Ángeles y demonios

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La opinión del Economista…

Flavio Velásquez Espino 

Se agitan entre nosotros los mismos ángeles que antaño nos enseñaron a presentir que Dios es panameño.

 

Están aquí por nuestros sueños colectivos de grandeza. Porque siempre hemos resurgido de terribles abatimientos y hemos derrotado algunos demonios oportunistas que también incursionan por aquí.

Dos ejemplos de abatimientos y resurgimientos. Uno reciente causado por la destrucción física infligida por los demonios que llegaron con la invasión.   Esa fue una maldad llegada de afuera para sustituirse a otra maldad confeccionada adentro. Y los otros abatimientos, muy recurrentes durante cien años, causados por profetas dementes que practicaron crueles liturgias cesaristas.

Pero no siempre hemos vencido a los demonios. Dos ejemplos. Los que se meten en cuerpos humanos para encender en sus almas las fogatas de la codicia y mutarlos en íncubos abusivos. Y los que se meten en conductores de vehículos públicos y privados para ensañar su maldad. Sin embargo es incompleto que sólo a los buses le decimos Diablos Rojos.

El bien y el mal juegan una eterna partida de azar. Al respecto hay una historia pendiente de ser inventada aquí en Panamá. La historia del país ideal y utópico. Ese soñado por ángeles y nosotros.

Pero hay quienes no quieren vivir en ese país soñado. Para no ir allí se han inventado un país alternativo de signo contrario. Al cual escapan para conjugar los tiempos verbales de lo inexistente. Es el país que sueñan los demonios y los otros. Allí la historia deja de ser. Allí se inventan distopías que es lo contrario de la utopía.

El distópico cree conocer el presente y el futuro como réplicas de sus modos subjuntivos. Con esos modos desquicia el bien, fabrica apocalipsis, detiene el curso mutante de la historia y aprende el goce del dolor. El distópico panameño practica la burla, la farsa, la estafa y la invasión perversa del prestigio de quienes estamos estacionados en el presente preparándonos para emprender la ruta de un futuro mejor.

Es obvio que utopías y distopías no son cosas de ángeles, ni demonios. Son sólo cosas de humanos. Y en especial de humanos panameños. Es una gran cosa ser humano en general porque los ángeles y los demonios en general no pueden elegir otra opción distinta de lo que son.

Los humanos por otra parte tenemos la potencia de elegir. Y aún así a nosotros los humanos nos resulta difícil practicar ese arte portentoso del libre albedrío que consiste básicamente en llegar a ser lo que debemos ser. Y más difícil aún nos resulta trazar la ruta requerida para lograrlo.

Pero el libre albedrío sirve también para elegir el llegar a ser lo que no debe ser. Como el triste camino hacia la distopía en donde los demonios de siempre tejen con furia infernal el goce torcido del horror y de la desesperanza. Y ese es el país de los quejidos que muestran los medios.

Creo que los distópicos y sus demonios no pasarán. La tradición lo muestra. Y, a pesar del bajón grave del presente, eso es lo que hemos estado haciendo con éxito desde antes de ser República. Porque existe en la conciencia panameña la potencia de la fe en la ética, la fuerza del pensamiento racional, el poder de la imaginación creativa y porque aunque no lo crean, en nuestra configuración humana existe el don de una rara aspiración a la bondad, a la belleza y al bien.

Se acerca Navidad y el Año Nuevo. Tiempo de pensar con amor, paz y buena voluntad en nosotros mismos y en la Ciudad.

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<>Artículo publicado el  24 de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Los súper 99

La opinión del Economista…

Flavio Velásquez 

La palabra que nombra domina a la cosa nombrada.   Además, el título de este artículo sugiere de algún modo el dominio del mismo sobre la imagen que yo creo percibir del Presidente Ricardo Martinelli. Por otra parte aquí y en el exterior la palabra noventainueve está asociada a iniciativas corporativas de elevado alcance mediático.

Doy dos ejemplos externos, uno del noreste de Estados Unidos y otro del Medio Oriente. Hay una cadena de restaurantes estadounidenses, los “99 Restaurants”, cuyo lema capital dice:  “Una pasión por servir que nada significa si no está sustentada por la acción”.   El otro ejemplo afortunado es del Medio Oriente, son “Los 99”.    Este nombre se refiere a los 99 atributos de Alá.   Es una serie islámica de dibujos impresos y animados inspirados por valores éticos universales.   Narran las hazañas de súper héroes que practican valores éticos islámicos, cristianos, judíos y orientales para luchar contra la injusticia y el mal en todo el mundo.

Estos dos ejemplos fueron suficientes para hacerme entender hace ya más de un año que esa aparente confrontación electoral entre la Calle Abajo del “todo corazón” y la Calle Arriba de “los locos somos más” fue una alucinante fantasía publicitaria.   Porque al final del conteo resultó que la Calle del Medio se llevó gran parte de las otras dos.   Sucedió algo así como una gran fiesta de corazones enloquecidos.

Entonces fue cuando descubrí la magia del número 99.   Magia que se activa enigmáticamente cuando se dibuja un precio entero acompañado de fracciones decimales que repiten el dígito nueve.   Y resulta entonces que las mercancías se venden más, según me dicen quienes saben de mercadeo.   Y además, que ese número tiene el poder de proteger las bondades del negocio. Será así como dicen y confieso que practico el hábito de no dudar de los bienes de la fe.

A saber. Si al nombrar la palabra “noventainueve” aparece la foto mental del Presidente Ricardo Martinelli, entonces en la conciencia podrían suceder muchas cosas.   Con toda probabilidad conmociones y pasiones.

Para mí esa foto intrínseca, sumergida en la mística del número, es el icono invisible de un proyecto y un modo de ser llano y propio del Presidente. Icono que podría transitar a sus anchas por los circuitos íntimos de cerebros y corazones, por donde también se mueven y se trancan razones y emociones.

Yo respeto el poder indescifrable de esa foto porque pudo entrar al imaginario del pueblo panameño y estacionarse allí mismo en donde vive la fe.   Porque sólo allí se podrían satisfacer o no las esperanzas populares por el feliz cumplimiento de tantas promesas  y  de tantas grandes obras sociales nunca hechas en el pasado y pendientes todavía hoy de ejecución.

Y sólo por el poder de esa foto es que adversarios y simpatizantes, o la aprecian o la temen.   Una foto que hoy divide Panamá en dos partes que no se quieren.   Es decir la Calle del Medio está por desaparecer.

http://www.flaviovelasquez.com

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Este artículo se publicó el  10  de agosto de 2010 en el diario  El Panamá América,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El Presidente Martinelli

La opinión del Economista…..

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Flavio Velásquez

La razón por la cual el Presidente Martinelli mantiene un elevado nivel de aceptación por encima del 60% electoral depende exclusivamente de la interacción directa y personal del Presidente con la opinión pública.   Y la razón por la cual a un nivel más elevado que ese los sondeos muestran oscilaciones depende sólo de factores mediáticos circunstanciales que no tienen nada que ver ni con las palabras ni con las decisiones políticas del Presidente. Y es inexacto creer que dichas fluctuaciones las determine el descontento nacional. El descontento popular existe hoy, existió antes y es muy elevado. Precisamente, a ese descontento el Presidente ofrece su agenda política, sus palabras y sus actos. Y hasta ahora los sondeos demuestran su efectividad. Es decir es un político sensato.

Yo creo que todo lo que pueda decir la sociedad civil en todas sus posibles instancias y manifestaciones —organizadas o espontáneas; o nacionales, o sectoriales o personales— al Presidente Martinelli está bien.    Lo han hecho y lo seguirán haciendo. Y me parece que el Presidente está de acuerdo. Pero si ponemos atención a la agenda social y humanitaria que ya el Presidente ha ejecutado hasta el momento, puedo permitirme creer que al menos las aspiraciones de equidad social de la sociedad civil están contenidas en la aplicación de la agenda de gobierno del Presidente.    En otras palabras, estamos viendo que los espacios de participación que reclama la sociedad civil organizada son inevitables en una gestión pública como la que postula y practica Martinelli. Y para mi está claro que la sociedad civil no reclama espacios de participación en los procesos de configuración de las decisiones administrativas finales del Presidente. La sociedad civil sabe y así lo ha sostenido que a él lo eligieron para que hiciera eso.

En relación con las advertencias de retroceso y cesarismo que comprometan la democracia y los derechos civiles pienso que las razones que sustentan esa predicción pesimista se basan en interpretaciones inexactas relativas a los esfuerzos que el Presidente hace para fortalecer su fuero presidencial. Porque debe asegurar el cumplimiento de sus decisiones en un país en donde la única soberanía que rige desde hace generaciones es el más absoluto libre albedrío individual, que ha creado el caos que todos percibimos y que ha producido un deterioro catastrófico de los bienes y servicios de importancia comunitaria, como el respeto a la Ley, como la extinción de los espacios públicos y como el predominio absoluto del individuo y sus codicias sobre los intereses de la colectividad y de la equidad social. Me parece que el 60% votó por ese tipo de autoridad presidencial.

Las elites dominantes de Panamá, las que dirigen la economía y la política desde hace cien años, prosperaron y se beneficiaron en el caos y en el desorden.   Hoy ese desorden creciente pone en grave riesgo las vidas y haciendas de las elites dominantes. Porque la percepción de la violencia y de la pobreza aumenta inexorablemente. En consecuencia la autoridad presidencial está atrapada irremediablemente por el reto sustancial de asegurar la supervivencia institucional y social de Panamá; que incluye a las elites y a los gobernados. Por eso creo que al Presidente Martinelli no le queda otra alternativa que la de imponer el orden y acabar con la tradición histórica de adecuarse al caos y al irrespeto de la Ley. No lograrlo es darle razón y permanencia a los peores recuerdos del pasado.

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Este artículo se publicó el  20  de mayo de 2010 en el diario  El Panamá América a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Panamá La Loca

La opinión del Economista…..

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Flavio Velásquez Espino

Comparo los problemas que agobian Panamá con los que han sumido en el pesimismo a Europa y los Estados Unidos.  Estos países capitalistas avanzados sufren retrocesos políticos y económicos. Panamá no.   Nosotros sufrimos el trauma del éxito y del crecimiento. Y estamos en eso todavía.

Ambos tipos de crisis son normales porque pertenecen a los retos que impone el avance de la civilización en diversos estadios de desarrollo. Pero veamos estas diferencias.

Los Estados Unidos y Europa están afectados por una gran crisis de desocupación y deterioro del liderazgo político y empresarial.   Es decir sufren dos crisis al mismo tiempo, una económica y otra política.   En Panamá, por el contrario, estamos cerca del pleno empleo, por lo tanto no nos afecta el paro.   Y el país, en una manifestación heroica de optimismo popular, ha elegido a un nuevo dirigente político para que resuelva los problemas de liderazgo político de siempre que hasta ahora no han resuelto nunca los problemas de siempre. Por lo tanto Panamá en estos momentos, según la percepción pública, no sufre de una falta de liderazgo político. Aunque el liderazgo elegido sea sustentado por suposiciones y esperanzas. Y estamos en eso todavía.

Y si bien las encuestas panameñas indican que la gente siente que nuestros problemas más graves son los de la violencia y la corrupción, en mi opinión esos no son objetivamente los problemas más graves de Panamá.

Todos los problemas graves de Panamá dependen de uno sólo:  la incapacidad de gestión pública y privada.   Es decir una falla fatal de liderazgo político y empresarial. Por ejemplo, en cualquier gran empresa como banco, supermercado, restaurante o cine la empresa o el ejecutivo respectivo, muestra que carece de la capacidad de ajustar la oferta a la demanda de servicios y productos en las horas de punta; las cuales prácticamente por el crecimiento que nos afecta, abarcan mucho más horas que las de punta.   Y casi todos los establecimientos no cuentan con una adecuada oferta de estacionamientos, ni con una adecuada gestión de trámites y procedimientos administrativos en función de una proyección de demanda creciente.

Por parte del gobierno y del funcionario público la situación es peor; no existe ningún servicio o trámite público que sea prestado de manera satisfactoria.

En otras palabras las crisis de Panamá están determinadas todas por una sola crisis catastrófica en la gestión de funciones.    En otras palabras nuestros dirigentes públicos y privados no muestran, o no tienen, las capacidades que se necesitan para manejar el éxito, el progreso y el crecimiento de las necesidades y demandas de los ciudadanos. Les resulta difícil o imposible adecuarse al determinante básico consistente en el hecho sencillo que el progreso y el éxito vienen de abajo, vienen de la demanda. Lo cual significa que los problemas vienen de arriba, vienen de la oferta. Y noto algo peor. Que no se dan cuenta de esto ni de la naturaleza de sus responsabilidades.

Y por último me resulta alarmante que no se sienten culpables de nada. Es decir, no ven que todos los tranques de tramitación y de movimiento vienen de arriba. Vienen de una falla en la gestión de funciones.  Lo repito indignado: “hay una falla de gestión grave en Panamá que hay que resolver de manera urgente”. Que es una falla de productividad y efectividad laboral, localizada al vértice en los niveles normativos y ejecutivos y que se transmite al resto de la estratificación laboral de base.

Una falla que por estar localizada en la cabeza, como la locura, puede crear riesgos y desgracias físicas predecibles y costosas; porque esa locura de gestión está a punto de trancar catastróficamente el éxito, el pleno empleo y el crecimiento que Panamá ha disfrutado hasta ahora. Y esa falla compromete y tranca además el cumplimiento de las grandes visiones políticas del Presidente Martinelli.

Como siempre, termino con una nota optimista, como la del electorado mayoritario, quien eligió una fuerte voluntad política para impulsar al gobierno y a las empresas de manera correcta hacia un futuro de orden y de mejor calidad. Estoy seguro que se logrará porque no hacerlo sería una locura.

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Este artículo se publicó el  18  de abril de 2010 en el diario  El Panamá América a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Jaime Lerner, Curitiba y Panamá

La opinión del Economista……

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FLAVIO  VELÁSQUEZ

Se dice hoy de Curitiba que tiene el mejor sistema de transporte público del mundo, el Sistema de Bus Rápido, SBR; y que es además la capital ecológica de Brasil por la elevada calidad de la vida y el balance harmónico entre su paisaje natural y urbano.

Fue llamada “ La Villa de Nuestra Señora de la Luz del Pinar ”, por fundadores portugueses en 1693; asentados en tierras castellanas del Nuevo Mundo. También en lengua portuguesa se le llamó posteriormente: “ La Villa del Buen Jesús del Pinar ”. En 1721 recibió su nombre actual, Curitiba.

En Guaraní tibá significa muchos y curí , pino ; para señalar con el nombre Curitiba las solemnes araucarias que abundaron en la tierra que hoy ocupa el Estado de Paraná. Todavía existen en Misiones y en Paraná algunos bosques dispersos de esta elegante conífera, el pino Araucaria Augustifolia que es emblema de la Ciudad de Curitiba, del Estado de Paraná, cuya capital es Curitiba; y de la Ciudad de San Pedro en Misiones, Argentina.

Curitiba está edificada a mil metros sobre el nivel del mar, en una fértil y fresca meseta llamada La Sierra del Mar; distante del océano hacia el Este de la ciudad, unos 65 kms. Allí, a la orilla del Atlántico, tiene su puerto Curitiba, Paranaguá; que en lengua Tupí-Guaraní significa: “ El mar grande y redondo ”.

Desde 1870 comenzaron a llegar numerosos alemanes, polacos, ucranianos e italianos. Después vinieron japoneses, franceses y suizos. Todas estas gentes peregrinas; que abandonaron sus lares ancestrales se establecieron en estas tierras tan remotas como generosas con la esperanza de fundar una mejor vida. Y lo lograron con creces.

Porque sucedió algo extraordinario desde el mismo inicio de esta aventura poblacional: esta gente nueva y trabajadora, como los antiguos indígenas del Guairá, quienes todavía hablan melódicas lenguas Tupí, docenas de ellas hoy camino a la extinción, aprendieron a escuchar conjuntamente con respeto y con amor los halagos acogedores de la naturaleza. Y hoy, estos descendientes de etnias inmigradas y de etnias nativas, junto al mestizaje consecuente, la gente de Curitiba, han creado nuevas armonías entre población, ciudad y paisaje natural.

Con ciencia y arte, aprendieron también a diseñar de manera ejemplar la geometría de la ciudad en la del paisaje natural. ¡Porque inventaron un modelo de urbanismo que obliga a mantener una relación de 54 metros cuadrados de áreas verdes por cada habitante!

Áreas que son espacios públicos ordenados sobre las cuales modelan parques, jardinería y paseos. Y tan importante como la fabricación de esa magna obra también, hace más de 40 años, en l965, la gente de Curitiba inventó un sistema de transporte público urbano poco contaminante; utilizado hoy por el 80% de los casi dos millones de habitantes de la ciudad; que ha sido y sigue siendo fuente de inspiración de docenas de otras importantes ciudades latinoamericanas, europeas y orientales; en especial la Ciudad de Rosario en Argentina, Bogotá y Medellín, en Colombia; y, probablemente muy pronto, la Ciudad de Panamá.

Se logró todo esto cuando un grupo de jóvenes arquitectos e ingenieros sensibles a las necesidades humanas, a la conservación de la naturaleza y al progreso económico idearon un extraordinario Plan Maestro de Planificación de la Ciudad que fue discutido y consultado con todos los componentes de la opinión pública de la ciudad. Uno de esos arquitectos académicos y humanistas fue Jaime Lerner , quien, como alcalde de Curitiba y tiempo después como gobernador del Estado de Paraná —apoyado por una “ fuerte voluntad política nacional y una fuerte opinión pública favorable ”—, ejerció el firme liderazgo necesario para cumplir con los ideales de la ciudad impresos en el Plan Maestro.

“ Es en la misma ciudad que se encuentran las soluciones a todos sus problemas; pero no se pueden resolver todos al mismo tiempo, algunos retos deben ser responsabilidad de las nuevas generaciones ”, dice sabiamente Lerner. Quien ha venido a Panamá en reiteradas ocasiones para asesorar sobre las ciudades de David y Panamá.

En fin, los panameños ya tenemos casi todo: primero, tenemos ejemplos de pueblos que quisieron y pudieron, como Curitiba, Bogotá y Medellín; y segundo, en mayor proporción que esos pueblos tenemos relativamente mucho más recursos económicos.   Solo nos falta designar a esos expertos profesionales y académicos que también tenemos en abundancia y quienes eventualmente tendrán que recibir el apoyo de una fuerte voluntad política y de una opinión pública favorable para que administren la ciudad y el paisaje natural como debe ser.  Estoy seguro que podemos.

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Artículo publicado el 8 de febrero de 2009 en el Diario La Estrella de Panamá a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Cáñamo y marihuana

La opinión del Economista y Docente Universitario……

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FLAVIO  VELÁSQUEZ  E.

El pergamino que contiene la declaración de independencia de EE.UU. y el material textil de sus primeras banderas se confeccionaron con fibras de celulosa de una variedad industrial de la Cánnabis Sátiva; una planta de extraordinaria versatilidad conocida en castellano como cáñamo y uno de los cultivos más antiguos de la Humanidad.   Se conservan textos literarios y tejidos de cáñamo con más de 8000 años de antigüedad.

En 1937, pese a la crisis económica y social, EE.UU. prohibieron la agroindustria del cáñamo.   En 1961 las Naciones Unidas hicieron lo mismo.  Privando al mundo de una prometedora agroindustria; quizá porque deliberadamente se confundió el cáñamo con otra variedad de Cánnabis Sátiva, conocida como marihuana.

Me parece de ejemplar relevancia el hecho que con motivo de la desaparición de las importaciones de cáñamo por la guerra, EE.UU., desde 1941 a 1945,  financió masivamente la industria de cáñamo para ganar la guerra mediante el programa “ Cáñamo para la Victoria ”.   Para fabricar uniformes, zapatos, cuerdas y paracaídas.   Terminada la guerra todos los cultivos e instalaciones industriales de cáñamo fueron eliminados.   En youtube pueden ver dicho documental oficial titulado “ Hemp for Victory ”.

O sea, el mundo civilizado se privó de una bioindustria importante que habría podido atenuar dos grandes problemas: las hambrunas y la deforestación de sus propios paisajes naturales.   Porque el cáñamo es la mejor alternativa contra la deforestación causada por la industria papelera y maderera en virtud de que crece rápidamente y produce altos tonelajes de celulosa, fibras y aceites. Porque una hectárea de cáñamo produce cuatro veces más material para la industria papelera y de la construcción que una hectárea de árboles. Y la fibra de cáñamo puede reciclarse hasta siete veces, mientras que el material de árboles solo hasta cuatro veces. Habrá que explicar por qué los empresarios inversionistas no han elegido esta alternativa más rentable y productiva.

Y, sobre todo, por qué privar al mundo de un cultivo que habría ciertamente mejorado las condiciones socioeconómicas del tercer mundo.

Efectivamente, con la fibra de cáñamo, la estopa, se confeccionan cuerdas y redes de larga duración y fuerte resistencia. Se pueden fabricar materiales para la industria de la construcción y de la confección de ropa de gran calidad a costos razonables. Del cáñamo se obtiene celulosa para la fabricación del papel y textiles. Además sirve para fabricar biocombustibles, biolubricantes, plásticos vegetales, aceites para alimentación humana, pinturas y cosméticos.

Y por último, las cualidades de las semillas del cáñamo para la alimentación humana son excepcionales, porque su contenido de proteínas supera el 30% y porque es rico en grasas nutricionales esenciales, especialmente omega 3 y omega 9.

A pesar de que, después de 1998, Canadá legalizó la producción industrial de cáñamo y que otros países importantes han hecho lo mismo el desarrollo de la industria de cáñamo ha sido lento y moderado. Además, los gobiernos y la opinión pública parece que no son conscientes de las ventajas de este cultivo y que no distinguen la diferencia entre cáñamo y marihuana.

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Publicado el  27  de enero de 2010   en el Diario La Estrella de Panamá , a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Invasión, Canal y países lisiados

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La opinión del economista

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Flavio Velásquez Espino

Digo que el tiempo se pierde de manera irreparable cuando no se aprende. Digo que ni de la invasión, ni del Canal hemos aprendido. Es obvio que hemos aprendido muchísimas cosas buenas desde ambos eventos. Pero aclaro que no hemos aprendido lo sustancial para asegurarnos un desarrollo de largo plazo correcto. Porque de haber seleccionado esta opción Panamá sería hoy un país mejor y más justo. No lo somos.

Primero, es un error creer que el brazo militar de los Estados Unidos dejó caer su espada sobre el país entero sólo para extirpar el brazo militar de la República. Porque la invasión fue una decisión política errónea de los Estados Unidos para atacar decisiones políticas erróneas de Panamá. La invasión fue mucho más que un acto militar y que una gran tragedia nacional. Fue el punto de ruptura de una tensión cultural acumulada entre Panamá y el resto del mundo que no ha sido resuelta todavía. Porque marca también el distanciamiento fatal que existe entre el Panamá que somos y el Panamá que podemos y debemos ser.  Acepto que en veinte años hemos hecho mucho. Y, por supuesto, opino que lo mucho que hemos hecho no ha sido suficiente para alcanzar lo que podemos y debemos ser. Ser un país justo, ordenado y pacífico. Y no sólo próspero.

Acepto que las Fuerzas de Defensa de Panamá son culpables de ejecutar e inspirar políticas disfuncionales. Y, por supuesto, esta culpa sigue ocultando la magnitud del problema básico pendiente de solución.   Porque se nota que la eliminación de la institucionalidad militar en Panamá no ha resuelto el problema sustantivo de disfuncionalidad nacional que debe ser corregido. Por eso digo: “No hemos aprendido” de la invasión.

Este problema básico que yo defino como de disfuncionalidad nacional existe porque las responsabilidades que debe enfrentar la nación panameña, internas y externas, no son cumplidas a cabalidad por los operadores de la gestión pública y privada panameños. En otras palabras nuestra cultura nacional de probidad, cumplimiento y puntualidad no funciona.

Eso explica por qué para asegurar el cumplimiento de las responsabilidades inherentes al manejo de las rutas inter oceánicas que cruzan el Istmo Central de Panamá, hemos tenido que sustraer dicho manejo del poder decisorio y ejecutivo del Gobierno de Panamá. Si el país hubiese aprendido del Canal la cultura del rendimiento, de la eficiencia y de la puntualidad entonces hoy seríamos un país mejor y más justo. Pero esta opción no la seleccionamos. Por eso digo: “no hemos aprendido” del Canal.

Este asunto de la disfuncionalidad es global. Todos los países del mundo tienen que resolver este mismo problema en mayor o menor medida. Los Estados Unidos en primer lugar, porque si bien es un país culturalmente muy avanzado, hoy está lisiado gravemente por un desplome cultural catastrófico ocasionado por gestiones públicas y privadas muy disfuncionales en materia financiera y de seguridad estratégica. Gestiones malsanas que han lisiado además al resto de todos los demás países y que todavía hoy mantienen el mundo al borde del abismo. Por eso finalmente digo que a escala global: “no hemos aprendido”. Todos los países están lisiados.

Las soluciones tienen necesariamente que iniciar en cada nación para que sean globales e interconectadas. Se trata de un nuevo modelo de desarrollo cultural armónico y de largo plazo. Porque se trata de la ejecución de proyectos para construir una gran sociedad mundial del aprendizaje, del conocimiento, de la salud, del orden, de la justicia, de la paz, del trabajo, de la productividad, del rendimiento y de la equidad. Este es mi deseo para el nuevo año 2010.

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Publicado el 3  de enero de 2010 en el Diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El metro de Martinelli

La opinión del economista….

Flavio Velásquez
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El metro de Martinelli

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La gente no gusta de esos machos endemoniados llamados Diablos Rojos porque andan sueltos por las calles de la ciudad como almas en pena. La gente los piensa así tan malos como conducen y se muestran.

Como todos los machos en la naturaleza los Diablos Rojos se maquillan de colores llamativos que dibujan espantos agresivos y pinturas de cuerpos poderosos, y nombres de amores pasajeros; y visiones sobrenaturales.

El pueblo de Panamá no gusta de esos grafitis ambulantes, trompudos, tronantes y prepotentes. Pero gusta contemplar esos grafitis estremecedores para viajar a otros mundos fantásticos, para reafirmar un modo de ser panameño contrario a la letal conducta del Diablo Rojo; y para celebrar su mejor conciencia ciudadana; mística y primordial. Somos un pueblo que sabe mostrar muy bien sus fantasías y sus ritmos corporales agitados. Que sabe animar iconos y practicar liturgias trascendentes para conjurar y expulsar, como lo hace el exorcista, a sus demonios y aparecidos. Es en el rito místico del fuego, impreso en el Diablo Rojo, en donde el pueblo panameño fragua poderes incontenibles para rescatar derechos elementales y poner un alto a su dolor.

En cierto modo el rechazo al Diablo Rojo es una rebeldía total contra algunas cosas dañadas que no nos gustan de nosotros mismos. Ya que hemos llegado a esa parte de nuestra historia ciudadana en donde todo el pueblo de Panamá clama por vivir la catarsis final de un cambio que los libere de sus opresores. Pienso entonces que estos son tiempos de expiación y de limpieza ética que anticipan cercanos tiempos de liberación.

Así es que hemos llegado hoy al tiempo bueno del cambio; que coincide con el tiempo de la espera por el metro de Martinelli. Para salvar quizá ese arte popular que se aferra al realismo mágico. Pero ciertamente para terminar con el dolor intolerable que padece la ciudadanía y que le inflige con maldad implacable un sistema diabólico que está poseído por un grupo de gestores criminales.

Tiempo de espera para darle no sólo al Diablo Rojo otro espíritu; antes que muera. Un espíritu civilizador amigo de la sociedad. Un espíritu nuevo que civilice a los conductores. Un espíritu bueno que guíe a una administradora de rutas ordenadas, puntuales y expeditas. Un espíritu nuevo y bueno que se agite y anime también a los usuarios y a toda la ciudadanía.

Y si no sucede así, entonces cuando llegue el nuevo Metro de Martinelli, tendríamos el mismo viejo demonio metido en otro cuerpo y por ende, el mismo infierno de dolores.

Lo que quiero decir es que durante el tiempo de espera por el Metro de Martinelli todos los panameños tendríamos la extraordinaria oportunidad de cambiar nuestros malos hábitos por buenos hábitos.

Yo creo que podemos.

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Publicado el 20 de septiembre de 2009 en el diario El Panamá América; a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

¿Qué le pasó a Panamá?

¿Qué le pasó a Panamá?
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La opinión del economista..

Flavio Velásquez Espino


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Al inicio de 1960, el Ingeniero David Samudio, primero como planificador y luego como Ministro de Hacienda, crea un Plan de Desarrollo Nacional y conduce el proceso de Reforma Tributaria que le costó su futuro político. Fue un Plan de modernización del Estado panameño que quedó impreso en la visión de muchos profesionales privados y públicos; quienes se educaron durante esa época. Esos profesionales fueron el motor que en el lapso de dos generaciones, facilitó el progreso y los cambios que califican hoy a Panamá como un país de desarrollo dinámico, muy superior al promedio mundial.

Hubo varios funcionarios administrativos que fueron grandes dirigentes visionarios aunque no fueron líderes políticos como lo fueron Omar Torrijos, Ernesto de la Guardia, Roberto F. Chiari y Arnulfo Arias.

De entre los primeros voy a mencionar solamente al Dr. Nicolás Ardito Barletta, el más importante de todos en mi opinión; porque esa importancia fue enriquecida por la convergencia de dos factores: una continuidad institucional consolidada y la disponibilidad de un destacado equipo de expertos. El Dr Ardito Barletta hizo lo que tenía que hacer al darle continuidad al Plan de Samudio y al crear y dirigir la Estrategia para el Desarrollo Nacional.

Que fue un proyecto de gran visión, basado principalmente en un esfuerzo de educación superior que al pasar de los decenios garantizaron una estable continuidad de esa visión estratégica y el fortalecimiento de las estructuras institucionales, públicas y privadas, de la República.

Añado también un efecto trascendente de dicho esfuerzo educativo y de la continuidad de la visión estratégica durante cuarenta años: facilitaron ambos los cambios en las mentalidades y en el comportamiento de empresarios, funcionarios y ciudadanos que hoy se manifiestan más fuertes que nunca para reclamar nuevos cambios que aseguren el mejoramiento del desarrollo económico y social de Panamá.

Sin embargo me pregunto: ¿Qué le pasó a Panamá durante los últimos treinta años (1980-2009) a pesar del enorme progreso nacional e institucional, a pesar del adelanto en la educación y a pesar de la continuidad en la visión estratégica?

Así como en el decenio 1970-1980, también en los últimos treinta años el país ha contado con ingentes recursos económicos y con importantes talentos profesionales; sin embargo el país resiente hoy más que nunca las necesidades desesperadas de más cambios y reformas que resuelvan el terrible deterioro de la vida urbana, la catastrófica disfuncionalidad de los servicios públicos y el peligroso desplome del tejido cultural, ético y social de la ciudadanía.

Mi respuesta es simple: no hubo un liderazgo político visionario; ni tampoco una apropiada dirección técnica de la administración pública.

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Publicado el 17 de agosto de 2009 en el diario El Panamá América Digital, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Los bellos barrios de la ciudad

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Los bellos barrios de la ciudad

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Flavio A. Velásquez Espino

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Curitiba fue una ciudad deseada, diseñada y construida para ser amada y disfrutada por sus propios ciudadanos desde el siglo XVII, pero a mediados de los años 1960 no fueron los políticos, sino los jóvenes profesionales, los ciudadanos y los empresarios de Curitiba quienes tomaron de la memoria colectiva histórica ese impulso favorable hacia los valores humanos y de la naturaleza para diseñar y ejecutar un plan de organización de los espacios de la ciudad. Sin embargo, fue el Estado autoritario de la época quien apoyó «con firme voluntad política» la igualmente firme voluntad política de los ciudadanos de Curitiba.

En Panamá, la Exposición y Bella Vista fueron barrios diseñados de manera racional. Sin embargo, en esos tiempos, alrededor de los años 1930, los panameños mayoritariamente teníamos menos visión del verde y de las necesidades humanas de lo que tenemos hoy. Pero había un sólo hombre, quien contó con el apoyo de las cultas educadoras de la Normal de Santiago; que además de tener una firme voluntad política también tenía una visión elevada de la institucionalidad del Estado y de la calidad de vida de la población: el presidente Belisario Porras.

Las críticas a Belisario Porras, en aquellos tiempos, por haber construido los «elefantes blancos», el Hospital Santo Tomás y los Archivos Nacionales, fueron frenéticas. Como también se dijo de las calles que eran disparatadas por lo ancho que se hicieron, como las Avenidas Cuba, Perú, Justo Arosemena, Ecuador y México, estas dos últimas con isleta central y jardinería y todas esas calles con amplias aceras.

Además, el presidente Porras sembró toda la ciudad con más de 100 mil laureles de la India, caobos y robles rosados y blancos, y muchos guayacanes… Hoy esos barrios, que hemos abandonado e ignorado durante años recientes, son el destino de una enorme corriente inmigratoria que ve a esos barrios como destino de asentamiento «deseable»; precisamente por esas mismas calles y aceras amplias ¡y sobre todo por el Parque Urraca! Y tanto como la vista marina de la bellísima Bahía de Panamá es también por el disfrute del fresco de la brisa marina; fresco de brisa matutina y vespertina, el cual se siente más en los pisos altos, como desde hace decenios ¡se ha sentido en La Cresta! Excepto San Francisco que tiene las aceras y las calles estrechas, pero que tiene, como los otros barrios mencionados, la excepcional ventaja del trazado a tablero y, sobre todo, de la cercanía del extraordinario Parque Omar, el cual recibe el más intenso cariño de sus asiduos usuarios, pobres y ricos.

Los chalecitos de San Francisco, Bella Vista, El Cangrejo y la Exposición, apiñados unos contra los otros, en donde se practicó un estilo sencillo y discreto de vida que ya no existe más; como refugio evasivo frente al inmenso horizonte oceánico de la Bahía de Panamá, van a desaparecer, porque otras son las necesidades de la nueva población que llega a vivir en esos barrios de calles a tablero y de aceras amplias; para edificar una ciudad nueva, moderna y rica. Y, además la Cinta Costera, con un verde prado de casi tres kilómetros de longitud frente al litoral de la espléndida bahía, es un proyecto inteligente que añade valor total a favor de la calidad de vida de la población y de los bienes inmobiliarios.

Pero ese aprecio hacia nosotros, que viene del exterior, no coincide con una cadena de emociones encendidas por el hábito del rechazo, por la inclinación al susto, por la práctica incontenible de la indignación, por el placer del lamento; y sobre todo, por la poca familiarización con los misterios de los grandes números… Por esto y tanto más, grupos importantes de panameños sienten emociones negativas hacia el cambio cuantitativo y hacia el salto cualitativo que los rodea por doquier en la ciudad; porque esta vez, definitivamente, que no estamos los panameños del Gobierno, de muchas empresas, de los medios y de las mayorías acostumbrados a lidiar con los novedosos retos que impone la llegada de la riqueza. Pero ya aprenderemos. Porque ya somos hoy, aunque muchos no se den cuenta, otro tipo de gente, otro tipo de vecindario, otro tipo de ciudad y otro tipo de país; los cuales no tenemos nada que ver con esas rutinas caseras, de familias y conocidos que configuran nuestros gustos.

Seguimos siendo hoy, sin embargo, el mismo país real que hemos sido siempre durante 500 años: el país del tránsito, del tráfico y de las rutas; la diferencia es que los de afuera hoy «ya no son viajeros con maletas que pasan de largo por aquí»; hoy ellos, los que antes pasaban de largo, se quedan a vivir y a trabajar aquí en Panamá, porque nos necesitan, porque nos aprecian y porque Panamá es un país de grandes oportunidades para todos, panameños y extranjeros.

La pregunta que podríamos hacernos es: ¿cómo reafirmamos nosotros los panameños nuestro propio aprecio por nosotros mismos, por nuestra generosa naturaleza, por nuestra posición geográfica y por el aprecio recibido de afuera? Esta posible respuesta estoy seguro de que el mundo externo e interno nos la agradecería clamorosamente si fuese: «creando, con voluntad política y consenso popular, una arquitectura urbana amiga del hombre, amiga de la naturaleza y amiga del progreso económico». Pero si creemos que los políticos y los gobiernos lo van a hacer por nosotros, estamos equivocados. Estos diseños destinados a calificar los valores humanos y ecológicos de la ciudad los dibujan y los construyen los ciudadanos más responsables de la ciudad que, como el caso de Curitiba, también en Panamá son muchos.

Estoy seguro de que los extranjeros que están llegando por miles a vivir en esta ciudad adorable y en este país de las maravillas tendrán muy pronto más dinamismo ciudadano que nosotros, ¿quieren apostar? Y muy pronto conformarán una fuerza de opinión adicional a la nuestra a favor de una ciudad hecha a medida del hombre.

Además, esto aumentaría todos los valores; los valores espirituales e inmuebles, de la misma manera que la cercanía de un parque y de sus jardines, diseñados para esparcimiento humano, valorizan un vecindario en dinero y en bienestar humano. Por lo que todos saldríamos ganando si nos ponemos a configurar el tipo de ciudad que queremos amar y disfrutar.

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Publicado el 14 de mayo de 2007 en el diario La Prensa, Pag 13A, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

La suerte del PRD

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La suerte del PRD

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Flavio Velásquez Espino

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Afortunado el país y el PRD porque los actuales mandos superiores del PRD fracasaron de manera humillante en las recientes elecciones. Afortunado el PRD porque sufre hoy de un fracaso colectivo y sistémico de sus mandos superiores y de los miembros mayoritarios que ejercieron la facultad de elegir a sus dirigentes. Porque las mayorías se equivocaron al elegir a sus candidatos presidenciales y a los administradores del partido. Con el agravante conmovedor de haber contado con candidatos opcionales de mejor capacidad para conducir la última campaña electoral y administrar el partido durante los cinco años de vigencia gobernativa del Presidente Torrijos.

La debilidad del PRD es una falla tectónica y masiva denunciada por Ramiro Vásquez Chambonet en su análisis racional del 14 de julio del 2009, el día de la toma de la Bastilla, en La Estrella; al decir Ramiro lo siguiente: “Por qué nos fuimos quedando atrás, perdiendo nuestra identidad, desmantelando la vida orgánica, sustituyendo el ascenso por mérito por figuras incondicionales sin ninguna representatividad real en las bases, … de un crecimiento gigantesco sin planes de formación y politización…”

Opino que Ramiro ha confeccionado un inventario completo de tareas sustantivas pendientes de ejecución en el partido; las cuales reproducen en pequeño las inmensas obras y sistemas de interés público pendientes de ejecución a nivel nacional, las cuales ni han sido programadas ni pensadas durante los últimos cinco años de gestión de gobierno PRD. Carencia de visión ética y de voluntad política responsable que ha determinado un desmejoramiento catastrófico de todos los servicios públicos y de la calidad profesional de la administración pública; y no solamente del partido PRD. Síntesis que hago igualmente extensiva al arnulfismo en el gobierno.

Sirva entonces este crispado tiempo de espera post-electoral como una oportunidad histórica para refundar el PRD, como propone Ramiro. Y espero que dicha refundación vaya mucho mas allá de los niveles de cumplimiento que logró el fenecido torrijismo primordial; el cual en su momento alcanzó metas de elevada calidad política, social y económica. Sin contar el posicionamiento del Estado panameño a nivel internacional que marcó una impronta indeleble por haber cumplido a cabalidad y de manera ejemplar con su cita con la historia.

Hoy los tiempos son otros y los retos son otros; muy distintos a los de hace cuarenta años; y esto significa que nuevos tipos de hombres deben hacer acto de presencia. Pero nuevos retos en fin, que se pueden enfrentar con éxito sólo porque se apoyarán sobre las bases inconmovibles que fundamentaron los logros excepcionales del torrijismo original. El último gobierno PRD, fracasado, inculto, deteriorado y corrompido, perdió su cita con la historia contemporánea; y los nuevos hombres PRD de hoy y de mañana que tienen visión racional, ética, culta y anticipatoria tienen el deber de emprender la tarea que con vigor, entre tantos otros, ha denunciado valientemente el amigo Ramiro Vásquez Chambonet.

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Publicado el 21 de julio de 2009 en el diario El Panamá América, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde

Uno contra todos

Uno contra todos

Flavio Velásquez – Economista


Fernán Molinos dijo hace unos días de las mafias que “pueden pervertir el tejido social hasta ponerlo por completo a su servicio”. Esa frase señala complejas interacciones entre población y mafias. En Italia, la justicia y los medios conducen, a precio de sus vidas, campañas valientes contra la corrupción y el crimen organizado de mafias, de funcionarios y de ciudadanos.

El periodismo investigativo en Italia ha incursionado profundamente el tejido gobernativo, empresarial y social para descubrir un tramado complicado de corrupción y de poder que va más allá de la comisión de asesinatos, chantajes y tráficos ilegales. Ha revelado un sistema administrativo de contratación pública basado en la trampa y la inequidad. Ha revelado un deterioro legal, cultural y político que viene y va desde abajo hacia arriba y viceversa, para retroalimentarse sin interrupción.

Los cuatro presidentes panameños anteriores, como el nuevo mandatario Ricardo Martinelli, llegaron a Palacio con agendas sociales ambiciosas; convencidos que iban a cumplir con sus promesas y, al final, entregaron sus cargos bajo el estigma de la frustración popular.

Hoy el “tejido social” en Panamá, denunciado por los medios con valentía, es un caldo infernal de pobreza, corrupción, violencia y maldad, como nunca antes. A este caldo se añade el triste espectáculo de una administración pública desprestigiada que no muestra vocación de servicio. Y aún así, el presidente Torrijos sale con algunos puntos por debajo del 60% ganado por Martinelli.

Todos los presidentes llegan solos a Palacio, gobiernan solos y terminan su gestión solos. Porque por más que quieran cumplir con sus agendas de proyectos, tienen que enfrentar las resistencias de todos al cambio. Por eso prefiero hablar de fracaso de un pueblo.

Ahora le toca el turno al presidente Martinelli. Creo que él sabe que llega a Palacio para iniciar una lucha sin cuartel de “uno contra todos”. Opino que así fue como se ganó el 60% de votos. Las resistencias al cambio vendrán, principalmente, de la población y de los funcionarios, mas que de los empresarios. Estos tres conjuntos resistirán cualquier cambio, sobre todo si se trata de cumplir con las reglas del orden y del rendimiento productivo; y, con la entrega puntual de deberes.

Digo esto porque soy muy optimista. Creo que los cambios de Martinelli se podrían lograr sólo mediante el ejercicio de una voluntad política fuerte e inconmovible como las rocas.

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Publicado el 30 de junio de 2009 en el diario El Panamá América a quien damos todo el crédito que le corresponte.