El desarrollo económico del país

 

La opinión del Abogado…

SAÚL MALOUL ZEBEDE  
malcoj2@hotmail.com

Se ha abierto un debate sobre el papel de los tributos en la economía y en la vida social de la República. Nadie duda de que una adecuada tributación permite al Estado hacerse de los recursos que necesita para que todos seamos solidarios con los más necesitados, al tiempo que es demostración del grado de responsabilidad social de las empresas.

Pero, si estiramos demasiado esta teoría y pretendemos resolverlo todo con nuevos impuestos y tributos, lo único que conseguiremos es un efecto que en vez de incentivar, desmotive a los inversionistas, provoque la caída en los niveles de empleo y por lo tanto, genere un aumento en nuestros problemas sociales.

Un buen gobierno, tanto a nivel estatal o federal, como a nivel municipal, no sólamente tiene que justificar lo que hace o pretende hacer con los impuestos de los ciudadanos, sino que debe entender que su función es servir a esos ciudadanos, y no pensar todos los días cómo se crean nuevas cargas tributarias que desestimulan el desarrollo económico del país.

Y un mejor gobierno, piensa como disminuye la carga tributaria sobre empresas y ciudadanos para incentivar la inversión.

Hablando de inversión, una de las fortalezas de la Economía panameña es su diversificación. En otras palabras, que el auge en el crecimiento económico que hemos experimentado durante los últimos años se lo debemos al turismo, el Canal, las telecomunicaciones, la Zona Libre de Colón, la Banca, al sector inmobiliario, a las agro exportaciones y demás, y no como ocurría a finales de la década de los sesenta del siglo pasado, a un sólo factor económico.

Gracias a Dios tenemos una de las economías más sólidas y mejor estructuradas de América Latina, porque no sólamente hemos hecho parte de la agenda de Estado el manejo responsable de los aspectos financieros de la misma, sino también porque el desarrollo de algunos rubros trascendentales de esa Economía, son motivo también de políticas de Estado, como lo es el caso del turismo.

Dentro de ese contexto, el debate entorno a la minería, no es un debate entorno a esta actividad económica como nueva en nuestro país, pues ya desde hace mucho tiempo, la explotación minera se da en nuestro territorio. Las preguntas que debemos formularnos, se refieren exclusivamente a determinada clase de minería, y es una pregunta sobre el costo –beneficio para el país–, que representa la incorporación a su ya diversificación económica, de este tipo de actividad en el país.

A pesar de los aumentos en las regalías que cobraría el Estado, que hay que reconocer a un mejor manejo y criterio del Ministerio de Comercio e Industrias, ¿podemos darnos el lujo de poner en peligro nuestros recursos hídricos, permitiendo el desarrollo de este tipo de minería? ¿No compite acaso la misma, con la necesidad de preservar el eco sistema de la cuenca del Canal de Panamá, el desarrollo de este tipo de minería?

N o me interesa dar respuestas, sino tratar de enmarcar las preguntas del debate. Es válido decir que Canadá, Chile, Perú y Bolivia, por ejemplo, son países que experimentan importantes desarrollos mineros. Lo que no es válido es desatender las especiales calificaciones que necesita un eco sistema que gasta cientos de miles de galones de agua diarios, para que transiten los buques y barcos por el Canal de Panamá.

Ninguno de los otros países ha generado su desarrollo económico sobre la importancia estratégica de su posición geográfica, y sobre la función económica que desarrolla un Canal que atraviesa el Istmo.

Cualquiera apreciación que menosprecie la importancia del mantenimiento de la Cuenca del Canal de Panamá, del mantenimiento de sus recursos hídricos, del agua que necesita para su subsistencia el más de un millón de habitantes que vivimos alrededor de la misma, y la consecuencia impredecible que cierto tipo de minería pudiera tener en relación son esa función, no está valorando aquello que precisamente ha hecho exitoso nuestro desarrollo económico.

Para mí, estas son las preguntas que tenemos que hacernos. Los panameños nos merecemos que nos den algunas respuestas.

 

<>Este artículo se publicó el1 de febrero   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Retos para los años por venir

La opinión del Abogado…

 

SAÚL MALOUL ZEBEDE
malcoj2@hotmail.com

Después de la primera década de la presente centuria y del nuevo milenio, uno puede hacer el ejercicio de cierto balance y tratar de hacer una proyección a futuro. La mayoría de los análisis que he leído adolecen del defecto de hacer críticas mordaces, sin hacer los correspondientes reconocimientos de los avances alcanzados en el tiempo transcurrido. Si repetimos este error, el panorama se presenta dantesco; si, en cambio, reconocemos lo bueno, el color gris es el que mejor define a la proyección.

No hay duda de que hay algunos indicios de que estamos viviendo nuevos tiempos, en los que tendremos que enfrentar nuevos paradigmas. La caída del Muro de Berlín, definió la extensión de la economía capitalista por todo el planeta, salvo por las contadas excepciones, que brillan, precisamente, por ser excepciones que confirman la regla.

El ataque a las Torres Gemelas puso de manifiesto en toda su extensión la magnitud de la amenaza terrorista en todo el mundo, como si el fundamentalismo islámico hubiese venido a sustituir al comunismo como la gran amenaza que se cierne contra el Mundo Occidental. En el transcurso de los años, no solamente hemos aprendido a vivir con la amenaza terrorista, sino que hemos podido focalizar la lucha contra este flagelo, que no obstante, dista mucho de haber sido resuelto.

La profunda crisis financiera de la que recién empezamos a salir, y de la cual, todavía se sienten coletazos en Estados Unidos de América y en el Viejo Continente, es, según algunos expertos, el síntoma más importante de que, definitivamente, estamos viviendo una nueva época, en la que tendremos que enfrentarnos, tanto a viejos, como a nuevos paradigmas.

Finalmente, para mí, otro de los síntomas más significativos de esta nueva era, son las drásticas manifestaciones del cambio climático. Y lo ubico, no sólo como un problema más, sino tal vez, como el más persistente y más serio de los problemas a los que tenga que enfrentarse la humanidad en los próximos años.

La amenaza nuclear sigue siendo un problema serio, tanto el de la ojiva nuclear que se perdió en alguna parte del mundo, por irresponsabilidad de quienes tenían que evitarlo, como por el deseo de gobiernos totalitarios y autocráticos, -que son una amenaza para sus vecinos-, de hacerse de algún poderío nuclear. En este sentido, la firma, ratificación y entrada en vigencia del último tratado de reducción de ojivas nucleares firmado entre Washington y Moscú constituye un hito en esta materia y un aliciente para que los Estados responsables escojan el camino de la desnuclearización.

El hambre sigue siendo una de las grandes amenazas de millones de pobres que habitan el planeta, y la tarea del resto del mundo, no solamente alimentarlos, sino proveerlos de sistemas de economías de interdependencia y autosostenibles, que les permitan a estos pueblos salir de la pobreza y del hambre.

Finalmente, hay que reconocer que hoy, como nunca en la Historia de la Humanidad, el sistema democrático se ha extendido por todo el planeta. Tarea de las instituciones nacionales e internacionales, es la preservación de este sistema, como la mejor expresión de la civilización organizada y culta a que aspiramos a ser. Un reto, todavía para muchos países, el que este sistema sea funcional para mejorar la calidad de vida de los habitantes de los países que lo han adoptado.

Una pregunta que el mundo pronto tendrá que enfrentar es qué grado de reforma se debe de implementar en el seno de la Organización de las Naciones Unidas. Un muy serio debate debe preceder las siguientes importantes interrogantes: si vamos a permitir nuevos miembros en el Consejo de Seguridad, qué prerrogativas deberían tener; y más sensitivo aún, si los cambios romperán el paradigma de vencedores y vencidos de la Segunda Guerra Mundial o se alineará al resultado de la última gran guerra.

 

Este artículo se publicó el 24 de enero de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Amor en tiempos de cólera

La opinión del Abogado….

SAÚL  MALOUL  ZEBEDE
malcoj2@hotmail.com

La reciente disputa entre los conspicuos representantes de la alianza, en relación con el tema de la reelección inmediata, deja al descubierto un secreto a voces: que las diferencias dentro de ella existen y que el mantenimiento de la misma depende del buen juicio político de sus dos máximos representantes: el Presidente de la República y el Canciller de la República.

Éste último entendió que el movimiento era serio, cuando la mitad de la bancada de Cambio Democrático, -y no solamente dos locos aislados-, decidieron acoger como propia la propuesta.

Hay que recogerle el guante al diputado Leandro Ávila, del PRD, que responsablemente se abstuvo de votar en uno u otro sentido en la Comisión de Gobierno y Asuntos Constitucionales de la Asamblea de Diputados, porque la interpretación para archivar la propuesta, de parte del presidente de la misma, el diputado Hernán Delgado, era que la iniciativa legislativa para proponer cambios constitucionales debía provenir del seno de la Asamblea de Diputados, o sea, por lo menos la mitad de los miembros absolutos de ese Órgano del Estado.

En ese sentido, razonaba correctamente el diputado Ávila, que si aceptábamos como válido ese precedente, ningún diputado de la República, actuando individualmente, podría en adelante proponer iniciativas de cambios a la Constitución Nacional.

Todo un tema para la decisión de la jurisdicción constitucional de la Corte Suprema de Justicia, o para el tratamiento del Tribunal Constitucional que las nuevas reformas pretender crear.

Por lo que queda de la iniciativa de reformas constitucionales, -la que provenía del Órgano Ejecutivo-, no ha sufrido ninguna modificación; esto es, el tema de la reelección presidencial no se establece como reelección inmediata, sino como la posibilidad de acortar el período de veda para aspirar a la máxima magistratura de la Nación, de 10 a 5 años, frente a lo cual, tenemos una actitud muy positiva, como frente al resto de las modificaciones propuestas.

Por supuesto, que en algunos temas habrá que hilar delgado, desde la perspectiva constitucional, y pensar que la iniciativa del Órgano Ejecutivo constituye una invitación para que otros sectores de la vida nacional participen de un amplio debate entorno a tan importante como delicado tema.

Por lo que hace del mantenimiento de la alianza, pareciera que el Presidente de la República va a cumplir con la palabra empeñada, y su agrupación política le daría la oportunidad de aspirar por el solio presidencial al Canciller en el 2014. Frente a una oposición atomizada y diezmada, -como lo manifestara el ex asesor Mezquita-, no se corre a robo la alternancia, tan sólo porque la hemos tenido durante los años precedentes.

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<> Este artículo se publicó el  11  de enero de 2011    en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

El ser humano frente a la posibilidad de su propia extinción

La opinión del  Abogado….

 

SAÚL   MALOUL
malcoj2@hotmail.com

Cada vez pareciera ser más cierta la teoría de que Ciencia y Religión, corren por líneas paralelas que solo se encontrarían en el infinito. ¿Qué sucede si le ponemos a ese infinito una duración de tiempo específica, como dos o tres generaciones por venir y si hablamos de la extinción de la especie humana como una posibilidad real? Sería una teoría en la que encontrarían terreno común no pocos científicos con no pocos hombres de Dios.

¿Qué catapultaría una terminación de la especie humana? Primero, lo obvio. Lo que nos recuerdan cada cierto tiempo las dos Coreas, quizás la línea limítrofe más caliente del mundo: que si calculamos mal, una confrontación que comience de esa manera, y que siga los patrones de la Segunda Guerra Mundial, podría terminar en un holocausto nuclear, en el que el hombre sería el protagonista de su propia destrucción.

¿Y lo no tan obvio? Que, como algunos autores sugieren, estamos frente al colapso de la era post-industrial, cuya máxima era la dependencia del petróleo, y que en gran medida, la sobrevivencia o no de la especie humana, depende de la sustitución del petróleo por otras fuentes de energía, en todos los niveles y en todas las circunstancias.

No solo porque el petróleo es una fuente energética perecedera, y porque su acaparamiento constituye un factor táctico, disuasivo y bélico, que hay que ir eliminando, para transformar una cultura de guerra en una cultura de paz; sino también, por los efectos devastadores que la destrucción del medio ambiente por parte del hombre, está teniendo de vuelta sobre la Humanidad, traducido en imponderables catástrofes de la n aturaleza.

Así las cosas, la dependencia geopolítica y económica del petróleo, y la necesidad de una independencia del oro negro, se encontraría con la necesidad de vivir en un eco sistema menos agresivo para el medio ambiente. La enorme caída de la bolsa de valores y la consecuente crisis económica, sería el primer síntoma de la terminación de una era y del comienzo de otra. Del hombre depende, saber reconocer los síntomas y llevar a cabo, a tiempo, los cambios necesarios, para evitar la destrucción de su propia especie.

Siempre queda la consideración de que los biocombustibles pueden ser parte de la solución, siempre que no se constituyan en parte del problema. En otras palabras, mientras la dependencia de biocombustibles no genere cadenas inflacionarias que terminen aumentando en forma desmedida el precio de los alimentos, sobre todo, para nutrir a las regiones más paupérrimas del planeta.

Lo sabio sería que la dependencia del petróleo se transforme en dependencia de varias fuentes de energía, y no de una sola o de pocas, y que esas nuevas fuentes de energía sean limpias y estén en armonía con la necesidad de preservar la naturaleza, si tan siquiera, por egoísmo propio, como una manera de preservar el planeta.

Esto, y el mantenimiento de nuestras preocupaciones por la gobernabilidad local, regional y mundial, y por el mantenimiento del sistema democrático en cada vez más países del mundo, tal vez permita al hombre superar el fatalismo de su próxima propia extinción.

 

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<> Este artículo se publicó el 25 de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

La sociedad correcta

La opinión del Abogado….

SAÚL  MALOUL  ZEBEDE
malcoj2@hotmail.com

Los liberales y conservadores por igual, tenían el asunto perfectamente previsto. La inmensa mayoría de los círculos de negocios, son círculos familiares, en los que la propiedad y la participación en los mismos se traspasan como una herencia. Las capas altas aseguraban así el control de los medios de producción en la economía capitalista, exigían ciertas normas de comportamiento social a sus pares, y garantizaban el continuo control empresarial a través de la institución de la familia.

Los tratos con el gobierno —en el sistema mercantilista perfecto—, se daban, bien cuando estaban de un lado del poder, representando al Estado, bien cuando se estaba del otro lado del poder, representando al ciudadano. El negocio seguía siendo negocio, por cualquiera de las dos partes.

Lo único es que los liberales tuvieron una visión más amplia y le dieron a los pobres un medio de superación, para que participaran en su porción de la riqueza nacional: la educación. Si te educabas bien y tenías buenos modales y actuabas según las normas generalmente aceptadas y aceptables, también tenías oportunidad de escalar en el mundo empresarial.

Este sentido o molde de la forma social de estructurar la democracia, no admite disenso, ni idea que se salga del libreto, ni declaraciones que asusten al poder. Para quien disiente, el castigo es el rechazo social, que, dependiendo de quién se trate, puede ser el rechazo de todo su grupo directo e indirecto. Un verdadero paria, en medio de gran abundancia, por ‘ejercer el derecho’ a pensar diferente. Después de todo, a aquí no vinimos a pensar diferente… ni siquiera vinimos a pensar. Vinimos a hacer dinero, y esas son las consecuencias para todo aquel que no se amole, como dicen los mexicanos.

El patrón se difunde por toda América Latina, y del señorío español y caudillista, pasamos al señorío criollo. Los países con más oportunidades reales son aquellos que fomentan estructuras de negocios al margen de las familias. Los países con más oportunidades reales son aquellos que valoran la tecnología y el capital humano, a la par del dinero de inversión. Y los países con más oportunidades reales, son aquellos en los que el crédito no es el privilegio de unos pocos.

Esos son los retos y la democracia real el camino. Maquiavelo estaba equivocado: todo lo que hacen los medios es justificar el fin. Así es que la democracia se debe dejar acompañar de la ausencia de violencia, para alcanzar las metas de las transformaciones reales que requieren nuestras sociedades.

Estamos frente a un escenario en el que todo se vende y todo se compra al mejor postor. Cuando debiéramos aprovechar la coyuntura para ser más horizontales y profundizar nuestros cambios estructurales; lo único que hacemos es reforzar las conductas verticales, y olvidarnos de la institucionalidad, de los cambios para cambiar, no para que nada cambie.

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<> Artículo publicado el 30 de octubre de 2010 en el diario La Estrella de Panamá,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/maloul-saul/

Lo que se quedó en el tintero

La opinión del Abogado….

SAÚL MALOUL Z .

Algunas personas coincidirán conmigo, otras me objetarán, pero de lo que nadie jamás podrá acusarme es de no tener una opinión. Pues bien, me imagino que ya están cansados de escuchar el argumento de que no creo que se trata de un gobierno tan malo como la campaña que se le ha montado quiere hacernos creer;   y sí me parece que, si sacáramos los problemas del diálogo político del escenario, se trata de un gobierno que además cumple con sus promesas de campaña, y que sus promesas de campaña corresponden a las más apremiantes necesidades de los panameños.

Lo hizo cuando nombró un excelente gerente en la Caja del Seguro Social, lo hace con el programa de reestructuración en los sectores de salud y educación; lo hace en el tema del transporte, Metrobús y Metro; y está haciendo su mejor esfuerzo en el tema de seguridad, aunque éste siga siendo el talón de Aquiles del gobierno.

Ahora, por un momento tratemos de pensar de forma no convencional. Los invito a que hagamos una lista de cosas que no nos prometió y que, no obstante, necesitan tanto una aproximación estratégica como problema, como un planteamiento de solución a mediano y largo plazo.

El primer tema que se me viene a la mente es el tema del agua. La ONU ha declarado que el siglo que iniciamos estará signado por la lucha entre países limítrofes por el vital líquido.

Necesitamos con urgencia la creación de un Instituto del Agua, que reestructure la institución y que la corporativice, siguiendo como modelos a ETESA o al Aeropuerto Internacional de Tocumen. Necesitamos que este nuevo Instituto del Agua atienda prioritariamente los siguientes temas relacionados con el vital líquido:

1. Aprovechamiento al máximo del agua que nos prodiga la estación lluviosa del país;

2. Incidencia de la lluvia sobre las viviendas, y relación entre la lluvia y el desarrollo urbano de las ciudades;

3. Saneamiento de la bahía;

4. Dotación de agua potable; y,

5. Dotación de agua para el funcionamiento óptimo del Canal de Panamá y del Tercer Juego de Esclusas.

El otro tema que tenemos que empezar a ver con mente estratégica es el de la formación del recurso humano que requiere nuestro desarrollo económico. Hay que fortalecer al INADEH, no solo como algo temporal para los trabajos de ampliación del Canal de Panamá, sino como un instituto permanente, que nos supla de la capacitación laboral necesaria para el desarrollo de nuestro país. Sería una lástima que teniendo la intención del capital de establecerse en nuestro territorio, el país no pueda ofrecerle a ese capital el recurso humano que necesita para el desarrollo de las inversiones privadas y públicas del país.

No solo tenemos que darle carácter de permanencia al INADEH, sino que también tenemos que elevarlo como un Instituto Educativo de Alto Rendimiento, que sirva a las necesidades de nuestro desarrollo.

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Este artículo fue publicado el  22 de agosto de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

¿Podemos salir de la crisis?

La opinión del Abogado….

SAÚL MALOUL ZEBEDE 

F íjense que hay que matizar cuando nos referimos a la crisis.   Casi siempre la connotación es material, crisis económica y social. Ahora, no obstante, la connotación es anímica: Crisis política o de falta de entendimiento social.   Un crecimiento cercano al 5% en el marco de una economía mundial con traspiés recesivos, enorme aumento en la cotización del seguro social, y las más profundas reformas sociales en cuarenta años, además de trascendentales avances tributarios, han permitido un cambio en la calificación de riesgo, que nos permite afirmar que andamos en la dirección correcta.

Algún incauto dirá, que no me canso de mencionarlo.  No, no me canso. Porque la palabra crisis, insisto, casi siempre se argumenta sobre condiciones materiales no satisfactorias, y en nuestro país, las condiciones materiales parecen haber avanzado y están avanzando constantemente.

Pero es que el gobierno tiene que entender que las condiciones económicas y sociales, tienen una dinámica propia, distinta y diferente de la dinámica de las condiciones políticas.  ¿Cómo Pinochet y Chávez terminaron convocando a referéndums constitucionales, que terminarían haciéndoles daño? ¿Cómo pudo haber un golpe de Estado en 1968, cuando crecíamos a una tasa de 8% anual?

Sencillo: Porque no existe una correlación directa entre crisis política y malestar social y económico, aunque todo el mundo crea que sí lo existe. Al presidente deben dejar de susurrarle al oído que la crítica terminará, como por arte de magia, cuando la gente vea lo que está haciendo su gobierno, porque no es así;   esa crítica tiene su propia dinámica, que en parte, no tiene nada que ver con lo que haga y deje de hacer el presidente.

¿Qué sí puede hacer el presidente para aminorar o disminuir o manejar la crisis?  Puede crear las condiciones políticas necesarias para abortarla. Puede empezar a ser tolerante con quienes son intolerantes con él. Puede empezar a entender que la Constitución existe para proteger al 10% de las minorías para las que legisla el 10% del contenido de la Constitución, y que de no cuidar ese 10%, el restante 90% se lo va a cobrar para el resto de su vida.  Eso es lo que significa ser presidente.

Y, del lado de la oposición, la crisis va a terminar, cuando ella reconozca y acepte el triunfo de Ricardo Martinelli en las urnas, y éste último no se sienta en la necesidad de estárselo comprobando todos los días.

Tenemos el caso inaudito de un presidente que llega al poder, con más convocatoria que cualquier otro desde la época de Remón Cantera,  tan solo para que las clases elitistas de este país le hayan declarado la guerra a muerte desde el primer día, sin derecho a tregua ni a demostrar que tenía capacidad para gobernarnos, como en realidad  la tiene.

Bocas del Toro demostró dos cosas: Que el gobierno está preparado para lo que sea, y que la oposición pretendía provocar una crisis política que diera lugar a otra constitucional, para darle el primer golpe político al gobierno.

De todos modos se lo dieron.   Pero, a un precio muy alto, y con un alto nivel de consciencia del gobierno de lo que está en disputa. O cuando se reanude el partido todos empezamos a jugar bonito, o quién sabe qué hace con nosotros un segundo enfrentamiento.

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Este artículo fue publicado el  12 de agosto de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que al autor o autora, todo el crédito que les corresponde.

¿Avanzamos o retrocedemos?

La opinión del Abogado….

SAÚL MALOUL ZEBEDE

Siempre hay que partir de dónde estamos o de dónde venimos. Tenemos un país que tiene un gobierno empeñado en llevar a cabo inversiones enormes en infraestructuras, que mantiene un crecimiento económico envidiable cercano al 5%, que tiene tasas aceptables de desempleo, con un aumento en la cotización a la Caja del Seguro Social, y una fuerte inyección de inversión extranjera y nacional.

Tenemos un país que ha puesto a funcionar la redistribución de sus ingresos a través de un fuerte incremento tributario, que va desde un impuesto fijo a los ingresos netos de ciertas empresas, sin consideración de sus gastos deducibles, hasta un aumento en el impuesto al consumo, pasando por un aumento en el impuesto al consumo de bienes suntuosos. Y un gobierno que ha implementado, dentro de esa política de equilibrio social, el aumento en el salario mínimo más alto de los últimos cuarenta años.

En otras palabras, incluso para los más críticos, sería difícil pretender que el país no esté caminando en la dirección correcta. Y, sobre todo, que, a partir del 2009, escogimos la alternativa política con la capacidad de enfrentar con seriedad los problemas de transporte, de educación, de salud y de seguridad ciudadana.

Sería la oportunidad propicia para expresar que pronto el programa de Invalidez, Vejez y Muerte de la Caja de Seguro Social, conocido como IVM, podría estar nuevamente amenazado por un déficit actuarial, por razones innatas al desarrollo de la institución; como lo son las mayores expectativas en la vida de las personas, el aumento en los precios de la medicinas y los tratamientos médicos, así como la disminución en el poder adquisitivo del dinero.

Y también debemos tomar nota del interés del gobierno de reformar ciertas leyes que permiten la capitalización de activos, para permitir la inversión de los mismos en infraestructura que redundará en beneficio de toda la población.

Por supuesto, que en ese marco, la denominada Ley Langosta, además de plantear un debate legítimo sobre la conveniencia o inconveniencia de algunas de sus disposiciones; más que eso, sigue marcando el camino ideológico centro — derechista del gobierno, y la ausencia de respuesta ideológica de los grupos organizados de la política y de la sociedad civil.

El gobierno no tiene empacho en manifestar que quiere controlar mejor el ejercicio del derecho a huelga por parte de los trabajadores, porque conoce de los abusos que se dan en esta materia; no tiene problema en regular restricciones a los estudios de impacto ambiental, por las exageraciones de la aplicación de estas regulaciones a temas que no los necesitan y no tiene problema en manifestar su deseo de proteger a los policías que ponen todos los días sus vidas en peligro para proteger a la comunidad, porque entiende que la burocracia policiva puede actuar desmejorando la moral de los miembros de la Fuerza Pública.

Asistimos a un gobierno que le está diciendo a su población de manera directa y concreta: ‘Nosotros privilegiamos un sistema político y económico menos tutelado por el Estado, en el que los particulares encuentren por iniciativa propia la satisfacción de sus necesidades fundamentales, dentro del sistema. Y, el camino para llegar a la consecución de esta meta, es la desregulación, y no lo contrario’.

Y se enfrenta a un grupo de ambientalistas, sindicalistas y políticos, para quienes la defensa a ultranza de estos derechos no se discute, pero que no encuentran los medios para articular sus objeciones en el marco de una defensa clara de los derechos del Estado a regular más y a tutelar cada día más la vida de los panameños.

Reafirmo lo dicho con anterioridad. El contenido de la ley merece un contrapeso de ideas sobre la conveniencia e inconveniencia de alguna de sus medidas.

Pero, en lo absoluto, la descalificación gubernamental, porque la oposición no tiene manera de articular una respuesta que deje de ser casuística y se convierta en una contrapropuesta con contenido ideológico y político.

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Artículo publicado el 28 de junio de 2010  en el  Diario La Estrella de Panamá , a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Macondo o Panamá

La opinión de…

SAÚL MALOUL ZEBEDE

Algún cínico definió la política como el arte de tratar de llegar al poder mientras no estábamos en él. Y hay algo de esta definición en el comportamiento de las fuerzas que hacen la política en Panamá, entendida como afán no exclusivo de los partidos políticos, sino también de medios, otras organizaciones intermedias y ciudadanos en general. ¿Qué hacemos para llegar al poder mientras no estamos instalados en él? O, ¿cómo le hacemos la vida imposible a quienes están instalados en el poder, mientras volvemos a él?

He cometido el pecado de teorizar sobre el tema y tengo una teoría que se aplica a nuestra vida republicana antes de 1968; otra teoría que se aplica a la dictadura militar hasta 1989; y finalmente, una que trata de explicar nuestra vida democrática a partir de 1990.

En relación con el primer período, me parecen extraordinariamente didácticas las discusiones sostenidas entre el Dr. Ricardo Arias C. y Adolfo Linares F. sobre el verdadero contenido democrático de esta época.   No obstante, cualquiera que fuese el criterio al que uno se adhiera, sí me parece acertada la teoría del Dr. Arias C., de que era posible construir en algunas ocasiones, demasiado concurrentes, ésa denominada democracia formal, sin el concurso del pueblo. En otras palabras, sin que fuera significativo si la manifestación de la voluntad popular era debidamente escrutada o tomada en cuenta. Salvo las excepciones a las que se refiere el Dr. Linares F., que en mi perspectiva, no hacen más que confirmar la regla.

El segundo período es el del ejercicio del poder de manera directa por parte del instituto armado, como fuerza real de poder más determinante del país. Además de todo lo que significa una dictadura militar, el régimen instituyó como razón de Estado la lucha por el control y administración del Canal, su zona adyacente, y la eliminación de la presencia militar extranjera en Panamá.

El tercer período, es el de nuestra clara consolidación democrática para el logro de los fines del Estado. Y, después de algunos años de consolidación democrática, empieza la batalla ideológica por el logro de los fines del Estado. Esta consolidación democrática, —cuando no estamos en Macondo, pensando cómo regresamos a alguno de los períodos anteriores, en francas regresiones—, pasa por algunos elementos que le son propios y no compartidos por los períodos anteriores.

Uno de ellos, es que las camarillas de poder económico y político, social y cultural siguen teniendo algo que decir en las definiciones políticas finales, pero no tienen la última palabra.

El recurso al pueblo, a través de primarias y votaciones directas en las que se toma en cuenta la voluntad popular, marcan una pauta fundamental que nos distingue de los períodos anteriores y que nos define como una democracia mucho más popular y auténtica. Siguen siendo factores reales de poder: EE.UU., el instituto armado, los grupos económicos de poder y ese pueblo, sin cuya participación y visto bueno nada camina.

La otra característica de esta democracia, es que hasta ahora ha sido fundamentalmente antioligárquica. Ninguno de los presidentes de la recobrada democracia ha tenido apellidos oligárquicos. No porque exista una discriminación inversa a la practicada hasta 1968, sino porque hasta ahora no ha ganado un oligarca el favor de las mayorías populares. La puerta sigue abierta para su participación, sin ninguna discriminación.

Entendiendo siempre la tutela de la neutralidad del Canal y neutralización del país, garantizada por el Departamento de Defensa de EE.UU., y cómo la prudencia y conveniencia siguen marcando esa relación, al calor de imprevisibles desarrollos del escenario internacional.

Podemos definir importantes y trascendentales períodos de inflexión en nuestra historia reciente: el primer período es el de la Asamblea Constituyente, que funda los cimientos de la República; el segundo intento de refundar la República, precisamente, lo marca la Asamblea Constituyente Originaria de 1946, que es frustrada con el golpe de Estado de 1968, cuyas consecuencias vivimos hasta 1989; y finalmente, la tercera República, que estamos construyendo.

Obviamente, hay elementos políticos, económicos, sociales y culturales que nos definen hoy como un momento histórico diferente y con un mejor grado de desarrollo democrático, pese al camino que aún nos queda. Si queremos darle forma definitiva a este proceso, a través de otro proceso Constituyente Originario, o si estimamos que no ha llegado aún el momento de hacerlo; son los factores reales de poder los que deben asumir esa determinación.

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Artículo publicado el 14 de junio de 2010  en el  Diario La Estrella de Panamá , a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

La democracia frente a la posibilidad de nuevos paradigmas

La opinión del Abogado…..

SAÚL MALOUL ZEBEDE

Nos sentimos muy orgullosos como panameños cuando, recientemente, en una reunión especial del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, su secretario general, ponderaba el sistema político — electoral panameño, como uno de los más desarrollados de la Región.

Las conclusiones que pronto saldrán de la reunión del Consejo de Partidos Políticos, Tribunal Electoral y sociedad civil, para actualizar la legislación electoral, es un ejemplo de dinámica de participación ciudadana, en la que todos ponemos nuestro granito de arena, para la consecución de los fines nacionales.

La pregunta es: ¿hacia dónde podemos acicalar el fortalecimiento de nuestro sistema democrático?

Me parece, con todo respeto, que las encuestas de opinión pudieran marcar varios caminos.

El primer camino, es el camino tradicional de la alternancia política, que nos ha venido distinguiendo desde 1990.

A pesar del duro transe que le ha tocado vivir al Partido Revolucionario Democrático (PRD), las últimas encuestas tienden a legitimarlo como paradigma opositor, y ya se destacan nuevos y renovados liderazgos, entre ellos, los de Juan Carlos Navarro y Laurentino Cortizo Cohen.

El segundo camino, es el de la consolidación de la propuesta del grupo que gobierna, a través de la presentación de un solo candidato que consolide a todo el gobierno, y que sea escogido según los términos electorales que los líderes de la coalición decidan.

Y el tercer camino, sería el de escoger entre tres propuestas ideológico — políticas: una social demócrata, una liberal y una panameñista.

Como comentario final, no podemos desvincular la propuesta política y el camino político que sigamos, de la difícil coyuntura económica que nuevamente tendremos que enfrentar.

En ese sentido, necesitamos dirigentes capaces de decirle al pueblo que solo se puede gastar e invertir lo que se tiene y no más, que estén conscientes de su obligación de mantener una adecuada relación entre el producto interno bruto y los niveles de endeudamiento y, finalmente, que entiendan que solo el motor del incentivo correcto a la empresa privada podría nuevamente mantenernos alejado de la crisis económica y financiera. Esta vez, a diferencia de otras oportunidades, me parece que los proyectos y las agendas, tanto políticas como económicas de los grupos y candidatos, serán debidamente escrutada, frente a las cada vez más complejas responsabilidades que representa el ejercicio del poder.

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Este artículo se publicó el 1° de junio de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

De las reformas a la Constitución

La opinión de…..

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SAÚL MALOUL ZEBEDE

Estimados lectores: Son bastantes años los que llevo llevándoles mi opinión sobre temas de interés nacional, cada vez que surge algo que creo que amerita comentarse. Ustedes siempre me han distinguido con su lectura, y yo, lo único que puedo ofrecerles y les seguiré ofreciendo siempre es la integridad de mis pensamientos.

Nunca hasta este momento, había sentido la necesidad de rectificar sobre un criterio político o jurídico esgrimido, y, entendiendo que la defensa de dicha integridad es lo más importante, lo haré ahora.

En dos entregas anteriores yo había sugerido que el Decreto Ejecutivo por medio del cual el Órgano Ejecutivo sometía a la Asamblea Nacional de Diputados, el texto de la reforma constitucional era constitucional, pues había que buscar el espíritu de la norma y no interpretarla literalmente, de acuerdo con el artículo nueve del Código Civil.

Meses después debo reconocer que dicha interpretación es errónea, que estaba equivocado, que tenían razón mis colegas de la Universidad de Panamá, y que el hecho de que lo que se haya sometido a dicha Asamblea Nacional de Diputados haya sido un texto legal diferente a una Resolución de Gabinete, justificaba la declaratoria de inconstitucionalidad de dicho Decreto Ejecutivo, y por lo tanto, del contenido de las reformas constitucionales.

Y es que el artículo nueve del Código Civil tan solo permite la interpretación de la intención o espíritu de la Ley, tan solo después de haberse descartado la interpretación literal de la misma, la cual, hay que privilegiar. Como el texto del artículo de la Constitución afectado, es claro, no nos es dable pretender auscultar su espíritu.

Creo que es de humanos equivocarse y es también de humanos corregir cuando estemos realmente convencidos de que hemos cometido un error. Por estarlo en este momento, humildemente corrijo ante ustedes, mi criterio jurídico.


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Este artículo se publicó el 24   de mayo de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.