Qué tal si te digo…

La opinión de…

Álvaro Lasso Lokee

Con nuestra humilde opinión deseamos llegar a nuestras autoridades para decirles que sus tareas en el gobierno implican grandes responsabilidades y que las críticas de cualquier tipo no solo deben ser bienvenidas, sino también deben ser analizadas para buscar un punto de equilibrio en un sistema que se denomina democracia.

Es mejor que sobren las críticas a que hagan falta. Como diría don Quijote: “… señal de que cabalgamos”, pero lamentablemente las críticas se toman como ataques personales, y ningún gobierno es perfecto. Los errores son de seres humanos, a menos que sean extraterrestres.

Al realizar proyectos que redundan en beneficio de la mayoría, se aplaude la causa y se reconoce, pero se debe buscar que la forma en que se haga no sea polémica ni controversial, porque le puede restar no solo su prestigio sino empañarlo, tal como las asignaciones de compras directas a empresas fabricadas de ayer para hoy o de amistades conectadas con el Estado.

Esto siempre se ha criticado y tampoco se puede dejar de criticar. Lo que fue malo antes, no puede ser bueno hoy.

En el caso de la ex procuradora Ana Matilde Gómez, no fue agradable su salida por la forma en que se hizo, y las encuestas así lo reflejaron. Ahora se recibe a una ex alta funcionaria del hermano país de Colombia, quien escuchaba a “todo mundo”, mientras que acá se hizo para investigar a un ex fiscal, a quien se acusa de pedir coimas. Estas contradicciones, o mejor dicho, éstas son situaciones de las que este gobierno no quiere darse cuenta, pero debe corregir.

Qué tal si les digo que queremos un cambio, con el que no se repitan los errores de ayer y con el se busquen los mejores mecanismos para que no se ganen estas críticas que no quieren escuchar de todo un país; que puede costarles caro sino aceptan sus errores y no permiten la libertad de expresión.

Nuestro sistema judicial y los privilegios también esperamos que sean modificados.

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<> Este artículo se publicó el 2 de diciembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

La democracia pierde su ‘glamour’

La opinión de…

Álvaro Lasso Lokee  

Estoy sentado en una silla y aún no puedo creer que en Panamá nuestra democracia esté perdiendo su esencia gradualmente y se convierta en algo lejos de lo que los griegos llamaron “poder del pueblo”.   No soy abogado, pero no tengo que serlo para preocuparme porque alguien que no sea de este país nos exija que una orden de la Corte Suprema –de favores y asociados, perdón de justicia–   no sea válida, además, esto se apoye –como si nada pasara– con el solo propósito de ser anfitriones de unos juegos de los que estamos, técnicamente, alejados de un grado competitivo, para no decir lejos de las medallas, y no necesariamente por los valores deportivos, sino por muchas razones, aclaro.

No pretendo ser alarmista pero, si es lo que creo, esto es grave. No puedo pensar que en un país cualquiera esto suceda, solo en una novela de Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa, que deleitan con su imaginación a sus lectores.

Pido mucha reserva y reflexión a nuestras autoridades en estos temas delicados que son claves y atentan contra la democracia que esperamos conservar, así como en la falta de tolerancia a todos sus críticos, porque no estamos viviendo épocas norieguistas, pienso yo. Los ataques a los periodistas y particulares que se han atrevido a dar opiniones contrarias suman una buena cantidad y eso desvía la esencia de un sistema democrático. ¡Alto a esos métodos!

Sobre las reformas propuestas para introducir la figura de los diputados vitalicios o nacionales, deben utilizarse en el mismo contexto para la creación de empresas que respondan a las necesidades del país y no como un medio para ocupar un espacio en la política. Los panameños hemos cuestionado el papel de los diputados que no juegan un rol efectivo, y hay quejas por los privilegios de los que gozan, y se siguen esperando cambios reales sobre este complejo tema. Los diputados a nivel nacional pueden convertirse en mejores opciones para contrarrestar los modelos tradicionales con que contamos, pero con base e igualmente en una cuota por habitantes, y que no se sobrepase las 72 curules que hay. No más salarios y privilegios, sin respuestas efectivas. ¿Cómo quedaríamos, si esto sigue igual?

Si se quiere modificar o mejorar este órgano del Estado, no es aumentando la cantidad de diputados, sino cambiando sus métodos de trabajo, que sean independientes al 100%, contando con la participación de todos los sectores representativos del país, sería lo ideal. Rellenos no, tal como eran los del Parlacen.

Luego de cuatro periodos presidenciales después de la invasión, se supone que nuestra democracia debe ser mucho más madura de la que vivimos anteriormente. Percibimos que nuestras actitudes egocéntricas, como diría Freud, no nos han permitido crecer adecuadamente y el resultado de eso es nuestro sistema educativo y de transporte, entre otros, para no hacer una lista larga. No somos competitivos o de primer mundo, como dicen las noticias.

<>Artículo publicado el 9 de septiembre de 2010 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Los locos, de más a menos

La opinión de…

Álvaro Lasso Lokee

La manera como el Presidente se ganó a los votantes en estas últimas elecciones fue original, “Caminando con los zapatos del pueblo” y prometiendo el cambio necesario y obligatorio que la mayoría esperaba y que debe ser en todos los sentidos.

Parece que se le ha olvidado, ¿o será que tenía una agenda oculta? La forma de gobernar, reprimiendo a sus críticos, se aleja de la esencia de la democracia.

Luego de los gobiernos de Mireya y Martín, que son las dos últimas administraciones con menos transparencia y más denuncias de actos de corrupción, el próximo aspirante tenía que impresionarnos, ser distinto y diferente a los anteriores.

Panamá no puede continuar con otra administración que solo vela por los intereses personales de los que nos gobiernan, y sus acciones deben encaminarse al beneficio de la mayoría, respetando siempre las distintas ideologías y creencias de los ciudadanos. Los primeros meses de este gobierno fueron de luna de miel, pero al entrar el impuesto del 7%, que está disminuyendo el poder adquisitivo, y la “ley golazo, 9 en 1”, la forma en que la hizo nos hizo recordar una época en donde las botas de los cuarteles tenían el control absoluto del país.   Con las persecuciones a los periodistas se aproximan más a esa época.

La Cruzada Civilista se inició en 1987, luego de que el ex coronel Díaz Herrera expuso una serie de anomalías de Noriega en el poder, por ejemplo, que le gustaba intimidar a sus opositores, rodear con policías a los líderes de sindicatos y acusarlos de “atentar contra algo”.

Lo que ocurre hoy nos parece un exceso, y si se están pinchando los teléfonos con la excusa de “atentar contra la seguridad del Estado”, nos parece el retorno de Noriega sin Noriega en el poder.

Elegimos un gobierno 100% democrático, no con un disfraz de democracia, y no podemos aceptar esta clase de represión. Muchos ciudadanos votamos por un cambio real y eso nos incluye, porque al ver que los últimos gobiernos solo se estaban enriqueciendo sin importarle con su país, nos esperanzamos con ese cambio prometido.   Pero no con un cambio como el que introdujo la ley golazo, llevada originalmente a la Asamblea como una ley de aviación, pero que bajo la manga cambiaba otras leyes, y que se discutió (si es que se le puede llamar discusión), a velocidad de un cohete.

Estas prácticas debieron quedar en el pasado, me refiero a la cantidad de lesionados tras la represión en Bocas del Toro, en donde inclusive un grupo de policías irrumpió en una casa y golpeó a las personas que se encontraban allí. Esto deja un mal sabor de lo que puede ser esa ley.

Es cierto que a los agentes de la policía se les investiga cuando disparan, pero el sistema que se aplica para detener a los sospechosos de delitos puede ser revisado.

El Presidente debe reconocer sus errores. La locura no puede excederse en la fuerza. También hay que controlar compras directas como la que se hizo con las ambulancias a una empresa, cuyos propietarios tienen supuestos vínculos con el partido gobernante.

De no corregir el rumbo, el Gobierno seguirá de más a menos, al igual que sus colaboradores.

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Este artículo se publicó el 14 de julio de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Educación con disciplina

La opinión de…..

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Álvaro Lasso Lokee

El día 4 de mayo de 1974, en la base de Río Hato, se fundó el único colegio secundario en Panamá que ha tenido formación militar.  Hablo del Instituto Militar General Tomás Herrera. En sus aulas se formaron 13 promociones de estudiantes, con un aproximado de mil 200 egresados.

Los estudiantes heredaron el apodo de los Tomasitos y el destino del colegio se acabó el 20 de diciembre de 1989, con la invasión norteamericana que sacó a Noriega del poder.

Para aclarar a quien así lo piense, los Tomasitos no somos el reflejo de quienes fueron los jefes de la Fuerzas de Defensa o de la Guardia Nacional. Unos dirán que eso sería negar nuestros principios de formación, lo cierto es que muchos contrariamos el deseo de nuestros padres, porque solo entre el 5% y 8% de los egresados continuó la carrera militar.

En sus inicios esta escuela fue experimental, al no existir otro colegio con estos principios. Si me preguntaran el resultado de ese experimento puedo enfocarlo en base a los resultados y catalogarlo como un éxito, porque entre sus egresados hay un alto porcentaje de profesionales y académicos, sin mencionar el ejemplo de ciudadano que se formó con la disciplina militar.

La crisis en la educación actual nos hace colocar las barbas en remojo. Los fracasos de los jóvenes que ingresan tanto a la Universidad Tecnológica de Panamá como a la Universidad de Panamá han sido elevados recientemente. Este es un buen momento para preguntarse si nuestra educación debe ser objeto de cambios significativos o de ciertos ajustes.

En lo personal, considero que el elevado fracaso de estudiantes que intentan ingresar a nuestras universidades públicas, es el comienzo de una tempestad que muestra la punta del iceberg en nuestra educación, y no hay que ser especialista en educación para darse cuenta, porque los estudiantes de pre ingreso reflejan que es un fracaso.

La escuela con disciplina militar no es lo que planteamos como la fórmula mágica para corregir la educación en Panamá, pero creemos que sí se puede plantear como una opción al sistema de educación actual, porque es un hecho que gradúa a profesionales de elevado nivel y responsabilidad. También puedo decir que desarrolla una conciencia cívica y amor al país. Eso no lo digo por los cantos que nos acompañan al desfilar, sino por la madurez con que se nos forma y la competencia que se exige.

Quienes estudiamos en el Instituto Tomás Herrera tuvimos profesores de categoría universitaria y compartimos en un salón de clases con estudiantes de todas las provincias. Muchos Tomasitos creemos que hoy día nuestro país requiere de un colegio con esta preparación.

Esto debe ser objeto de un análisis serio de parte de la ministra Lucy Molinar y del resto de las autoridades de Educación. Hagan un estudio y análisis de esta petición de todos los Tomasitos, que hemos sido buen ejemplo en esta sociedad.

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Este artículo se publicó el  15  de mayo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Nuestra educación y sociedad están en bancarrota

La opinión de….

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Álvaro Lasso Lokee

La delincuencia está aumentando al mismo tiempo que nuestra educación agoniza, desde hace varios años. Si un niño fracasa en la escuela, esa condición no exonera a sus padres de responsabilidad; igualmente, si la delincuencia aumenta, ese síntoma no solo es el reflejo de la inseguridad en las calles, sino también del fracaso de quienes han administrado el país y eso incluye a todos los gobiernos anteriores. Unos con más aportes a la ruina que otros.

Desde otro ángulo, es decir, si el desempleo disminuye, la educación es superior en nuestras escuelas, nuestras calles están limpias y cualquier atributo positivo que quiera añadirle sería el reflejo de una política bien llevada, pero la realidad es otra lamentablemente.

Los dos ex ministros de Educación bajo investigación por peculado, dejan mucho que decir de nuestro sistema educativo, sin mencionar otros problemas del país.

La delincuencia y la educación forman parte de un sistema asociado a múltiples factores, pero esa responsabilidad es de todos los ciudadanos, principalmente de los políticos, que no han dado las respuestas o soluciones a los problemas, dejando solo sus discursos, sus leyes y una justicia visiblemente fracasada.

Recientemente se publicó en los diarios que el 70% de graduados no pasó las pruebas para ingresar a la Universidad Tecnológica de Panamá; hace unos años ocurrió lo mismo en la Universidad de Panamá. Por eso, no entendemos a los profesores que se oponen a un cambio que ya resulta urgente en la educación, más cuando no dan un buen argumento y solo dicen que “son imposiciones”.

La gran mayoría de panameños se forma en escuelas públicas, nos incluimos, y sabemos que falta mejor preparación en distintas áreas. Al ver la estadística actual de nuestra educación preocupan los resultados. Recientemente, por motivos de trabajo, entrevistamos a una profesora afectada por estrés laboral, al estar presionada tanto por los estudiantes como por los padres de familia a causa del bajo rendimiento de sus alumnos. Lo peor es que hasta amenazas recibe y no sabe cuál de ellas puede convertirse en realidad, a falta de seguridad en estos casos.

Preguntamos ¿Cuándo fracasó el sistema educativo? ¿Hasta cuándo seguirá igual? ¿Qué cambios necesita nuestro sistema educativo? ¿Estarán dispuestos a pagar el sacrificio los políticos? ¿Cuánto pueden aportar a la educación los empresarios que necesitan de mano de obra calificada?

Consideramos que la delincuencia y la crisis en la educación no pueden ser vistos como hechos aislados; se debe iniciar un plan nacional que aborde el desempleo, los bajos salarios y el alto costo de vida, la deserción escolar, la alimentación, la salud, el embarazo prematuro, el sistema de transporte, la corrupción estatal, el sistema judicial y carcelario. También, las viviendas, el sistema de seguridad en las calles, el cuidado del ambiente, la niñez y la tercera edad, el maltrato infantil y de las mujeres como otros tópicos a revisar e, incluso, actualizarlos en materia de Estado para los próximos 25 años.

Nuestra democracia no solo está amenazada por los narcotraficantes, tal como lo señala un informe de los norteamericanos, sino también por la cultura del juega vivo que impera en la política tradicional criolla.

Pedimos que el cambio llegue también a la Asamblea Nacional y al sistema judicial, instituciones que marcan otras crisis profundas y no dan señales de cambio. En resumen, el país se encuentra en una bancarrota y urge cambiarlo profundamente, pero con voluntad y seriedad.

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Este artículo se publicó el  16  de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Panamá convulsiona por política

La opinión de…..

Álvaro Lasso Lokee

Haití pasa por una tragedia que fue ocasionada por un sismo de 7.1 grados de la escala Richter, pero gracias a la solidaridad de muchos países recibe ayuda valiosa, muy útil dado el largo tiempo que le tomará recuperarse.

En otro escenario, con otra clase de temblores, Panamá convulsiona por nuestros propios políticos, por la ambición de poder, la corrupción y quien sabe cuántas otras cosas oscuras que también acabarán con nuestro pueblo de aproximadamente 3 millones de habitantes y de los que faltan por nacer.

En nuestro caso, los únicos que pueden ayudar a una recuperación efectiva no serán los rescatistas de la Cruz Roja, sino la actitud de nuestros políticos y su alejamiento de los estilos tradicionales.   Se impone un cambio en el sistema de justicia que está completamente perdido, y en los ciudadanos que vamos a las urnas, para que elijamos responsablemente a nuestros candidatos en tiempos de elecciones.

Entre los puntos importantes que hacen temblar a nuestro país están el sistema de elección de los magistrados de la Corte Suprema que debe cambiar, porque ellos no pueden seguir siendo los “ungidos” de los gobernantes de turno, ni ser juzgados exclusivamente por los diputados y viceversa, como complicidad en equipo, ante posibles delitos de algunos miembros de esos órganos. Todo delincuente debe ser procesado por las instancias de investigación.

En el caso del escándalo del Fondo de Inversión Social, aparte de que debió ser motivo de la renuncia de su director, también debe darse un giro de 180 grados al papel que realizan los diputados en la Asamblea para que dejen ser “representantes” y se conviertan, como debe ser, en creadores de leyes para su gente (no como uno de Chepo), y vigilantes de los intereses del país.

Digan lo que digan, hay intromisión en la Procuraduría y no debe darse en ningún otro Órgano del Estado, tal como está ocurriendo. Por otra parte, se deben cumplir las promesas de bajar el precio de la canasta básica que va en aumento. En tanto que los nuevos impuestos no ayudan a los de menos ingresos, les empeora su situación.

El sistema educativo debe actualizarse, igual que los diseños curriculares de formación académica que no pueden estar 30 ó 40 años atrasados. El sistema carcelario es otro aspecto que debe ser modernizado, no solo con cercas sino “limpiarlo”.

Hay que mejorar el servicio de transporte, no solo los “diablos rojos” y los taxis “no voy”, sino mejorar los sistemas de señalización, reparar las carreteras con huecos que abundan en el interior del país y, además, de acabar con la “rebusca” de las grúas.

La CSS sigue carente de liderazgo en puestos clave en los que se requiere conocimiento y experiencia. La culpa no es de los gremios de izquierda o derecha. La administración es una ciencia no política y tampoco es un arte de “amiguismos”. Hay corruptos de las administraciones pasadas que aún no han sido procesados y mucho menos detenidos.

En cuanto a la responsabilidad de los medios de comunicación, estos deben modificar los reportes de sangre y los noticieros que pasan peleas grabadas con celulares que parecen más informes de corregidurías. Se requiere mejorar el nivel periodístico.

La inseguridad en las calles no solo se puede combatir con los “vecinos vigilantes”, sino haciendo las rondas policiales que no se ven y, por eso, los delincuentes hacen fiesta con asaltos y balas. ¿Hasta cuándo?

La democracia no solo es elegir por mayoría a nuestros gobernantes, sino también velar para que el manejo de los principales órganos del Estado sea con balance e independencia de poderes.

El 60% del electorado votó por un cambio que aún estamos esperando y no lo hemos visto.  Revisen su trabajo.

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Publicado el 26 de febrero de 2010 en el Diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

La CSS por dentro

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La opinión de…..

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Álvaro Lasso Lokee

En este limitado espacio trataremos de exponer ideas, desde una perspectiva interna, de lo que ocurre en la Caja de Seguro Social (CSS), porque a nuestro parecer muchas de las críticas que se hacen a la institución carecen de información, alejándose de los puntos centrales que deben ser la temática principal.

En septiembre de 2009 alguien publicó que “El problema de la CSS… radica en su gente” y que “no era administrativo”. Yo quiero preguntar ¿si la falta de medicamentos, las filas largas para obtener una cita, los déficits de cirugías y otros problemas que se viven a diario en la CSS se pueden atribuir a la gente?

Alguien que tenga tres automóviles no esperará que se dañen todos para entonces repararlos.

En la CSS ocurre lo contrario, los ascensores del Complejo Metropolitano se arreglaron solo cuando ninguno funcionaba. ¿Cómo podemos denominar lo anterior, así como a los faltantes de medicamentos que afronta la institución?

Culpar de los problemas de la institución a “su gente” nos parece un análisis abreviado.

El número de asegurados y de beneficiarios de la CSS puede estar llegando a la mitad de la población panameña, pero la entidad carece de suficientes especialistas en el interior del país.

Otro problema es que cubre los gastos de personas no aseguradas que se atienden en instalaciones en las que hay convenios interinstitucionales.

Pero esos gastos no son reembolsados por el Ministerio de Salud, periódicamente ni por medio de otras partidas del Estado; además, persiste el problema de la evasión de pagos a la CSS.

¿Cómo se manejaba la administración de la CSS en los buenos tiempos en que compraba terrenos para invertir y se encontraba financieramente bien? ¿Dónde quedaron las ganancias de las ventas de los terrenos?

¿O se devaluaron? ¿Cuándo se perdió la autonomía que la institución conservaba? ¿Por qué no se presta atención al sistema de compras de la CSS? ¿Dónde están los grandes deudores de la CSS, que no cumplen con sus compromisos?

¿Qué dicen los expertos de administración y qué tan lejos o cerca se mantiene la CSS de esos procedimientos?

¿Las primas de riesgos de accidentes, se revisan periódicamente? ¿El ingreso de personal nuevo a la institución emplea criterios objetivos o utiliza las recomendaciones, al igual que las asignaciones en los puestos de jefaturas?

La CSS se convirtió en una caja de sorpresas hace mucho tiempo, a nuestro parecer, al ingresar grupos políticos que la manejaron de la misma forma, con una ausencia de liderazgo pericial en los altos y medios mandos, que están lejos de dar soluciones técnicas a muchos de los problemas de la institución.

Si bien es cierto que se deben hacer ajustes y reformas, no conviene experimentar en materia de cambios administrativos, al estilo de conejillo de Indias.

La eficiencia del servicio que aspira ofrecer la CSS es lo ideal y esperemos que pueda darse, pero debe tenerse en cuenta que, asimismo, ello llevará a incrementar un mayor consumo de reactivos para los exámenes de laboratorios y radiología, en nombramientos de personal, en medicamentos, en cupos de atención, en la preparación para el aumento de las cirugías y hospitalizaciones.

La eficiencia tiene costos y la CSS debe estar preparada.

El aporte de los gremios profesionales deberá contribuir a modificaciones que agilicen la eficiencia del servicio que ya se encuentra obsoleto en muchos renglones.

La CSS, desde sus inicios ha sido garantía de la salud de muchos panameños, así como de los ingresos de jubilación de todos los que se han retirado y de los que seguimos por el mismo camino.

El nuevo director tiene un gran compromiso en sus manos, que depende un gran sector de los panameños.

Otro de los puntos que urge mejorar es el acceso a la información estadística de la epidemiología de todos los casos tratados, para tomar decisiones certeras en sus políticas de atención y tratamiento de enfermedades.

La modernización debe cubrir no solo los aspectos tecnológicos, sino también los de atención y administrativos, con personal profesional que tenga liderazgo y una visión de largo plazo.

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Publicado el 28 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Tiempo de verdaderos cambios

La opinión de…..

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Alvaro Lasso Lokee

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Tiempo de verdaderos cambios

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Siempre nos llega el tiempo de cambiar nuestras vidas y poner orden para mejorar las cosas. Mantenernos igual puede ser bueno cuando lo hacemos bien, pero si algo está mal debe mejorarse y es cuando se imponen los cambios que nos hagan llegar al éxito. Nuestra democracia es imperfecta pero puede ser mejor según las actitudes y metas que tengamos todos.

Nuestra democracia, como tal, requiere de cambios profundos en muchas materias, y debemos abrir la discusión para que todos los sectores aporten sus ideas. A los que toman las decisiones, recuerden que el pueblo les dio esa facultad con su voto, para que cumplan a cabalidad, tal como lo esperamos.

Solo con decir que “se puede meter la pata, pero no la mano”, no solucionamos el verdadero problema.  Hay que hacer ajustes al sistema de transparencia y otros detalles. La declaración de bienes, que está regulada, no se ha cumplido como debiera; no se ha incluido en esa lista a los magistrados y diputados que cuentan con denuncias de corrupción, las que acaban siempre archivadas.

El Presidente debe plasmar su interés en combatir la corrupción con acciones más concretas, ya que las palabras el viento puede llevárselas, como las promesas de otros candidatos a la Presidencia que nunca hicieron realidad.

Los diputados intentan cambiar sus reglamentos internos, esperando eliminar los privilegios que ellos mismos se asignaron en otros períodos. Sin embargo, la gran mayoría que resultó elegida es nueva en el puesto y parece estar reacia a quitarse los privilegios que tanta polémica han causado.

Si votamos por un cambio, no solo fue de partido político. Que los diputados comprendan que no hay cambio, si en vez de exonerarse la compra de tres vehículos, la reducen a dos, y los suplentes si en vez de dos, solo se exoneran uno. Con esas actuaciones todo se mantiene igual, no cambiamos nada en la Asamblea. Los cambios son más profundos y de mayor compromiso con el país.

La conciencia cívica en los políticos no parce estar clara, porque no se sienten comprometidos con servir a sus electores. La prueba está en la mueca de reducirse los privilegios.

Si en Panamá los diputados fueran elegidos por provincia, para que hagan leyes, les aseguro que todo sería distinto, y si a mitad de periodo se realizara una convalidación de sus votos, como se practica en el estado de California, más leyes tendríamos para todos. Es más, ojalá los 71 diputados pudieran ser elegidos a nivel nacional, seríamos más selectivos y esto los obligaría a trabajar por mejores leyes. Ellos se han acostumbrado a pagar los tanques de gas y a resolver “problemitas”, que no forman parte de sus tareas, pero lo prefieren así –y espero equivocarme–, para asegurar esos votos. Si no es así, los retamos a que cambiemos la forma de elección, por provincias o en todo el país, y veremos si van a continuar preocupados por mantener sus privilegios.

Queremos que se los eliminen todos y, si es posible, a los magistrados también, porque ellos trabajan en oficinas y deben pagar el combustible que consumen sus vehículos, como lo hacemos todos los panameños que trabajamos, igual o más que ellos. Si eso ocurriese, creo que se podrían lograr mejores leyes y ahorrar más dinero para otras actividades que son importantes. No podemos seguir pagando los lujos a los que están acostumbrados los funcionarios que ocupan altos cargos. Si no quieren comprender que trabajan para quienes los eligieron, lo entenderán en las próximas elecciones.

De los medios de comunicación, esperamos que nos informen quiénes están haciendo leyes para el país y quiénes para un grupito. No estamos en los tiempos en que nos alumbrábamos con guarichas. Hoy tenemos la internet y, también, los carros híbridos. Asegúrense de cambiar también sus actitudes y aceleren la transformación del país con decencia.

La Caja de Seguro Social pretende modificar su estructura organizacional y se le aplauden estas acciones. Asimismo, esperamos que se reconozcan otras especialidades que no existían antes de su creación en 1941.

Concluyo con una anécdota. Hace poco una televisora hizo un programa de “preguntas a los 100 días con el Presidente”, pero por falta de tiempo solo le hicieron 25 preguntas. No hay nada malo en eso y se comprende, pero encontramos poco objetivo que formulen sus preguntas a través de los invitados. Lo digo porque cuando entregué la mía, condicionaron nuestra participación con la pregunta de ellos… Como no acepté, me quitaron de la lista. Esto fue lo que me motivó a escribir sobre el tiempo de verdaderos cambios.

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Publicado el 22 de octubre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Los carteles políticos

Los carteles políticos

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Álvaro Lasso Lokee
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Luego de que se llevaron al “Prisionero de guerra” que salió huyendo con el primer disparo y se vistió de mujer después de ultrajar a un país con desapariciones, represiones, cometiendo delitos y teniendo el rechazo completo de todos, los panameños pensábamos que comenzaba una nueva etapa y quedarían en la historia los abusos de poder que por años vivimos.

Lamentablemente, esa idea fue un sueño y se continuó el camino de la corrupción política con otras personas, otros partidos (algunos más disimulados; otros más descarados), relacionado con la inocencia que nos tomó por sorpresa a los panameños y eso dio como resultado en las últimas elecciones el deseo de buscar cambios, al menos eso creo.

Partidos políticos se han manejado por décadas como una especie de “carteles”, al utilizar el poder para la creación de negociados y “venta de favores” a todos los grupos o personas que comulgaban o patrocinaban su campaña. Los negociados se pueden describir desde el otorgamiento de concesiones y contratos millonarios hasta la compra maquillada de los costos y se está revisando actualmente su parte legal.

La ausencia de transparencia pública fue la característica del último gobierno, a pesar de que estuvo, supuestamente, regulada; el de Moscoso la planchó descaradamente.

Sus obras son como las cucarachas que salen de los papeles que se archivan por mucho tiempo. Ejemplo de ello es el caso Cemis, una obra maestra de corrupción que involucra hasta miembros del Órgano Judicial, por decir lo menos, de los tantos que se conocen.

Esperemos que salgan a relucir todos esos manejos irregulares que se “acostumbraron” a utilizar en la cosa pública y, así mismo, se pueda frenar la mala práctica en las compras y el dinero del Estado, tal como denunció el nuevo jefe del Legislativo “un lavado de tres autos con una factura de 800 dólares”. No olvidemos el caso de un ex ministro que pidió el pago adelantado de un “trabajo” no terminado. Estos abusos son increíbles.

Casualidad o no, pero las investigaciones de corrupción no finalizan y nunca se condena a nadie de jerarquía con todos los escándalos que se denuncian en la prensa escrita y televisiva, parecidos a un show de TV, por decir algo decente. Y para colmo, esos altos funcionarios luego de su período continúan dando declaraciones, como si su frente estuviera libre del “virus corruptus”; en otras palabras, descaro, sin máscara, si se pudiera decir así.

Esperemos encontrar una moraleja de estas actuaciones y sigamos vigilantes de los abusos; pero, asimismo, la cárcel para estos delincuentes hará sentir los verdaderos cambios que todos queremos y que en Perú y Nicaragua comenzaron.

Eso sería el final de los carteles políticos.

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Publicado el 4 de agosto de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Noticias de sangre

Noticias de sangre

Álvaro Lasso Lokee

Ver un noticiero hace 15, 20 ó 25 años era distinto, no había tanta cabida para las noticias sangrientas y no porque faltaran hechos de sangre, ya que siempre han existido y nunca dejarán de ocurrir, sino porque los noticieros de los medios de televisión no se enfocaban tanto en este tipo de situaciones.

Los noticieros actuales abusan o, para decirlo de otra forma, nos llenan con todo lo que ocurre en la sala de urgencias del hospital Santo Tomás y en nuestras calles mientras dormíamos. De 60 minutos que dura un noticiero estelar, casi 30 ó 35 minutos se lo dedican al barrio de trifulca.

Si estas noticias son las que venden “audiencias” o rating, los veo mal en el camino en un tiempo, porque cansan y aburren. El señor JC Tapia lo mencionó en uno de sus comentarios y, casualmente, teníamos la intención de hacer llegar nuestros comentarios, pero cambiamos de opinión cuando lo escuchamos, creyendo que los medios televisivos cambiarían su formato de sangre, pero el llamado de atención no ha servido de nada.

Algunos estudios de psicología social han concluido que esta clase de información se relaciona a conductas agresivas o se correlacionan con ciertas variables que tienen que ver con el comportamiento agresivo. Los ejemplos que se han estudiado colocan a un grupo de jóvenes que observan videos de contenido violento ante otro grupo que observa los de contenido no violento o agresivo; al compararlos se observan más conductas agresivas en los que estuvieron expuestos al contenido violento en relación a los que vieron imágenes sin contenido violento. El concepto de “violento”, generalmente, se define donde una persona hace daño a otra persona, ya sea golpeando o atacando y las “no violentas”, que no hay ningún tipo de imágenes de agresividad o ataques. Todo este tema tiene relación con otros factores como la personalidad, ambiente del lugar donde vive y de las personas que los rodean y que influyen en su crianza.

Ante estos debates científicos o filosóficos, los medios se defienden diciendo que no le ponen el arma en la mano a nadie, pero tampoco es menos cierto que estas imágenes o información de “sangre” que abundan en los noticieros, en nada contribuyen a la salud mental de quienes lo ven.

Como ciudadano, considero que esta estrategia “ventas o rating” de colocar noticias de sangre es negativa, barata y de mala calidad para un país que busca o intenta crecer su economía y mejorar su educación. Ustedes cuentan con el poder de continuar manteniéndonos “informados con sangre” o cambiar su formato y dedicar otra clase de noticieros constructivos o de mayor interés al país.

Ya no más venta de sangre, respetemos el dolor de los familiares de las víctimas.

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Publicado el 23 de junio de 2009 en el Diario La Prensa a quien le damos el crédito que le corresponde.

La democracia saludable

La democracia saludable

Alvaro Lasso Lokee

Con los avances de la ciencia, los instrumentos y el examen físico de un profesional de la medicina se puede medir el estado de salud de una persona. Mi pregunta y reflexión, a la vez, es ¿cómo se puede medir la salud de un sistema democrático?

Propongo algunos elementos como parámetros para ver si podemos analizar y calificar nuestro sistema democrático en una escala de 1 a 10 (en donde 10 sería la excelencia), y de ahí saber qué tan bien se encuentra nuestra democracia. A continuación los elementos de medición:

La libertad de expresión. En este renglón nuestro país ha avanzado, pero encontramos ciertos tropiezos, tal como la condena que se le hizo a un periodista por publicar información relacionada con un ex ministro, hoy magistrado de la Corte Suprema, que supuestamente combatió la dictadura norieguista por la desaparición de su hermano, pero cuyo ejemplo no parece estar lejos de la práctica de la dictadura. También por las acusaciones de altos funcionarios que se acostumbran a demandar a todos los periodistas que presentan una denuncia de algún funcionario público. El respeto a la libertad de expresión la calificamos con un seis.

La transparencia en los actos públicos y en las finanzas. En este renglón aún hay polémica, porque se aparenta ser transparente en algunos actos, pero en otros no. ¿Qué sentido tiene que se hagan contrataciones directas, que suman altas cantidades de dinero y en las que no se niega la familiaridad de las empresas beneficiadas? Así vemos, por ejemplo, como solicitar los planos de un proyecto millonario se convirtió en toda una aventura que llegó a la Corte para pedir algo que se supone debe ser transparente.

Vemos las cifras millonarias que se piden de repente para terminar una obra y como, en un fin de semana, todo se resuelve con el apoyo de la Asamblea Nacional. No sabemos qué papel pinta esta institución en una obra. Por lo señalado, la transparencia recibe una calificación de cuatro.

El desempeño de la justicia en Panamá. En este punto hemos fracasado; nuestra justicia de ciega no tiene nada, sin embargo, aún no hay ningún alto funcionario preso por peculado, tal como se ha hecho en Perú y Nicaragua. Espero que esto se acabe algún día y quienes cometen un delito pasen, como cualquier otro ciudadano, por una investigación del Ministerio Público, sin “influencia de nadie”. Si este órgano no cambia la forma de seleccionar a los magistrados, no avanzaremos, por eso, lo calificamos con un dos.

Las elecciones a los cargos públicos. En Venezuela, Chávez se elige como candidato y controla todo el poder y los medios, y piensa que eso es democracia.

El nuestro quizás sea el más representativo de lo que supuestamente debe ser un sistema democrático, pero debe mejorar las reglas para la elección de los candidatos a cargos públicos. Se acaba de aprobar que cualquier candidato que tenga los requisitos para aspirar a la Presidencia no necesariamente debe pertenecer a un partido, esto nos parece que debe aplicarse para todos los cargos de elección popular.

Los partidos políticos no son la garantía de un sistema democrático. Desde hace poco se celebran las primarias para que un aspirante sea elegido como candidato a lo interno de su partido, pero hace años los partidos decidían de a dedo a los candidatos ¿Qué democracia había?

Actualmente, quienes logran ganar la Presidencia deben esperar un periodo más para intentar reelegirse. ¿Por qué los diputados, los representantes, los alcaldes, se pueden reelegir las veces que quieran? ¿Por qué no se regula la cantidad de veces que se pueden reelegir esos candidatos a los cargos de elección popular?

Este sistema hay que renovarlo y hacerlo más democrático, por eso lo calificamos con un tres.

Los privilegios para los altos funcionarios. En este punto, el gobierno que sea, si mantiene todos los privilegios que se le otorgan a magistrados y diputados: gasolina, exoneración de impuestos a sus vehículos, carros de lujos, celulares con minutos ilimitados, mantendrá un sistema caro para un país con una pobreza de 40%, por eso lo calificamos con uno.

En los cinco renglones que hemos calificado a nuestra democracia, obtenemos un promedio de 3.2. Si hay quienes proponen otros renglones para evaluar nuestra democracia, elaboremos un sistema que nos permita hacer este ejercicio todos los años, para tratar de mejorar nuestro sistema democrático.

Publicado el 6 de mayo de 2009 en el diario La Prensa