Sobre la transformación educativa

La opinión de…

 

Efraín González

Nuestro sistema educativo debe llegar a todos: pobres, clase media, media–alta y ricos.   Porque el fin de la educación es más que un pacto por el desarrollo del país, es un derecho que todos tenemos para ser mejores hombres y mujeres y para servir al país.

La educación en Panamá debe ir hacia la formación integral del ser humano y no puede perder de vista la diversidad cultural. Somos una sociedad multicultural y pluriétnica, en consecuencia, se debe garantizar no solo la calidad y equidad en la formación, sino también la inclusión de niños y niñas, adolescentes y padres de familia o acudientes en el proceso de enseñanza–aprendizaje.

La modernización de muestro sistema educativo no se puede lograr si el Estado panameño no acepta que la trasformación es eso, un tema de Estado. Cuando la sociedad en su conjunto encabezada por los líderes políticos acepte que el tema de modernización del sistema es una responsabilidad de todos, asumiendo el Gobierno la responsabilidad de convocar a todas las “fuerzas vivas” para producir una verdadera revolución educativa, caracterizada por el método participativo, iniciando en los corregimientos, distritos, provincias, para terminar a nivel nacional con un documento de trabajo base que represente la síntesis del esfuerzo general.

Mucho se ha hablado de trasformación del sistema educativo, y mucho se ha escrito sobre el gran problema estructural de la educación, el cual con el transcurrir del tiempo, ha estado sujeto a los “pareceres” muy personales de los regentes de turno en cada administración educativa, por ello insistimos en que la educación, por ser un tema de Estado, debe abocarse a una profunda renovación ética y moral y a una modernización científica y democrática.

Las personas comprometidas con la educación se deben preguntar: ¿Qué se ha hecho en los últimos 60 años para modernizar el sistema educativo? La respuesta es sencilla: Improvisación, burocratización, carencia de rigor científico, ausencia de planeación estratégica y menos de evaluación y, sobre todo, nuestra educación está hoy día, huérfana de valores morales y de humanismo.

En verdad es urgente los cambios que hay que hacer al sistema educativo, pero no como se ha planteado en la actualidad, con las reformas que se han hecho tratando de imperar solo la educación profesional, dejando a un lado la educación para la vida, donde se demuestre ese espíritu humanista, siempre me pregunto por qué desaparecer materias fundamentales relacionadas con la formación integral del ser humano, cuando este no es el verdadero problema, dónde dejamos a los jóvenes que no solo necesitan un formación técnica, pero humana.

La disyuntiva pareciera reducirse a dos alternativas: Una educación para la vida plena, científica, democrática y humanística o el recurso humano para el mercado, esto es, un ser técnicamente perfeccionado y profesional, pero robotizado.

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<> Este artículo se publicó el 5 de diciembre  de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.