La opinión de…
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Ariel Cubilla Lezcano –
Cada periodo cuando se inicia el ciclo hacia el próximo Mundial, siempre es la misma canción: “quién se encargará de la selección nacional”, aunque si nos sirve de consuelo, ese tema suena en casi todo Latinoamérica.
Desde que recuerdo y mis investigaciones sobre los diferentes procesos mundiales, casi ninguna opción de un “director técnico” ha sido significativa, excepto el segundo lugar alcanzado en la Copa Oro en el 2005 y el haber estado entre los seis mejores de Concacaf, cuando se soñaba ir a Alemania 2006.
Recuerdo que en esas dos ocasiones la selección fue dirigida por un colombiano mal encarado y de poca relación con la prensa, el Cheché Hernández, aunque consiguió dar algunas alegrías al pueblo panameño, también le dio decepciones y hoy no le veo méritos para dirigir a el equipo.
Tal vez algunos dirán que es el único que ha alcanzado los logros que mencioné, sí, pero a él se le pagó por su trabajo y era lo menos que podía hacer.
Esa es una de tantas historias que hay en este país, donde se intenta buscar un técnico que tenga la fórmula o la varita mágica, para que la selección consiga un verdadero logro, para esa tarea desde 1938 se ha intentado con 25 entrenadores de diferentes países: 3 colombianos, 1 chileno, 4 argentinos, 4 uruguayos, 1 brasileño, 1 tico, 1 rumano y 10 nacionales.
El último, un brasileño naturalizado costarricense, Alexandre Borges Guimarães, quien en el proceso a Sudáfrica ni siquiera nos llevó a la siguiente ronda; eso fue un verdadero fiasco.
Particularmente creo que la fórmula maravillosa no está en ningún técnico extranjero.
Usted seguro piensa en la experiencia, pero al momento de definir un partido eso no cuenta, porque ni la historia ni el currículo ni nada del pasado juega y eso ya lo han demostrado “grandes técnicos” que han sido contratados por exitosos clubes o importantes selecciones con un cúmulo de jugadores muy superiores a los nuestros. ¿Qué han obtenido? Nada.
Por esta razón y muchas más que se pueden enumerar, yo apuesto al profesionalismo nacional; por ello insto a nuestra dirigencia de fútbol para que piensen en un técnico panameño porque si de profesionalismo se quiere hablar porque el extranjero ofrece un “mejor trabajo”, entonces se debería buscar y contratar a directivos extranjeros para que dirijan el fútbol nacional.
Ahora bien, usted como panameño y amante del fútbol, ¿qué cree que es lo mejor para la selección nacional? ¿Un técnico nacional que conoce verdaderamente lo nuestro, que entiende cómo nuestros deportistas libran sus batallas buscando cómo mantener a sus familias y compartiendo su tiempo con el deporte que aman o prefiere un técnico extranjero que ilusiona a un país que solo desea ver su bandera en una competición internacional, pero que al final, ese extraño escribe la misma historia que otros llevándose su jugoso salario? ¡Cuidado!
Pensemos muy bien lo que queremos. Yo solo digo que “por eso en Panamá, estamos como estamos”.
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Este artículo se publicó el 14 de agosto de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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