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La opinión de la Abogada, Escritora y Feminista….
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Mariblanca Staff Wilson
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Desde hace 28 años cada 25 de noviembre se conmemora el día mundial de lucha contra la violencia hacia las mujeres, en homenaje a las hermanas dominicanas Patria, María Teresa y Minerva Mirabal, asesinadas por la dictadura de Trujillo en 1960. Muchos avances se han logrado desde entonces, sin embargo, son innumerables los retos y desafíos que deben superar las sociedades para lograr eliminar la violencia de manera específica contra las mujeres, mitad de la población.
Es intolerable que en el Siglo XXI, se siga dando la sistemática violación a los derechos humanos de las mujeres, que siguen siendo abusadas, maltratadas, violadas y asesinadas por la cultura patriarcal y machista imperante en el mundo. Esto, representa un severo obstáculo para el desarrollo de los países, no sólo por la pérdida de vidas humanas, sino por los altos costos sociales y económicos que ello involucra.
Por una parte, los avances para prevenir y sancionar la violencia no han logrado detener el problema, debido a la ineficacia en su contenido, su interpretación y su aplicación, y por otro lado, las autoridades que deben aplicar esas leyes no están debidamente sensibilizadas y capacitadas desde la perspectiva de género, situación que constituye una grave deficiencia para que las mujeres tengan un acceso adecuado y eficaz a la justicia, que garantice tanto su protección como la efectividad en la aplicación de las leyes, con lo que el Estado incumple con los convenios y tratados ratificados.
La prueba más evidente de lo anterior, resulta la alarmante cifra de muertes violentas de mujeres (70, que rebasa la de 42 en 2008), así como las denuncias por violencia que se tramitan en las fiscalías y tribunales, siendo una de las quejas más importantes de las víctimas, la poca efectividad en la protección y en la respuesta de las instancias judiciales para atender la problemática (agravada por la suspensión de la entrada en vigencia de las nuevas medidas de protección), y además, a la poca atención respecto al trabajo que se debe realizar con los agresores, como parte fundamental en la en la prevención.
Otra deficiencia, es la relativa a la atención de las víctimas en el área de salud, que requiere identificar estrategias para fortalecer el papel de este sector en la erradicación de la violencia, que pasa por fortalecer la perspectiva de género en los sistemas de salud nacionales, porque son una herramienta para detectar los atropellos que viven las mujeres que no hacen denuncias por vías judiciales y debe aportar una respuesta integral, que considere su bienestar emocional, mental y físico a lo largo de su ciclo de vida.
Soy consciente que acabar con la violencia contra las mujeres es un asunto que compete a toda la sociedad, sin embargo, es una responsabilidad primaria de los Estados, por tratarse de un problema de salud pública, que no solamente afecta a la población femenina, sino a toda la humanidad. Resulta imperativo que desde el sector ejecutivo, legislativo, judicial, se trabaje en la expedición de una ley integral contra la violencia hacia las mujeres y que se dote a las instancias responsables de su atención, de los recursos humanos especializados, económicos y tecnológicos suficientes para abordar con éxito esta pandemia que amenaza la seguridad de las mujeres.
Hagamos nuestras las palabras de Noeleen Heyzer, directora ejecutiva Unifem: “Si nos comprometemos a crear un mundo libre de violencia hacia las mujeres y las niñas, nuestras hijas e hijos dirán que detuvimos el crimen más universal e impune de todos los tiempos contra la mitad de la población de la Tierra”.
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Publicado el 25 de noviembre de 2009 en el diario El Panamá América, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.
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