La opinión de…..
Clara Inés Luna
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Las fiestas no son un negocio
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En nuestro país pareciera que algunas personas asumieran el ocio y la recreación como algo superfluo y fútil que, por lo tanto, no debe ser materia de la atención pública ni del Estado, sino más bien, son problemas individuales o en el mejor de los casos, deben ser objeto de atención de clubes cívicos, patronatos, asociaciones, empresas y hasta sindicatos.
No obstante, la recreación y el ocio son derechos esenciales para el desarrollo humano y social, consagrados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, otros instrumentos internacionales y varias constituciones nacionales.
La evolución histórica del ocio le ha asignado a este concepto una valoración positiva, que se puede resumir como diversión u ocupación reposada, que por ejemplo en la Grecia antigua era base esencial para la vida pública y la proliferación de las artes, y otra negativa, que alude a la inacción o total omisión de actividad.
Con la recreación ocurre algo similar, por un lado es la acción de recrear (volver a hacer) algo y por el otro es la diversión para el alivio del trabajo.
Este antagonismo es el reflejo de posiciones ideológicas divergentes. Hay una concepción capitalista neoliberal que asegura que la carencia espabila y el bienestar envilece, mientras que en el pensamiento socialista el bienestar estimula y la carencia entorpece. Filósofos y economistas comparten que el capitalismo se fundamenta en la negación del ocio, de ahí el origen de la palabra “negocio”, tan importante en nuestros días.
Maquiavelo decía que el hambre y la pobreza hacen ingeniosos a los hombres. En cambio el ocio entendido como no hacer nada útil y como pereza no debe ser promovido.
En Panamá nos enfrentamos a la transformación y eventual eliminación del derecho al ocio y la recreación que tiene beneficios científicamente comprobados y socialmente deseables como la necesidad de recuperarse del desgaste del trabajo cotidiano, el mantenimiento de la salud mental y la sensación de placer que genera el uso de nuestra capacidad física, mental y social.
Los principales momentos de diversión colectiva, es decir de los panameños, son el carnaval, las fiestas patrias y la Navidad, eventos que, por los beneficios mencionados, deberían ser objeto de las políticas públicas y de gasto público.
Sin embargo, nuestras nuevas autoridades han hecho todo tipo de propuestas basadas en razones supuestamente económicas y de costo de oportunidad, que parecen estar más motivadas por el negocio que por el derecho ciudadano al ocio y la recreación.
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Publicado el 23 de octubre de 2009 en el diario LA PRENSA, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.
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