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La opinión de…
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Salvatore Bacile Ladaris –
Los panameños no podemos darnos el lujo de abstraernos de los eventos que suceden a diario a nuestro alrededor y que son una muestra de nuestra aún imperfecta democracia, ya sea por desidia, banderías políticas, desgane, desgaste, frustración con el sistema o, simplemente, porque nos parece que esos no son nuestros problemas, sino los del gobierno en turno.
No podemos ignorar y ser pasivos espectadores de injusticias, atropellos, violencia, ilegalidades, abuso de poder o, por otro lado, de las presiones que algunos gremios organizados ejercen sobre el Estado, que al final somos todos, con el único fin de postergar o aumentar sus propios privilegios en detrimento de nuestros ya socavados valores.
Nuestra indiferencia, en más de una ocasión, es la ciega cómplice de las injusticias y situaciones que posteriormente criticamos y de las cuales diariamente nos quejamos, o que por ignorar o considerar que no podemos cambiar, dejamos que sigan su curso, perdiendo de perspectiva el daño que directamente nos ocasionan.
Educadores, médicos, funcionarios administrativos y hasta jubilados son un ejemplo de estos grupos de presión que surgen a la palestra pública en forma cíclica y a manera de espiral cada cierto tiempo, reclamando con acciones de fuerza, paro de labores y cierres de calles lo mismo de siempre: mejoras salariales, pensiones privilegiadas o mejores condiciones de trabajo.
Sin embargo, me pregunto, ¿alguna vez hemos visto a estos mismos grupos defender con la misma beligerancia la necesidad de introducir en la educación una reforma curricular con la cual todos estemos de acuerdo y que contribuya efectivamente a preparar a nuestras futuras generaciones?
¿Hemos visto a estos grupos cerrar calles y rasgarse las vestiduras con la misma vehemencia por modernizar la salud en nuestro país y ofrecer una atención médica con calidez y humanidad? ¿Hemos visto los ciudadanos de este país que estos grupos efectivamente han contribuido a introducir los cambios que todos esperamos para hacer avanzar nuestro país, sacrificando sus intereses personales?
Si la respuesta común a estas preguntas es ¡no!, entonces me pregunto, ¿por qué cuando estos grupos se organizan para reclamar a la fuerza que todos paguemos más impuestos a fin de hacerle frente a sus reclamaciones no decimos nada, no reaccionamos y dejamos que sea el gobierno de turno el que responda y resuelva con los recursos del erario público, al fin y al cabo, con los recursos de todos los panameños?
Nuestro compromiso como ciudadanos no termina en las urnas al emitir nuestro voto, por el contrario, allí empieza el deber de involucrarnos activamente en el acontecer nacional, de emitir nuestros criterios y de apoyar, no importa el gobierno que sea, las decisiones que consideramos son las correctas.
Al Gobierno le otorgamos la autoridad, mas no el poder de tomar decisiones por nosotros, eso debe ganárselo. Los grupos de presión, aunque señalen ser representantes de la sociedad, no nos representan como colectividad, sino a ciertos grupos de interés.
Es necesario, entonces, para que este país sea diferente y crezca, que todos participemos y hagamos nuestras las decisiones de nuestro propio futuro. A ciencia cierta, el cambio que se requiere está en nosotros mismos.
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<> Este artículo se publicó el 19 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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