Entre insensateces, usura y alegrías

La opinión del Comunicador Social….

ERNESTO  A.  HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Le hice dos preguntas muy puntuales a cinco personas que forman parte de ese círculo más amplio que nos rodea cada semana: un chofer, la señora que limpia, el de los periódicos, la billetera y una estudiante que hace práctica en la oficina. Les pregunté que si durante este mes que se avecina tuvieran unos inesperados B/. 100.00, ¿qué harían? La segunda pregunta era acerca de ¿qué quisieran que se mejore en el país?

Sobre la primera fueron poco cuidadosos, un tanto impulsivos. La segunda pregunta fue respondida en términos más generales, mezclados, reflexivos que me llevaron a tomar la siguiente decisión: voy a hacer lo posible por no exponer mis preocupaciones más fundamentales durante las próximas semanas. Promesa que me hago con mucho esfuerzo, porque soy uno de aquellos que creen que el rumbo por donde transita la Humanidad, en este tiempo que vivimos, es peligroso e irremediablemente envuelve a nuestra sociedad. Todos hablaron de sus familias.

Los cinco están hastiados de los problemas que nos agobian (reales o creados).   Las pendencias y escaramuzas entre políticos; esos son los que ven como fabricados. La pobreza, las dificultades cotidianas para ganarse ellos la vida, son molestias reales que inciden en su calidad de vida. Observaré juiciosamente las algarabías de la época que se avecina, consciente de que, invariablemente, muchos obstáculos estarán allí en la madrugada del nuevo año que está a la vuelta de unos 33 días.

Solo por mencionar, a razón de ejemplo, algunos asuntos que deben ser de preocupación colectiva. Se divulgó la semana pasada que: ‘Panamá pasó del puesto número 8 al 5 entre los países de América con mayor índice de Sida. Antes están Estados Unidos, Brasil, México y Colombia’.  Hablando de Colombia, está el tema de la asilada María del Pilar Hurtado, ex directora del Departamento Administrativo de Seguridad de ese país. Ella aprovechará para disfrutar del diciembre panameño en donde, como siempre, todos los temas penden en la euforia criolla por las fiestas.

A nivel internacional, el creciente conflicto entre las dos Coreas. Estos y otros asuntos como la educación y la violencia, después de la goma festiva, estarán allí a la espera.

Para algunos lo representativo de diciembre inició hace meses. Es en agosto cuando muchos comercios inician su publicidad para apurar y mantener en el subconsciente el consumo que engorda sus arcas; muebles e insumos ahora, para comenzar a pagar meses después de finalizados los festejos, un juegavivo por el enganche emocional y anticipado. Ganar la partida comercial.

La usura de los comerciantes es inagotable. Mis interlocutores semanales y, para ese efecto, el panameño común, gasta lo poco que han podido ahorrar o inician un periodo intenso de endeudamiento, haciendo compras con tarjetas de crédito que las instituciones financieras ofrecen con facilidad y sin el menor control. O recurren al amigo agiotista. La puja por los nuevos aparatos electrónicos: computadores, celulares, cámaras digitales, pantallas planas de televisión, eso es lo que debemos esperar en las próximas semanas. Con los B/. 100.00 inesperados, mis amigos transitorios, también sucumbirían a este desatino por encima de necesidades más apremiantes.

Cada persona sensata debe llegar a las mismas conclusiones una vez que hace un intento serio por profundizar y desmenuzar en un proceso analítico honesto, las conductas inducidas por culturas foráneas, contagiada y transferida de generación en generación. Este tiempo es para abusar de los incautos y aprovecharse de la insensatez de la entrega por parte de las clases productivas y populares, de su patrimonio ahorrado a fuerza de trabajo y limitaciones. Cientos y cientos de millones de balboas y otros cientos de millones que acumularán en deudas. Es tan irracional como el gasto en villas navideñas y utopías triviales en los que la Alcaldía capitalina se ha empeñado por segundo año consecutivo.

Lo que debe ofrecernos alegrías en un tiempo como el que estamos por vivir, y la razón por la cual pretendo deponer —temo que momentáneamente— mis ansiedades existenciales y de supervivencia, es el tiempo con la familia, tan mágico y especial para mis cinco conspicuos colegas como lo es para mí. Decía Anthony Brandt: ‘Other things may change us, but we start and end with the family’ (‘Habrá otras cosas que podrán hacernos cambiar, pero todo comienza y termina con la familia’).

Independientemente de que han caído en la trampa comercial de fin de año, todos refirieron sus íntimos y más sensibles deseos por el bien de los suyos: sus hijos, parejas, padres y/o hermanos. Del rostro de todos se desprendió un halo de felicidad y calor por cumplir y compartir con ellos. De sacar el tiempo, a como dé lugar, para abrazar a la familia. Una promesa, un sentimiento genuino y compartido entre ellos y yo.

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<> Este artículo se publicó el 29 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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Por un periodismo comprometido

La opinión del Comunicador  Social…

ERNESTO A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Cuando mencioné la semana pasada a los 38 periodistas que han muerto alrededor del mundo en lo que va de este año y a los 72 del año pasado, no fue sin la reflexión de que todos dieron sus vidas en el intento de exponer hechos que violentan el bienestar de la colectividad social. Guerras, tráfico de drogas, corrupción, entre otros peligros que acechan. Casi todos se encontraban en franco ejercicio investigativo y de cuestionamiento de los estamentos de poder para comprobar u obtener la información puntual. Ninguno murió por presentar dimes y diretes pueriles entre partidos y figuras políticas.

Ya en el 2007 el Instituto Internacional para la Seguridad de la Prensa, presentó en Bruselas, Bélgica, un trabajo investigativo que se llevó a cabo por espacio de dos años titulado Killing the Messenger (Matando al mensajero). Puntualizaba que: ‘un millar de periodistas y personal asociado murieron en todo el mundo en el intento de informar…’. Lo más importante del estudio es que solo una de cada cuatro muertes se dio en situaciones de guerra: ‘al menos 657 hombres y mujeres fueron asesinados, eliminados al intentar esclarecer los sombríos recovecos de sus sociedades’.

Tengo mucho más que decir sobre el ejercicio del trabajo de los medios de comunicación. Sobre el del periodismo y el momento actual. El social e histórico. El periodismo para el desarrollo de un país que busca aprovechar al máximo la recién recuperada soberanía y el control de su territorio. Un periodismo para la construcción de la sociedad del futuro, la sociedad de mis hijos y la de los tuyos.

En este momento muchos solo ven el tema en el marco de las recientes amenazas a la libertad de expresión por indagar e informar sobre los asuntos del gobierno. Asuntos de todos en un país democrático. Pero mis preocupaciones son más a fondo. Si el gobierno y las estructuras del poder tienden puentes de entendimiento con los trabajadores del periodismo por medio de una serie de agasajos y reconocimientos en el marco de la celebración del Día del Periodista, no significa que el trabajo se hará más fácil. Y tampoco los trabajadores de los medios deben creer que la relación inestable con las estructuras gobernantes es su mayor reto.

Las amenazas al futuro de la sociedad no tienen que ver con el control que personeros de un gobierno en particular tratan de ejercer sobre el trabajo periodístico. La vigilancia de la ejecución de los gobiernos forma parte de un laberinto más complejo. Las verdaderas amenazas se centran en la conducta generalizada frente a los retos que como sociedad enfrentamos para adelantar el desarrollo cultural y social de la población.

El ejercicio periodístico actual se inclina mayormente a concentrar su esfuerzo en tratar de difundir temas relacionados a la actividad política, de gobierno y de oposición. Se presenta muchas veces como investigador y expositor de actos de corrupción, ante todo ligados a la política y a la gestión gubernamental, más no, en términos generales, de las que probablemente ocurren en el sector privado. El ejercicio periodístico en nuestro entorno no goza de independencia, tiene necesariamente que limitarse ante los intereses de los anunciantes y dueños de los medios de trasmisión.

Alguien me comentó la semana pasada que ‘al tener el poder para ejercer control sobre la opinión de la población, el comunicador es un actor de dos caras posibles, … una independiente y la otra modelada por la censura de los grandes monopolios económicos. Por lo tanto, tan vilipendiada profesión, debería ser ejercida por hombres y mujeres con un sentido de responsabilidad muy alto’.

Las preguntas fundamentales para una profesión como esta son: ¿qué hacemos realmente de valor en un tiempo como éste, en donde son visibles los cambios significativos en la estructura social?; cambios que amenazan el futuro de convivencia pacífica. ¿Qué hacemos cuando la dinámica de convivencia familiar es cambiante, muy distinta a lo que era hace tan solo 25 años? ¿Qué hacemos en este tiempo que vivimos, en donde las interacciones entre individuos se ven amenazadas por conductas de ‘lo más para mí y lo menos para ti’ y la subsiguiente reacción violenta por no ‘dejarse joder’ que dificultan la construcción de relaciones de confianza entre las diversas estructuras de la sociedad y entre los individuos? ¿Qué periodismo hacemos entonces?

Cada periodista debe procurar la libertad debida para ejercer la profesión desde su conciencia, con independencia y bajo su propia responsabilidad, sin temor a ser perseguido y sin la atadura de leyes restrictivas. Por cada persona que ha dado su vida alrededor del mundo por esta profesión, debemos comprometernos a ejercerla con un sentido más ligado a la necesidad de pavimentar el camino hacia un futuro más alentador para todos.

 

<> Este artículo se publicó el 22 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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El oficio de informar

La opinión de….

 


ERNESTO A. HOLDER    
ernestoholder@gmail.com

Este pasado sábado 13 de Noviembre se celebró el Día del Periodista. Mis felicitaciones a todos los que dedican sus esfuerzos y la razón de sus días al ejercicio de esta profesión, en un tiempo en que el trabajo periodístico ha evolucionado notablemente. Un tiempo en el que el fin de trasmitir los mensajes e informaciones a través de sofisticados sistemas de comunicación e información regional y global, requiere de una preparación seria, constante y de calidad profesional. Un tiempo en el que el oficio es amenazado por las estructuras de poder. Igualmente un tiempo en que es una de las más peligrosos profesiones para la integridad física y que ha costado la vida de 38 periodistas alrededor del mundo en lo que va de este 2010 y 72 durante el año pasado.

El oficio de la comunicación, a través del Periodismo, tiene como objetivo, para muchos de los que trabajamos en esta disciplina de las ciencias sociales, la tarea de informar. Pero este ejercicio se da en el marco de parámetros definidos por los intereses de los propietarios de los medios, y por las relaciones que éstos sostengan con los centros de poder. Y, claro está, los periodistas y las empresas de la comunicación entran en conflicto cuando se dan confrontaciones entre el criterio de servir objetivamente al derecho de la información y salvaguardar los intereses económicos de la empresa frente a los intereses del poder político.

Dejo claro que la práctica del Periodismo a nivel local, en términos generales, crea desolación. Los medios —especialmente los televisivos— insisten en presentarle al público informaciones por intermedio de personal poco preparado y sin la capacidad profesional necesaria para lograr el objetivo de informar. ‘The medium is the message’, señaló Marshall Mcluhan. Este principio resalta en la medida en que observamos cuidadosamente el tratamiento de una misma información por distintos medios de comunicación, y todos parecen inclinarse en estos tiempos a la presentación de programas sensacionalistas en vez de informativos.

La idea de que los eventos son espectáculos en vez de hechos informativos, ha ido calando significativamente. Cuando un reportero le pregunta a una víctima ‘¿cómo te sientes?’, después de que acaba de perder a un ser querido, por ejemplo, debe ser suficiente indicativo de que es necesaria la revisión de los objetivos del medio y los requisitos profesionales que ese medio le exige al reportero para la captura y presentación de la información.

La idea de que el periodista no tenga suficientes criterios, malicia o independencia como para saber, o cerciorarse de que lo están utilizando (caso Murcia—Velásquez—elecciones 2009), deja graves preocupaciones y dudas sobre el futuro de la profesión. Y la idea de que algunos se presten para el espectáculo, la indolencia y el descrédito, es más preocupante aún.

Si el medio no se preocupa por la preparación e integridad profesional de sus reporteros y periodistas, seguiremos siendo testigos cotidianos de estas vergüenzas. Si el trabajo de informar no se atiende con seriedad, no superaremos este nivel de tratamiento de la información. Esa es una responsabilidad del medio y de sus directores, pero ante todo es una responsabilidad personal, que debe tratarse con el celo más vehemente.

Aún, a inicios de un siglo que promete grandes avances para la especie en términos de perfeccionamiento del sentido de humanidad, al analizar la práctica del periodismo local, específicamente la televisiva, alejada de las apologías criollas, nos falta mucho por alcanzar. La práctica del Periodismo tiene que fundamentarse en el propósito primario de informar y ante todo, brindar un panorama coherente y objetivo de lo que se informa, asentado en una investigación profunda, seria y con el ánimo siempre de educar. Y esto va de la mano con la exigencia por realizar una labor periodística de excelencia y alejada de cualquier influencia, inclusive la de los dueños de los medios, sus anunciantes o el gobierno.

El Estado tiene necesariamente que abrir espacios para que los periodistas practiquen juiciosamente su profesión. Que tengan una justa oportunidad de moldear positivamente la vida de las personas, darle forma al contexto social, exponer las injusticias, crear discusiones interesantes que coadyuven a la solución de problemas. Y, ante todo, para que los medios se conviertan en la ventana por la cual todos pueden asomarse para contribuir o ser testigos del perfeccionamiento de nuestra sociedad, sin temor a espantarse.

Debemos abortar este asesinato sin repugnancia de la profesión periodística. Purgarla o, en el mejor de los casos, volver sobre los conceptos generales y básicos en el tratamiento de la información, para que los que ejerzan este oficio comprendan que su injerencia en la discusión pública, constituye uno de los pilares en la construcción y desarrollo de la condición social de la Nación.

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<> Este artículo se publicó el 15 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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Lecciones de tolerancia

La opinión del comunicador social….

ERNESTO  A.  HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Creo que cada momento en que se ha tenido que definir un cambio notable en las relaciones sociales o políticas, que ha sido, no solo estratégico, sino necesario para la pacífica convivencia, siempre se ha ejecutado con la intención de sumar a la causa en vez de marginar, restar o, en el peor de los casos, eliminar a copartícipes.

La historia del Istmo y de sus pobladores está repleta de momentos cruciales y de decisiones necesarias. Las generaciones de los últimos 50 años, como protagonistas y conductoras de su historia, han vivido algunos de los acontecimientos históricos más significativos de la nacionalidad.   Me enorgullece ser parte de esta generación. Vivido en esta época. Cumpliendo con un compromiso de ofrecer mi trabajo y mis ideas por el bien de la Nación.

Al margen de lo que dictan los textos históricos, tuve fieles referencias casi directas por parte de familiares y conocidos ya fallecidos de eventos tan remotos como la llegada al Istmo de los franceses. Aprendí sobre el arribo de los emigrantes para la construcción del Canal americano a inicios del siglo pasado. Escuché relatos sobre la mudanza de mi abuela a una de las nuevas avenidas en la ciudad de Colón, ya casi terminadas las obras del Canal. Provenían de los poblados improvisados que existían a lo largo de lo que hoy es el Corte Culebra y conocieron y anduvieron por los otros poblados que hoy descansan en el fondo del Lago Gatún justo antes de su creación.

Crecí escuchando narraciones —algunas muy folclóricas y subjetivas— sobre la huelga inquilinaria, la situación de supervivencia en el país durante los años de la Segunda Guerra Mundial; el asesinato del presidente Remón y los varios gobiernos de Arnulfo Arias, entre otros hitos históricos. Todos dentro de una perspectiva cultural subrayada y definida por mi ascendencia afroantillana y la cultura de mis antepasados.

Pero algo que siempre estuvo en sus narraciones fue que siempre imperó la idea de la inclusión. Las voces que pregonaban el sectarismo cultural, fueron aplacadas por hechos concretos de inserción. Y mis antepasados respondieron con una conducta de participación, de opinar y dejar que su voz colectiva se escuchara sobre todos los aspectos de la vida de la nación.

Eso hicieron sobre la Constitución de 1941. Sobre su rechazo al sistema de Gold y Silver Roll. Y siempre con la convicción de que participando se tenía la oportunidad de construir mejores oportunidades para ellos, para nosotros y para nuestros descendientes.

Marcado por los episodios históricos que el país había vivido desde el 9 de Enero de 1964 y armado de los principios de mis antepasados, en 1977, como graduando de la secundaria, viví intensamente las inquietudes políticas y sociales de mi generación. Eran los últimos meses de las negociaciones de los Tratados Torrijos—Carter. Participaba con el resto de mi clase graduanda de las discusiones y las manifestaciones callejeras de apoyo, con la convicción de que para la nación era lo indicado.

Han pasado un poco más de 33 años en que el sentido de la oportunidad que nos dimos mis compañeros y yo, cristalizó un sueño que inició el 3 de Noviembre de 1903 y ha más que servido para reafirmar como acertada la decisión tomada por los que expresamos nuestro apoyo patriótico tan decididamente en 1977.

Hoy, cuando marcamos 107 años de vida republicana, queda mucho por hacer en términos de garantizar espacios de crecimiento, respeto y desarrollo para todos los sectores. Para los que no tienen oportunidades; para los que están marginados, para los que se sienten apartados. Pero desafortunadamente, en el seno de muchos grupos que pretenden la representación general, coexiste un ambiente de intolerancia e irrespeto por las opiniones divergentes.

Han convertido el espacio de propuestas para mejorar el futuro, en un látigo irreverente que no permite contrastes, discrepancias u otras propuestas. En una lucha personal por adueñarse de la verdad compartida y del camino de reivindicaciones que cientos de miles de personas hoy aún transitan. Han jurado defenderse a toda costa; de ‘no dejarse de nadie’; de destruir a cualquiera que parezca un oponente y que pretender aspirar al mismo espacio a la cual aspiran, en vez de tender puentes de cooperación y entendimiento. No conozco ningún movimiento de reivindicación social que logre su cometido restando a amigos y adeptos en vez de sumarlos. Atacándoles inmisericordemente.

Mis antepasados y yo, y las personas con las que crecí sabemos de marginaciones. Al igual que en el pasado quedan muchas cosas por hacer, en particular por las clases más necesitadas y para los desposeídos. Pero para avanzar una causa, la causa de todos los desventajados, debemos hacerlo con respeto y tolerancia; con el cuidado de no seguir disminuyendo el futuro de todos.

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<> Este artículo se publicó el 8 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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Patria y responsabilidad

La opinión del Comunicador Social….

 

ERNESTO A. HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Esta semana cumplimos 107 años de vida republicana y, para los que no se acuerdan, también estaremos celebrando 10 años de la recuperación de la soberanía total sobre nuestro territorio con la transferencia del Canal de Panamá el 31 de diciembre de 1999.

Este último hecho consolidó nuestra verdadera independencia y abrió las posibilidades de trabajar afanosamente por impulsar nuestro desarrollo, con el fin de que, como nación, pudiéramos gozar de los beneficios que, como país realmente independiente, merecemos.

Pero 10 años después, y a 107 años de separación, algo anda mal. Resulta muy difícil que las nuevas generaciones comprendan el valor de la lucha que se libró por casi un siglo y que entiendan las circunstancias históricas que permitieron alcanzar los logros obtenidos en 1999. Decía Peter Senge que la ‘tensión estructural’ es el reto más difícil en el camino por alcanzar el lugar que visionamos, ante los constantes desvíos de la realidad.

La visión de un país libre y trabajando por su desarrollo integral, choca con la realidad que vivimos. La independencia se debate hoy entre las fallas de nuestro sistema educativo, el pobre, pero categórico, papel que juegan los medios masivos de comunicación en el deterioro de nuestra identidad nacional y social y, la falta de políticas culturales concretas, que amenazan la consolidación de la nación. Somos una nación complaciente y conformista. Nos estamos saboteando nosotros mismos.

Estos primeros años del nuevo milenio deberían ser algo así como un tiempo de transición entre el proceso de desmantelamiento colonial que vivimos durante los últimos 23 años del siglo pasado, y el perfeccionamiento del Estado panameño en camino a una condición social más elevada para todos. Ambos requieren de mucho trabajo y de una población preparada y dispuesta a asumir su responsabilidad en esa tarea. Pero nuestra sociedad no funciona desde hace mucho tiempo bajo los parámetros que envuelven una visión integral de desarrollo y perfeccionamiento. Algunos creen que eso se logra mediante la construcción de rascacielos y centros comerciales. La visión de un desarrollo social y sistémico del hombre y la mujer que conforma parte de esta nación está en serio cuestionamiento.

Desde no sé cuándo en los últimos años, se ha ido alojando en la conducta de la sociedad el espejismo de que todos somos triunfadores, no importa qué.    En las competencias infantiles, por ejemplo, la práctica es que todos ganan medallas o trofeos: ‘lo importante no es ganar, sino competir’. En sociedades de ‘juegavivo’ como la nuestra, eso también quiere decir que el esfuerzo no tiene que ser mayor.   Impera la ley del menor esfuerzo. Entonces, ¿qué actitud esperamos del colegiado de profesores que pide aumentos salariales, aún cuando el producto que entregan a la nación no es de la mejor calidad? ¿Qué podemos pedirle a los muchachos que exigen el pago de la beca universal, aunque no tengan la calificación mínima de 3.0?, que incluso considero demasiada baja.

La semana pasada, en el marco de una serie de protestas estudiantiles, quedó nuevamente en evidencia lo que todos sabemos: en esencia, la brújula de la generación que está por sucedernos en los próximos 25 a 30 años en la conducción de las cosas de la nación, no funciona.    Se perdió la de ellos y la de sus acudientes, en algunos casos.    Aspirar a ser premiado por algo que no lograron; pocos entienden que el sistema educativo está en un punto crítico que amenaza el proceso de desarrollo nacional.

Las estadísticas oficiales de los últimos años señalan que el 69.5% de los estudiantes de premedia presentaron índices de fracasos en asignaturas tan importantes como Matemáticas, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y Español. El 50% de los jóvenes fracasaron en las pruebas de admisión a la Universidad Tecnológica de Panamá y el 65% lo hizo en las pruebas de admisión a la Universidad de Panamá. En las universidades privadas el nivel y el rigor son altamente cuestionables.

Durante los años de juventud la responsabilidad es también un desafío. Me preocupa decir que por donde mire siento que esta generación la estamos perdiendo, en lo educativo, lo social y lo cultural.   No tiene idea del papel histórico que debe asumir dentro de muy poco en la cadena de sucesiones generacionales. Hace falta un entendimiento sobre el valor por el desarrollo humano sistémico e integral. Cimentar la responsabilidad personal de todos. Eso es una obligación patriótica.

Esta semana, los educadores, los estudiantes y los altos oficiales de la nación, vestidos y llenos de motivos, celebrarán los actos y desfiles tradicionales sin esa clara conciencia sobre su papel en la construcción de la sociedad del siglo XXI.   Hacer Patria es exigir y tener compromiso.   Contribuir, en vez de exigir a la fuerza, lo que no nos merecemos.

 

 

<> Este artículo se publicó el  1 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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El drama de la minería

La opinión del Comunicador Social…


ERNESTO  A.  HOLDER
ernestoholder@gmail.com

Después de la entrega de la semana pasada quedé en un estado de reflexión sobre las actividades que realiza el hombre en su empeño por la supervivencia y la seguridad de que puede realizarlas, sin que le cueste esa misma vida que trata de preservar y alargar en el tiempo. Una contradicción que se manifiesta en muchas actividades alrededor del mundo.

El hombre ha ido perfeccionando con mejores herramientas de navegación y tecnología que han minimizado significativamente los riesgos cuando navega por los océanos, por ejemplo. Igual los viajes en avión e incluso los espaciales. Solo en los Estados Unidos, despegan y aterrizan cerca de 60000 aviones durante las 24 horas de un día cualquiera. Los riesgos asociados a la exploración espacial han cobrado sus víctimas a lo largo de los últimos 50 años, pero la redundancia en procesos y protocolos que se deben seguir para garantizar la seguridad de las tripulaciones, es asunto de suma importancia y de rigidez operacional e incuestionable.

El estado de reflexión que menciono se debe a que, a pesar del triunfo humano con el rescate en Chile, la actividad minera alrededor del mundo y, aquí en nuestra América, es altamente peligrosa y a cada segundo amenaza la vida de los que trabajan en estos menesteres para llevar el bocado de pan a la boca de los suyos.

El diario El Universo de Guayaquil, Ecuador, reportó el jueves 21 de octubre que ‘Los cuerpos de Pedro Mendoza, de 21 años, oriundo de Balzar, provincia del Guayas; y de (Ángel) Vera, de 29 años, de Zaruma, fueron encontrados ayer pasadas las 18:00, cuatro días después de que localizaran los restos de sus compañeros Walter Vera Pacheco, hermano de Ángel; y del peruano Paúl Aguirre, que fue retirado de la morgue el sábado, por el consulado peruano’.

El Espectador de Colombia, ese mismo día, publicó: ‘Mientras el mundo entero celebraba el exitoso rescate de los mineros (…) de Chile, Colombia vivía un nuevo accidente, en la mina La Esperanza, municipio de Tasco, Boyacá, donde hasta el viernes dos mineros seguían desaparecidos. En una misma semana dos accidentes más dejaron dos muertos: en el municipio de Tópaga, Boyacá, un minero murió luego de un derrumbe en una mina. Entre tanto, en Marmato, Caldas, falleció un trabajador de mina, al parecer, por manipulación de dinamita. El pasado 16 de junio Antioquia vivió la peor tragedia minera del país, en la que murieron 73 mineros en el municipio de Amagá…’.

China es el mayor productor y consumidor mundial de carbón y emplea 5,5 millones de mineros para trabajar en la extracción de ese mineral. En los últimos dos años, han muerto en China cerca de 2600 mineros en las extracciones subterráneas de carbón. Esta cifra equivale a haber perdido a los pasajeros de 14 aviones Boeing 737. Este año, 200 personas murieron cuando un foso se derrumbó en una mina de oro en Sierra Leona. Según el diario caraqueño El Universal del pasado 11 de octubre, ‘No existen estadísticas globales confiables de las muertes en uno de los empleos más peligrosos del mundo, pero una federación de sindicatos con sede en Ginebra estima que hay 12000 fallecimientos por año’.

Es perfectamente entendible la necesidad de la minería para adelantar el progreso humano. Toma unos segundos y observe su entorno, la mayor parte de los objetos que usamos en nuestra vida cotidiana proceden o deriva de uno o varios minerales. Si no se explotaran los yacimientos minerales existentes alrededor del mundo, la tecnología no se podría desarrollar y la investigación no sería posible, porque no se tendrían los insumos necesarios, hasta para el desarrollo de la Medicina. En fin, no tendríamos muchas de las comodidades de las cuales ahora disfrutamos.

Entonces, la pregunta que cabe es ¿por qué hay tanto desinterés por proteger la vida de los que trabajan en esta industria tan importante para el desarrollo humano, tomando en cuenta los riesgos inherentes a la misma?

La ingeniera geóloga colombiana Alba Bustamante Rúa, señala que ‘La industria minera, tanto para explotaciones subterráneas como a cielo abierto, debe superar la condición histórica de la no inversión y ganancia rápida, que la convierte en una actividad de subsistencia o de ilegalidad, en la cual los procedimientos llevados en las labores extractivas no están enmarcados en protocolos estandarizados de seguridad e higiene minera, que tienen como objetivo disminuir las condiciones de vulnerabilidad y, por lo tanto, los factores de riesgo a accidentes y muerte’.

En lo que respecta a la sensación de triunfo por el rescate de los chilenos, como dije, nos debe quedar una verdadera reflexión por la vida. Pensar acerca de si la industria hace o no lo necesario por preservarla.

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<> Este artículo se publicó el 25 de octubre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al   autor,  todo el crédito que les corresponde.
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Chile y el manejo de las expectativas

La opinión del Comunicador Social…

ERNESTO A. HOLDER

Hay lecciones claras en la odisea que vivieron los chilenos durante los 70 días que duró el cautiverio de 33 mineros. Se convirtió, literalmente, en un asunto de atención internacional.   También hubo oportunidades que a muy pocos en el mundo les ha tocado de esa manera; de la noche a la mañana como decimos. La oportunidad que tuvo el presidente Sebastián Piñera, solo es comparable en los últimos tiempos con la que tuvo el ex presidente estadounidense George Bush, inmediatamente después del 11 de septiembre de 2001.   Se calcula una atención global de cerca de los mil millones de personas para el rescate de los chilenos.

Hace un par de semanas, pocos podían responder inmediatamente a la pregunta de quién era el Presidente de Chile.    Lo que le costó a Hugo Chávez varios años, con todo y su impetuosidad gráfico-verbal, su incursión política en el escenario regional y mundial, Sebastián Piñera lo resolvió en aproximadamente 22 horas.    No lo critico, con esa atención mundial, todos la hubiéramos aprovechado.    Si el mundo sabe quién es Hugo Chávez, hoy saben quién es Sebastián Piñera.

Toda la hazaña fue marcada por la cifra 33; la repetitiva coincidencia de ese número sentenció el drama.   Que si 33 mineros, que si 33 días, que si la frase de que estaban a salvo tenía 33 letras. Emergieron singularidades que tal vez muchos nunca hubieran llegado a conocer o expresar tan abiertamente.   Esas cosas aparecen cuando uno vive, come y se acuesta con la muerte sin saber si la vida lo espera al final.  La muerte como compañera implícita.

Se descubrieron cantantes, deportistas, poetas, músicos. Edison Peña, admirador de Elvis Presley y Víctor Zamora, entrena palomas mensajeras en su tiempo libre. Además, es fanático de Bob Marley según los reportes internacionales.

Hubo lecciones sobre el amor y sus entrelazados incomprensibles.   La vida real, las cosas del corazón y los sentimientos, es incomprensible. Ya sabemos que no es el único, pero la cotidianidad fuera de los peligros de una mina en donde uno se faja para ganarse el pan, puede ser igualmente compleja.   Si no que lo diga el ya famoso Yonny Barrios y sus dos amores.   Es una arista humana que pide examen más que un juicio ligero y público (con su respectiva condena) sobre la conducta moral del rescatado número 21.

Marcó decididamente el liderazgo ejemplar de Luis Urzúa, el capataz de turno que, como buen capitán, fue el último en salir de las entrañas de la mina. Su conducta no era forzada. Si observaron bien, hasta el último momento, ejerció su rol de líder.   Urzúa fue el único de los rescatados que no siguió el protocolo.   Saludó a familiares, oficialmente entregó su turno, conversó largo rato con el presidente Piñera y, cuando finalmente decidió retirarse, no lo hizo como sus predecesores, estirados sobre una camilla. Caminó hasta lo interno del centro de atención que se dispuso en el área.

Pero el manejo de las expectativas fue la lección estratégica.   Nos programaron desde el inicio que el rescate no se daría quizás hasta el mes de diciembre. Un manejo realmente magistral para no levantar expectativas a corto plazo y capitalizar sobre los resultados tal cual está sucediendo. Fue conveniente para Chile como país y para Piñera como su presidente.   Pero esa estrategia lo que hizo fue darles la oportunidad y el espacio a los técnicos de consultar a los expertos y estudiar las lecciones aprendidas en otros casos similares.

Al final hay un argumento puntual que tiene que ver con la supervivencia.   La condición natural del homo sapiens en procurar que la especie supere las dificultades del entorno (naturales o creadas por él mismo), a fin de que seamos más los que estemos aquí para adelantar nuestra causa al futuro.   Mientras más estemos, mejores posibilidades de extendernos por el infinito.   Es así, como entonces, nos empeñamos muchas veces con esfuerzos más allá de lo normal, en salvarnos los unos a los otros.   Extendernos la mano, por el bien de todos.

Si en realidad mil millones de personas siguieron el rescate por todos los medios modernos de comunicación, entonces tenemos mil millones de personas sensibilizadas; que tienen un aprecio genuino sobre el valor de la vida y que pueden sentirse minimizadas sentimentalmente ante dramas como estos.   Si ese sentimiento y esa disposición se diera ante hechos igualmente significativos, que vemos a diario en las aceras de la calle, en los ojos de indigentes, de niños necesitados, entonces tenemos los bloques necesarios para construir un puente entre el hombre de hoy y el que queremos que sobreviva a largo plazo.   Esa es una de las más grandes lecciones, una expectativa superior, que el drama de Chile nos ha legado.

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<> Este artículo se publicó el 18  de octubre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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Periodismo y el Nobel 2010

La opinión de…

ERNESTO A. HOLDER

Hay mucho que mejorar en el ejercicio del periodismo a nivel nacional y cuando se trata de presentar la verdad y servir como conciencia crítica de la sociedad, se debe trabajar afanosamente porque ese ejercicio sea consciente y honesto. La pasada campaña electorera, por ejemplo, dejó mucho que desear con respecto al papel que el periodismo desempeñó.

Han sido altas y claras las denuncias realizadas por la ciudadanía desde la semana pasada en relación al tema de la condena a un año de cárcel e igual período de inhabilitación para ejercer el periodismo, dictada por el Segundo Tribunal Superior de Justicia contra los periodistas Sabrina Bacal y Justino González. El trabajo por el que se les condena a los colegas Bacal y González muestra seriedad en su presentación; un trabajo investigativo sustentado en la documentación de los hecho y por este caso ya habían sido absueltos por los tribunales.

Si la columna vertebral de toda democracia es la libertad de expresión, y el periodismo serio se sustenta sobre ese principio, entonces debemos tener claro que esa libertad debe estar acompañada de una conducta prudente. Pero el tema Bacal — González, estalla en medio de una noticia más universal sustentada en la Libertad de expresión y su suprema responsabilidad.

Entre los varios premios que ha recibido el escritor Mario Vargas Llosa, cuenta el recibido en octubre de 2006 otorgado por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, Estados Unidos: El Premio Moors Cabot, máximo lauro que anualmente se otorga a destacados profesionales y medios de la prensa escrita y audiovisual del mundo. En su discurso de aceptación, Vargas Llosa manifestó que ‘El periodismo es el garante de la libertad’. Hoy, suma el premio Nobel de Literatura 2010.

No soy un ‘fan’ de Mario Vargas Llosa, pero no tiene que ver con su producción literaria que va mucho más allá de su trabajo periodístico. Su extensa obra y aportes a la literatura universal comprenden una variada presentación de novelas, ensayos y críticas literarias. A sus premiaciones se suma el Príncipe de Asturias (1986) y el Premio Cervantes (1994). No soy un lector disciplinado, es decir, no conozco a profundidad su obra por lo que, mucho menos deben considerarme un crítico. Solo, como siempre, ofrezco una opinión desde mi limitada perspectiva.

De la creación literaria de Vargas Llosa me llama la atención su exuberante imaginación, posee un dominio del idioma y una pluma mágica y brillante apoyada por una capacidad investigativa y profunda de los temas que explora. Su trabajo consolida la naturaleza mundial del idioma, conjuntamente con los otros nobeles literarios latinoamericanos.

Cuando recibió el premio Moors Cabot, invitó a ‘Quienes estén interesados en conocer las grandezas y miserias del periodismo en una sociedad industrial moderna deben precipitarse a ver The Insider’, un film escrito y dirigido por Michael Mann, que detalla cómo la industria tabacalera conspiró para desacreditar a uno de sus más importantes científicos e investigadores, el Doctor Jeffrey Wigand, quien, apoyado en sus principios morales, había renunciado a la empresa. No podía vivir tranquilo sabiendo que las tabacaleras ‘habían aumentado las dosis de nicotina en los cigarrillos, a sabiendas de que esta sustancia era adictiva’. La industria tabacalera acorraló al programa 60 minutes, que preparaba un profundo y detallado reportaje sobre el tema, amenazando a su empresa madre, CBS, a un largo proceso judicial que podría costarle ‘billones de dólares’ y que como consecuencia, CBS podía terminar siendo absorbida por las tabacaleras. Deben ver y analizar ‘The Insider’, para conocer la forma en que la verdad fue amenazada y sobrevivió.

En el 2006, el periodista J.M. Calvo, del diario El País de España, con motivo del premio Moors Cabot, recogió en Nueva York algunas declaraciones de Vargas Llosa en las que señalaba que: ‘Precisamente porque el periodismo garantiza la libertad, todas las dictaduras, de derechas y de izquierdas, practican la censura y usan el chantaje, la intimidación o el soborno para controlar el flujo de información. Se puede medir la salud democrática de un país evaluando la diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus diversos medios de comunicación. Es algo que parece obvio, pero que no se puede perder de vista si se quiere frenar cualquier intento de restringir la libertad de prensa, y también si se quiere evitar el periodismo sensacionalista’.

Las condiciones sociopolíticas, a inicios de este siglo XXI, no ofrecen tiempo ni espacio para avanzar cambios duraderos en el seno de las sociedades. Los gobiernos deben decidir entonces si pierden tiempo y esfuerzo con acciones como las de la condena a los colegas, con las repercusiones internas y externas, o si trabaja arduamente para dejar su huella en beneficio de las capas sociales más necesitadas.

 

<> Artículo publicado el 11  de octubre de 2010 en el diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,    lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.

Al mundo de Zarmina

La opinión del Comunicador Social…

ERNESTO A. HOLDER
Astrónomos anunciaron el pasado miércoles que habían descubierto un planeta con características muy similares a la Tierra.   La noticia de la Prensa Asociada, redactada por Seth Borenstain, escritor de temas científicos, señala que a 120 trillones de millas, alrededor de la estrella Gliese 581, orbita un planeta que presenta todas las características necesarias para albergar vida. Los 120 trillones de millas parecen lejanos y en realidad tomaría cerca de tres generaciones hacer el viaje desde nuestro planeta, según el doctor Steven Vogt de la Universidad de California en Santa Cruz y codescubridor del planeta. (Tres generaciones representan entre 150 y 250 años aproximadamente).Vogt dijo que, en términos de espacio universal, esos 120 trillones de millas de distancia entre la Tierra y el planeta Gliese 581g, su nombre oficial, son como estar ‘frente a frente, o en el cuarto de a lado’ (‘like right in our face, right next door to us…’). Para los que han dedicado su vida a la ciencia, y más puntualmente, a la exploración universal con el fin de entender los misterios del universo, esta noticia es una esperanza, de la misma manera en que representa un hito de suma importancia que abre nuevas posibilidades en materia de desarrollo y trascendencia de la especie humana a más largo plazo. Vogt, de manera no oficial, le puso ‘Zarmina’s World’. Como nombre al planeta en honor a su esposa. 

 

Según los entendidos, la Tierra enfrenta continuas amenazas inherentes a su condición evolutiva y cambiante. Señalan que: ‘Las propiedades físicas de la Tierra, al igual que su historia geológica y orbital, han permitido que la vida haya persistido durante este período…’ (Unos 2.8 mil millones de años desde la aparición de la célula simple y unos 2.5 mil millones de años desde la aparición del Homo). ‘Se espera que el planeta continúe apoyando la vida sobre la Tierra por lo menos durante los próximos 500 millones de años’. Pero, existen varias teorías que exploran las probables formas en que nuestro planeta puede fenecer a lo largo de los tiempos que van desde las posibilidades de un mega tsunami, cambios climáticos y calentamiento global; una nueva era del hielo (en la historia de la Tierra se han dado 12); un desastre ecológico y por la misma Humanidad.

Ya habíamos informado en el 2007 que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) informó que ‘la Tierra se está calentando y este fenómeno se debe inequívocamente a la actividad humana’. El informe fue considerado como el más riguroso y amplio que se había elaborado hasta ese momento. El grupo, conformado por unos 2500 científicos de más de 130 países, indicó que ‘las concentraciones de dióxido de carbono, metano y óxido nitroso en la atmósfera han aumentado de manera notable desde 1750’ […] y que ‘los niveles de emisión de estos gases a la atmósfera son los mayores de los últimos 650000 años’.

Me llamó la atención los comentarios hechos a la noticia sobre el descubrimiento de ‘El mundo de Zarmina’ en una de las páginas de informativas que visito en la web. Desde los más serios, que invitaban a la reflexión y la confrontación de ideas sobre lo que representa la búsqueda de un nuevo hogar; un hábitat alterno en caso de que, como especie en extinción, los humanos tengamos que emprender viaje hacia nuevos horizontes. Otros aportes y discusiones sobre el artículo expresaban las más provocadoras ideas y comentarios sobre fórmulas para determinar qué hacer.

Nuestra especie, como norma, ha dedicado muy poco tiempo a las reflexiones que merece con respecto a su trato al planeta y las consecuencias para las futuras generaciones. Esa especie ha sido capaz de curar muchos de los males que sobre la Tierra ha amenazado nuestra forma de vida; pero es el mismo ser humano que, a lo largo de los siglos, en su camino evolutivo, ha conspirado contra sí mismo. Ha promovido innumerables guerras, ha esclavizado y abusado de su propia especie para su beneficio personal y ha atentado en innumerables ocasiones contra su propia existencia como colectivo viviente.

Mientras los bárbaros se dedican a saquear y destruir el planeta, literalmente, los políticos a la burla y la demagogia, la necesidad humana e intrínseca de la supervivencia hace que el sector pensante de la especie —los humanistas— trabajen sobre formas de supervivencia a largo plazo.   Si no podemos lograr el objetivo de salvarnos del daño que al planeta le hacen con las conductas actuales, lo lógico es que ese sector busque una vía de escape. Eso genera la interrogante, tal cual ocurrió en el blog sobre el artículo: ¿Quiénes deben hacer el primer viaje?   Les dejo la interrogante.

<> Artículo publicado el 4 de octubre  de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos,  lo mismo que a la autora,   todo el crédito que les corresponde.

Una brújula moral

La  opinión  del Comunicador Social…

ERNESTO A. HOLDER

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) inició la semana pasada su 65ava sesión.   En ese marco, su secretario general, Ban Ki—moon, advirtió que ‘… en el mundo crecen las inequidades entre naciones y dentro de ellas, se exacerban las políticas de polarización, y aumenta el lenguaje del odio y falsas divisiones’.
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Qué puntual sus palabras ante el clima de confrontación entre diversos sectores de la vida nacional.   Un difícil escenario que se mantiene latente como una amenaza a la convivencia pacífica. .
El secretario general también solicitó a los 192 integrantes de la ONU ‘convertir en realidad las promesas de erradicar la pobreza, combatir el cambio climático, eliminar las armas nucleares y promover la igualdad de género’.

Recordemos que en septiembre del 2000, se celebró en Nueva York la Cumbre del Milenio de la ONU, en donde 189 líderes mundiales acordaron ocho objetivos puntuales con sus metas medibles: 1— Erradicar la pobreza extrema;

2— Lograr la enseñaza primaria universal,

3— Promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer,

4— Reducir la mortandad infantil,

5— Mejorar la salud materna, 6— Combatir el VIH/SIDA, paludismo y otras enfermedades,

7— Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y,

8— Fomentar una alianza mundial para el desarrollo. El plazo acordado: Año 2015.

Kofi Annan, entonces secretario general de la ONU puntualizó: ‘Creo que la misión de las Naciones Unidas en el siglo XXI, será definida por un nuevo y más profundo entendimiento sobre la santidad y dignidad de cada vida humana, independientemente de su raza o religión’.

A 11 años de trabajo, en un informe elaborado por el Grupo de Tareas sobre el desfase en el logro de los objetivos de desarrollo del Milenio, en el que participan más de 20 organismos de la ONU, se llama a ‘un mayor impulso en la ayuda, el comercio y la deuda para lograr los objetivos mundiales de lucha contra la pobreza’. Al igual que el año pasado, este nuevo informe sigue siendo un frío señalamiento de que, a pesar de los avances, las dificultades han intervenido en el deseo de atender la necesidad de las poblaciones vulnerables, ante todo en los países pobres y en vías de desarrollo.

En su discurso ante el pleno de la ONU, el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, señaló que ‘Los Objetivos del Desarrollo del Milenio no son negociables ni condicionados y están por encima de los intereses políticos y personales’.   Señaló además que, ‘… Panamá avanza en el cumplimiento de los objetivos del milenio, y para ello su gobierno se ha planteado dos pilares:   El primero, profundizar la inserción de la economía panameña en el contexto internacional;   el segundo, fortalecer las capacidades productivas y humanas, teniendo presente que esta última es el recurso clave’.

Faltan cinco años y no quiero ser fatalista, pero la realidad dicta que no vamos a poder cumplir con los objetivos planteados a nivel local ni en el plano internacional. En gran parte de mis entregas semanales a lo largo de estos años, he hecho señalamientos puntuales sobre las desventajas y las amenazas a la condición humana de gran parte de la población, a la cual estas metas intentan ayudar.   No perdamos de vista que en ese mismo período, desde el año 2000, fecha de la Cumbre y, tal como lo señala la revista Forbes, las arcas personales de un puñado de personas de la población mundial se han engrosado con sumas inimaginables de dinero, bien o mal habido, que ha podido muy bien servir para apoyar los esfuerzos para alcanzar objetivos trazados.

En Panamá nos hemos desvivido intensamente en los últimos 10 años en la construcción de rascacielos, centros comerciales, centros lujosos de recreación turística, etc.   Y por otro lado, el sistema educativo ha caducado miserablemente, la seguridad y la salud son amenazas latentes que no representan un avance en la consecución de las metas. Ese ‘fortalecimiento de las capacidades humanas’, en la parte educativa por ejemplo, toma por lo menos 20 años si se declara ‘política de Estado’; mucho mas allá del 2015.

No puedo en este espacio resumir debidamente los resultados de cada objetivo, pero el informe del 2009 y el recién publicado de 2010 dan cuenta de que los retos y las dificultades existentes a la hora de la formulación de estos objetivos y sus metas, aunados a los desafíos, amenazas, atrasos y dificultades que se han encontrado en el camino, prueban que el ‘querer hacer’ y el ‘poder hacer’ muchas veces son eslabones de dos cadenas diferentes.

Ban Ki—moon reiteró la necesidad de que se ‘reconozca en el máximo organismo una brújula moral mundial con la que los países cierren filas para afrontar con éxito esos problemas’.   Nuestra brújula local requiere de un reajuste.

<> Artículo publicado el 27 de septiembre de 2010  en el diario La Estrella de Panamá,  a quienes damos,  lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.

Estabilidad competitiva

La opinión de…

ERNESTO A. HOLDER

No deja de causarme sorpresa y un gran signo de interrogación cuando leo noticias como las difundidas la semana pasada sobre el crecimiento económico de Panamá y su posición en listas y alineaciones regionales y globales, con respecto a sus posibilidades de desarrollo y su futuro.

La noticia dice que Panamá ascendió ‘significativamente’, pasando de la posición 59 a la 53, en los resultados que publicó el Foro Económico Mundial sobre el Índice Global de Competitividad para 2010—2011. Nuestro país se coloca en la segunda posición del escalafón en América Latina, superado únicamente por Chile. En Centroamérica lidera Panamá (53 en la lista global), le sigue Costa Rica (56), Guatemala (78), El Salvador (82), Honduras (91) y Nicaragua (112). Chile, Puerto Rico (puesto 41) y Barbados (puesto 43) son las únicas tres economías de América Latina y del Caribe que se clasificaron entre los 50 primeros puestos del informe.

Dije que no dejaban de causarme sorpresas estas mediciones, porque definitivamente algunos vemos las opciones de nuestro país desde dos perspectivas muy diferentes y que dejan estos resultados para mucha discusión y análisis. En el escenario del desarrollo nacional, una cosa es estar en las gradas y otra en el terreno y, estando en el terreno, observando las circunstancias cotidianas, es cuando más me asaltan las dudas sobre si estamos hablando del mismo país.

Sabemos que las comparaciones son incómodas y en muchas ocasiones injustas. Pero, tan solo hace 25 a 30 años las generaciones y dirigentes de la época trabajaron afanosamente, muchas veces exponiendo sus vidas, reclamando el derecho de nuestro país a ser soberano. Las reclamaciones se fundamentaban en las consecuencias que provocaba sobre el desarrollo de la nación la presencia del enclave colonial conocido como la Zona del Canal, con todo y sus 14 bases militares norteamericanas. Las manifestaciones y protestas de la época se dieron en el marco de una lucha más estratégica y compleja de la nación, que libraron generaciones de panameños y que concluyó con la firma de los Tratados Torrijos—Carter en 1977 y la posterior entrega del Canal a manos panameñas, el 31 de diciembre de 1999.

Esa conquista, completada parcialmente el 31 de diciembre de 1999, abrió las posibilidades de que nuestro país hiciera uso de una importante parte de su territorio que por toda nuestra vida republicana estuvo vedada a ser incluida dentro de los planes de desarrollo nacional.

Vamos a asumir que ésta generación, en los últimos 10 años, ha estado trabajando afanosamente y haciendo lo propio por impulsar el desarrollo de la nación para el bien de todos y no por provecho personal de unos cuantos y sus amigos y socios más allegados. Asumamos que trabajan por llevar el país a un nivel de vida comparable con las sociedades más desarrolladas del continente. Asumamos que los mueve un profundo sentido de patria y nacionalismo, amor para con sus conciudadanos, y que sus esfuerzos están subrayados para que toda la población goce de los ‘beneficios’ de este crecimiento económico. Entonces debemos fijarnos en que el llamado crecimiento y la ubicación en estos escalafones competitivos son frágiles, cuando se celebra antes de tomar en consideración seriamente las amenazas que, en este mismo país, puedan afectar decididamente este resultado. El crecimiento cultural va en dirección contraria —crecimiento negativo, como se dice en el argot económico.

El doctor Nicolás Ardito Barletta, director del Centro Nacional de Competitividad, dijo a un diario local que: ‘para mantener un nivel de competitividad óptimo del país es necesario mejorar la calidad de la educación y la institucionalidad’. Pero para mí es más que eso. No quiero sonar negativo, pero aquí en el terreno, y no en las gradas, hay evidentes amenazas sociales que de no atenderse con prontitud y seriedad, darán al traste con este impulso y afectará a largo plazo nuestra estabilidad competitiva. La violencia ligada al narcotráfico, las pandillas organizadas y la visible descomposición social en sectores de la población que deben ser parte fundamental en el proceso productivo que sostiene la competitividad alcanzada, es amenaza directa.

Todavía como nación nos queda mucho trabajo por hacer para mejorar los procesos de educación, aprovechando las herramientas tecnológicas que el primer mundo ofrece, perfeccionar los sistemas de salud y de prevención de enfermedades, apoyar los esfuerzos por erradicar la corrupción, desarrollar infraestructura, oponernos a que los gastos del Estado sean superfluos, desincentivar la emigración hacia las ciudades capitales desarrollando estructuras locales que permitan la inclusión de toda la sociedad en los esfuerzos de productividad. Respetar y salvaguardar el ambiente, preservar la herencia cultural. Todo esto enmarcado en un uso más social y consciente de los medios masivos de comunicación, permitirá a largo plazo que nuestra sociedad mantenga su independencia y su estabilidad competitiva.

<>  Este artículo se publicó el 20 de septiembre de 2010  en el diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Atrapados por la ceguera

La opinión del Comunicador Social…

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ERNESTO A. HOLDER

La primera vez que tuve conciencia sobre la ceguera tendría escasos cuatro o cinco años. Vagos, pero inmortales recuerdos. Desde la tienda del barrio en la calle 19 de Río Abajo, observé al Sr. Green negociando sus pasos en una escalera con la ayuda de uno de sus nietos, que mi memoria no me permite recordar cuál era. ‘Old man Green era abuelo de Turo, Frankie y Gloria, mi primera maestra de kinder’. Mi hermano mayor me explicaba que ‘Mista Green se había quedado ciego’, que no podía ver y por eso sus pisadas en falso. Su dependencia en su familia.

Para un niño el mundo era algo brillante, sorprendente. Hay mucho que descubrir y conocer. Su belleza y sus secretos y yo, como cualquier menor a esa edad, experimenté una energía inimaginable y un afán por despojarla de sus misterios. La visión resulta algo maravilloso; sumamente crucial para las oportunidades que te brinda cada minuto del día para conquistar los confines del universo. Y la independencia, soltarnos de la mano adulta que nos guiaba desde el primer día, es en sí un acto, una declaración de independencia a tan corta edad.

Ver al Sr. Green y saber que había perdido esas dos cosas (la vista y la independencia) causó en mí, por primera vez, un miedo y un terror indescriptible. ¡Wao, la ceguera existe!   No puede ver absolutamente nada, y necesita apoyarse de los demás para llegar a los lugares que, hacía poco tiempo, para él, y ya de cierta forma para mí, eran de natural acceso.   Después miraba al Sr. Green de reojo desde mi asiento en el kinder con una calurosa empatía que también creo descubrí en ese momento.

Cuando leí ‘Ensayo sobre la ceguera’ de José Saramago, volví a experimentar ese miedo profundo e indescriptible que había sentido aquella mañana. Otra vez la ceguera lo causaba. Saramago relata los efectos de una epidemia de ceguera blanca que va retando el orden y la civilidad. ‘Efectos’ es poco decir, ‘caos’ es más apropiado.   La pérdida de control y del orden. La ventaja, la corrupción y las repercusiones violentas a los que pretenden aprovecharse de las situaciones, incluso siendo afectados por el mismo mal.

En el caso del viejo Green y de los relatos del imaginario creativo de Saramago, podemos asimilarnos en el contexto de lo que representan: Uno, la realidad concreta de la vida y el otro, una exploración creativa de un ‘tal vez’ de la perversidad humana cuando no hay ley.   Hoy parte de la sociedad está atrapada en una ceguera autoinfligida que nos ha robado nuestra confianza y provoca esos ‘pasos en falso’ que pueden hundirnos en un vacío desastroso.

La guerra de Irak, fundamentada en ya comprobadas falsedades, causó tantas muertes y sigue consumiendo valiosos recursos. Tan solo la semana pasada, en la Florida, un desconocido y extremista religioso amenazó con realizar una quema masiva del Corán en rechazo a la construcción de una mezquita cerca del lugar de los atentados en Nueva York. Esa amenaza activó todo el sistema de seguridad del mundo, por las probables violentas reacciones de extremistas musulmanes. Aquí en Panamá ya todos sabemos algo sobre la Ley Chorizo y los sucesos que como consecuencia se dieron en Bocas del Toro que, irónicamente, tuvo su secuela de ciegos.

Saramago reflexiona en su Ensayo que: ‘… si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos’.

Hay que abrir bien los ojos cuando se trata de consideraciones que comprometen la seguridad general. Cuando se habla sobre conflictos como las de la guerrilla colombiana y sus movimientos por la frontera que nos une al hermano país. No podemos tropezarnos contra la realidad de un conflicto que no es nuestro por la ceguera imperante que no permite ‘medir las consecuencias’. Prudencia es lo que debemos practicar.

Como dice Saramago: ‘Los buenos y malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón…’.

El susto de terror, el de la infancia, con mi limitada capacidad de razonamiento, fue por haber descubierto lo que la ceguera representaba como recordación de la debilidad humana, impuesta por las limitaciones físicas del cuerpo en el tiempo. El susto de ahora es por la imprudencia de personas —aquí o en la Florida— que quieren conducirnos ciegamente por un camino desconocido y peligroso.

<>Artículo publicado el 13 de septiembre de 2010 en el diario La Estrella de Panamá a quienes damos,   lo mismo que al autor,   todo el crédito que les corresponde.