Agua, Idaan, privatización

La opinión de…

 

Miguel A. Boloboski Ferreira

No me consta y por lo tanto lo niego; pero por si las moscas (insectos de los que debemos resguardarnos por higiene, paz y salud) mejor estar alertas. Aun cuando soy de la opinión que la empresa privada es sin lugar a dudas mejor administrador que el Estado, hay algunas áreas, en especial las referidas a los recursos naturales pertenecientes a lo que los jurisconsultos denominan “de derecho colectivo y difuso”, que deben (y tienen) que ser administradas, protegidas y salvaguardadas por el Estado. Los derechos colectivos y difusos son aquellos que no le pertenecen a nadie en particular, pero sí a todos en general. Y el agua es uno de ellos.

La privatización de los recursos hídricos, en este caso el suministro de agua potable, es una posibilidad cierta en el tiempo; no importa cuanto lo nieguen. Las eventuales justificaciones de los que propugnan y patrocinan la privatización, como solución a los problemas presentes y garantía de abastecimiento futuro, parten de una falsa premisa que consiste en el Estado ineficiente per se (por sí mismo). Tan falsa es la premisa, que a partir de su supuesta veracidad podríamos construir un sofisma o falacia que acabaría con la mayor y mejor empresa estatal que poseemos: “El Canal de Panamá”. El Estado es pésimo administrador; el Canal es del Estado; por lo tanto el Canal es pésimamente administrado. Falsa conclusión.

Las presiones internacionales para que esto ocurra, se dieron, se dan y se darán. En 1999, presionado por el Banco Mundial el Estado boliviano privatizó el suministro de agua en la ciudad de Cochabamba. Corría el año 2000; a los campesinos no se les estaba permitido recoger agua de lluvia, pues la empresa en una interpretación absurda del contrato consideró que estas por ser fuente natural, le pertenecían. Al poco tiempo sobrevino el aumento exorbitante de la tarifa. Todas estas acciones culminaron en las denominadas protestas de la guerra del agua. Se declaró la ley marcial, la policía boliviana intervino con resultado de muerte y heridos. En medio del colapso de la economía nacional y los disturbios, el Gobierno finalizó el contrato de aguas. La empresa, por cierto, demandó al Estado por aquello de la seguridad jurídica.

Lo paradójico de esta situación (idea extraña e irracional que se opone al sentido común), es que aún a sabiendas que tenemos (imperativo) que transformar al Idaan en una empresa estatal eficiente, seguimos atentando contra ella, con el grave riesgo de imitar la paradoja de Abilene que se da cuando los límites de una situación particular presionan a un grupo de personas para actuar de una forma que es opuesta a sus deseos, todo porque ningún miembro está dispuesto a expresar sus objeciones.

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Este artículo se publicó el 3 de febrero  de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Agua, IDAAN, privatización

La opinión del Abogado,  Administrador de Empresa y Docente Universitario…

Miguel A. Boloboski Ferreira 

No me consta y por lo tanto lo niego;   pero por si las moscas (insectos de los que debemos resguardarnos por higiene, paz y salud) mejor estar alertas.   Aún cuando soy de la opinión que la empresa privada es sin lugar a dudas mejor administrador que el Estado; existen algunas áreas, en especial las referidas a los recursos naturales perteneciente a lo que los jurisconsultos denominan “de derecho colectivo y difuso”, los cuales deben (y tienen) que ser administrados, protegidos y salvaguardados por el Estado.   Los derechos colectivos y difusos son aquellos que no le pertenecen a nadie en particular, pero si a todos en general.  Y el agua es uno de ellos.

La privatización de los recursos hídricos, en este caso el suministro de agua potable, es una posibilidad cierta en el tiempo; no importa cuanto lo nieguen.   Las eventuales justificaciones de los que propugnan y patrocinan la privatización como solución a los problemas presentes y garantía de abastecimiento futuro, parten de una falsa premisa que consiste en el Estado Ineficiente Per se (por sí mismo). Tan falsa es la premisa, que a partir de su supuesta veracidad podríamos construir un sofisma o falacia que acabaría con la mayor y mejor empresa estatal que poseemos: “El Canal de Panamá”. El Estado es pésimo administrador; El Canal es del Estado; por lo tanto el Canal es pésimamente administrado. Falsa conclusión.

Las presiones internacionales para que esto ocurra, fueron, son y serán. En 1999, presionado por el Banco Mundial el Estado boliviano privatizó el suministro de agua en la ciudad de Cochabamba. Corría el año 2000; a los campesinos no se les estaba permitido recoger agua de lluvia pues la empresa en una interpretación absurda del contrato consideró que éstas por ser fuente natural, le pertenecían.   Al poco tiempo sobrevino el aumento exorbitante de la tarifa. Todas estas acciones culminaron en las denominadas protestas de la guerra del agua. Se declaró la ley marcial, la policía boliviana intervino con resultado de muerte y heridos. En medio del colapso de la economía nacional y los disturbios, el gobierno finalizó el contrato de aguas. La empresa por cierto demandó al Estado por aquello de la seguridad jurídica.

Lo paradójico de esta situación; idea extraña e irracional que se opone al sentido común, es que aún a sabiendas que tenemos (imperativo) que transformar al IDAAN en una empresa estatal eficiente, seguimos atentando contra ella, con el grave riesgo de imitar la paradoja de Abilene que se da cuando los límites de una situación particular presionan a un grupo de personas para actuar de una forma que es opuesta a sus deseos, todo porque ningún miembro está dispuesto a expresar sus objeciones.

 

<>Artículo publicado el  2 de febrero  de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario

La opinión del Abogado, Administrador de Empresa, profesor Universitario….


Miguel A. Boloboski Ferreira

Luego de la construcción y posterior ampliación del Canal; la gran minería y su eventual desarrollo en el territorio nacional, constituye la decisión de mayor importancia en nuestra historia republicana con profundos efectos a futuro; incluso más allá de lo inimaginable. Las variables de sus connotaciones son tan amplias que simplemente no habrá sector o grupo que no sienta sus efectos; sean éstos positivos o negativos. Tamaña responsabilidad no puede ser asumida por unos pocos.

Gracias a lo dispuesto en el artículo 325 de nuestra Constitución Política, el 24 de abril de 2006, luego de años de estudios encargados por la Autoridad del Canal de Panamá (y su antecesora inclusive), el entonces Presidente de la República convocó a todos los panameños con mayoría de edad a participar de manera voluntaria en el Referéndum que definiría lo concerniente a la ampliación del Canal, el cual finalmente se llevó a efecto el 22 de octubre del mismo año.   Si bien el 76.83% de los panameños votó a favor de la ampliación, un significativo 21.76% se manifestó contrariamente. Recuerdo con agrado que durante la campaña previa (6 meses) circularon a nivel nacional y en sano ambiente, argumentos a favor y en contra; y a pesar de lo caluroso del debate no recuerdo un solo incidente desagradable. Hubo altura, y lo más importante, todos tuvimos la oportunidad de expresar libremente nuestra opinión.

Cada vez que los panameños utilizamos el método de consulta como medio alterno para la solución de nuestras diferencias hemos logrado establecer el rumbo a seguir; que luego las minorías en discrepancia han sabido reconocer con hidalguía sumándose a la construcción del objetivo común. En 1946 mediante Asamblea Nacional Constituyente se aprobó la que muchos todavía consideran la mejor de nuestras Cartas Políticas. En 1977 (en pleno régimen militar) los Tratados Torrijos-Carter (7 de septiembre) fueron sometidos a plebiscito nacional (23 de octubre) luego de un brevísimo período de discusión de cuarenta días.

Los actos legislativos 1 de 1993 y 2 de 1994 (léase los partidos políticos representados en la Asamblea Legislativa) reformaron la Constitución incorporando el Título XIV relativo al Canal de Panamá.

Convocar a un Plebiscito (no referéndum), o sea someter la propuesta a votación para que los ciudadanos se manifiesten a favor o en contra, resulta ser a todas luces la mejor de las alternativas de consulta ante un tema tan delicado.

En “El Señor de los Anillos” el filólogo y escritor británico Tolkien narra de manera especial sus temores y aprehensiones ante “la tentación del hombre” y los efectos de la revolución industrial en la Naturaleza, invocando del catolicismo una parte de su oración principal: “Padre; no nos dejes caer en la tentación y líbranos de todo mal”.

<>Artículo publicado el  27  de enero de 2011  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

El Poder del Yo Individual

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La opinión del Abogado, Administrador de Empresa, Profesor Universitario….

Miguel A. Boloboski Ferreira 

Por más insólito que parezca, hacerse la pregunta correcta ante cualquier hecho que afecte (o no) nuestra vida, tiene una incidencia proporcionalmente directa en la calidad de la misma. Comprobar este teorema aunque imperceptible, es algo que ocurre a diario ante los resultados de nuestras decisiones.   Una buena pregunta como principio lógico previo a la toma de cualquier decisión, conduce por lo general a un buen resultado y viceversa.

Típica es la toma de decisión matrimonial. Independientemente de las razones o causas por las cuales los índices de divorcios en Panamá van en aumento; cierto es que si además del aspecto sentimental consideráramos matices relacionados al porqué profundo de la decisión, con certeza habría menos divorcios (positivo para la sociedad, negativo para los abogados). Y ante una eventual errada decisión contamos con las alternativas de disolución que establece el Código de la Familia. Desafortunadamente no ocurre así con las decisiones que tomamos cada cinco años durante las elecciones.

Elevar el nivel de nuestra sociedad implica un cambio de actitud ante el futuro, y eso únicamente se logra utilizando de manera sabia (pregunta ¿?) el poder que nos entrega la Constitución Política a través del Voto. Empero; ¿cómo es que una simple pregunta al yo individual puede transformar al nosotros comunitario desde una situación complicada y llena de elementos que hacen impredecibles sus resultados? Elemental;   “son los pequeños detalles los que demuestran la grandeza y carácter del ser, lo que nos hace prever”.

Imaginemos lo que el ejercicio de ese poder implicaría al llevarlo al límite. Las encuestas producto de nuestra “pensada decisión” a ser ejercida y manifestada en último minuto, mostrarían que el porcentaje de “indecisos” es abrumadoramente superior al de todos los candidatos juntos ante cualquier puesto de elección popular. ¡Ay bendito!, la que se armaría. Candidatos, medios de comunicación, encuestadoras, publicitarias, comandos de campaña, proveedores en general, y todos aquellos con un exclusivo y voraz interés pecuniario, estarían literalmente “más allá de la locura”, haciéndose preguntas motivadas por la incertidumbre; imaginándose los fantasmas, laberintos y consecuencias de una derrota.

Los perdedores de hoy serían los ganadores de mañana, o sea, nosotros los votantes. Finalmente los ganadores de hoy (la clase política) serán los perdedores de mañana, vale decir, todos los que de alguna manera u otra nos engañaron.

El elemento principal que nos debe ayudar a encontrar respuesta a la correcta pregunta; es un cambio de actitud. Asumir una actitud positiva y alerta desde la cual estemos absolutamente convencidos que la situación que se nos presenta tiene solución, y que nosotros podemos encontrarla, es fundamental para el logro del objetivo que se plantea; sin olvidar que la clave está en hacernos esta pregunta desde una perspectiva emocionalmente desapegada.

 

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<>Artículo publicado el 20  de enero de 2011    en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Cadáveres políticos

La opinión de…

 

Miguel A. Boloboski Ferreira

“La política es más peligrosa que la guerra, pues mientras en la guerra sólo se muere una vez, en política se puede morir más de una vez”: Winston Churchill.    La lección o enseñanza de la frase es que la resurrección es una constante que bien puede repetirse en cualquier ecuación política.

Aún cuando los humanos somos animales políticos por naturaleza (Aristóteles), los profesionales de la política conscientes de la certeza y riesgos de la frase de Churchill (por aquello de la resurrección) realizan ingentes esfuerzos para que la muerte de sus contrincantes sea lo más cercana posible a la literalidad de la palabra (políticamente ¡creo!). Así una vez caído alguno de sus integrantes, la consigna entre propios y extraños es liquidarlo para que por ninguna razón, motivo o circunstancia pueda darse el milagro.

En la edad media, una forma de supervivencia ante la persecución lo constituían grupos secretos como la masonería y los templarios. Desde un pasado más cercano, sabemos de algunos políticos que han representado y asumido al pie de la letra la actuación de Bruce Willis en la película Duro de Matar. Por ejemplo, en algún momento de su historia cada uno de los siguientes personajes fue cuando menos considerado un cadáver político por sus contrarios.

En Perú, el actual presidente Alan García Pérez alcanzó la resurrección en el año 2006 mediante su segundo mandato presidencial; todo esto luego de ser declarado muerto políticamente en el año 1990.

Fidel Castro Ruz resucitó un 1 de enero de 1959 con el triunfo de la Revolución Cubana. Recordemos que en 1953 fue hecho prisionero, juzgado y sentenciado a 15 años de prisión, como resultado del ataque contra los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes (liberado tras 22 meses luego de una amnistía general).

El caso del chileno Salvador Allende Gossens, es además de perseverancia. Se postuló por primera vez a la Presidencia en 1952, consiguiendo un magro 5.44%. En 1958 se presentó nuevamente obteniendo el 28.91%. Postuló por tercera vez en 1964 alcanzando un 38.92%. Finalmente en su cuarto intento logró la presidencia (1970).

En Panamá, Arnulfo Arias Madrid y Omar Torrijos Herrera constituyen los ejemplos más populares de caída y resurrección. Arnulfo padeció golpes de Estado en cada uno de sus gobiernos, vale decir, 1940, 1949 y 1968. Por su parte Omar, de ángel caído, logró recuperar el poder en diciembre 16 de 1969.

Escapar del mundo de los muertos, aunque posible, no es tarea fácil, más si se cuenta con un rosario de enemigos dispuestos a utilizar todo su poder con tal que te quedes en el más allá y no regreses nunca jamás.

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Este artículo se publicó el 12  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Cadáveres políticos o de la resurrección de los muertos

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La opinión del Abogado,  Administrador de Empresa,  Profesor Universitario…

Miguel A. Boloboski Ferreira 

La Política es más peligrosa que la guerra, pues mientras en la guerra sólo se muere una vez; en política se puede morir más de una vez», Winston Churchill. La lección o enseñanza de la frase es que la resurrección es una constante que bien puede repetirse en cualquier ecuación política.

Aún cuando los humanos somos animales políticos por naturaleza (Aristóteles), los profesionales de la política conscientes de la certeza y riesgos de la frase de Churchill (por aquello de la resurrección) realizan ingentes esfuerzos para que la muerte de sus contrincantes sea lo más cercana posible a la literalidad de la palabra (políticamente ¡creo!). Así una vez caído alguno de sus integrantes, la consigna entre propios y extraños es liquidarlo para que por ninguna razón, motivo o circunstancia pueda darse el milagro. En la edad media, una forma de supervivencia ante la persecución lo constituían grupos secretos como la masonería y los templarios. Desde un pasado más cercano, sabemos de algunos políticos que han representado y asumido al pie de la letra la actuación de Bruce Willis en la película Duro de Matar. Por ejemplo, en algún momento de su historia cada uno de los siguientes personajes fue cuando menos considerado un cadáver político por sus contrarios.

En Perú, el actual presidente Alan García Pérez alcanzó la resurrección en el año 2006 mediante su segundo mandato presidencial; todo esto luego de ser declarado muerto políticamente en el año 1990.

Fidel Castro Ruz resucitó un 1 de enero de 1959 con el triunfo de la Revolución Cubana. Recordemos que en 1953 fue hecho prisionero, juzgado y sentenciado a quince años de prisión, como resultado del ataque contra los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes (liberado tras 22 meses luego de una amnistía general).

El caso del chileno Salvador Allende Gossens, es además de perseverancia. Se postuló por primera vez a la Presidencia en 1952, consiguiendo un magro 5,44%. En 1958 se presentó nuevamente obteniendo el 28,91%. Postuló por tercera vez en 1964 alcanzando un 38,92%. Finalmente en su cuarto intento logró la presidencia (1970).

En Panamá Arnulfo Arias Madrid y Omar Torrijos Herrera constituyen los ejemplos más populares de caída y resurrección. Arnulfo padeció golpes de Estado en cada uno de sus gobiernos, vale decir, 1940, 1949 y 1968. Por su parte Omar, de ángel caído, logró recuperar el poder en diciembre 16 de 1969.

Escapar del mundo de los muertos aunque posible, no es tarea fácil, más si se cuenta con un rosario de enemigos dispuestos a utilizar todo su poder con tal que te quedes en el más allá y no regreses nunca jamás.

Las ideologías nos separan, los sueños y la angustia nos unen. Eugène Ionesco.

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<>Artículo publicado el 11  de enero de 2011    en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Traición

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La opinión del Abogado, Administrador de Empresas y Docente Universitario…

Miguel A. Boloboski Ferreira

Traición es un acto que se origina en un emisor (que lo lleva a cabo); que se convierte en sentimiento cuando alcanza al receptor (el afectado); que cual Bumerang de órbita elíptica deja un halo de luz difusa que afecta de variadas e insospechadas formas a los involucrados.

Que lance la primera piedra aquél quien nunca traicionó; o que no haya sido traicionado. Inspirados por una traición, artistas y compositores de ambos sexos y todas las nacionalidades e idiomas le han escrito o le han cantado a ritmo de boleros, baladas, tangos y hasta de rock and roll.

Existen traiciones de amor, de religión, de amigos, de palacio, de socios, de esposos, de militares, de izquierdas y de derechas, traición a la patria, y en fin, todo ámbito en donde se quebrante la fidelidad o lealtad que se debe guardar. Incluso entre ladrones y socios accidentales en un específico interés.

Técnicamente consiste en renegar con dichos o acciones, voluntarias o involuntarias, compromisos de lealtad hacia una filosofía, doctrina, asociación, o grupo de pertenencia. Defraudar haciendo lo contrario a lo que los otros esperan, es erróneamente visto como una forma de traición, cuando no lo es. A menudo se acusa de traidor cuando la persona no se identifica con el grupo del cual es miembro, o está en desacuerdo con los líderes del grupo.

En términos legales, es cuando un individuo o grupo de personas cometen un acto desleal contra la patria (discutible; verbigracia, los contrarios a Noriega fueron tipificados como traidores).

Políticamente hablando el término es usado como epíteto entre disidentes de un mismo partido, o entre opositores de distintos partidos y/o disidentes políticos. También se recurre a declarar traidor a funcionarios en el poder por supuestamente faltar a sus deberes de Estado (ejemplo: acuerdo de información fiscal con los EE.UU.).

En la obra de Dante La Divina Comedia, la traición es el máximo pecado que se pueda cometer y amerita la peor de las condenas: “ser devorado por el mismo Demonio”.

Pero ¿Quién no es un traidor? Desde el Génesis de la historia, los humanos nos hemos confabulado para inclusive traicionar al Dios Yahvé. Cada persona en esta tierra ha tenido la experiencia de traicionar y ser traicionado. La historia nos habla de la traición de Adán y Eva con el Señor; Caín con Abel; Judas con Jesús; Noriega con Paredes; etc.

“Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro. (Georges Benjamin Clemenceau)”. “Cuando la traición te abraza, es porque el traidor camino contigo (Roev)”.

Así la traición va de la mano con la historia del ser humano.

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<>Artículo publicado el 5  de enero de 2011    en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

El derecho como razón

La opinión del Abogado,  Administrador de Empresa y Docente Universitario…

Miguel A. Boloboski Ferreira

Si el derecho es razón, y la razón es reina; reina el derecho como razón de todas las cosas. El derecho, como toda obra humana, nació por algo y para algo. Tiene objetivos y fines que a la vez son su razón de ser. Pero, ¿qué es ese algo que el derecho desea lograr? ¿Hacia dónde se dirige la ciencia jurídica? ¿Cuáles son los valores que forman parte de su ser y que al mismo tiempo quiere introducir en la sociedad?

Para algunos ese algo son los valores fundamentales de la sociedad. Para otros son los valores jurídicos, mismos de todo ordenamiento normativo. Immanuel Kant expresa en relación a su significado que: “todavía buscan los juristas una definición de su concepto”, aun cuando él mismo lo define como: “el complejo de las condiciones por las cuales el árbitro de cada uno puede coexistir con el árbitro de los demás, según una ley universal de libertad”. Independientemente de la definición que le demos, rescato una sola palabra de la definición de Kant, “complejidad”, o sea, algo que tiene muchas y múltiples facetas, objetivos, fines, sistemas, y por qué no decirlo algo nada fácil de manejar.

La Real Academia nos entrega al menos tres acepciones de la palabra fin: “Término, remate o consumación de algo”, etc., pero para los efectos de este análisis, “los fines” (el fin de) es el propósito hacia donde queremos llegar, los ideales que deseamos alcanzar. Por esta ambigüedad de la expresión (fines), encontramos autores tan importantes como Aftalion afirmando que “la justicia, el bien común, la paz, la equidad, la seguridad (los fines y principios del derecho para muchos), nunca podrán ser considerados como fines, pues nunca podrán ser alcanzados.

Pareciera ser, entonces, que los fines del derecho ¿no son más que una utopía?   Imposibles de lograr, por lo complejo de sus propósitos o, por el contrario, son propósitos que una vez alcanzados ¿debemos abandonar? Pues bien, ni lo uno, ni lo otro. Lo que sucede en realidad es que la historia no se detiene; es dinámica, es progresiva y, como decía Einstein, “lo único permanente en el tiempo es el cambio”, y una vez se logra un fin, aparecen nuevos fines (propósitos).

Por otro lado, para San Agustín la justicia nunca podría ser alcanzada o lograda en la tierra, seguramente tenía razón. Sin embargo, es en este raciocinio que encontramos la fundamentación de los fines del derecho, pues no podemos negar que el derecho, sus principios y su fines han ido evolucionando a través del tiempo y la historia, siempre avanzando en sus logros, aunque en algunos instantes (de la historia) pareciera que los hubiéramos retrotraído (I y II Guerra Mundial por ejemplo).

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<> Este artículo se publicó el 30 de diciembre  de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El Derecho como Razón (Parte II)

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La opinión del Administrador de Empresas, Abogado  y Profesor Universitario…

Miguel A. Boloboski Ferreira

Los fines son puntos de llegada, pero también son ideales utópicos permanentes, que no se abandonan por el hecho de no lograrlos de manera absoluta, ni inmediata (desde el punto de vista del ideal), que se nutren, se alimentan, de éste permanente estado de sentir haber alcanzado algo, pero sin haber llegado al fin (propósito último, máximo) de nuestro ideal.

Por lo anterior nos parece importante acotar que el abogado es el profesional que deberá formarse con los conocimientos y habilidades necesarias y suficientes para comprender y evaluar el campo y las problemáticas inherentes al derecho, con una sólida conciencia de su responsabilidad y compromiso social para el logro de los fines y principios del derecho, o sea: la justicia, la equidad, el bien común y la paz social.

“Pero urge reivindicar el concepto de Abogado y revertir lo que expresa Pío Baroja en una de sus obras: “en España (Panamá), todo el mundo es Abogado mientras no se pruebe lo contrario”; “ya que no sirves para nada útil, estudia para Abogado”.    La abogacía a través de los años ha sido brutalmente vilipendiada por elementos externos al ejercicio de la profesión, y por que no decirlo, también por elementos internos que no han sabido o no han querido cumplir con la razón de ser del abogado, que no es otra que luchar por la Justicia.

Tal ha sido esta situación que lo establecido en el numeral 15 del artículo 77 de la primera Constitución Nacional de la llamada República del Istmo de 1841: “Conceder Patentes de Corso cuando así lo determine el Congreso”; ha sido perniciosa y malévolamente estigmatizada como sinónimo del ejercicio de la abogacía, lo que representa una total y absoluta injusticia para con tan noble profesión.

“La Abogacía no es una consagración académica, sino una concreción profesional. Nuestro título universitario no es de “Abogado”, sino de “Licenciado en Derecho, que acredita ejercer la profesión de Abogado”.    Quien no dedique su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los Tribunales, será todo lo licenciado que quiera, pero Abogado, No”.

Esta formación (responsabilidad en gran medida del Docente Profesor) deberá ser frecuentemente actualizada, de manera integral, científica y humanística en lo teórico y lo práctico que coadyuve al desarrollo y búsqueda de ordenamientos jurídicos que posibiliten el desenvolvimiento pleno de las capacidades y habilidades humanas; debe además ser capaz de interpretar y aplicar adecuadamente la reglamentación jurídica de acuerdo con los fines del derecho y las nuevas exigencias de la sociedad. “Los esfuerzos innegables de un profesorado joven y culto, no bastan a remediar el mal, que es de organización, de sistema y de educación. No se puede vivir sin la Universidad, pero hay que cambiarla”.

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<>Artículo publicado el  30  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

El Derecho como Razón (Parte I)

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La opinión del  Abogado, Administrador de Empresa, Profesor Universitario…

Miguel A. Boloboski Ferreira 

Si el Derecho es Razón, y la Razón es Reina; Reina el Derecho como Razón de todas las cosas. El Derecho como toda obra humana, nació por algo y para algo. Tiene objetivos y fines que a la vez son su razón de ser. ¿Pero, qué es ese algo que el derecho desea lograr? ¿Hacia dónde se dirige la ciencia jurídica? ¿Cuáles son los valores que forman parte de su ser y que al mismo tiempo quiere introducir en la sociedad?

Para algunos ese algo son los valores fundamentales de la sociedad. Para otros son los valores jurídicos mismos de todo ordenamiento normativo. Immanuel Kant, expresa en relación a su significado que: “todavía buscan los juristas una definición de su concepto”, aun cuando, él mismo lo define como: “el complejo de las condiciones por las cuales el árbitro de cada uno puede co-existir con el árbitro de los demás, según una ley universal de libertad”. Independientemente de la definición que le demos, rescato una sola palabra de la definición de Kant, “Complejidad”, o sea, algo que tiene muchas y múltiples facetas, objetivos, fines, sistemas, y por que no decirlo algo nada fácil de manejar.

La Real Academia nos entrega al menos tres acepciones de la palabra fin: “Término, remate o consumación de algo”, etc., pero para los efectos de éste análisis, “los fines” (el fin de) es el propósito, hacia donde queremos llegar, los ideales que deseamos alcanzar. Por ésta ambigüedad de la expresión (fines), encontramos autores tan importantes como AFTALION afirmando que “La Justicia, El Bien Común, La Paz, La Equidad, La Seguridad (los fines y principios del derecho para muchos), nunca podrán ser considerados como fines, pues nunca podrán ser alcanzados.

Pareciera ser entonces que los Fines del Derecho, ¿no son más que una Utopía? Imposibles de lograr por lo complejo de sus propósitos; o por el contrario son propósitos que una vez alcanzados, ¿Debemos abandonar? Pues bien, ni lo uno, ni lo otro. Lo que sucede en realidad es que la historia no se detiene; es dinámica; es progresiva; y como decía Einstein “lo único permanente en el tiempo es el cambio”, y una vez se logra un fin, aparecen nuevos fines (propósitos).

Por otro lado para San Agustín por ejemplo, la Justicia nunca podría ser alcanzada o lograda en la tierra, y seguramente tenía razón. Sin embargo, es en éste raciocinio que encontramos la fundamentación de los fines del derecho, pues no podemos negar que el derecho, sus principios y su fines han ido evolucionando a través del tiempo y la historia, siempre avanzando en sus logros, aunque en algunos instantes (de la historia) pareciera que los hubiéramos retrotraídos (1ra. y 2da. Guerra Mundial por ejemplo).

 

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<>Artículo publicado el  26  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Implosión social

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La opinión del Abogado y Administrador de Empresa, Profesor Universitario….

Miguel A. Boloboski Ferreira

El término subdesarrollo es controversial. La Real Academia de la Lengua lo define como “el atraso de un país o región que no habría alcanzado determinados niveles socioeconómicos y culturales”. Además de económico y cultural el subdesarrollo es un problema social, político y de administración que tiene su génesis en la orfandad de una sólida educación.  Profundizar en las causas del subdesarrollo es ahondar en los por qué de la pobreza, la marginación y por sobre todo de la “Inequidad”. Un país que no promueva y garantice la “Equidad” en las oportunidades (entre ellas el acceso a tiempo a la educación) esta condenado al subdesarrollo.

Según la III Encuesta Nacional, entre 2003 y 2008 la pobreza en Panamá disminuyó; aunque aún persisten grandes diferencias entre los hogares que tienen mucho y los que viven en la indigencia, principalmente en provincias y áreas comarcales.   El 20% de los hogares más pobres (extrema pobreza) dispuso del 5.1% del ingreso nacional, pero el 20% de los hogares con más ingresos tuvo acceso al 29% de estos ingresos en el mismo periodo. Tal disparidad es insostenible y tenemos que encontrar una solución a corto plazo si queremos evitar una Implosión Social.

No hace falta ser genio para saberlo, ni pretendemos fungir de pitonisos infalibles, no obstante es justo cuando menos avisar. Dice Horacio Galeano Perrone que las sociedades también «explotan hacia adentro». El que te roba o asalta; El que te secuestra; resulta ser tu propio vecino quien ve en tu progreso una afrenta; y te agrede. Es el fin de una forma de vida que privilegiaba la solidaridad y el cuidado mutuo entre pares, y que ahora actúa como disparador del odio y la violencia. Una guerra civil silenciosa en donde se asesina por un auto, un celular o un par de zapatillas.

Una alternativa de solución nos la ofrece “El Índice de Oportunidades Humanas” (IOH) elaborado por el Banco Mundial. Imaginemos un país en donde el futuro de nuestros hijos/nietos no dependa de cuánto dinero ganan sus padres, del color de su piel, del género (hombre o mujer), y menos en qué tipo de cuna nació. Imaginemos que sus circunstancias personales al nacer; (aquellas sobre las que no tiene control ni responsabilidad) no condicione sus oportunidades y las de sus hijos. Imaginemos que la educación oportuna, el agua potable o la conexión eléctrica sean realidades concretas. Mientras que la igualdad es controversial, la equidad cuenta con apoyo unánime a lo largo del espectro político.

“Que nadie se haga ilusiones de que la simple ausencia de guerra sea sinónimo de una paz verdadera, aun siendo tan deseada. No existe verdadera paz sino viene acompañada de Equidad, verdad, justicia, y solidaridad” (Juan Pablo II)

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<>Artículo publicado el  8 de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Dólar – Crisis – Alternativa

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La opinión del Abogado, Administrador de Empresas, Profesor Universitario…

Miguel A. Boloboski Ferreira 

La presencia del dólar estadounidense en Panamá tiene orígenes históricos que se remontan al Siglo XIX, consumándose su adopción formal como moneda de curso legal en 1904, sustentado en un convenio suscrito con los Estados Unidos; más la aprobación de Panamá de disposiciones constitucionales y legales sobre la materia; aún vigentes. 

Desde esos entonces, mucha es el agua que por debajo del puente ha circulado, logrando los panameños durante ese periodo acuñar un sistema inclusive calcado por otras naciones. Empero asimismo la divisa estadounidense ha perdido mucho de su valor original.

Por ejemplo; desde 1955 a la fecha el dólar se ha devaluado 77.36 % con respecto al Yen japonés; mientras que en el presente siglo se ha depreciado 39.30 % con relación al Euro, y 20% frente al Yuan Chino. Ante ésta crisis pregunto: ¿Será el momento de cambiar un sistema probadamente exitoso? Algunos piensan que si algo funciona, mejor no cambiarlo. Otros consideran insensato no hacerlo, pues no cambiarlo es dar algo por consolidado cuando el mundo esta en constante evolución. Más que cambiarlo habría que mejorarlo, sostengo.

Derivar hacia la utilización de una especial canasta de Monedas, sería la ruta lógica para los próximos 100 años ante nuestra irrevocable decisión de no emitir papel moneda.    Panamá es un país donde la actividad terciaria es reina, fundamentado sobre todo por la amplia gama de servicios de transporte, banca y logística orientados hacia el comercio mundial.  El Canal de Panamá, los puertos, la Zona Libre de Colón, el Ferrocarril, el Hub Aéreo en Tocumen, el Centro Financiero y servicios de distribución entre los más importantes.

Promover el uso y aceptación habitual de otras divisas fuertes en la economía nacional produciría enormes beneficios.   Nuestros costos de operación como nación están directamente relacionados con el dólar y sus variaciones cambiarias. Así las importaciones hoy día cuestan mucho más dólares que lo que costaban en el pasado. Esa debilidad limita y condiciona de manera importante nuestras estrategias y políticas económicas. En conclusión nuestro poder adquisitivo disminuyó (¡harto!).

Permitir a modo de ejemplo, que las prestaciones laborales y transacciones comerciales puedan darse en divisas fuertes (por voluntad de las partes); además de facilitar la apertura de cuentas bancarias sería un paso en la correcta dirección.   Al gobierno debiera interesarle el tema. Una de sus promesas de campaña: “La Canasta Básica” (de las imperdonables) depende en gran medida de la fortaleza o debilidad del dólar. Las proyecciones sobre éste particular son en extremo negativas. Tanto que ya se habla de una guerra de divisas a escala mundial. No hay donde esconderse. Incluso las monedas de los países latinoamericanos históricamente débiles ante el dólar, hoy día se encuentran en una posición de fortaleza contra él.

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Artículo publicado el  29 de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/boloboski-f-miguel-a/