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luisfuentesmontenegro@gmail.com
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Los últimos días de año hay personas que se tornan más reflexivas, piensan o tratan de pensar con prudencia sobre muchas cosas que han girado en torno a su vida. Pensar no es malo cuando se piensa en positivo; pero pensar por pensar puede que sirva para caerse en lo meramente abstracto, en el ilusionismo tonto. La sociedad actual evoluciona sin pausa y en cada momento se encuentra atestada de innovaciones tecnológicas y valiosas que, cada segundo de vida del hombre moderno, resulta vital para el mayor aprendizaje en el menor tiempo posible; pero esta verdad no significa que sólo se debe ser una persona de acciones, pues ninguna acción sin pensamiento coherente y positivo alcanza un final completamente satisfactorio.
Pensar positivamente o con conciencia humanista de lo que somos, de lo que podemos ser y de lo que nos rodea no es cosa sencilla, requiere de formación y de valores; en una sociedad donde la formación y los valores andan trastocados, queda claro que no todo el que dice o presume de tener pensamientos positivos o con una conciencia humanista, verdaderamente los tenga. Esta realidad nos lleva al dilema de la hipocresía, sea como el carácter deplorable que identifican a muchas personas o como instrumento que se usa para hacer ver lo que no es o lo que no son, para conseguir algo. Quien quiera ser hipócrita, que lo sea, en algún momento se descubrirá propiamente que es una caca y que a todos los que creyó engañar, verdaderamente nunca los engañó, sino que sentían tanto desprecio por él o ella, que jamás importó todas las estupideces que hiciera o dijera.
Hay hipócritas en cada esquina; entre los políticos abundan, entre profesionales no hay excepción, en las oficinas públicas la cizaña está a la orden, todo esto se ha convertido en un diario experimentar o vivir, la carencia de formación sin valores y sin sentido humanitario ha convertido a la hipocresía en un instrumento de tantos, que emplean para triunfar.
La hipocresía es un rostro de la mentira, y la mentira es el método por excelencia de la deshumanización. Uno ve casas, hogares, pueblos que se han inundado por las lluvias, con niños, mujeres, ancianos, que han muerto o no tienen que comer, y al mismo tiempo usted encuentra dirigentes que sólo buscan ganar gracia porque quieren ser populares.
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<> Artículo publicado el 14 de diciembre de 2010 en el diario El Siglo, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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