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La opinión del Periodista y Escritor…
José E. Mosquera —
Los panameños siguen pensando erróneamente que la selva de Darién es la mejor estrategia para mantenerse distante de los indeseables de Colombia y, por ende, se pretende ocultar el problema de los cultivos ilícitos, cuando esta peste es la que está motivando el desplazamiento de las disputas por los controles de las vacunas, corredores y las rutas para mover la droga entre las Farc y paramilitares colombianos, en territorio panameño.
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Panamá Américadenunció en su momento la existencia de más de 200 pistas clandestinas en Darién, pero ningún dirigente político se ha pronunciado y, más aún cuando gran parte de la droga que va de Colombia hacia Estados Unidos tenga como paso el territorio panameño y la introducción de armas para la delincuencia colombiana tenga su epicentro en Panamá, explica en cierto modo la presencia de los actores armados colombianos en su territorio.
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Mientras no se desarticulen las rutas y los enlaces que tienen los grupos armados para el tráfico de drogas y de armas, y el lavado de activos en Panamá, sus operaciones en la frontera van a causar traumatismos en los dos países. Siempre y cuando no exista cooperación eficaz entre los dos países en la lucha para desarmar las redes que trabajan con estos grupos en la frontera, en la lavandería en Zona Libre de Colón y en el sector financiero, va a ser difícil menguar su influencia en Panamá y en otros países centroamericanos.
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<> Artículo publicado el 2 de octubre de 2010 en el diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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