Visión de cambio en turismo: Casco Antiguo y sus extramuros

A falta de fondos públicos, este proyecto debe ser adjudicado a un empresario privado. Artículo publicado por el   Representante de Panamá en la Asociación Mundial de Periodistas y Escritores de Turismo…. 

Jaime Figueroa Navarro 

Vista desde el Área Social del Hotel Colombia hace la ciudadVista desde el Área Social del Hotel Colombia

Por Jaime Figueroa Navarro,
panamaallinone@yahoo.comPanamá, Panamá.- 

Oficina del Casco AntiguoOficina del Casco Antiguo

En recientes visitas al Viejo San Juan y a Cartagena de Indias, pudimos admirar dos proyectos colosalmente administrados cuyos resultados han sido dos imanes al turismo y la generación de ingresos a empresarios y los respectivos fiscos. Ambos gozan de un común denominador: hacer las cosas bien la primera vez. Se urde el nombramiento en el gobierno del cambio, de un brillante Administrador de la Oficina del Casco Antiguo expandiendo sus responsabilidades para que incluya el desarrollo de sus extramuros, a saber, el Barrio Chino y el área colindante del antiguo mercado público. Este nombramiento no debe obedecer a favores políticos sino más bien a méritos.

Nos parece que el ordenado desarrollo del Casco Antiguo ha sido un rotundo fracaso por una serie de factores muy comunes a nuestra idiosincrasia. Primero, muchos de los propietarios de inmuebles en el área jamás cumplieron con el requisito de remozar o vender sus propiedades acorde al cronograma del Plan Maestro. El juega vivo con la única finalidad de vender los inmuebles a precios más elevados mientras se reconstruían los bienes aledaños, incumpliendo la ley y perjudicando el entorno, nos ha llevado como consecuencia a un Casco Antiguo a medio palo. Un ni fu ni fa que pudiendo convertirse en un verdadero atractivo, ha dejado de serlo. El gobierno del cambio debería expropiar todas las propiedades dolosas y proceder a su expedito remate.

Barrio Chino, PanamáSegundo, una falta de implementación de planes que en teoría eran fantásticos pero que jamás se han llevado a cabo. Entre otros cito el inmensamente atractivo proyecto de tranvía, cuyo inicio en la Plaza 5 de Mayo merodeaba todo el Casco saliendo hacia el Causeway de Amador, pasando por el Museo de Biodiversidad hasta las islas de Naos y Perico. Este, sin lugar a dudas, es un proyectazo que debe llevar a cabo el gobierno entrante, dándole prioridad a su expedita licitación.

A falta de fondos públicos, este proyecto debe ser adjudicado a un empresario privado.

Casa de Góngora, PanamáCasa de Góngora, Panamá

Tercero, la falta de señalización, guías y literatura. Si bien es cierto se han trazado recientemente algunos letreros en el Casco Antiguo, le hace falta carne al hueso. Cito, a guisa de ejemplo, la Casa Góngora, el inmueble más antiguo del Casco. En sus paredes debe existir una leyenda, mínimo bilingüe que explique sus especiales atributos. Hacen falta guías multilingües en idiomas como el alemán, por ejemplo. Si bien es cierto las empresas turísticas que trasladan al turista siempre incluyen un guía, la realidad es que la mayoría se desplazan vía taxi y no existe un centro de acogimiento donde puedan contratar los servicios de guías, tal y como existen en Cartagena de Indias y el Viejo San Juan.

Siendo la extensa mayoría de los turistas del Casco Antiguo angloparlantes, visitamos la Oficina del Casco Antiguo, hará más de dos años, manifestando nuestra profunda preocupación por falta de material publicitario en el idioma inglés. A la respuesta que “no existía presupuesto para su traducción”, preparamos la traducción perfecta y cónsona con su original, a nuestro costo y tiempo. Hasta la fecha, el material publicitario en el idioma inglés no ha sido impreso, ni mucho menos distribuido, suponemos que también “por falta de presupuesto”. El sentido común dicta que a falta de presupuesto estatal, se debe optar por la búsqueda de un colaborador privado que aportara gustosamente los fondos para la impresión de la literatura a cambio de un aviso publicitario que le permita mercadear su negocio, de preferencia en el mismo Casco Antiguo.

Además de todo lo expuesto, nos preocupa la falta de visión en turismo que nos lleve al desarrollo de un sitio extraordinario como es el Casco Antiguo, sin tomar en consideración sus extramuros.

Diablos RojosDiablos Rojos

Nos encanta visitar el Barrio Chino. El de Avenida B, no el de El Dorado. Goza de una originalidad unica que refleja la presencia de esta etnia que enriquece nuestro istmo desde su arribo como jornaleros en la construcción del ferrocarril transistmico de 1851 a 1855. El mejor restaurante Chino de la ciudad se encuentra aún en Avenida B, a mano derecha a mediados de la cuadra siguiente a Salsipuedes, Kwang Chow. Exquisita comida, despachada expeditamente y a precios ridículos comparados con su competencia. Esquivando las regatas de Diablos Rojos y saltando a lo Saladino, justo enfrente encontramos la venta de platería mas económica del istmo, donde se ofrecen las prendas por su peso y cuyos precios finales son negociables.

Fishermans WhartFishermans Whart

Con la popularidad del Boston en béisbol y la insinuante solicitud de gorras por conocidos al verme portarla, en ese mismo Barrio Chino pude adquirir las atesoradas gorras a $24 la docena. Nuestra pasión por la medicina natural nos lleva a las farmacias del barrio al sufrir alguna dolencia, curando de forma eficiente y sin los complementarios químicos y precios de la llamada medicina moderna, que al fin y al cabo cura el resfrió pero al leer la letra menuda nos enteramos que destroza el hígado.

Muchos han sido en el pasado los encuentros, reuniones, planes y promesas que se han llevado a cabo entre el IPAT, ahora ATP y la Colonia China para remozar este tesoro de nuestra historia. Existe, según mis pesquisas, la voluntad de la Colonia para aportar los fondos. A cambio el estado debe proveer los incentivos y la seguridad requerida para el desarrollo de este importante polo de desarrollo.

Continúa nuestra visión de desarrollo en el área aledaña que cubre las manzanas frente al mar detrás del Mercado del Marisco. Actualmente, estas áreas están atiborradas de cantinas y prostíbulos que sirven las necesidades de los marinos que atracan en el Muelle Fiscal. A su traslado a Vacamonte, el área también debe gozar de incentivos fiscales para el desarrollo de un atractivo turístico similar al afamado Fisherman’s Wharf de San Francisco, California, repleto de hoteles, restaurantes y atractivos hábilmente administrados,   no por el Estado sino por su Asociación de Comerciantes (San Francisco Fisherman’s Wharf Merchants Association.

Desarrollando estas tres importantes áreas, y añadiendo como apéndice el Mercado del Marisco, vamos mucho más allá del Plan Maestro de Turismo Sostenible 2008-2020 en la ejecución de un turismo de altura que complemente los rascacielos citadinos sirviendo como un verdadero espaldarazo al turismo internacional. Teniendo en cuenta que la mayor parte de este desarrollo nace de la empresa privada, hace sólo falta que el nuevo gobierno se ponga las pilas, promueva los incentivos y se dedique agresivamente a la búsqueda de los inversionistas. ¡Es esta la esencia del verdadero cambio!

Iglesia de San Francisco de AsísIglesia de San Francisco de Asís
<> Artículo publicado el Viernes 31 de Jul, 2009 en la revista Turismo Global,  a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/figueroa-navarro-jaime/

Sobre el Casco Antiguo

La opinión de…

Giampiero Riccio

Soy un ítalo-venezolano recién llegado a Panamá.   Aunque llevo casi tres años entrando, saliendo y paseando por todo este bello país, aún me considero como tal, quizás porque no alcanzo, aún, a comprender muchas cosas de él.

Vine con la intención de invertir una parte sustancial de mis ahorros en proyectos de restauración en el Casco Antiguo de Panamá. Y como todo inversionista, espero obtener un retorno razonable de mi capital, que tenga relación con los riesgos que he asumido.  Pero aparte de mi interés como inversionista, me movió hacia acá el deseo de ocuparme en algo retador y entretenido y, a la vez, contribuir de alguna forma con el rescate de esta bellísima parte de la ciudad. Tomé esa decisión y no me arrepiento.

Desde que llegué, he tenido oportunidad de conocer gente extraordinariamente comprometida con el desarrollo del Casco Antiguo.   Se trata de personas que a diario aportan esfuerzos concretos en la búsqueda de una mejoría de las condiciones sociales y ambientales de esta pequeña comunidad.

Pero, en contraste con ello, me ha sorprendido la aparente desidia y desinterés por fomentar y desarrollar el Casco Antiguo por parte de autoridades, instituciones y gobiernos locales.   Hay una asimetría de esfuerzos entre algunos miembros del sector privado y las instituciones que deberían estar acopladas con los primeros, regulando, priorizando y evitando distorsiones y excesos.

Será por mi condición de recién llegado, pero no entiendo por qué a muchos panameños les cuesta tanto entender el valor extraordinario que tiene el Casco Antiguo.   Me refiero no solo al valor cultural, histórico y ambiental, sino al valor económico, mesurable en términos de generación de servicios, empleos, ingresos turísticos, etc.

Acabo de regresar de un viaje familiar a través de varias ciudades de Europa y no pude evitar las comparaciones que se atropellaban en mi mente al pasear por los cascos históricos de Delft, Praga, Bratislava, Budapest, Salzburgo y Estrasburgo.   En todos estos sitios me impactó la “vida” que tienen estas ciudades, de noche y de día, y todos los días de la semana.

Se trata de una “vida” que se alimenta por una parte de la mezcla armoniosa de espacios físicos cuidados y mantenidos, tales como plazas, jardines, calles y edificaciones y, por otra parte, de la preservación de monumentos históricos como iglesias, sinagogas, conventos, fortificaciones, etc. que se entremezclan con residencias, comercios, restaurantes y cafés, todo lo cual atrae a millares de personas a estas pequeñas ciudades generando la demanda y a la vez la oferta de eventos culturales, conciertos y exposiciones que retroalimentan la actividad económica.

En el Casco Antiguo de Panamá pareciera que estamos aún lejos de allí.   Como “recién llegado” no comprendo por qué cuesta tanto establecer unos mecanismos fiscales que estimulen la revitalización de los inmuebles abandonados y castiguen la práctica improductiva (para la sociedad, no para sus dueños) de engordar fincas en espera de algún incauto que pague precios exorbitantes por ellas.

Tampoco comprendo cómo pueden ser ciertos los rumores que circulan sobre un proyecto que contemplaría rodear el Casco Antiguo con una extensión de la cinta costera. ¿Es posible creer que en Panamá no se entienda, a nivel de gobierno, que ese proyecto es una barbaridad que distorsiona su carácter, destruye su identidad histórica y afecta irremediablemente su futuro?

El Casco Antiguo es uno de los activos más conspicuos que tiene Panamá. Pero muy pocos lo ven así, porque es una joya escondida. Qué bueno sería que un gobierno hiciera del Casco una de sus prioridades y buscara dejar un legado a la posteridad como aquél que finalmente descubrió ese diamante en bruto y decidió pulirlo y mostrarlo.

En mi opinión, ese gobierno sería mucho más recordado por eso que por construir cintas costeras, torres extremas, centros de convenciones u obras puntuales de infraestructura. Los panameños de las generaciones futuras y el resto del mundo se lo agradeceríamos.

<> Este artículo se publicó el 20 de septiembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos,   lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

De jardines moribundos y otras hierbas

La opinión de la Médico Cirujano…


Amarilys Taylor Schwander

Si queremos pensar en un jardín en donde calles y veredas bordeadas de hermosos árboles de sombra acogedora y grata nos reserven el frescor de sus verdes frondas, no podemos mostrar a los visitantes de otros países el otrora centro de la ciudad y ahora pálido reflejo de lo que fue, nuestro Casco Antiguo.
Desde hace algunos meses este lugar que todos los panameños deberíamos poder enseñar a amigos extranjeros como a visitantes del interior con orgullo, además de sufrir de un lastimoso abandono, pese a los esfuerzos vanos y agotadores de una oficina del Casco Antiguo que no puede más, esta hermosa herencia del pasado, no solamente está mal cuidada sino que ahora está amenazada por la incuria y la falta de cultura de todos los gobiernos de paso.

Un informe de la Unesco ha pedido a las autoridades detener el avance de la Cinta Coimera (recuerden que costó 189 millones, que no es un lugar de esparcimiento sino un cruce de autopistas).   Lugar peligroso tanto para la seguridad como para la salud de los intrépidos que se aventuran en ella y que ya sea caminando o corriendo respiran los gases tóxicos que arrojan un sinnúmero de autos en perenne «tranque».

Nuestro país ha sido tema en la última reunión en Brasil de esta entidad internacional que estuvo a punto de declarar la vieja ciudad «patrimonio en peligro».   ¿En peligro de qué ? En peligro de ser sencilla y puramente desfigurada por una Cinta Coimera prolongada pues se ha hablado ya en el 2009 de «una tercera fase que continuará la precitada obra hasta Amador «. La tan cacareada Costanera que iría ¡hasta Pedasí!

¿Porqué nada me extraña ni me asombra de esta fechoría que se quiere cometer?    Este gobierno como todos los que le han precedido, tiene una agenda mercantil en la cual no hay cabida para preocupaciones históricas, no se cuida lo poco que queda, se trata de «hacer” cosas sin importar el impacto ambiental, ni la propaganda engañosa que se le hace a los extranjeros que admiran los mismos huecos de las calles que año tras año se vuelven más grandes; el arco chato que se desplomó después de cientos de años de haber resistido, una miseria a penas disimulada, gentes desarrapadas que viven en casas peligrosas a punto de desplomarse.

Los que vienen, vieron, se horrorizaron y no volverán. Necesitamos a alguien que verdaderamente tome la responsabilidad de obligar a los propietarios de las viviendas de este » Conjunto Monumental» dándoles un plazo razonable, a reconstruir sus propiedades.

Es urgente que el gobierno se comprometa a no hacer una extensión de esta obra «costera» que ya desfigura toda la ciudad, que se hagan intervenciones arquitecturales cónsonas con la arquitectura existente, en fin que sin intervenciones politiqueras, se resucite la vieja ciudad. ¿Será esto posible o vamos a caer nuevamente en los «panameñismos» de decidir de no decidir, de confiar las cosas a «amiganchos» y en fin de cuentas, dejar el desastre tal cual está?

Lástima para el Casco Antiguo, lástima para nosotros que nos quedaremos sin historia, sin pasado, con unas construcciones espúreas que sólo satisfacen a sus desalmados y avariciosos dueños.

<>Artículo publicado el 8  de septiembre de 2010 en el diario  El Panamá América a quien damos, lo mismo que a la autora,  todo el crédito que les corresponde.

Proyectos y conservación patrimonial

La opinión de….

Orlando Acosta

Hemos planteado, en otras entregas, algunos conceptos y opiniones sobre el tema de la gestión de los sitios panameños bajo las categorías de reconocimiento mundial, los grandes proyectos urbanos y los instrumentos de evaluación ambiental.

Nos preocupa cómo los grandes proyectos urbanos de carácter vial afectarán el presente y futuro de estos sitios.   Estamos hablando de la extensión de la cinta costera, el posible entronque con el sector de Amador, el Metro Bus y la extensión del Boulevard Motta con la Avenida 12 de Octubre. Veamos.

Hace semanas un informe presentado por la Unesco evaluó la consideración de la exclusión de los sitios de Panamá Viejo y el Casco Antiguo de la categoría de Patrimonio Mundial, para ser ingresados en la lista de patrimonios en peligro.  Las razones son la poca claridad o el mensaje erróneo que el Estado panameño está enviando con relación a la política y gestión de los sitios patrimoniales bajo nuestra administración.

La extensión de la cinta costera frente al antiguo terraplén, en las cercanías del Casco Antiguo y la ausencia de un instrumento de gestión ambiental, aplicado al proyecto para evaluar el alcance de la intervención sobre los valores patrimoniales, es el asunto que gravita, entre otros, sobre la condición y futuro del sitio.

La posible extensión de la cinta costera para unirla al desarrollo de Amador se está considerando, sin que el impasse relacionado con los estudios de impacto ambiental, impuesto por la Ley 30 haya sido solventado.

La intervención del Estado en este proyecto de vialidad pone en riesgo definitivo los valores del Casco Antiguo y su condición patrimonial de carácter mundial.

Sobre el sitio de Panamá Viejo el asunto no es menos grave. Se publicó recientemente información sobre el proyecto Metro Bus y la localización de estaciones de origen o destino, una en las cercanías de la estatua de Morelos y otra, en el Puente del Rey. En adición, se plantea la construcción de otro tramo marino frente a la playa para unir el Boulevard Motta en Costa del Este con la Avenida 12 de Octubre. La infraestructura de transporte del Metro Bus encajona el sitio patrimonial de Panamá Viejo.   En este caso, un instrumento metodológicamente aceptado y normado, como lo es el estudio de impacto ambiental, brillará en ausencia.

Los estudios de impacto ambiental son importantes para evaluar el efecto que tendrán estos proyectos sobre el presente y futuro de dos sitios de valor patrimonial y de carácter universal.

Los estudios de impacto ambiental sirven para analizar de forma estratégica los elementos de política que conducirán a una condición de sostenibilidad o sustentabilidad ambiental, social, administrativa y, finalmente, a la conservación de los sitios de Panamá Viejo y el Casco Antiguo.

El estudio de impacto ambiental sirve para analizar y articular la política pública con relación a los desarrollos urbanos y a la conservación patrimonial. Es útil como instrumento de consulta ciudadana; apoya los conceptos de gobernabilidad y apuntala los procesos democráticos.

Urge la discusión del presente y futuro de los sitios de patrimonio mundial bajo nuestra administración. Urge evaluar el alcance y modificaciones a la regulación ambiental. Urge cimentar las bases de un futuro promisorio y de una sociedad panameña democrática, moderna y científica.

<>Artículo publicado el  2  de septiembre de 2010 en el diario La Prensa,   a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Nuestros Museos

Reproducimos el artículo de  opinión del Director Ejecutivo de Fundación Instituto Panameño de Estudios Cívicos, Ingeniero.…

Guillermo Antonio Ruiz –

Con la apertura de un nuevo museo religioso en el Casco Antiguo nuestras autoridades dan un paso positivo y de aplaudir para mejorar una dolencia de nuestra querida Ciudad de Panamá y quizás de todo el país: la falta de una oferta de museos adecuada.

Es común entre los panameños al viajar a distintas ciudades del exterior la visita a museos, cosa que no hacemos en nuestro país. ¿Por qué?

Salvo el museo del Canal de Panamá en San Felipe, nuestro país tiene un bajo inventario de verdaderos museos y los que existen parecen más salas de exhibición que museos en propiedad.

El Museo de Ciencias Naturales, ubicado en un hermoso edificio en la Avenida Cuba, es un verdadero desperdicio.   El que debería ser el sitio por excelencia que todos los estudiantes de escuela primaria deberían visitar es un museo con pocas salas y con un presupuesto realmente irrisorio. El Ministerio de Educación podría hacer un convenio de apoyo al INAC y con la colaboración de instituciones científicas suplir regularmente de atractivos a este museo en un país que es crisol de fauna y flora. Me temo que con la inauguración del Museo de la Biodiversidad, el Museo de Ciencias pierda total atractivo cuando perfectamente pueden ser complementarios.

Panamá necesita un museo que muestre nuestras relaciones con Estados Unidos a través del tiempo a propios y extraños.   Las más de 20 invasiones y su historia, la relación entre la Zona del Canal y los gobiernos panameños, y sobre todo un extenso y bien documentado material multimedia de la lucha por la recuperación de nuestro canal sería sumamente atractivo para comprender esta relación única en nuestro continente.

Para crear un lugar así el sitio ideal debería ser la antigua embajada norteamericana en la Avenida Balboa. Pero como alguien tiene una “mejor idea” para ese sitio, en el Casco Antiguo existe un edificio donde operó por décadas el First Nacional City Bank el cual, con la creación de un patronato similar al que se creo para el Museo del Canal, con el apoyo del INAC, canales de televisión, historiadores y otros se pueda recoger un rico material audio visual y así se podría cristalizar esta obra.

Definitivamente que el Museo Reina Torres de Araúz necesita ser la prioridad uno del INAC.   Se necesita construir la infraestructura necesaria para que se puedan mostrar todas las piezas precolombinas actualmente almacenadas y una cartelera de eventos y exhibiciones dinámica haría de esta joya de la corona de nuestros museos un sitio obligatorio de visita para locales y extranjeros. Lo mismo para otros museos del interior que con algo de apoyo de la empresa privada, serían la primera parada de los turistas a estas regiones del país.

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Este artículo se publicó el  22  de agosto de 2010 en el diario  El Panamá América,  a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El decadente Casco Antiguo

La opinión de….

Eugenio L. Morice

Muchos ignoran el porqué los inmuebles del Casco Antiguo están deteriorados y sin nuevas edificaciones, pese a contar con infraestructuras que envidian un número plural de suburbios y conurbios del eje metropolitano; la respuesta radica en la vigente ruinosa Ley de Vivienda No. 93 de 1973.

Ley que los poderosos de la economía lograron zafarse con el Decreto Ejecutivo No. 294 de 1994, que liberó a los alquileres mayores a B/.150.00 de los arbitrarios controles de la ley de marras, manteniendo los de cánones inferiores sometidos a la ley que desconoce el derecho de propiedad y que, en su génesis, propuso arruinar a los arrendadores.

El único rubro sin subsidio estatal y ajeno a la libre oferta y demanda son los inmuebles bajo la Ley 93, que han calificado de interés social, no obstante que el subsidio lo traspasan al propietario.

Los arrendadores de las viviendas caras se reservan grandes ventajas: fijan la duración del contrato de arrendamiento a sus anchas, con la gracia de subir el canon a sus antojos; en caso de mora no recurren al Ministerio de Vivienda (Mivi) sino ejecutivamente a juzgado municipal; le cargan la tasa de aseo al arrendatario y solo se les exige que depositen un mes de alquiler al Mivi, cuantía que pasa a la cuenta millonaria del Banco Nacional.

Aquellos que invirtieron en el alquiler de casas destinadas a los de menor ingreso deben someterse al formato del Mivi, que impone el contrato por tres años, concediéndole solo al arrendatario el derecho de prorrogarlo; y si aspiran a subirlo tendrán que someterse a un proceso costoso, engorroso y demorado que disuade al dueño de emprenderlo; si el inquilino se muda, se traspasa el contrato al pariente hasta el cuarto grado de consanguinidad; debe pagar el consumo de agua del inmueble sin poder controlar el consumo, bajo la misma tarifa de aquel que alquila a $1,500; obligado a reparar los desperfectos; costear el servicio de aseo, tasa de aseo, impuesto de inmueble y rentas sin importar la alta morosidad o que no se recaude para cubrirlos; para demandar a un inquilino que debe 10 meses, a un canon de B/.50.00, exigen un rosario de requisitos cuyo costo supera lo adeudado por el moroso.

Como resultado de esa nefasta ley, muchos propietarios optaron por condenar los inmuebles, con ello se aceleró su destrucción, y es que el salario mínimo no alcanza para arrendar una vivienda de B/.150.

Este gobierno con una mano protege a los ricos y con la otra aplica la política populista de regalar migajas pecuniarias que no resuelven las necesidades del recipiente; ha impuesto timbre a todos los recibos por cánones mayores a B/.50.00 y, para colmo, agregado la tasa de alcantarillado, esto para culminar el afán de arruinar a los que a duras penas mantienen los inmuebles con alquileres congelados inferiores a B/.150.00;   sin embargo, los supermercados en goce de la libre oferta y demanda e incluso convertidos monopólicamente en productores y distribuidores de cuanto venden.

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Este artículo se publicó el 22 de agosto de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Por las rutas patrimoniales

La opinión de la Arquitecta y Ex Ministra de Estado….

MARIELA  SAGEL

Gracias a los lectores que opinaron sobre mi artículo de la semana pasada, en el cual tocaba el tema de atraer un turismo cultural, que tenga como destino las ruinas de Panamá Viejo, el Casco Antiguo, el Fuerte San Lorenzo, Portobello y otros monumentos, como la Iglesia de Natá, la de San Francisco de la Montaña y muchos otros, me he sentido incentivada a seguir aportando en el tema, toda vez que la reunión de la UNESCO, celebrada en Brasilia, no nos puso como ‘sitios en peligro’, por lo que tenemos que continuar en la lucha para preservar nuestro acervo cultural.

Durante la administración del ex presidente Ernesto Pérez Balladares contamos con las directrices de la experta consultora Hanna Ayala, quien desarrolló, junto a un equipo interdisciplinario, el novedoso concepto de ‘Turismo del Conocimiento’.   El Doctor Omar Jaén Suárez participó en ese equipo como geógrafo e historiador y el resto estaba formado por biólogos, antropólogos y profesionales de otras disciplinas, que rescataron las rutas patrimoniales que incluían la transístmica, que comprendía su historia y sus atractivos.

De ese equipo, según entiendo, resultó un enjundioso documento, bastante voluminoso, con información valiosa y preciada, que debe reposar en el IPAT, ahora llamada Autoridad de Turismo de Panamá. Mal pueden clamar los responsables de esa entidad, que debe velar por conducir la política de atraer turismo, que los sitios históricos, como el Casco Antiguo, no son del interés de los que nos visitan.

En el caso concreto de San Felipe, tal como lo he expresado en entregas anteriores, existe una mala interpretación de las regulaciones y una malversación de los puestos directivos que intervienen en la toma final de las decisiones. Los promotores del Hotel Central, por ejemplo, además de irrespetar la altura, han eliminado las ventanas bíforas y los vanos con arco rebajado (escarzano) y el frontón, del segundo y el primer piso respectivamente. Siguen escavando a un costado como si buscaran petróleo, lo que seguramente provocará más erosión y Dios no quiera que se les venga abajo otro muro.

Pero en la Plaza Catedral empezaron las anomalías a partir de que se destruyera el edificio del Arzobispado y se convirtiera en Casa Alianza, lo que no estuvo apegado a ninguna referencia histórica ni arquitectónica.   El Museo del Canal Interoceánico rescató la plaza cuando fue restaurado en 1997, después de haber servido de sede del Ministerio de Educación y de los correos nacionales, entre otros usos que se le dio.   Recordemos que este valioso inmueble fue la primera estructura que albergó la Compañía del Canal Francés, previo a nuestra independencia. Su excelente manejo, una vez conformado el Patronato que lo rige, demuestra que la voluntad de hacer bien las cosas ha tenido continuidad precisamente por su independencia de las sucesivas administraciones.

El edificio del Ministerio de Gobierno y Justicia, que está adosado (back to back, como se dice en inglés) al Teatro Nacional, fue restaurado con mucho respeto. Este edificio, originalmente llamado Palacio Nacional, fue construido en 1908 bajo los planos diseñados por el arquitecto Guisseppe Ruggiere, incluyendo también la estructura del teatro, en el estilo neoclásico tan propio de los primeros años del siglo XX. Para aderezar más la mística del inmueble, y en virtud que antes de albergar oficinas de gobierno fue un claustro de monjas, se dice que en las noches se escuchan los pasos de las religiosas deambulando por los pasillos. Lo que sí es cierto es que su estructura es muy sólida y las paredes son tan anchas que las señales de los teléfonos celulares se pierden en algunos puntos del edificio.

No han corrido con tan buena suerte otras estructuras del gobierno, como la Casa Amarilla, la misma Presidencia o el Ministerio de Relaciones Exteriores, los que caen en lo feamente restaurado por los caprichos de insertarles elementos que no vienen al caso, casi que por arte de birlibirloque.

Ya que he ido señalando lo bueno, lo malo, lo feo y lo horrible que se ha hecho o se está haciendo en el Casco Antiguo, toca ahora velar y exigir que se cumplan como deben ser las normas y regulaciones y no andemos persiguiendo a última hora una acreditación que en buena hora nos dieron y que no hemos entendido a cabalidad su alcance.

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Este artículo fue publicado el  8 de agosto de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos, lo mismo que al autor o autora, todo el crédito que les corresponde.

El Casco Antiguo de Panamá, un patrimonio en peligro

La opinión de la Arquitecta y Ex Ministra de Estado….

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MARIELA SAGEL


En el año 1997 el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá fue declarado Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO (siglas en inglés de la Oficina de las Naciones Unidas para la Educación, las Ciencias y la Cultura). Este asentamiento fue el segundo constituido como capital de la república y fundado en 1673, posterior a la destrucción por enfermedades y ataques de piratas que sufriera lo que se conoce hoy como Panamá La Vieja.

Ambos conjuntos históricos y monumentales están ahora mismo en peligro de perder la categoría de Patrimonio de la Humanidad por razones muy diversas, pero que afectarían enormemente tanto la imagen del país como atractivo tanto turístico como histórico. Este hecho, además, dejaría muy mal al gobierno por su falta de coherencia y supondría un deshonor para todos los panameños.

Panamá La Vieja está en esa cuerda floja por diversas afectaciones externas provocadas por el lógico deterioro y una aguda falta de presupuesto que se combinan para sabotear la diligente preservación que lleva a cabo su patronato. El Casco Antiguo ha sido llevado a esa situación por la violación a las normas establecidas, tanto de parte de las autoridades como de particulares y los mismos propietarios que dañan los inmuebles o le restan autenticidad. Toda esa maraña de cables, tragantes, carteles, invasiones, así como la acción inmisericorde de las pandillas y depredadores de cuello y corbata lo han llevado a una situación que debe avergonzarnos como panameños responsables, cuando lo que deberíamos es estar orgullosos de contar con una joya arquitectónica e histórica como ésa.

La culpa no la tiene una sola entidad sino la malversación en la dirección de varias que no se ponen de acuerdo y no tienen una visión coherente hacia dónde ir. Inicialmente se constituyó la Oficina del Casco Antiguo, que dependía del Ministerio de la Presidencia, pero que ahora ha pasado a la Dirección del Instituto Nacional de Cultura (INAC). Inciden también en las decisiones la Dirección de Patrimonio Histórico (dependencia del INAC) y el Municipio de Panamá, a través de la Dirección de Ingeniería Municipal. Existe tal zaperoco en la aprobación de lo que debe ir y lo que no –además de serios indicios de corrupción de funcionarios pasados y actuales, y el usufructo de las posiciones decisivas por parte de los menos competentes— que ha colocado algo que nos debería enorgullecer al borde de la categorización de ‘sitios en peligro’, donde no va a haber inversión y que sumará aún más al desprestigio del país.

Este sitio histórico, que visitan muchos turistas como parte de la lista que la UNESCO ha catalogado como ‘World Heritage Sites’ (lugares de herencia mundial), sitios que hay visitar antes de morir, atrae a miles de personas anualmente que se dedican a recorrer estos conjuntos.

Son varias las edificaciones que ponen en peligro un patrimonio de todos los panameños que se gestó con mucho esfuerzo, fue escenario de las luchas sociales y nacionalistas que determinaron nuestro rumbo como nación, y que a través de las diversas gestiones, ha ido perdiendo impulso y prioridad: el PH Independencia, cuyas referencias históricas no le permiten excederse más de tres a cuatro niveles, y ya va por 11. Este polémico inmueble está ahora mismo paralizado por todas las demandas y contrademandas que le han puesto los arquitectos restauradores que se mantienen vigilantes en preservar el legado de nuestra segunda ciudad histórica, pero no debe sorprendernos que algún iluminado le dé por levantarle esa alarma y siga alcanzando su objetivo de deslucir nuestra herencia cultural.

Al Hotel Central, otro emblemático inmueble que fue construido en 1880, se le ha derrumbado en dos ocasiones una de sus paredes y se tratado de esconder uno o dos niveles dentro de una disfrazada mansarda. El antiguo Club Unión, que fuera posteriormente el Club de Clases y Tropas, y que ha sido objeto de varios intentos de restauración, ahora mismo corre peligro de que se remodele como un adefesio más con que se disfraza lo ‘avant garde’ en nuestro país. Menciono estos como de muestra, tres botones.

Cuando la UNESCO puso los ojos en el Casco Antiguo lo hizo confiando en que el gobierno, sea el que fuera, se mantendría vigilante para que se cumplieran estas normas; lo hizo creyendo en que las autoridades locales se esforzarían en rescatar aquello que caracterizó una época de nuestra historia patria. Por encrucijadas parecidas han pasado otros países, como Egipto, que vio amenazadas sus pirámides por el proyecto de la construcción de una vía en las cercanías y ante eso, el gobierno de aquel país tomó partido a favor del valor histórico y el atractivo que el sitio representaba y cambió el recorrido trazado, lo que le causó un enorme desembolso, pero le permitió conservar su tesoro. Igual e imaginario lo hace el escritor Juan David Morgan, en su libro ‘El Silencio de Gaudí’, al novelar el trazado del tren AVE por debajo de la Sagrada Familia, iglesia inacabada de Antoni Gaudí, el arquitecto catalán, en Barcelona, en una historia de espionaje, intrigas clericales y el enamoramiento entre un cura y la arquitecta a cargo de la obra.

Perder la categoría de Patrimonio de la Humanidad para el Casco Antiguo, así como para Panamá La Vieja, sería una vergüenza nacional y un desprestigio internacional. Leyes y reglamentaciones sobran para que se siga el plan maestro concebido inicialmente y que ha sido dejado a un lado en estos 13 años desde que se logró tan ansiado reconocimiento.

¿Queremos un país de plástico o uno que ofrezca tanto atractivos históricos como riquezas naturales, que combine lo moderno y donde respete lo antiguo? En manos de todos nosotros está esa decisión.

Para mayores informaciones ingresar a: www.conservatoriosa.com o www.hacheuve.com

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Artículo publicado el 25 de julio de 2010  en  Facetas, suplemento cultural de La Estrella de Panamá, a quienes demos, lo mismo que a la autora que nos envió el material por e-mail, todo el credito que les corresponde.

La gran muralla que salvó a Panamá

La opinión de…

Patrizia Pinzón

Aquí estamos en nuestro Panamá de hoy lleno de rascacielos, pantallas gigantes, buses y tecnología digital. De polución y problemas políticos. Pero dentro de todo, nos hemos convertido en una ciudad exitosa en Latinoamérica, el sitio hub por excelencia en donde nuestra economía ha podido crecer incluso dentro de las crisis mundiales. Pero nada de esto hubiera sido posible sin nuestra gran muralla.

Al igual que la Gran Muralla China, la muralla que rodea el Casco Antiguo y su plataforma rocosa nos defendieron a capa y espada, permitiéndonos crecer como pueblo y más tarde pensar en transformarnos en República.   El que vive hoy piensa que las cosas “siempre fueron así”. Pero para 1671 era un hecho que cientos de panameños morían en manos de las enfermedades que traía el pantano que rodeaba Panamá la Vieja y por los ataques piratas. Si queríamos sobrevivir, teníamos que mudarnos… y rápido. O perderíamos Panamá para siempre.

La escogencia del sitio no fue casualidad. La península de vientos cruzados era más saludable ya que alejaba a los temibles mosquitos. Las rocas de su plataforma continental daban la perfecta base para la construcción de la muralla y evitaban que barcos pesados se acercaran demasiado. Sin esas condiciones no hubiese habido un Casco Antiguo, y mucho menos una declaratoria de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Hoy día, la muralla y su rocoso paisaje ofrece a los turistas y visitantes nacionales su dramática belleza. Especialmente, cuando la marea baja se puede caminar y admirar el atardecer o amanecer mientras se bordea la impresionante muralla. Estar ahí, entre rocas de distintos colores y formas, da la impresión de estar en otro planeta. Además se puede apreciar a los caracoles y las aves marinas que cruzan buscando alimento. El sitio es un oasis para la vida natural y una puerta a nuestro pasado, cuando los carros no decidían la escala de nuestra vida. Tiene un potencial turístico increíble. Se me encoge el corazón de pensar que en algún momento alguien inclusive pensó en pasarle una carretera por encima. ¿Será que los panameños nunca podremos apreciar lo que tenemos… sino hasta que lo perdemos?

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Este artículo se publicó el 28 de julio de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que a la autora,  todo el crédito que les corresponde.

Cuando destruimos la memoria

La opinión de…

ERNESTO A. HOLDER

Me maravillaba la otra noche cuando veía un reportaje sobre el ‘Bridge Café’, ubicado en la 270 Water Street, a un costado del famoso puente de Brooklyn, en la ciudad de Nueva York.   El reportaje se enfocaba en la existencia del local por más de 216 años como negocio de bebidas y alimentos.

En el censo de 1860 realizado en la ciudad, la mencionada dirección fue documentada como el hogar de ‘seis prostitutas irlandesas’, y un artículo de la revista Time señaló que el ‘Bridge Café’ ha sido un establecimiento de bebidas desde 1847, convirtiéndolo en ‘el más antiguo bar de la ciudad de Nueva York, continuamente en operación’.

Hoy el ‘Bridge Café’ es reconocido por los neoyorquinos como un sitio histórico. Según el articulo del Time, su famoso ex alcalde, Edward Koch, ‘… atendía asuntos de la ciudad dos veces a la semana en este local desde su mesa privada y, aún hoy en día, algunos políticos locales aprovechan la atmósfera comunal y tranquila del lugar para realizar negocios entre una que otra cerveza’.

Quizás algunos vean un tanto mundano y folclórico este ejemplo para las razones de este artículo, pero este diario informó el pasado miércoles en un articulo titulado ‘El Casco Antiguo, ‘sitio en peligro’’ que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ‘viene evaluando la posibilidad de degradar al Casco Viejo o, en términos técnicos, pasar de su actual condición a ‘sitios en peligro’’.

El Casco Antiguo de la ciudad de Panamá junto a los fuertes coloniales de Portobelo y San Lorenzo y el sitio arqueológico de Panamá Viejo gozan de la categoría de Patrimonios Históricos de la Humanidad que confiere la UNESCO. La Estrella señala que, según el Instituto Nacional de Cultura, ‘… miembros de una comisión evaluadora de Patrimonio de la UNESCO que recientemente estuvieron en Panamá entregarán sus sugerencias y recomendaciones para ser evaluadas el próximo 24 de julio en Brasil’.

El afán en las últimas décadas ha sido el de construir y construir, y no el de preservar. Numerosos proyectos de viviendas, resorts exclusivos y enormes rascacielos están en construcción o se han planificado para el futuro. Ningún área del país —la ciudad, el campo, las playas, las islas, las montañas— escapa de un proyecto concebido para exhibir un ambiente de desarrollo y prosperidad. Un cálculo ligero plantea que hay miles de propuestas habitacionales o espacios para negocios u oficinas, cuyo valor promedio será de unos B/.125000. (Hay proyectos cuyo precio unitario está por arriba del millón de balboas).

La fiebre de construcciones modernas ha afectado nuestro Casco Antiguo, en la manera en que inescrupulosos inversionistas han falseado sus intenciones para obtener acceso, para luego incumplir con los señalamientos técnicos establecidos para el área, causando daños posiblemente permanentes a estructuras antiguas y de incalculable valor histórico al complejo universal. Igual argumento podemos hacer con respecto al área de Bella Vista y La Exposición, en la ciudad capital.

El ejemplo del ‘Bridge Café’ se hace con la intención de que pongamos en perspectiva el valor que las sociedades de primer mundo (si queremos en realidad llegar allá) le dan a su Memoria Histórica, esto incluye la de su cultura popular. Es harto sabido el cuidado y orgullo que los estadounidenses y los habitantes de otras naciones ponen en la preservación de su historia. No quiero pensar que algún inversionista de los que negocian en nuestro país hubiera, hace tiempo, destruido el pequeño edificio de ladrillos de más de 200 años que alberga el ‘Bridge Café’ para erigir uno de sus rascacielos.

A nadie le parece importante invertir y preservar nuestro pasado. La destrucción de nuestra memoria como país y sociedad parece preocuparles a muy pocas personas en posiciones de liderazgo que pueden influir para que se detenga este asesinato histórico. Y esto no es únicamente con las estructuras arquitectónicas. Todos los historiadores con los que he podido hablar sobre el tema han expresado dolor y frustración con el robo, saqueo o la depredación de documentos históricos de gran valor que reposaban en nuestro Archivos Nacionales.

En el libro ‘Path of Empires’, el historiador estadounidense Aims McGuinness relata esa frustración cuando le fue imposible tener acceso a una serie de documentos históricos que había solicitado al personal de los Archivos y que deberían estar allí. Tenemos, como nación, enormes desafíos para corregir las deficiencias actuales en lo sociopolítico y cultural. Pero claramente la mayoría de los personajes o grupos que nos deben guiar cotidianamente manifiestan marcada incapacidad para asumir las responsabilidades presentes. No hay madurez política, ideológica ni mucho menos cultural. Y si seguimos por ese camino, no habrá textos, estructuras ni documentos que nos recuerden de dónde realmente venimos.

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Artículo publicado el 28 de junio de 2010  en el  Diario La Estrella de Panamá , a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

¿Zona histórica o ‘parking lot’?

La opinión de…..

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Yoli de Fábrega


Los residentes del Barrio de San Felipe (Casco Antiguo) vivimos con pasión e interés el desarrollo de esa zona, que estuvo abandonada como vividero de precaristas y que ahora se transforma en área valorizada, como centro de interés turístico de primer orden.

Desde mi balcón tengo una vista privilegiada del desfile diario de turistas que visitan al Casco Antiguo y mi alegría y curiosidad son grandes al observar sus caras sorprendidas ante la belleza del barrio. Los veo entonces disparar sus cámaras fotográficas y capturar toda esa belleza que existe –y que los nacionales tardíamente están aprendiendo a apreciar–, en las edificaciones coloniales, las plazas, las iglesias, las estrechas calles, así como en las edificaciones gubernamentales y las remodelaciones de residencias privadas.

Esta frenética actividad me mueve a pensar que vamos bien encaminados. Sin embargo, soy de la opinión que se debe poner coto a los abusos que se cometen debido a la ignorancia sobre el tema de la valorización del barrio de San Felipe.

En este escrito quisiera apuntar mi crítica al desorden y al relajo que hay con el tránsito vehicular en este sector. El atractivo más grande que tiene el Casco Antiguo es poder caminar sus calles. Pero ahora resulta que esto no se puede hacer porque los dueños de automóviles se estacionan donde les venga en gana. Y así lo hacen encima de las estrechas aceras, por donde se podría caminar. ¡Además de impedir que caminemos por las aceras, las están destruyendo!

Los autos los estacionan en cualquier lugar, impidiendo la circulación de otros automóviles. El Casco Antiguo se ha convertido en un gran parking lot de camionetas 4×4.

Yo solamente pido a las autoridades dos cosas: La primera, que la Autoridad de Tránsito ponga severas multas y que retire con grúa los carros mal estacionados, sobre todo los que se estacionan en las aceras. Que devuelvan la circulación peatonal que el barrio se merece y que organicen racionalmente la circulación de autos, buses y camiones de gran tamaño por las calles, ahora mismo bastante deterioradas del Casco Antiguo.

La segunda: Siempre he pensado que fue un error haber cerrado la circulación vehicular por la Avenida Central. Esta vía era el principal acceso al Casco Antiguo. Pregunto: ¿por qué no recuperarlo? Muchos consideramos que fue una equivocación haber convertido la Avenida Central en un mercado de buhoneros y de venta de verduras, disminuyendo la importancia de tan importante arteria de circulación hacia el Casco Antiguo.

Resumiendo: Hay que tomar acciones para impedir el estacionamiento de automóviles sobre las aceras en el Casco Antiguo, y volver a hacer de la Ave. Central un área de circulación vehicular.

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Este artículo se publicó el  13  de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

¿Qué significa ser patrimonio de la humanidad?

La opinión de…..

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Patrizia Pinzón

La palabra “patrimonio” suele salir en los medios, generalmente, ligada al dinero que alguien se robó.

Sin embargo, patrimonio tiene un significado más amplio.  Según el diccionario, es el conjunto de bienes que una persona adquiere por herencia familiar.

También es el conjunto de bienes que posee una persona o una institución y que son susceptibles de estimación económica.  En sencillo: es algo que tenemos y que tiene un valor.

Como personas, tenemos cosas que nos importan muchísimo y que son nuestro patrimonio: la sortija que nos dejó la abuela, los libros de nuestros padres, los álbumes de fotos de la familia. Estas cosas cuentan una historia significativa: cuentan nuestra historia.

Quiénes somos, a través del quiénes fuimos… literalmente.  Una vez le pregunté a una amiga: si tu casa se incendiara, ¿qué salvarías? Me dijo, sin pestañear: los álbumes de la familia. Su padre había sido fotógrafo y murió luego de una larga enfermedad.

Sus álbumes contenían recuerdos hermosos de cuando joven, con su madre, con la familia de chicos.

Era una colección invaluable

–para ella– por la cual arriesgaría sin pensarlo su vida. La memoria de su padre.

Todos llevamos algo con nosotros que es un símbolo y representa algo de nosotros mismos.  Como sociedad, hacemos lo mismo, sepámoslo o no.

Los panameños, como sociedad, tenemos una serie de cosas en nuestro armario que son netamente nuestras.  Nuestra cultura pacífica y llena de celebraciones, nuestra historia.

Como país, esa historia está contada en los álbumes de nuestras fotos, nuestras casas, nuestros sitios y monumentos.

Pero como panameños, no estamos solos. El país –nuestro pequeño país que alguna vez fue definido como el ombligo del mundo– jugó un papel importante en el ámbito mundial. Por tanto, algunos de sus sitios han sido declarados patrimonio… no solo por Panamá, sino por el mundo.  Es decir, que para el mundo estos sitios ayudan a entender la historia de la humanidad como un todo.

Y a aquellos países en donde estos sitios se han encontrado y declarado, les viene la responsabilidad de protegerlos.  No solo porque definen el “quiénes somos” como país, sino porque ayudan a explicar el “quiénes somos” como seres humanos.

Panamá unió las Américas con Europa. A veces de manera controversial, más recientemente de forma comercial.  Pero sin el Casco Antiguo y Panamá Viejo, no se entiende completamente el movimiento crucial de la colonia española en el continente americano.  ¡Qué responsabilidad!

Cuando Panamá aceptó la declaratoria, se comprometió a cuidar de estos sitios.

De la misma forma en que cuidamos las cosas que son tan íntimamente nuestras, estos lugares merecen ser prioridad.

Son tan especiales como las pirámides de Egipto, sin las cuales no se entendería la historia de la civilización humana.

Hoy día, el Casco Antiguo necesita que lo quieran, lo entiendan y protejan ante las amenazas del cambio político, la falta de continuidad y de cumplimiento de normas.

Preguntémonos: ¿qué estamos dispuestos a hacer para salvar este álbum de nuestros abuelos?

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Artículo publicado el 17 de marzo de 2010 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que le corresponde