Un tranque que se puede resolver

La opinión de…..

Richard Holzer
.

Un tranque que se puede resolver
.
Todos hablamos de los tranques. Todos soñamos con un sistema de transporte público que mejore la calidad de vida de los capitalinos y la fluidez de nuestras calles congestionadas. Pero eso tomará tiempo y aún cuando se implemente no podrá resolver de la noche a la mañana todos los problemas del tránsito de la ciudad.

Mientras tanto hay que hacer lo que se pueda… y hay algo que sí se puede hacer para resolver a muy corto plazo al menos uno de los peores tranques: el de la Vía Israel en la curva alrededor del centro comercial Multiplaza en dirección de San Francisco hacía la ciudad.

Ese problema se originó desde el día en que alguien decretó que la Calle 50 fuese en una dirección hacía las afueras sin reponer en otro lugar los dos carriles San Francisco–Ave Balboa que así se perdieron de un plumazo. Al no hacerlo se creó el tranque y desde entonces el creciente número de automóviles solo ha empeorando el nudo.

El semáforo en la intersección de Vía Israel con Vía Brasil ayudó, pero poco, pues es una intersección que se traba continuamente. El puente sobre Calle 50, comprado hace más de 10 años y que quizás se instale en 2010 mejorará pero no resolverá el problema, pues seguirán faltando los dos carriles. Recordemos que para viajar de San Francisco hacia Ave. Balboa, Exposición, San Felipe etc. la única alternativa es recorrer la Vía Porras de extremo a extremo para luego seguir por Vía España o luego retornar por Vía Brasil –otra vía muy congestionada- para finalmente terminar en la misma intersección complicada.

A la larga habrá que ensanchar Vía Israel, tanto para aliviar el problema señalado como para manejar el creciente flujo de vehículos desde la costanera hacía las afueras. Flujo que ya está produciendo tranques. Y desde luego habrá que construir un puente sobre la intersección de la Vía Brasil e Israel. Pero esa construcción no será factible sin antes producir alternativas al flujo de automóviles; sea como sea, hay que producir más carriles en dirección hacía la ciudad ¡ya!

Felizmente hay una solución relativamente fácil e inmediata a nuestro problema: aprovechar el Corredor Sur en su tramo entre Atlapa y avenida Balboa.

La Prensa informa de la decisión del gobierno de reexaminar los contratos de las concesiones de los corredores y auditar sus operaciones. Es la coyuntura apropiada para negociar la liberación del tramo inicial del Corredor Sur. Si ese tramo se convierte en uno libre de peaje –como de paso era la intención original del estudio estampa que ideó los corredores– se habrán agregado los carriles faltantes. Pienso que debe ser posible negociar un arreglo que a la postre se traducirá en meses de concesión y no en fuertes desembolsos estatales, que serían difíciles cuando a la vez hay que financiar un metro.

Ojalá se aproveche este momento oportuno para resolver de inmediato uno de los grandes nudos urbanos de la ciudad de Panamá.

.

<>
Publicado el 5 de octubre de 2009 en el diario La Prensa a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Nuevos edificios del Gobierno…¿Dónde?

NUEVOS EDIFICIOS DEL GOBIERNO… ¿Dónde?
Ricardo Holzer

Se informa que entre los planes del gobierno entrante está construir edificios para los ministerios. La iniciativa es oportuna, porque esa inversión ocurrirá justo cuando la industria de la construcción necesitará compensar la reducción de la inversión privada, que ya se vislumbra, y porque la amortización de la inversión será menor que los alquileres que hoy paga el Estado.

Es imprescindible, sin embargo, tomar conciencia de que esas construcciones afectarán de manera importante y permanente a esta ciudad, tan golpeada urbanísticamente.

Hace unos años flotó en el ambiente la idea de construir una “ciudad gubernamental”. Ese es un concepto originario de la primera mitad del siglo pasado y demostrado como errado, en la segunda. Aplicado el concepto de concentración de edificios públicos en lugares como Brasilia, y Albany (capital del estado de Nueva York) dio por resultado zonas urbanísticamente disfuncionales, porque se crearon espacios con ínfima actividad callejera en las horas laborables y totalmente desiertos durante las noches, los fines de semana y, desde luego, los días de asueto oficial.

Las consecuencias son fáciles de imaginar: espacios urbanos que son tierra de nadie durante más de 120 de las 168 horas que tiene la semana. A esto habría que agregar la importante inversión en infraestructura que se requeriría: amplios estacionamientos, vías de acceso y transporte público –igualmente usados solo el 25% del tiempo.

En cambio, las ventajas de la proximidad física con otras instalaciones gubernamentales son pocas y serán cada vez menos importantes, a medida que los procesos burocráticos se simplifican, se computarizan y trasladan a la internet, y avanza la descentralización del Estado y sus servicios.

La funcionalidad requerida en el siglo XXI exige, y la computarización permite, que el Gobierno brinde sus servicios a la población mediante múltiples agencias dispersas en toda la urbe: el Estado al servicio del pueblo y no viceversa.

Eliminadas las necesidades funcionales de proximidad, deben primar los criterios urbanísticos. Estos nos indican que los diversos edificios gubernamentales deben quedar distribuidos por toda la ciudad, rodeados de zonas residenciales de modo que, siendo fuentes de trabajo, queden también cerca de las viviendas de sus empleados. Al estar inmersos en la ciudad, en sus alrededores se ubicarían restaurantes y comercios y, por ende, tendrían vida aun cuando los despachos no funcionan. Esa complementariedad debería fomentarse aún más, ubicando cerca de ellos teatros, cines y otras actividades nocturnas.

Los comercios e instalaciones periféricas servirían, a su vez, a la población de las áreas residenciales circundantes. De esta manera la infraestructura sería utilizada durante muchas horas y no solo cuando funcionan los despachos públicos y se evita crear desiertos urbanos.

Concluyo, esquemáticamente cada edificio público importante debería tener adyacente otros usos complementarios, debería estar rodeado de una zona comercial y ésta a su vez de una zona residencial. Este esquema daría como resultado una serie de núcleos de desarrollo urbano, cónsonos con el concepto de nodos planteado en el plan regulador de la ciudad de Panamá, vigente pero poco conocido y menos aplicado.

Articulo publicad el 20 de mayo de 2009 en  el diario La Prensa.