que estas son ilimitadas. El liderazgo de los errores se cometió en el corazón del sistema: las empresas. La gerencia de estas es la responsable, lo ha sido siempre en sus éxitos y lo es ahora en sus desaciertos. Es muy importante entonces identificar qué hay detrás de ellas y así llegar a la importancia de identificar la causa de las crisis para salir lo menos afectados.

En economía, como en todo, los promedios solo sirven para las estadísticas. Los resultados individuales pueden ser inmensamente superiores o peores, de allí que tomar decisiones adecuadas en un período de crisis sea muchísimo más relevante que en auge o crecimiento. Esto igualmente aplica para las instituciones gubernamentales, responsables de la regulación y del control de los excesos del mercado y que también tuvieron su responsabilidad junto con los consumidores que perdieron la brújula en la satisfacción de su demanda de consumo e inversión.

De las primeras lecciones aprendidas cuando nos iniciamos en el negocio de la banca y que no tendrían porqué no aplicarse cuando tomamos cualquier decisión de inversión, está la de analizar detenidamente la función gerencial de las empresas receptoras de crédito. Este ejercicio nos permite concluir si las gerencias tienen o no la capacidad para manejar el negocio y en consecuencia contar con el repago de los créditos. No porque la empresa exista se debe asumir que está bien gerenciada. No debemos limitar su examen solo a la preparación académica y experiencia laboral o trayectoria. Debemos complementarla con información de proveedores, clientes, empleados y aun competidores.

Esta investigación no se toma literalmente, se analiza y es una de las claves para permitirnos tener un juicio sobre la visión, liderazgo, capacidad de ejecución y principios éticos. Lo anterior aplica de igual forma para los reguladores de estas. Al analizar sus reportes de las empresas, se deben escudriñar los elementos que confirmen que los números tengan relación con el análisis cualitativo. Es cierto que no necesariamente los éxitos pasados garantizan el éxito futuro, pero sí es más predecible la ejecución del buen juicio y sentido común de quien se ha caracterizado por ello.

A pesar de las implicaciones negativas de esta crisis, el aprendizaje de que estas situaciones puedan volver a suceder y que haber disfrutado un período de bonanza tan extendido fue una excepción, pudiera servirnos de consuelo.

Este despertar nos debe llevar a hacer el debido proceso, el cual nos permitiría escoger las buenas oportunidades y capitalizar en ellas. A su vez, nos alejaría de “las verdaderas vacas locas” que puedan producirnos tanto daño y de cuya existencia la actual crisis es su mejor evidencia.

Publicado el 2 de mayo de 2006 en el diario La Prensa